By Joan Spínola -FOTORETOC-

By Joan Spínola -FOTORETOC-

Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



miércoles, 30 de noviembre de 2011

Guadalcanal y la Orden de Santiago 1


Portada del libro

La casa de la Encomienda de Guadalcanal 1/2


Las primeras noticias de la casa de la encomienda de Guadalcanal figuran en el documento de 1313, que es la entrega de la Encomienda Mayor de León por don Arias Gómez, su comendador, al maestre Diego Muñiz, por falta de salud, recibiendo a cambio las encomiendas de Coriel y de Guadalcanal En él se compromete a nin labrar min fortaleçer el cortijo de Guadalcanal sin liçençia del maestre. Por la primera Historia de la Orden de Santiago sabemos que el maestre don Lorenzo Suárez de Figueroa:”fizo de nuevo la torre de Estepa, í las casas, i bastimentos de Llerena, i Guadalcanal, i de la Fuente del Maestre". En 1406 Gonzalo Domínguez vende a dicho maestre unas casas con su corral que tienen por linderos los palacios de la Orden el de las dos partes las calles Públicas.
Es en 1494 cuando por primera vez se habla de castillo E después de esto visytaron la persona de don Fadrique Enrriques, comendador de la dicha Guadalcanal, e la casa con su castillo declaradas en su lugar de este libro Nada sabemos de la distribución del castillo en esta fecha, solamente que tiene en su interior una huerta con naranjos y árboles, que esta en buenas condiciones, a excepción de una parte de cerca que mandan reparar, y que a las espaldas del mismo hay un prostíbulo. Prostíbulo que mandan situar fuera de la villa bajo pena, sí no lo hiciesen prontamente, de cien azotes a las meretrices, y al encargada de la casa 2.000 maravedís la vna terçia parte para el reparo del dicho castillo, e la otra terçia parte para la fábrica de las yglesias de la dicha villa, e la otra terçia la parte para los alcalde que executasen la dicha pena.
En 1498 sí hay una distribución de las partes del castillo, si bien no se puede hacer un esquema de dibujo debido a que hay habitaciones que la descripción sitúa de una manera muy imprecisa. Pero tanto por esta descripción corno por las sucesivas, que son reformas que se verifican hasta 1549, sabernos que una vez atravesada la muralla había un gran corral y, pasando éste y a través de un zaguán, se llegaba al patio, que tenía dos corredores bajos, uno de cuatro arcos y otro de dos, y un pozo. En torno al patio sé distribuían las distintas dependencias, siendo la zona noble de dos plantas, ubicadas en la parte este y creemos que también en la sur; en la zona este estaban las habitaciones mis importantes, una de ellas con pinturas en las paredes y otra con ciertas armas pintadas en los pilares. Esta última tenía salida directa a la huerta, que tenía su noria y alberca. La zona de servicios -bodegas, bastimentos caballerizas, etc...--- estaba en el ala oeste y en el trascorral, con excepción de una bodega que estaba en el corral delantero.

Casa de la Encomienda


En 1549 se están haciendo obras que cambian la distribución interior de la ciudadela. En el carral delantero se hace un palacio, de nueva planta, cuya ejecución se termina, totalmente, en 1604; lo que fue casa principal se transforma en el corral con los servicios, quedando en éste, como elemento claramente reconocible de aquella, el corredor de cuatro arcos.
Interviene en la realización del palacio Pedro Merino, albañil, en quien estua rematada la obra de la caualleriza y quartos nuevos; pero no sabemos en qué parte, dado que el documento que lo cita lo hace únicamente en relación con la compra de unos materiales, procedentes del derribo de una caballeriza y un pajar de la antigua casa, y que el edificio se hace en distintas fases, y no se conservan los libros de todas las visitas realizadas.
La estructura de la parte interior del castillo, una vez acabada toda la obra, el molino de aceite lo citan los documentos por primera vez en 1604, y se instala en donde antes estaban los hornos; en esta misma fecha amplían el granero, que suponemos lo hacen tomando las alcobas situadas junto al bastimento del pan El trascorral, situado detrás del corral del pozo, o parte de el, puesto que no sabemos sus dimensiones, se destina a sembrar cebada.
El muro del castillo estaba todo almenado y tenía saeteras en la zona norte, donde estaba situada la puerta principal. Tuvo otras dos puertas, una en la zona sur y otra en la oeste, Las únicas torres qué citan los documentos son una coracha y un torreón, en la zona de la huerta, que tiene un almendro en su interior en 1575 Existe un pasadizo que no se sabe ni de donde sale ni donde va. Entre la muralla y las distintas partes del palacio hay un espacio que las rodea y comunica las zonas norte, sur y oeste. Los documentos no dicen nada de la zona este que al ser la huerta podía estar pegada al muro. De dicho espacio sabemos que, en la zona oeste, era un callejón y en la norte, por estar la puerta principal, era más amplio.
En la zona norte, tanto la muralla como el palacio tuvieron una espléndida portada, En 1549, la puerta de la muralla era un simple vano, nos figuramos que de cantería, mientras que la del palacio era vna portada de cantería buena, fecha al romano, con vnas colunas despegadas sobre sus pedestales y ençima de ellas su aíquitraue y friso y con vnos candeleros y remates ençima de las colunas, y en medio vnas armas del Marqués de Aguilar. En 1604 la puerta de la muralla se cierra y se abre otra, hacia la zona este con respecto a la anterior, muy grande y huntuosa, y a los lados tienen vnas figuras de saluajes, labradas en piedra de cantería, con sus maças que están como por guardas de la cassa, y ençima está vn escudo dorado con las armas de Castilla y Portugal. La puerta de acceso al palacio es la misma que en 1549.

