By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



sábado, 28 de abril de 2012

Platillos volantes sobre Guadalcanal 4

Testimonios

Era la madrugada de una noche que bien podría ser el otoño del año 1968, muy probablemente el mes de septiembre ya que lo recordamos como una época del año que no hacia calor pero tampoco el frío del invierno.
En el cortijo “La Urbana” en el termino municipal de Guadalcanal (Sevilla) todos dormíamos, mis padres y yo en una habitación con una ventana orientada a un gran patio el cual finalizaba en el muro exterior de la finca, al otro lado solo había campo y muy cerca la carretera que va de Guadalcanal a Azuaga y mi hermana y mi abuelo dormían en otra habitación interior.
Debían ser las 3 o 4 de la madrugada cuando despertó mi madre primero y enseguida mi padre y yo debido al incesante alboroto proveniente de las cuadras, los mulos y caballos se habían inquietado por algún motivo de tal manera que el relinchar y el pataleo nos despertó. La sorpresa y lo mas extraño es que la habitación estaba iluminada por una luz muy potente proveniente del exterior, mis padres se asomaron a la ventana y observaban esa luz, una especie de reflector que iluminaba el cortijo, incluso las encinas y olivos cercanos, era como un foco de luz a media altura probablemente a la altura de las copas de las encinas y permanecía estática, como un reflector orientado al cortijo, así estuvimos viendo esa luz un buen rato. A mis padres en ese momento les extrañó pero pensaron que debía ser un camión que se había parado en la entrada del cortijo (algo muy poco habitual y menos a esas horas de la madrugada).
Nadie salió al exterior, por tanto no se pudo asegurar jamás que era realmente, volvimos a la cama con esa luz aun iluminando el cortijo y sin saber si aquello desapareció espontáneamente, o se esfumó en el cielo.
Cuando mi madre fue a hacer la compra habitual a Guadalcanal los vecinos del pueblo enseguida la abordaron expectantes preguntándole por el platillo volante que sobrevolaba e incluso aterrizó en La Urbana ya que habían leído una noticia en los periódicos de Sevilla sobre un avistamiento de ovnis en la zona y mas concretamente en las inmediaciones del cortijo.
Yo era un niño de 5 años y no recuerdo los detalles, solo recuerdo ver a mi madre y mi padre asomados a esa ventana y una enorme luz resplandeciente y que a partir de ese día escuchaba a la gente hablar de marcianos y hombres de tres metros de altura que rondaban por los caminos de esos campos. Todos sabemos que ante un suceso de este tipo se suele exagerar bastante los hechos, incluso inventar acontecimientos que no sucedieron, pero lo que si se es que vimos esa potente luz.
Que conste que soy agnóstico, es decir que tengo que tener una evidencia que justifique mi creencia en cualquier cosa, por tanto ni puedo afirman ni negar que lo que vimos esa madrugada era un ovni.

Juan Spínola
Barcelona


He revisado las hemerotecas del año 1968, encontrando el ABC (edición de Andalucía) de fecha 09/10/1968, la siguiente reseña:

Corresponsal.- En la madrugada del pasado día 7, fue avistado una especie de platillo volante cerca de Guadalcanal, en el norte de la Sierra Sevillana, los hechos fueron presenciados por varios vecinos de este pueblo que se encontraban pecnoctando en las cortijadas de La Burbana, Los Morenos, Coto del Marqués y otros adelaños.
Así mismo, L.Vargas vecino de Alanís y que si dirigía en su motocicleta a Malcocimado (antigua pedania de Guadalcanal), sobre las tres de la mañana para hacerse cargo de una partida de ganado, relata que una luz cegadora le deslumbró iluminando toda la carretera y la zona derecha, cuenta que abandonó el vehículo en la cuneta y se refugió debajo de unos chaparros, pasado unos minutos desapareció la luz y continuó su camino, denunciando los hechos al día siguiente a la autoridad.

Por otra parte, estos hechos parece que tienen relación con lo que me comentó Tomás Hérnandez en una tertulia con gente mayor esta Semana Santa en la Plaza, un paisano nuestro que emigró a Madrid a principio de los setenta, dice que dos o tres años antes de emigrar de Guadalcanal se encontraba en Pelotero una madrugada de otoño buscando zumaque y una luz muy potente asustó a la yunta de burros que llevaba, los animales hulleron despaboridos y el recuerda que se quedó inmóvil y sin reaccionar ante los hechos, tal fue el susto que cuando recuperó los animales que habían tirado la carga, regresó a Guadalcanal, al día siguiente cuando lo contó en el pueblo, casi nadie le creyó pero el sigue teniendo la imagen grabada en su retina después de los años que han pasado.

Notas.- Rafael Spínola

miércoles, 25 de abril de 2012

Aquellos recordados maestos


Memoria de un maestro republicano

Hace unos días hablando con D. Jerónimo (96 años), el más anciano componente de nuestra Fragua del Pensamiento, me comentó y me aconsejó la lectura del libro Memoria de un maestro republicano, él,  D. Jerónimo también fue maestro desde la terminación de la guerra civil hasta su jubilación, “yo no tengo merito amigo Rafa, yo solo gané la guerra y pasé de alférez de complemento a maestro nacional, nos acogimos muchos falangistas a esta opción después de terminar la guerra, Franco no nos quería en su ejercito, les usurpamos a aquellos buenos maestros republicanos sus alumnos y su derecho a ejercer y enseñar la verdad de una parte de España que quiso traer el progreso y la tolerancia”.

Debemos agradecer a Ángel Rodríguez de Mier su empeño en que por fin hayan visto la luz las memorias de José Vicente Borrás (Cáliga 1904 – 1 Cálig, 1982), un hombre bueno, de ideas socialistas y de talante conciliador. El libro Memorias de un maestro republicano,  lo ha publicado Onada Edicions, de Benicarló.
Siempre que leo memorias de aquellos españoles a los que les tocó vivir la Guerra Civil o cuando escucho su testimonio pienso en mí padre y tantos otros jóvenes de los dos bandos ¡qué mala suerte tuvieron!
Posiblemente hayan sido las generaciones con peor fortuna de toda la historia de España, me dijo una vez mi paisano ya fallecido Rafael Romero (El Panza).
En el caso concreto de José Vicente Borrás, podemos decir que durante la contienda no fue de los qué peor lo pasaron. Lo digo porque no estuvo destacado en el frente sino que estuvo destinado en los Servicios Auxiliares (básicamente en las Colonias Escolares, de la zona de Levante). Pero al acabar la guerra, empezó su particular vía crucis: como a, tantos miles de españoles Leh esperaban la cárcel y los juicios sumarísimos. Años de cárcel y encima con la incertidumbre todas las noches de si ésa sería o no la última de su vida, de si al llegar... la madrugada estaría ó no incluido en "la saca" de esa jornada; pues en el consejo de guerra lo habían condenado a muerte. Y todo, por su militancia socialista y su lealtad a la República; que él —digámoslo alto y claro— ningún delito había cometido.
Estuvo preso cinco largos años, pero su condena aún tendría una coda: cómo a tantos otros maestros republicanos, se le expulsó del Magisterio y se le impidió, incluso, dar clases particulares: «Cierto día, en plena clase, se presentó una pareja de la Guardia Civil que ordenó a los alumnos que salieran inmediatamente de mi casa». No se le rehabilitó hasta 1965.
Las memorias de José Vicente Borrás atrapan al lector por su humanidad, y sus reflexiones sorprenden por su lucidez en el análisis de los acontecimientos. Está  uno leyendo las memorias de un humilde maestro sin embargo, parece que sean las de un ministro o las dé un historiador con toda la información necesaria al alcance de su mano.
En las guerras civiles siempre aflora lo mejor y lo peor del ser humano. Así, por un lado, nos admira el gesto de José Niñerola Balaguer, quien conocía a Vicente Borrás de cuando éste estuvo en Cox dirigiendo la colonia escolar.
Al acabar la guerra, Niñérola, camisa vieja de Falange, acoge en su casa a toda la familia de don Vicente. Ni que decir tiene que, con ello, José Niñerola corría peligro, pero no le importó. Al mismo tiempo, frente a ese gesto tan solidario, encontramos un hecho vomitivo: cuando Vicente Borrás regresa a Villafranca del Cid, que era donde ejercía antes de que estallara la guerra, vecinos del pueblo le propinan una brutal paliza y, para más inri, a su mujer la arrastran de los pelos, le pegan puñetazos y le escupen. Algunos de los agresores habían sido en su día alumnos de don Vicente...