Fuentes.- Arquitectura civil de la Orden de Santiago en Extremadura: La Casa de la Encomienda
Autora.- Aurora Ruiz Mateos

sábado, 26 de noviembre de 2011

Juan Trejo "Tenerifeño"

La gran aventura  de un marino tarifeño


Decía el escritor guadalcanalense llamado Jesús Rubio, en su libro titulado La lluvia infinita, extractado del Diario de Navegación del también de dicho pueblo Mariscal de Campo Pedro de Ortega Valencia, que hace más de un año, paseando por las innumeras librerías de viejo de Charing Cross en Londres, cierto amigo, que no quiere ser citado, aunque me pesa respetar su anonimato, halló un documento que intuyó de suma importancia. Al menos para ti, dijo. Se trata de un Diario. Del Diario que escribiera Pedro de Ortega Valencia durante su expedición de descubrimiento de las Islas Salomón en 1567 a las órdenes de Álvaro de Mendaña.
Aunque yo conocía la existencia de dos memoriales escritos por el pobre Ortega, nunca pensé que existía, además de un relato directo de su puño y letra, del citado viaje, el cual es tratado de forma somera en su primera probanza de mérito que data de 1569.
No es importante reseñar aquí ninguna descripción de los sentimientos que me embargaron cuando me enteré del hallazgo.
El Libro que vendió a precio irrisorio, por cierto, el legado al que acompañaba una carta del nieto del viejo General guadalcanalense llamado Pedro, no supo decirle a mi querido amigo la procedencia exacta del mismo, aunque sospechaba que pertenecía al lote que le compró a los herederos de un paleógrafo llamado Joseph A. White.
Por pesquisas posteriores, he podido averiguar que este paleógrafo e investigador colaboró en los aspectos relativos a viajes y descubrimientos marítimos, con especial predilección por los realizados en el Pacífico y más concretamente por los de los españoles del Siglo XVI, sus estudios sobre el segundo viaje de Mendaña con el Capitán Fernández Quirós y sobre el del lugarteniente de éste Váez de Torres, el primer europeo que vio Australia, gozan todos ellos, por tanto, de gran reputación entre los historiadores.
Sabido es y eso es una verdad aceptada por los numerosos historiadores con los que contactó el escritor de dicho Libro Jesús Rubio, para con ello verificar la autenticidad del relato y de los hechos que en él se relatan, que Inglaterra, ya en el siglo XVI, quiso borrar las huellas del paso de los españoles por el Pacífico Sur, para así reclamar su legitimidad moral en los descubrimientos y colonizaciones que allí se llevaron a cabo, muy especialmente en Australia, continente que la tradición apunta al inglés Cook como primer descubridor aunque sea incierto porque ya el español Váez de Torres la vislumbró en 1605, -casi dos siglos antes que el marino inglés-, y también el holandés Tasman, setenta años después que Váez, la circunnavegó por su parte meridional desembarcando en una isla a la que le puso su nombre: Tasmania.
Queda claro pues que el interés de los ingleses, responda o no a un intento de ocultación de méritos de otros o de rescribir la historia, ha sido claro y por ello no sorprende tras un pequeño análisis, que el manuscrito de Ortega acabara a la orilla del Támesis.
Del análisis del texto, que como se verá no deja de ser una enorme carta a su mujer Isabel Hidalga, se puede certificar que Ortega cuenta toda la verdad sobre el azaroso y fracasado viaje de Mendaña para descubrir las místicas tierras de Ofit, lugar al que, según la leyenda, marchaban las naves del Rey Salomón para surtirse de todo tipo de riquezas para la construcción del famoso Templo, símbolo del esplendor que Israel vivió bajo su reinado.
Y decimos que cuenta la verdad porque de las diversas relaciones que se conservan del viaje, -Mendaña, el Piloto Mayor Gallego Sarmiento-, una cosa queda clara: en aquel viaje los recelos y desconfianzas de unos y otros estuvieron a la orden del día, como lo demuestra la campaña de difamación que Sarmiento inició contra Mendaña una vez finalizado el viaje.
En cuanto a los descubrimientos, todos son ciertos, pues así ha sido comprobado.
Se ha tratado de indagar las fechas de nacimiento y muerte de Pedro de Ortega Valencia, pero todo ha sido infructuoso, sólo podemos intuir que debió nacer hacia 1520 en Guadalcanal, por supuesto, y que en 1598 ya estaba muerto.
Sí se sabe que embarcó hacia América en abril de 1540, con rumbo a Nueva España, que se casó con Isabel Hidalga y que de su matrimonio nacieron dos hijos: Jerónimo, que viajó con él a las Salomón; y Pedro, que se casó con María de Arellano, unión de la que nació su nieto llamado Pedro.
El cronista no oficial de la villa de Guadalcanal, José María Álvarez Blanco, nos cuenta en el prólogo del mencionado Libro lo siguiente: "los españolitos que nacen en Guadalcanal (Sevilla), aprenden muy pronto por trasmisión oral, que hay una isla en el océano Pacífico que se llama como su pueblo, debido a que fue descubierta en 1567 por su paisano Pedro de Ortega Valencia, cuando cumpliendo órdenes de Álvaro de Mendaña mandaba un bergantín expresamente diseñado para navegar por los bajíos. A muchos de estos españolitos, de mayores, cuando han emigrado a los más variados destinos, les ocurren infinidad de anécdotas relacionadas con el de su lugar de origen. Así, cuando dicen que son de Guadal-canal, sus interlocutores llevan la conversación a la Batalla de la Segunda Guerra Mundial, a la Isla, al Portaviones de igual nombre y la reciente película «La Delgada Línea Roja»".
En el Diario de Navegación de Pedro de Ortega Valencia del día 16 de enero de 1567, está recogido un texto que dice: "Dios Todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra, y su único hijo, Nuestro Señor Jesucristo, y su Madre la Virgen María concebida sin pecado y todos los Angeles y todos Santos, han estado con nosotros, y de ser verdad eso de que dicen que el Señor no abandona nunca a sus marineros, porque ayer, quince de Enero, cuando ya me sentía morir, recibí en compañía de mi hijo Jerónimo, de Francisco Jiménez Rico y del Alférez Enrique, la noticia tan anhelada ... ¡¡Tierra!! ..., al fin ¡¡Tierra!! ..., tal como prometió el cosmógrafo Pedro Sarmiento. ¡¡Voz!! ésta, que fue pronunciada desde la Gavia de la Nao, por el Marinero tarifeño Juan Trejo, según cuenta un rufián de los más gallitos, el que vio casi al frente la línea clara de costa de algo que hoy hemos sabido que no era La Nueva Guinea, sino una pequeña isla muy baja pero poblada, cuya isla fue bautizada con el nombre de «Jesús»".
Todo lo narrado puede considerarse como se dice anteriormente, muy valorado y cierto, pero el espíritu y objetivo del que esto comenta es informar a los lectores por creer ser una obligación en ello, que un "tarifeño" que, pienso como tantos otros, marchó de su pueblo en el año 1560 a hacer sus Américas, recalando en Perú, concretamente en Lima, y partió del Puerto de Callao en una expedición, creemos que pudo ser como grumete, en la Nao del Gran Maestre Pedro de Ortega Valencia, y fue por tanto protagonista de una "hazaña" que pienso y creo que de no desempolvarla seguiría viviendo a través de los siglos, como hasta ahora, en el mayor de los silencios, sí puedo decir que es todo cuanto se sabe de este carismático personaje.
De este navegante sólo me queda decir que no se aportan más datos del mismo, a pesar de estudios a tal fin realizados.
Descanse en paz para siempre en una de las playas de las Islas de Salomón en el Pacífico llamada Guadalcanal el tarifeño Juan Trejo, donde está enterrado.
Pongo en conocimiento de todos los que sientan curiosidad en el tema expuesto, que el día veintinueve del mes de septiembre pasado tuvo lugar la inauguración de una calle de reciente construcción, a la cual se le puso el nombre de "Juan Trejo", en conmemoración de la "gesta" o "hazaña" realizada por el mismo, en cuya placa figura un texto con el día y lugar del descubrimiento de una isla en las "Salomónicas" y cuya isla recibió el nombre de "Jesús".
Los impulsos y deseos que han mediado en mi para que esta investigación se llevara a efecto, es la misma que la que le llevó al escritor inglés llamado Robert Bronig, el cual dijo, "Que lo que ennoblece a un hombre, no son sus actos, sino la culminación de sus deseos". También decía el poeta Joaquín Bartrina:

"Que es una gran verdad veo,
aunque tarde se conoce,
que más aún que en el goce,
está el goce en el deseo".

Carlos Romero Romero

Enviado por.-Elvira Quiniñano Trejo (Maspalomas)

martes, 22 de noviembre de 2011

Guadacanal y la religiosidad en el siglo XVII



El Convento de las Franciscanas Concepcionistas Ntra. Sra. de la Concepción de Guadalcanal
La devoción a la Inmaculada comenzó en España, concretamente en la Castilla Barroca, no se puede precisar en el tiempo pero las primeras referencias que se tienen de este culto data a mediados del siglo XII, cuando los canónigos de Lyon fijaron ya la adoración a la Concepción de María el día ocho de diciembre, si bien desde este mismo siglo exigió la polémica entre partidarios (llamados inmaculistas) y detractores (conocidos como maculistas), apareció en el siglo XII y se mantuvo entre teólogos y partidarios hasta el siglo XV, mientras tanto, las fundaciones de cofradías marianas y congregaciones religiosas bajo la advocación y protección de la Inmaculada Concepción fueron un reflejo de la devoción religioso-popular, aunque el problema surgía cuando era necesario armonizar la generalidad del pecado original y la universalidad de la redención.
En Guadalcanal fue fundado el Convento de Concepcionistas en el año 1621 y ocupado por religiosas fundadoras procedentes del Convento de la Concepción de Mérida, el 14 de Agosto del citado año, patrocinado por el indiano Álvaro de Castilla y Ramos y su esposa María de Loia Meneses, según testamento de otorgamiento de 11 de Septiembre de 1614, en Guanajuato (México), que proporcionó diez mil ducados y su mujer se comprometió a aportar cuatro mil ducados más para la fundación y sostenimiento de la congregación.
En su fundación contaba con una comunidad de trece religiosas, tres primicias y dos donadas, era abadesa la madre María de San Juan Evangelista, siendo monjas de mérito y dote las hermanas Dña. Olalla de Santiago, Dña. Leonor del Espíritu, Dña. Juana Moreno (primera abadesa de la congregación), Dña. Catalina de Ramos y Dña. Inés de San Gregorio.
Hubo en principio algunos litigios que destacar, por una parte las religiosas reclamaron a los fundadores dos mil ducados de las ofrendas ofrecidas en principio, ya que estos no se podían hacer efectivos porque los censos se encontraban impuestos sobre propiedades mobiliarias improductivas, por otra en 1629, Sor Catalina de la Asunción, abadesa del convento de Guadalcanal, litigaba contra Cristóbal González de la Pava por la sucesión del patronazgo correspondía a la abadesa aunque no podía desempeñarlo porque después de su muerte no dejaría herederos directos ni tampoco podía administrar directamente las rentas del patronazgo por ser religiosa; mientras que Cristóbal tenía varios hijos legítimos para sucederle después de muerto sin necesidad de volver a pleitear de nuevo y estaba capacitado para gestionar directamente los beneficios económicos del patronazgo.
Todas las aspirantes a religiosas tenían que reunir la dote requerida el Capítulo General de la orden, si bien la mayoría de las familias tenían problemas para reunir estas dotes, teniendo que recurrir a ventas de propiedades, recurrir a contratos de censos y otros recursos muy heterogéneos y dispares. Por lo cual a menudo en las licencias del convento de Guadalcanal y de otros de la orden aparecen un porcentaje de plazas llamadas “sin dote”, que generalmente eran asignadas a las parientes cercanas al fundador o a los grandes sostenedores de la orden, la asignación de estas plazas provocaban conflictos a la hora de la elección de nuevas candidatas a monjas.
En el mes de Enero de 1639, fallecida María de San José en el convento de Guadalcanal, la abadesa tenía que seleccionar su sustituta entre varias candidatas dispuestas a ocupas la plaza vacante, la abadesa finalmente eligió a Ana de Jesús que contaba con tan solo ocho años de edad, para evitar las calamidades mundanas, ya que se encontraba desvalida, esto provocó el inmediato rechazo y fuertes críticas de las parientas fundador en el Concejo de las Órdenes, a pesar de este rechazo, no consiguieron anular la providencia tomada por la abadesa del convento.

Este convento tal vez fuese el mayor en extensión de Guadalcanal, ya que según los apuntes que me facilitó Leopoldo Tena, su parecela ocupaba un basto terreno que iba desde la Iglesia del mismo nombre hasta el Paseo de la Cruz, lindando con lo que en la actualidad es conocido como “El Huerto”, Leonardo Blanco (ya fallecido), me comentó un día en el Palacio que el conoció los últimos muros del convento en el que se asentaban el antiguo molino de aceite de D. Eugenio Pérez (hoy almacén de los Gálvez).