Nota: la que tampoco tiene desperdició es la azarosa vida de su hermano, el dibujante y pintor Emilio Borrás Entre otras cosas, participó en el desembarco de Normandía ¡Qué vidas...! Y es que,  bien mirado, cada uno de aquellos  españoles a los que les arrolló la guerra encierra en su propia biografía una auténtica novela.

Gracias D. Jerónimo
Rafael Spínola.- La Fragua del Pensamiento 

sábado, 21 de abril de 2012

Platillos volantes sobre Guadalcanal 3


Avistamiento OVNI ocurrido en 1942 e implicó a buques de la U.S. Navy en Guadalcanal (Islas Salomón)

Dos días antes de la invasión a Guadalcanal, durante la Segunda Guerra Mundial, por parte de tropas estadounidenses para retomar esta isla ocupada por los japoneses, un evento inolvidable y sorprendente involucró a la flota de la Marina de los EE.UU.. Un testigo de la Armada, un jefe en ese tiempo a bordo del destructor USS Helm #388, tuvo una excelente observación de un encuentro increíble con un intruso desconocido, no identificado. A las 10:00 horas la flota recibió un informe de radar de uno de los cruceros, y poco después se hizo una observación del objeto desde su destructor.
El objeto se acercaba a la flota en una dirección radial incorecta, la que era cambiada a diario. Puesto que el objeto estaba entrando en una dirección errónea, fue considerado como enemigo u hostil. Todos los buques fueron a sus puestos de combate. Cuando el desconocido se acercó a unas 3.000 yardas, los tripulantes abrieron fuego contra él. El desconocido dio un giro a la derecha y hacia el sur desde una dirección de aproximación de 320°. El OVNI aumentó su velocidad y luego rodeó a la flota una vez, ahora a unas 3.500 yardas de distancia. El objeto se desplazaba a una velocidad tan tremenda que los artilleros no pudieron coordinar un punto lo suficientemente rápido como para impactar al objetivo. Todos los artilleros estuvieron disparando salvajemente, tratando de conseguir un impacto. El objetivo entonces rodeó a la flota una vez más, luego se dirigió nuevamente al sur cerca del punto de aproximación.
Después, el director de control de armas estimó que el vehículo había alcanzado velocidades de hasta 10,000 mph. El incidente duró unos 5 minutos o menos. El testigo, que todavía no quiere que su nombre sea revelado, estaba en tareas de vigilancia en ese momento. Tenía un par de binoculares de 7x50 que eran muy buenos para la observación. Parecía ser un disco plateado bastante plano, con una cúpula en el centro de la parte superior. No habían rastros ni escapes, tampoco sonido. Su altitud se mantuvo relativamente entre 3.000 y 4.000 pies. La distancia se mantuvo alrededor de las 3.500 yardas.
Después de que el incidente hubiera terminado, todos los tripulantes y el personal se vieron sacudidos por la increíble experiencia de encontrarse con algo tan increíble por su velocidad y capacidad de maniobra. El capitán del destructor declaró que para pacificar al menos a su tripulación, haría un esfuerzo para averiguar lo que era. Desde que estaban a sólo dos días antes del momento de la invasión a Guadalcanal, el silencio de radio entre barcos era imperativo y así mantuvo. Los mensajes fueron transmitidos sólo a través de aeronaves (PBY).
Cuatro días después de que la invasión tuviera lugar, el capitán llamó a la mayor parte de la tripulación y les transmitió el mensaje de la Sede del Comando de que el objeto que habían encontrado no era ni japonés ni alemán, no era enemigo, ni era uno de ellos. Durante los meses siguientes, los testigos y otros miembros de la tripulación continuaron consultando al capitán sobre cualquier información adicional en cuanto a lo que era el objeto. Les dijo que no podía encontrar más detalles en relación con el incidente.
Los barcos de la flota que participaron en ese momento eran tres cruceros y siete destructores, todos dispararon contra el intruso desconocido. Las tripulaciones estaban preocupadas por si en los días siguientes más de los extraños visitantes pudieran volver con más fuerza y posiblemente atacarlos.
Las velocidades que este "avión" demostró y la manera en que eludió los miles de proyectiles disparados, le dio a los tripulantes la incómoda sensación de que no eran rival para él. Esto fue muy desconcertante.
Las mejores estimaciones sobre el diámetro de la nave, tal como especulaban los comandantes de los distintos buques, era de unos 90 pies.
El testigo aún siente que los detalles y la información naval recogida en este incidente en particular, están sin dudas todavía bajo resguardo de alta seguridad. La fecha de la experiencia la sitúa entre el 9 o el 10 de octubre de 1942. Debido a la cantidad de tiempo involucrado, dijo que ha perdido la pista de sus compañeros, pero sentía que la información estaba sin dudas en algún archivo de la Inteligencia Naval en Washington.
La entrevista con este testimonio se encuentra en una cinta de cassette en nuestro poder.
Referencia: MUFON UFO Journal, julio de 1983, pp 14-15
Nota:
El testigo de este avistamiento optó por permanecer en el anonimato. Cabe señalar que el 13/11/74 el testigo declaró en un "Formulario para Informar Avistamientos OVNI" de MUFON que su avistamiento se produjo en algún momento entre el 8 y el 10 de octubre. Sin embargo, otro interrogatorio efectuado por el investigador Neville reveló que el avistamiento se produjo dos días antes de la invasión Guadacanal. Este autor cree que el testimonio fue escrito en la fecha equivocada, y la fecha real fue en agosto, lo que coincidiría con la historia oficial militar y los avistamientos de ovnis documentados que también ocurrieron a principios de agosto de 1942.
Referencia: Strange Company de Keith Chester, p. 226, 2007