Fuentes.- ARCHIVO GENERAL DEL ARZOBISPADO DE SEVILLA Y LA ORDEN DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN EN LOS DOMINIOS DE LAS ÓRDENES MILITARES DE CASTILLA ENTRE LOS SIGLOS XVI Y XVII y autor

RAFAEL CANDELARIO REPISA

sábado, 19 de noviembre de 2011

El prisionero del cielo

Calle del Raval de Barcelona años 50



No sólo una experiencia textual, sino también sensual y sensorial

El escritor barcelonés Carlos Ruiz Zafón, ya consolidado como estrella mediática pone hoy a la vente la tercera entrega de la saga del Cementerio de los Libros Olvidados, El prisionero del cielo, una novela "más luminosa" que desencalla las historias de las anteriores, ha asegurado.
En un acto multitudinario en el edificio gótico de la capilla dels Ángels y sobré un telón de fondo de Piranesi, Zafón conversó con la periodista Gemma Nierga ante un auditorio mudo de periodistas y libreros: de todo el mundo.
El prisionero del cielo (Planeta) que sale con una tirada inicial de un millón de ejemplares en todos los países de habla hispana, continua con la trama planteada en La sombra del viento (2001) y El juego del ángel (2008), y que cerrará una cuarta.
Zafón reconoce que quizá en El juego del ángel el lector "se enfadó un poco porque no sabía bien por dónde iba, la historia", pero ahora, traspasado el ecuador de la saga, se empieza a ver qué se oculta en ella de modo que "todas las claves de las dos anteriores novelas son reinterpretadas y ahora cobran sentido, y eso precipita toda la narración".
Portada del libro
La novela arranca en la Barcelona de 1957, donde Daniel Sempere y su amigo Fermín los héroes de La Sombra del Viento regresan de nuevo a la aventura, pero cuando todo empezaba a sonreírles un inquietante personaje visitó la librería de Sempere y amenaza con desvelar un terrible secreto que 11eva enterrado dos décadas en 1a oscura memoria de la ciudad.
Al conocer la verdad, Daniel comprenderá que su destino le arrastra inexorablemente a enfrentarse con la mayor de las sombras: la que está creciendo en su interior.
Admite el autor que El juego del ángel sería como “una precuela" en la línea temporal de La sombra del viento, mientras que El prisionero del cielo funciona como una secuela, porque se desarrolla un año después, pero advierte de que a pesar de sus conexiones, los cuatro libros de la serie funcionarán de manera independiente.
Entre los personajes que aparecen en esta, Zafón destaca a Mauricio Valls, que personifica “lo peor del franquismo" y es "el verdadero villano de la saga” y al que el lector conoce desde que se va transformando hasta que se transforma en un “monstruo".
Mauricio Valls, continúa el escritor barcelonés “pone de relieve lo pero de aquellos años del régimen franquista, de gente que escala en la sociedad partiendo de los grandes desastres".
Preguntado por su invariable oposición a la versión cinematográfica de sus novelas, Ruiz Zafón señala que le parece más que sus lectores vivan “no sólo una experiencia textual, sino también sensual y sensorial” para lo que recurre a elementos que proporcionan la música o el cine.
Arguye otro motivo en contra de adaptación cinematográfica “Este cuarteto de novelas trata sobre los libros, quienes los escriben, quienes los venden, quienes los leen y los destruyen, y sería un error intentar transformarlas en otra cosa para hacerlas más populares o intentar exprimirlas, porque no hace falta que todo sea una serie, una película o un videojuego”.
Como en las anteriores las anteriores entregas, las páginas de El prisionero del cielo están llenas de referencias literarias, desde la evidente de El conde de Montecristo, las obvias de Los miserables o las novelas de Dickens hasta otras citas ocultas con las que Zafón invita al lector que lo desee a entrar en el juego de su des cubrimiento.

La Fragua del Pensamiento.- Rafael Spínola

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Pedro Ortega Valencia y Guadalcanal 3


8 de Septiembre de 1964.- GUADALCANAL EXALTÓ LA FIGURA DEL DESCUBRIDOR PEDRO ORTEGA VALENCIA. (3).

Participaron en los actos fuerzas de infantería de marina española y norteamericana

PROCESIÓN DE LA VIRGEN DE GUADITOCA
Después de un almuerzo ofrecido por el Ayuntamiento a las autoridades, el gobernador civil continuó viaje a Madrid. Igualmente emprendieron regreso a Sevilla algunas de las personalidades asistentes. Poco antes de las siete de la tarde, la Hermandad de Nuestra Señora de Guaditoca, Patrona de la villa, ofreció al almirante Cervera un pergamino en el que consta el acuerdo de nombrarle Hermano Mayor honorario. A las siete de la tarde, se echaron al vuelo las campanas de la parroquia de Santa María para anunciar la salida procesional de la Virgen de Guaditoca. Ante el templo parroquial estaba formada la compañía de Infantería de Marina española. Precedida por la cruz parroquial alzada, una devota comitiva daba escolta al paso de la Patrona, magnífica obra que se estrenaba en esta ocasión. Una vez en la calle el paso de la Virgen, las fuerzas de Marina entonaron la Salve Marinera. Fue un momento emocionante. En el aire de la sierra contrastaban aquellas estrofas marineras: “Dios te salve, Estrella de los Mares”. Las voces recias de los marinos proclaman Reina de los Mares a la Virgen, en la advocación de Guaditoca; una Virgen que es Reina de los mares de olivo, que rodean a su ermita, por donde los montes de la serranía sevillana se van haciendo irrenunciablemente extremeños.
La procesión iba presidida por el almirante Cervera, por el comandante de Marina de Sevilla señor Cervera y Cervera; por el teniente de alcalde del Ayuntamiento hispalense, don Antonio Romero, y por el alcalde de Guadalcanal, señor Oliva. Después de hacer su tradicional recorrido hasta el Real de la Feria, regresó al templo hacia las nueve de la noche, entre el fervor popular.
Por la noche, Guadalcanal vibró en el penúltimo día de su feria. En la “Caseta de Recreo” hubo una cena de gala en honor de las autoridades de Marina. Actuaron los Coros y Danzas de la Sección Femenina. Repleta de un inmenso gentío venido desde todos los pueblos de la comarca, la feria lucía y relucía. Hasta bien entrada la noche hubo animación en las casetas. Mantillas españolas llevadas por bellas muchachas, señorío serrano y ambiente grande. Esta fue la culminación de la conmemoración marinera con la que vibró Guadalcanal.