miércoles, 18 de abril de 2012

El viejo roble


Sobre la muerte, sobre la vida


Dice Huxley: “Yo no afirmo ni niego la inmortalidad del hombre. No veo razón para creer en ella pero tampoco tengo ningún medio para desaprobarla, ¿seré agnóstico o simplemente ateo?"


Antes de estar en la bolsa protectora de mi madre era parte de dos bolsas de madres que hicieron que mi padre y mi madre fueran partícipes de lo que se fecundó... un ser que piensa, reflexiona, que no cree en otra vida… es decir, yo.

Hoy cuando caminaba por el parque que tengo cerca de mi casa, cosa que suelo hacer a veces en mi paseo solitario, al encender un cigarrillo compredí que no soy dueño de nada, mi vida es un estado temporal, que todo lo que me rodea es parte de vida y muerte; observando un árbol en su última etapa imaginé que si no fuera por el viento, el agua y lo que le rodea, podría formar ya parte de un elegante sillón de roble de madera muerta; acepté que gracias a que los árboles y plantas que me rodeaban no tienen imaginación no sufren, porque no hubiese comprendido el roble semi muerto que todo es parte de la misma cosa, de la materia que se diluye en el tiempo.

Seguí caminando y encendí otro cigarrillo pensando en mi destino y viajé hacia dentro de mi madre y me fui hasta las estrellas más lejanas y mas cercanas y me pregunté ¿qué pasaría si se juntaran?, entonces me vino la idea de pensar qué hay después de la vida que viene, ¿el cielo, el purgatorio, el infierno o el todo de la nada?, no, esa vida es la que creen otros, yo no, en la otra y bueno ya que estaba protegido en cárcel de la comodidad que sentía en la panza de mi madre me contesté, ¿si entonces antes era un espermatozoide y un óvulo, mañana qué… nada?. Me sentí cada vez más materia, ¿entonces miro hacia atrás y me veo cada vez más chiquitito?

Una nueva vuelta al parque y allí estaba contemplándome nuevamente el viejo roble; reflexioné: si cada vez que miro hacia atrás me veo más chico, hacia delante me veré más difuso y me imaginé que cuando estuviese muerto no recordaría esta vida, pero sin querer la extrañaría, si esta es la más bella que he vivido, la próxima tal vez será enorme o totalmente vacía, cada vez más enorme, cada vez mas ínfima, pero no para mí y para los que creen como yo, acomodados en el agnosticismo o en la ignorancia; nosotros cuando muramos quedaremos inmóviles como la roca en el inmenso desierto de la nada, ellos, los otros se reunirán con su Dios.

Sí pero, ahí cuando quedemos sin vida o desgastemos las vidas que nos quedan, ¿algo nos hará renacer como un ruido enorme en la fe?, ¿todo permanecerá igual y seguiremos soñando los agnósticos a la velocidad de la luz que un ángel bueno o malo, acaso qué importa su actitud, vendrá a guiarnos a la otra vida?