DESPEGAN LOS HELICÓPTEROS
A las diez de la mañana de ayer y tras la despedida oficial en el Ayuntamiento, las autoridades de Marina regresaron a Cádiz y San Fernando en los helicópteros que las habían traído. En la tarde del domingo, antes de la procesión, había despegado el Sikorsky de autoridades de Marina norteamericanas. En la mañana de ayer, otra vez atronaron el Coso el ruido de los motores. Terminaba así una fiesta que se había venido celosamente preparando por un alcalde al que se ha propuesto para la Orden de Isabel la Católica como premio a estos desvelos. Finalizaba así una empresa marinera en las que las autoridades de Marina habían puesto todo su empeño, que la Corporación municipal guadalcanalense agradecerá con una próxima visita a San Fernando. En el pueblo volvía a renacer la calma en que ha estado sumido durante siglos. Las campanas de Santa María han vuelto a sonar su quieto toque de Angelus. Por los aires –sobre el poste repetidor de televisión- se alejaban los helicópteros de los marinos. Las gentes sencillas que trabajan la tierra que vive de ella y que en ella muere- los han visto partir. Ha pasado la fiesta. Quedan engalanadas las calles del pueblo, con banderas españolas y estadounidenses, y queda a la entrada de la carretera de Alanís ese arco triunfal de “Honor a la Marina”. Pero no todo ha pasado. Ha quedado proclamada a los cuatro vientos de la fama la figura de este guadalcanalense insigne, que al descubrir en 1567 una isla del Archipiélago de las Salomón la llamó Guadalcanal “por ser de allí natural”.-
ANTONIO BURGOS

Fuentes .- ABC 08/09/1964 (Edición Andalucia)

sábado, 12 de noviembre de 2011

Operación Gladio

Portada del libro
MENTIRAS DE LA HISTORIA OFICIAL

Temo causarle un perjuicio a Benjamín Prado al decir que Pérez Galdós, si hubiera tenido en sus manos la materia moral de la postguerra y del presente de nuestro país, habría escrito novelas como Operación Gladio, o como su predecesora, Mala gente que camina, con la que guarda parentesco en primer grado. Salvadas todas las distancias que se quieran en el aparejo retórico, el maestro de ayer y el veterano narrador de hoy vienen a hacer lo mismo. También Prado documenta hechos históricos relevantes, los pasa por el cedazo de la imaginación reflexiva y dispone todo ello dentro de las vivencias privadas de unos sólidos personajes.
La investigación histórica constituye un firme cañamazo de Operación Gladio, pero una novela no es valiosa por los sucesos verídicos que reconstruya sino por la verdad humana de los individuos a quienes directa o indirectamente les afecta. Aquí reside el primer acierto de la nueva obra de Prado, inventar un amplio censo de personas cuyas vidas nos interesan por sí mismas, por su problemática íntima, por sus creencias y sentires, por sus ambiciones y fracasos, por sus firmezas y claudicaciones, pero que, a la vez, incorporan conflictos colectivos. Esos personajes vienen a configurar una imagen cabal del pequeño mundo del hombre, en ellos hay rectitud e intolerancia, sueños y desánimo, valores positivos y negativos.
La existencia particular de esos seres inventados funciona como humus cordial donde crecen los secretos de la historia y brota el bosque de las mentiras históricas oficiales, que es el asunto de fondo de la fábula y cuya revelación y denuncia impulsa la escritura de Prado. El otro acierto global consiste en sortear las hipotecas de la novela histórica mediante una disposición formal que se beneficia de los alicientes proporcionados por la intriga, el suspense, lo criminal, y hasta el dinamismo del relato de aventuras. Esta estratagema se materializa sin que estos recursos despisten acerca del meollo del conflicto, que radica en la necesidad de verificar las sinuosas veredas por donde discurre la historia pública.
El título de la novela declara sin ambigüedades el motivo que sostiene la trama. Benjamín Prado describe algo conocido, la operación que diseñó la CIA bajo ese nombre a raíz de la guerra fría para evitar la expansión comunista y cuyos tenebrosos procedimientos convulsionaron la política europea hasta hace poco. La novela arranca con el trabajo informativo de una periodista, Alicia (nombre de prosapia literaria acaso no ajeno al mensaje de la ficción), el día en que se retiró en Madrid la emblemática estatua ecuestre de Franco. La anécdota engarza con el asesinato de abogados laboralistas de la calle Atocha y enlaza con la huida republicana a Francia en los amenes de la guerra y con la angustiosa recuperación de los cadáveres de las víctimas de la dictadura.
Este diversificado argumento, complejo aunque de seguimiento nada dificultoso gracias a la perfecta soldadura de varios hilos casi independientes, remite a un tipo de literatura comprometida poco practicada durante largo tiempo atrás entre nosotros y hoy en un estimulante resurgimiento. Las diferentes anécdotas confluyen en una reflexión crítica sobre los peajes de la transición y sobre las sombras que el cambio de régimen proyecta en el presente. Prado se muestra beligerante al respecto y se saca la consecuencia, por lo que ocurre en la novela, de que faltan por saldar todavía onerosos réditos. En el propósito del autor está que la materia narrativa, tan amena como revulsiva, provoque el debate y quizás una catarsis.

Revista Mercurio SANTOS SANZ VILLANUEVA

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Pedro Ortega Valencia y Guadalcanal 2

8 de Septiembre de 1964.- GUADALCANAL EXALTÓ LA FIGURA DEL DESCUBRIDOR PEDRO ORTEGA VALENCIA. (2)

Entre otras personalidades, asistieron a los actos el almirarnte Cervera y el gobernador civil.