En la naturaleza humana existen muchas interrogantes desde los albores de las civilizaciones. Hemos leído, aprendido, pensado..., en ciertos mitos, leyendas, circunstancias ciertas o no ciertas en muchos temas; y, uno de ellos es si existen o existieron los Ángeles, aquellos seres que se les relacionaba con la maldad a unos y la bondad a otros, esos seres inmateriales que nos enseñaban en la catequesis comprometidos a través de pactos o componendas con demonios o con dioses, seres que infundían miedo con su presencia y sosiego con su ausencia, graduados en protegernos de la maldad, unos, o llevarnos por el camino del pecado, otros, volando altaneros por nuestras almas con sus alas inmaculadas como medio de transporte.

En fin, la historia de nuestras vidas son desafíos constantes, estados de ánimos complejos, ¿y por qué no nos queremos morir?, sencillo, porque pensamos que cada vez se complica más creer en la otra vida y esta no es tan mala; lo que sería símbolo de placer futuro tiene cara de homicida de final inédito y confuso, todo es parte de todo, nuestra alma es parte de nada, no hay más vida que la vivida ayer, no existe el mañana, y no hay porqué temer a este pensamiento. Estamos y no vamos a estar (pienso) y es inevitable que el destino por más metas que nos tracemos siempre nos va estar diciendo en el momento presente que esto es puro tránsito hacia la nada, ¿a dónde quiero llegar con estas larguísimas reflexiones?, simplemente para mí la muerte no existe, es una forma de nombrar el mañana, por fin lo escribí, venía desarrollando estas hipótesis desde que vi morir a mi padre, un hombre bueno, y ahora cuando la “muerte dulce” ha tratado de arrebatarme a un ser querido, vuelvo a mis deliberaciones.

Verdad o mentira, se abre un abanico de posibilidades sobre la otra vida; cientos de autores, músicos, poetas, dramaturgos, locos y loqueros, sabios y no sabios han gastado buena parte de su intelecto en cantar, estudiar y escribir en sus rimas, sonetos y libros, a estos seres humanos, agnósticos o ateos que en el medioevo esa institución llamada Inquisición diezmó, a veces por el solo hecho de pensar diferente.

Envidio a los árboles y al resto de los vegetales, no formaban parte del Arca de Noé pero aguantaron el Diluvio Universal y carecen de los elementos necesarios para pensar en la siguiente etapa de su vida como “el viejo roble”.

Rafa Spínola
La fragua del pensamiento 

sábado, 14 de abril de 2012

Platillos volantes sobre Guadalcanal 2

Ovni en Hamapega
2 de setiembre. 1968.  20 h. 30 m.
Un técnico de TV de Guadalcanal, en el monte Hamapega, observó un objeto naranja,  a gran altura. Tenía forma circular, con forma de bandeja. Se desplazaba lentamente, sin hacer ruido. ABC (RNC).
Fuentes.- Catálogo de casos Ovni en Sevilla (1960/1980) Investigados en Umbrete por Manuel Osuna Llorente

14 de setiembre. 1968. Noche.
Guadalcanal (Sevilla). Dos técnicos de la emisora de TV, estando de guardia, vieron pasar un objeto no identificado. Otro Sr. llamado Méndez, empleado de la RENFE,  cuando volvía de la granja de Torrehermosa por la carretera de Malcocinado a Guadalcanal, acompañado de su familia, notó anomalías en el motor de su coche y observó en el fondo de una vaguada, casi sobre las copas de los olivos, un objeto del tamaño de un camión de carga, de forma cupular, anaranjado, de una brillantez cegadora, iluminando el campo circundante,  que ascendía y descendía en vertical con mucha lentitud. Poco después observaron que le salían unos apéndices, a modo de antenas. Cuando salieron la cúpula se acható, para volver a su posición inicial cuando se replegaron las mencionadas protuberancias. Otros dos coches regresaban por otras rutas, uno de ellos  vio la luminosidad a distancia, y el otro, además de verla,  le dejó de funcionar la radio. (M. Osuna)
Fuentes.- Catálogo de casos Ovni en Sevilla (1960/1980) Investigados en Umbrete por Manuel Osuna Llorente


Nuevamente, es Guadalcanal lugar de sucesos ufológicos en esta madrugada del día 14 de septiembre de 1968. Dos técnicos de la emisora de televisión, estando de guardia, manifestaron que habían visto pasar un ovni y un señor apellidado Méndez, cuando volvía de la Granja de Torrehermosa por la carretera de Malcocinado a Guadalcanal, acompañado de su familia —todos venían de la feria--, observó en el fondo de una vaguada «casi sobre las copas de los olivos», un objeto del tamaño de un camión de carga que ascendía y descendía en vertical con mucha lentitud. Era de forma cupular y su luz anaranjada era tan brillante que nublaba la vista e iluminaba el campo. Poco después observaron que le saltan unos tentáculos rectilíneos como de improviso del cúmulo de luz, tal si fueran antenas que emergían de sus costados. En ese momento, según dijeron luego, la cúpula quedó más achatada y menos luminosa. Posteriormente, los tentáculos se replegaron y la cúpula quedó otra vez con su apariencia normal.
ABC 04/1/1981 –Ovnis en Andalucía por Manuel Ramírez

Rafa Repisa






























miércoles, 11 de abril de 2012

Don Fabrique va de caza


"Señor, allá   va tras nuestra abuela"

El estudio de las genealogías trae consigo, a la vez que inmensas complicaciones, innumerables sorpresas. Cuando estas  investigaciones de ramas familiares se remontan a los años de la Edad Media, esta labor se complica aún más, puesto  que, debemos de tener en cuenta a los matrimonios de conveniencia, a los lazos de consanguinidad y a los «apaños» de  la nobleza de aquellos tiempos, los cuales dificultan en sumo el hallazgo de un  linagaje puro o seguir en condiciones normales, el devenir de un apellido ilustre  o resonante.
Y apellido ilustre fue por entonces el de los Enríquez. A los guadalcanalenses y .o nos dirá nada en absoluto; sin embargo se puede demostrar que aquí los hubo. De Guadalcanal nació el que fuera tronco de una familia que dio reyes a España.
Si bien es cierto que no existen en nuestro pueblo grandes casonas del medievo, con fachadas arquitectónicas singulares, con escudos heráldicos (salvo el de don Adelardo) en sus paredes, bien pudiera  decirse que los tuvo o pudo tener.
Sabemos, no obstante, que el caserón de la Almona y el actual Paseo del Palacio, alguna relación debieron tener con el reinado de don Pedro I el Cruel. El primero se piensa fue pabellón real de caza y el segundo un antiguo alcázar, del cual le viene el nombre. Pero son solamente conjeturas que cobran, eso también es cierto, verosimilitud en los anales de la historia que han llegado a nuestros días.
Fue el Maestre don Fadrique, hermano del rey don Pedro, el padre de don Alonso Enríquez, ese tronco del que hablaba antes.
Y nació don Alonso del citado Maestre y de doña Paloma, una judía de Guadalcanal. Andando el tiempo y la historia, tal doña Paloma se convertiría en ascendiente directo de, según los escritos, casi todos los señores de Castilla.
De Castilla y de Aragón; porque en el conjunto de esos «casi todos» debemos contar al mismísimo rey don Fernando el Católico, V de Aragón y esposo de la reina Isabel I de Castilla.
Remitiéndonos ahora a la bibliografía. En el. «Memorial de Cosas Antiguas» que, posiblemente  escribiera el deán de Toledo Diego de Castilla, perteneciente a la Biblioteca del Conde del Águila y hoy c intente en la Colombina, se cuenta el caso curioso que paso a transcribir a continuación:

«Para lo que adelante se quiera contar es necesario que sepáis que D. Alonso Enríquez, primer Almirante de su casa, fue hijo del Maestre Don Fadrique hijo del Rey D. Alfonso el XI que lo ovo en Dª. Leonor de Guzmán, y este D. Fadrique ovo al dicho D. Alonso en una Judía de Guadalcanal que llamaban Doña Paloma, .y este D. Alonso primer Almirante ovo en doña Juana de Mendoza con quien casó más. por fuerza que por voluntad, tres hijos y nueve hijas, y todas nueve .casó con Grandes Señores de Castilla, y su hijo mayor D. Fadrique , casó cinco y la una fue madre del rey don Fernando 5º de forma que casi no  hay Señor en Castilla que no descienda de esta doña Paloma: assí es que andando el dicho Rey D. Fernando á caza fué un Alcón con una Garza, y tanto se alejó, que el Rey le dejó de seguir, Martín de Rojas, Señor de Calpa, fue siempre con el Alcón hasta que le vió desampar la Garza y tirar tras una Paloma, y volióse á dó el Rey quedó. El  como le vió pregúntole por su alcón, y dijo el Martín de Rojas: SEÑOR ALLA VA TRAS NUESTRA ABUELA. Que este Martín de Rojas era descendiente de la misma Señora Doña Paloma». (sic)