APERTURA DE UNA EXPOSICIÓN
El almirante Cervera y el gobernador civil pasaron revista a estas fuerzas que rendían honores, y –en unión de las demás autoridades- entraron al Ayuntamiento, para inaugurar una exposición de motivos históricos en torno al descubridor, instalada en la planta baja del edificio municipal. Junto con un gran mural alusivo a la gesta de Ortega, figuran en ella un mapa en relieve de la derrota seguida –desde El Callao a las Salomón y regreso a Colima (Méjico)- en el viaje de descubrimiento de la isla de Guadalcanal, a la que nominó con el mismo nombre de esta villa serrana “por ser de allí natural”. Figuran también en esta exposición –que quedará abierta permanentemente como museo- diversas maquetas de barcos a vela, documentos del Archivo de Indias, cartas de Juan de la Cosa, manuscritos de Magallanes y Elcano. Sables de abordaje de finales del siglo dieciocho, trabucos de borda del diecinueve, murales alusivos al desembarco norteamericano en Guadalcanal, durante la segunda guerra mundial.

EXALTACIÓN DEL DESCUBRIDOR
Finalizada la visita a la exposición, las autoridades pasaron a ocupar una tribuna instalada ante a la fachada principal del Ayuntamiento. Entre los aplausos del vecindario y a los acordes del himno nacional, se procedió al descubrimiento de una lápida conmemorativa, en la que figura la siguiente leyenda: “El maese de campo Pedro Ortega Valencia, hijo predilecto de esta villa, descubrió la isla de Guadalcanal y otras en Océano Pacífico. En los XXV Años de Paz, la Marina española y norteamericana rememoran su imperecedera gesta. 1567-1964”. Corrida por el almirante Cervera la bandera española que cubría la lápida de mármol, grabada en letras doradas, pasó a ocupar la tribuna don José María Osuna, conocido escritor de la sierra. Comenzó sus palabras haciendo una alusión a la coyuntura histórica en que empezó a sonar el nombre de Guadalcanal; esto es, durante la segunda guerra mundial. Más tarde hace referencia al cine de aventuras bélicas, que actuó como caja de resonancia para la divulgación del nombre de la isla y del pueblo serrano. Pero no se supo establecer la adecuada relación entre ambos nombres: entre la isla descubierta por Ortega Valencia y este pueblo, “avanzadilla” de Andalucía sobre Extremadura. La etimología de la palabra “Guadalcanal” fue bellamente glosada por don José María Osuna. “Río de creación es su significado –afirmó y, en efecto, es como un río que alarga su curso para desembocar en otro mundo”. Del carácter generoso de estos descubridores extremeños, del sacrificio y heroísmo que encierra la gesta de Ortega, de todo esto habló el señor Osuna, que concluye su poética disertación con una referencia a la confraternidad hispano-norteamericana; dos pueblos que lucharon en dos ocasiones distintas por la civilización de Occidente.
Hubo aplausos para las palabras del señor Osuna. Acto seguido, subió a la tribuna el teniente coronel Moore, quien hizo entrega al alcalde de Guadalcanal de un obsequio de la Marina norteamericana, consistente en un álbum con la historia de la llamada “Operación Cactus”, batalla que se libró en la isla descubierta por Ortega y que –tras una encarnizada lucha durante los meses de julio de 1942 a febrero de 1943- determinó que el Ejército norteamericano abandonara su posición defensiva y pasara a la ofensiva en su guerra contra los japoneses. También entregó el señor Moore un sable de un general japonés, hecho prisionero durante esta batalla. Seguidamente dio lectura a un mensaje, en el que se abren horizontes de esperanza para una confraternización y una colaboración que se continúen en un futuro.
Más tarde, subieron a la tribuna el capitán de navío Barthes y el sargento mayor Kabase, héroes de la batalla de Guadalcanal, a quienes los asistentes dedicaron un cordial aplauso.
Pasó a hablar después el alcalde de la villa, don Francisco Oliva Calderón, quien comentó la gesta descubridora que perpetuó el nombre de Guadalcanal. Tras agradecer la presencia y la colaboración del almirante Cervera y del gobernador civil, y la participación en el homenaje de las fuerzas de Marina española y norteamericana, pide al pueblo que aplauda al insigne almirante. Hecho el silencio, glosa los XXV Años de Paz, y hace extensivo este homenaje como expresión de adhesión al Jefe del Estado.

HABLA EL GOBERNADOR
Seguidamente pasó a hablar el señor Utrera Molina. Comenzó resaltando la extraordinaria significación del acto y expresó después su gratitud al almirante Cervera, a las personalidades asistentes, al alcalde de la villa y al pueblo entero de Guadalcanal. “Hay un lenguaje inconmensurable –dijo- y es el alma silente y pensativa de un pueblo viejo”. “El almirante –continuó- ha comprendido ese sentimiento, y por eso se lo agradezco”. Hizo extensiva su gratitud el señor Utrera a las fuerzas de los Estados Unidos. “Nuestras dos banderas unidas –afirmó-, ondeando al viento serrano, son para nosotros un orgullo singular, un símbolo de dignidad y de honor”. Al referirse al pueblo de Guadalcanal, afirmó que conserva viva una rica potencialidad histórica, y que con su presencia vital en el homenaje no sólo ha hecho un acto oficial, sino una ceremonia cordial. “En Guadalcanal –dijo- hay un mensaje de verdad y de autenticidad que levanta la gloria de nuestro pasado y lucha por nuestro presente y nuestro futuro”. Señaló que en la historia española se ha dado siempre la constante de tres sentimientos, que siempre hemos defendido, y que son: el culto a la justicia, a la libertad y a la paz. “Bajo estos tres lemas –terminó diciendo el señor Utrera- abrazamos con emoción al noble pueblo norteamericano”. Su bello discurso fue subrayado por los unánimes aplausos de todos los asistentes.