Juan Bautista Rodríguez Rodríguez.
Revista de  Feria 1981

sábado, 7 de abril de 2012

Platillos volantes sobre Guadalcanal 1

Crónicas de antaño

Primera Fuente.-

Antonio Pérez circulaba la noche del 22 de abril de 1973 en dirección a Guadalcanal (Sevilla) cuando es sorprendido por cuatro luces redondas de color amarillo que estaban a 300 metros de distancia. Antonio Pérez se asustó, paró su coche y dio varios cambios de luz. Estas ráfagas hicieron que de una de las luces saliese un rayo de luz violeta que hizo que el conductor diera media vuelta. Su intento de huida fue en vano porque pronto las luces lo rebasaron por la izquierda provocando que el motor del coche comenzase a fallar.
Siguió circulando hasta que se encontró de nuevo con las luminarias que sobrevolaban la carretera a 10 metros de altura. Ello no fue óbice para que Antonio parase, muy al contrario, aceleró y pasó bajo ellos aunque pronto se los encontraría otra vez delante a tan solo metro del suelo. Antonio no paró su coche y al acercarse las luces se alejaron a gran velocidad.

Segunda Fuente.-

La noche del domingo 22 de abril de 1973, Antonio Pérez Cumbre, de 19 años, conducía su Seat 600 en dirección a Guadalcanal (Sevilla), cuando vio una fila de cuatro luces amarillas y redondas cerca de la carretera, a unos 300 metros de su posición. El joven conductor detuvo el coche e hizo una serie de señales con los faros. De pronto, de una de las luces salió proyectado un haz de color violeta. Visiblemente asustado, se dio media vuelta, pero al poco observó que a su izquierda las luces lo adelantaban, al mismo tiempo que el motor del vehículo empezó a fallar, “avería” que desapareció con el fenómeno. Antonio, sin embargo, no tardaría en encontrarse de nuevo con las luces, aunque en esta ocasión se encontraban sobre la carretera a tan sólo 10 metros de altura. Muy nervioso, aceleró y pasó por debajo de ellas, pero al poco tiempo reaparecieron enfrente, apenas a un metro de altura. Cuando se aproximó, las luces se dirigieron a toda velocidad hacía un valle. Dos días después, Antonio regresó al lugar acompañado por su padre, su cuñado y un amigo. Sorprendentemente, a unos 200 metros de distancia observaron un objeto luminoso y circular, con un anillo alrededor formado por varias luces de menor tamaño que cambiaban alternativamente de color. Dos de aquellos “focos” se desprendieron del anillo y se desintegraron antes de alcanzar una montaña cercana.
Otra Fuente.-

El 23 de abril de 1973 el joven Antonio Pérez Cumbre decide ir a las 22:00 horas hasta la vecina Guadalcanal (Sevilla) desde la finca La Parra donde vivía, en la carretera que une la citada población con Cazalla de la Sierra. A 300 metros del coche en el que iba y en sentido contrario a él, ve cuatro luces amarillas que le hacen pensar que son dos coches realizando un adelantamiento, pero al ver que las luces están paradas el conductor también lo hizo.
Así comprobó que había dos luces de más de un metro acompañadas por otras dos más pequeñas, de medio metro. Estas más pequeñas aumentaban la intensidad de su luz, dando la sensación de que se acercan.
Viendo la anormalidad del suceso el joven hace ráfagas con sus faros, consiguiendo que en una de las luces mayores surja una franja de unos cuatro dedos, de color violeta, que la atravesaría de parte a parte. 
Asustado decide volver a casa cuando descubre que las luces se han puesto en movimiento y lo adelantan por la izquierda, volando a su mismo nivel sobre la garganta que se abre a ese lado de la carretera, parándosele entonces el motor. Tras pasar las luces el auto pudo ser puesto otra vez en funcionamiento.
Unos cientos de metros más adelante, el testigo ve su marcha cortada por las cuatro luces, que se han puesto transversales a la carretera a 10 metros de altura. El joven no se para y pasa por debajo de ellas.
De nuevo las luces se aparecieron al conductor, cortándole el paso al estar a un metro sobre la carretera, pero cuando el coche iba a impactar contra ellas las mismas se alejaron hacia la izquierda, abriéndole paso.
Por fin llegó a casa y contó lo sucedido. Se corrió la voz y mucha gente recorrió los campos en busca del intruso. Se descubrió que en la zona del primer aterrizaje había dos manchas de terreno resecas, marcando los extremos de las cuatro luces.

miércoles, 4 de abril de 2012

Coleccionistas de libros y pergaminos


"Un bibliófilo está siempre en tensión cinegética, como el tigre en las selvas del Indostán...