PALABRAS DEL ALMIRANTE CERVERA
Por último habló el almirante Cervera. Comenzó declinando los elogios que se habían tributado a la Marina. “No se trata –dijo- de la Marina Española ni de su ministro, a quien represento. En este homenaje que tributamos a Ortega Valencia no hay más que una cosa: España y los españoles. Unos españoles del mar que venimos a honrar a otro español que honró a la Patria por la mar”. Continuó exponiendo cómo –según un escritor extranjero- España es el país en donde siempre se han planteado las grandes luchas de la civilización. Tras glosar los ocho siglos de luchas contra la dominación árabe, que significaba el peligro oriental para la cultura de Occidente, afirmó que España fue la que salvó a esta cultura. “De aquella empresa –dijo- salieron unos hombres que tenían espíritu de lucha, a los que les pareció chica España; así nació el descubrimiento de América y la civilización hispanoamericana, bajo el signo de la Cruz y de la civilización europea y Occidental”. “Así también –continuó el señor Cervera- nació Pedro Ortega Valencia, que a la isla que descubre da el nombre de su villa natal y a un río de esta isla el suyo propio. Tras comentar los valores espirituales del pueblo de Guadalcanal, que originó la devoción americana de la Virgen de Chiquinquirá y la figura insigne de un López de Ayala. Pasando el tiempo –prosiguió- en España se planteó otra crisis: el comunismo. Y de nuevo, nuestro país salvó a la cultura de Occidente. Y más tarde, cuando internacionalmente éramos incomprendidos, viene el nombre de Guadalcanal a servir de símbolo y de unión, y tiene hoy entre nosotros –en esta conmemoración de los XXV Años de Paz- este valor de confraternidad”. “Este homenaje –terminó el almirante- yo lo recojo y se lo presento a España. Es la continuación de su historia, el símbolo de este gran país donde se resuelven las grandes crisis espirituales de la civilización”.
Con vivas a España y al Generalísimo terminó el almirante Cervera su intervención, que fue acogida con grandes aplausos.
Posteriormente, las fuerzas que habían rendido honores desfilaron ante las autoridades. Al pasar ante la tribuna presidencial las banderas española y norteamericana, hubo vibración y entusiasmo en el ambiente con vítores a estas representaciones de la Marina.

Fuentes .- ABC 08/09/1964 (Edición Andalucia)

sábado, 5 de noviembre de 2011

Hablame del mar


Juan Ramón Jiménez
 Mar



Parece, mar, que luchas -¡oh desorden sin fin, hierro incesante!- por encontrarte o porque yo te encuentre.
¡Qué inmenso demostrarte, en tu desnudez sola
-sin compañera... o sin compañero según te diga el mar o la mar-, creando el espectáculo completo de nuestro mundo de hoy!.Estás, como en un parto, dándote a luz -¡con qué fatiga!-
a ti mismo, ¡mar único!, a ti mismo, a ti sólo y en tu misma
y sola plenitud de plenitudes, ... ¡por encontrarte o porque yo te encuentre!


Gabriel Celaya


LA LUNA ES UNA AUSENCIA


La luna es una ausencia de cuerpos en la nieve;
el mar, la afirmación de lo total presente.
¡Adiós, pájaros altos, instantes que no vuelven!
¡Cuánto amor en la tarde que se me va y se pierde!
El mar de puro ser se está quedando inerte.
¡Ser mar! ¡Ser sólo mar! Lo quieto en lo presente.
Y no la luna sin sangre, blanco abstracto hacia muerte, máscara del silencio,  teoría de nieve.
¡Ser mar! ¡Ser sólo mar! ¡Mar total en presente!


Pedro Salinas


MAR DISTANTE


Si no es el mar, si es su imagen, su estampa, vuelta, en el cielo.
Si no es el mar, si es tu voz delgada, a través del ancho mundo,
en altavoz, por los aires.
Si no es el mar, si es su nombre en un idioma sin labios,
sin pueblo, sin más palabra que ésta:  mar.
Si no es el mar, si es su idea de fuego, insondable, limpia; y yo,
ardiendo, ahogándome en ella.


Gabriel Celaya
 NOCTURNO
Ya es de noche. Ya no puedo seguir hablándote. Basta.
No hay corazón. Suena el mar, mi sangre de un golpe calla, una música me abre sus mil alas y secretos; una música me puebla y ya casi no me siento.
Ya no siento la maciza presencia que llamo cuerpo.
Siento el mar, tan sólo el mar, ese mar siempre latiendo.
No, ya no puedo, no puedo escuchar mi sentimiento; hablarte como si fuera yo, y no la noche, quien tiembla.

Juan Ramón Jiménez

SOLEDAD
En ti estás todo, mar, y sin embargo,¡qué sin ti estás, qué solo,
qué lejos, siempre, de ti mismo! Abierto en mil heridas, cada instante, cual mi frente, tus olas van, como mis pensamientos,
y vienen, van y vienen, besándose, apartándose, en un eterno conocerse, mar, y desconocerse.
Eres tú, y no lo sabes, tu corazón te late, y no lo siente...
¡Qué plenitud de soledad, mar solo! .




Gabriel Celaya
 HABLO CON EL MAR
Sentado en estas rocas, mar, te escucho.
No entiendo tus palabras pero adivino a ciegas
que algo quieres decirme mas no puedes llevarme
adonde yo quisiera, ¡oh inmensidad sin centro!
No te entiendo, madre-muerte, madre-amante, madre-amor...
¿O eres tú la que no entiende mi modo humano de hablar?
¿Hasta cuando tengo que seguir esperando mi retorno a tu origen, madre natal?



FERNANDO DOBÓN FERNANDEZ.-LA FRAGUA DEL PENSAMIENTO

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Pedro Ortega Valencia y Guadalcanal 1


08 de Septiembre de 1964.- GUADALCANAL EXALTÓ LA FIGURA DEL DESCUBRIDOR PEDRO ORTEGA VALENCIA. (1)
Transcribo en una serie de tres entregas el articulo publicado en el diario ABC (edición andaluza) el martes ocho de Septiembre de 1964 , en sus páginas 27 a la 29.

Guadalcanal exaltó la figura del descubridor Pedro Ortega Valencia

Guadalcanal 7. (Crónica de nuestro enviado especial) 
Guadalcanal está situada en un pequeño valle, en las estribaciones de la sierra morena, por la linde norteña de la provincia de Sevilla. El domingo, Guadalcanal vio y vivió un día grande. Quizá no haya tenido otro igual desde que nació a la historia más cercana, en 1241, cuando fue reconquistada por los maestres de la Orden de Santiago. Fue día grande y marinero. Se exaltaba la figura de un hijo ilustre del pueblo, Pedro Ortega Valencia, navegante esforzado de lo que en el siglo XVI era todavía la desconocida mar océana, descubridor de la isla homónima de esta villa serrana.
Eran las diez menos veinte de la mañana del domingo cuando en los aires de la sierra –siempre quietos, nunca alterados más que por los cotidianos repiques de la torre de Santa María- empezaron a atronar los motores de los helicópteros. A lo largo de la sierra del Agua, sobre la loma de Hamapega, donde se halla el poste repetidor de Televisión Española, aparecían media docena de helicópteros.
En el campo de feria, en el antiguo Coso donde antaño se celebraba la feria de ganado, esperaba el gentío. Con un ensordecedor ruido de motores, fueron posándose con exactitud y con tino –con esa aparente felicidad de lo difícil- los aparatos. Primero tomó tierra un Sikorsky S-55 de las USAF, que trajo a bordo al teniente coronel W. Moore, de la JUSMG de Madrid; capitán de navío A. A. Barhes, jefe de Actividades Navales de los Estados Unidos en España; teniente coronel Petersen, comandante de las fuerzas de Infantería norteamericana de la base de Rota, así como el sargento mayor Murray L. Kabase, superviviente del desembarco estadounidense en Guadalcanal.
Seguidamente, tomaron tierra un Sikorsky S-58 y cuatro Bell 47G-2, de la flotilla de helicópteros de la Base Naval de Rota, en los que llegaban el capitán general del Departamento Marítimo de Cádiz, almirante Cervera, que ostentaba la representación del ministro de Marina; el contraalmirante Pardo, jefe de la base de utilización conjunta de Rota; general de Infantería de Marina, señor Aguilera; comandante militar de Marina de Sevilla, señor Cervera y Cervera; teniente vicario del Departamento Marítimo, don Abilio Piedrola Gastón, y otras autoridades de Marina.
Por carretera llegaron inmediatamente el general segundo jefe del Gobierno Militar de Sevilla, señor Durbán Crespo, quien ostentaba la representación del capitán general de la II Región; general jefe del Estado Mayor de la Región Aérea del Estrecho, señor Salvador; cónsul general de los Estados Unidos en Sevilla, Mr. Paul Guest; director de la Casa Americana de Sevilla, Mr. Dorsay; vicepresidente de la Diputación Provincial, don Pedro Gutiérrez Calderón; diputado provincial y alcalde de Alanís, don Luis Narbona; secretario provincial de Sindicatos, señor Álvarez de Toledo; delegado gubernativo para Guadalcanal, don Haraldo Dhalander, y otras autoridades y representaciones.
Poco antes de las diez llegó en automóvil el gobernador civil y jefe provincial del Movimiento, don José Utrera Molina, que fue recibido por el alcalde de la villa, don Francisco Oliva Calderón, y cumplimentado por todas las autoridades y personalidades presentes. Al señor Utrera Molina acompañaba el consejero provincial señor Lucena y diversas jerarquías.

INAUGURACIÓN DE UN GRUPO ESCOLAR
En el campo del Coso, donde se había congregado casi toda la población de Guadalcanal, hubo aplausos de bienvenida para el señor Utrera, quien en compañía del almirante Cervera y demás autoridades se dirigió a pie hacia el centro de la población, siguiendo un recorrido por las calles Menéndez Pelayo, Paseo de la Cruz, Santa Clara, Juan Campos y plaza de España. Después de permanecer breves instantes en el Ayuntamiento, se dirigieron en automóvil nuevamente al Paseo de la Cruz, para proceder a la inauguración de un grupo escolar que lleva el nombre de Pedro Ortega Valencia. El almirante Cervera descubrió una lápida de azulejos con el nombre de Ortega, y seguidamente, el director del grupo escolar, don Francisco Ortiz Maltrana, pronunció unas breves palabras. Fueron frases de satisfacción y de promesas. Satisfacción porque un grupo escolar llevase el nombre de un hijo ilustre de la villa; promesa de que, en adelante, en aquel grupo escolar se ejemplarizaría la figura de Pedro Ortega Valencia, hito en “esa cosa tan sencilla y tan difícil que es la historia”.
Tras las palabras del director del grupo escolar, las autoridades visitaron detenidamente las seis aulas de que consta, dedicada a la enseñanza de niñas. Más tarde, iniciaron un recorrido en automóvil por la carretera de Fuente del Arco, llegando hasta el cruce con la de Valverde de Llerena. De regreso al pueblo, las autoridades se detuvieron en el sitio conocido por “El Puerto” desde donde admiraron el bello paisaje serrano que rodea a Guadalcanal. Después se dirigieron por la carretera de Alanís hasta el sitio denominado “San Benito”, junto a la línea de ferrocarril Sevilla-Mérida, desde donde emprendieron regreso al pueblo.

MISA DE CAMPAÑA
Quizá uno de los actos más emotivos del homenaje de Guadalcanal a Pedro Ortega Valencia fuera la misa de campaña, en el Paseo del Palacio, donde había sido levantado un altar, en el que fue colocada una imagen de la Virgen del Carmen. Guindolas, gallardetes, remos, maromas y banderas le daban al ambiente, un grato sabor marinero, que contrastaba curiosamente con el viento de la sierra, un aire con olores a jara, a orégano y a tomillo que llegaba desde los montes que rodean el pueblo.
Ante el altar estaba formada una compañía del Tercio Sur de Infantería de Marina, con escuadra, bandera y música, al mando del capitán Julio Yáñez. Llegadas las autoridades, poco después de las doce –a los acordes del himno nacional- fue llevada la bandera al presbiterio. La misa fue oficiada por el padre Piedrola, actuando como presbítero asistente el párroco de Santa María de la Asunción, don Francisco Barrena Cobano. Durante el santo sacrificio, la banda de Marina interpretó diversas composiciones. Había emoción y devoción en el Paseo del Palacio, abarrotado de guadalcanalenses, de gentes de todos los contornos de la comarca serrana, que en gran número habían llegado hasta Guadalcanal para asistir a estos emotivos actos de homenaje.
En el lado del Evangelio ocupaban sitiales las autoridades militares, presididas por el almirante Cervera, y en el de la Epístola lo hacían las civiles, presididas por el seño Utrera Molina.
Terminada la misa, a la compañía de Infantería de Marina española se le unió una sección de “marines” norteamericanos, que había llegado con anterioridad a Guadalcanal. Con las banderas española y norteamericana, las tropas de los dos países formaron en la plaza de España, delante de la fachada principal del Ayuntamiento. La plaza principal de la villa ofrecía un bello colorido. Gentes en balcones y azoteas. Una multitud apiñada a pleno sol –sol pegajoso de la sierra, refrescado por los aires ya otoñales de septiembre-, expectante y silente.
Fuentes .- ABC 08/09/1964 (Edición Andalucia)