El coleccionista de papel no limita sus búsquedas al incunable o al gótico, al pliego de cordel rarísimo o al libro de caballerías inencontrable, sino que amplía sus pesquisas a todo aquello que se ha escrito de forma manuscrita sobre papel –o papiro, o pergamino– y, de manera muy especial, a los impresos. Antes de la Bibliade 42 líneas de Gutenberg existían, por supuesto, bibliófilos. Un ilustre monarca del reino de Aragón del Cuatrocientos, Alfonso V el Magnánimo, no dudaba en asaltar, en plan pirático, las naves que venían de Oriente cargadas de códices griegos. El rey asirio Asurbanipal reunió en su capital, Nínive, una asombrosa biblioteca en la que figuraba, en doce tablillas de escritura cuneiforme, ni más ni menos que la Epopeya de Gilgamesh, la primera obra maestra, sin paliativos, de las letras universales.
Desde hace más de cincuenta años vengo ejerciendo de coleccionista de papel. Primero fueron los tebeos, que iba reuniendo poco a poco, cuaderno tras cuaderno, con la intención de que las colecciones que emprendía se completasen desde la primera entrega hasta el número final. Luego, a partir de los diez o doce años, los libros (sin que por ello dejase de perseguir tebeos: aún lo sigo haciendo). Tal vez esté barriendo para casa, pero pienso que uno de los placeres más intensos, más hondos, con menos contraindicaciones, que se puede experimentar es encontrar el libro –o el tebeo, o el cromo– que se anda buscando. Puede uno buscar un libro individual, desvinculado por completo de la serie en que se inscribió o de la firma editorial que auspició su salida, pero también puede uno buscar los libros que le faltan para completar una colección, o puede uno coleccionar Quijotes, o atlas geográficos e históricos, o fotografías decimonónicas: todo eso tiene que ver con la bibliofilia, que es una enfermedad que afecta a nuestro tiempo libre y empobrece nuestra ya de por sí maltrecha economía, pero que es un mal del que puede decirse que acaba convirtiéndose en bien y enriqueciendo nuestros espíritus.
Cualquier texto escrito es un mensaje introducido en una botella y lanzado al mar con la esperanza de que alguien, en alguna parte, se tope con él, lo suba a bordo de su atención lectora y lo comparta con su autor. Aprovecho, pues, la coyuntura para explicitar una desazón de bibliofilia. ¿Recuerdan ustedes la colección Cuadernos Literarios de Calpe, donde vieron la luz Manual de espumas de Gerardo Diego o Geografíade Max Aub, entre otros muchos títulos? Pues tan solo me falta un número para completar esa serie, ni más ni menos que El boxeador y un ángel del gran Francisco Ayala. Esta desfachatez a la hora de hacer pública una carencia resulta intolerable desde muchos puntos de vista, pero ilustra a la perfección acerca de la naturaleza esencial de un coleccionista de papel: nunca pierde ocasión de revelar sus deficiencias para intentar subsanarlas. El bibliófilo –yo lo he llamado“coleccionista de papel” para acercarlo al común de los mortales– está siempre en tensión cinegética, como dicen que lo está el tigre en las selvas del Indostán, y es tan cruel y sanguinario como el tigre cuando se trata de defender la pieza cobrada del asedio de otros bibliófilos o de ocultar un dato a sus rivales. Pero le pierde el exhibicionismo. Todavía recuerdo lo que el poeta X me contó un día acerca de cómo había ido perdiendo una serie de libros muy cotizados de poesía española contemporánea en una época en que su amigo el poeta Z visitaba su biblioteca con frecuencia. Él no establecía una relación causa-efecto entre esas visitas y esas pérdidas, pero yo la vi clara desde el principio. Entre bibliófilos, no hay lealtad que logre resistirse a la pulsión del coleccionismo.

Revista Mercurio.- LUIS ALBERTO DE CUENCA