By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



miércoles, 31 de octubre de 2012

Un Tenorio Mudejar

Si todavía hay un Don Juan espero que esté en la cárcel


Elena Simón y Javier Lanza subirán hoy al escenario de la plaza del Seminario para interpretar a Doña Inés y Don Juan en una nueva edición del Tenorio Mudéjar, que estrena así protagonistas en los personajes principales.

- ¿Nerviosos ante el estreno del Tenorio Mudéjar esta tarde?
E.S.- Bueno, un poco, en escena creo que será cuando más me florezcan los nervios.
J.L.- Yo también estoy un poco nervioso. En estos dos últimos años he estado haciendo un personaje en la obra con mucho cariño porque me identifico con él, el capitán Centellas. Pero al margen de eso, en una obra como esta del Tenorio, realmente para un actor es un papel comprometido que impone mucho. Ha sido el único papel de los que he hecho hasta ahora en el que he tenido mis dudas.

- Javier tiene ya tablas, pero para usted, Elena, es la primera vez.
E.S.- Nunca antes he actuado, aunque sí que hice un taller de teatro pero sin hacer puestas en escena ni estar delante del público.
- ¿Y cómo se ha animado a esta aventura, y además con el Tenorio?
E.S.- A mí siempre me ha gustado el teatro, y cuando hice el taller mi profesor fue Javier (Lanza) y me gustó mucho. Ahora es una casualidad que sea con Javier con quien debute.
J.L. - Bueno, tampoco he sido su maestro, lo que pasa es que di un taller de teatro para chavales y ella tendría unos 13 años o así. Quién me iba a decir a mí que con el tiempo ella iba a ser Inés y yo Don Juan. La verdad es que siendo una niña ya hubo buena relación y el tema de que no tenga experiencia tiene su aquel, pero precisamente para el papel de Doña Inés no le viene mal, porque es una novicia muy inexperta y eso le puede venir bien.

- ¿Y qué Don Juan vamos a ver en escena?J.L. - No lo sé, lo diré después. Cuando empezamos a hablar Adolfo y yo de hacer el Don Juan le dije que es un problema muy grande. No es un papel que lo pueda hacer cualquier actor, porque es muy comprometido. Y además, hacerlo después de Jesús Galo es un marrón muy grande porque es un actor muy bueno, pero ahí estamos.
Yo me lo imagino como un personaje como Zorrilla lo describe, un crápula, mujeriego, muy chulo, muy fanfarrón. Se puede decir que es mala o muy mala persona. A mí me gustaría que fuera así, pero precisamente ahí está el reto del actor. Don Juan es un personaje que pasa por todos los estados de ánimo por los que puede pasar una persona: de ser un fanfarrón, un crápula, pasa a estar enamorado, a estar .desesperado o muy asustado por el tema de los fantasmas. Es un personaje complejo y no me atrevo-a decir cómo va a salir..

- ¿Les ha resultado complicado preparar sus personajes?
E.S. - .Al principio, cuesta un poco las expresiones, pero no ha sido excesivamente difícil. Igual el tono, porque tiene que ser' una chica muy calmada a la hora de decir las cosas. Yo le ponía acento y al final de los versos subía mucho el tono, pero lo hemos trabajado bastante.
J.L. - Para mí, aparte del texto, lo más complejo quizás sea ver cómo en un periodo de dos horas le das los matices necesarios al Don Juan para que pase por todos los matices que tiene é1 personaje..

- ¿Quedan hoy día por ahí muchos don juanes?
J.L.- Espero que no Creo realmente que como el personaje de Zorrilla no. Y si hay alguno espero que esté en la cárcel.- ¿Qué ha sido lo más gratificante de esta experiencia?
E.S. - El compañerismo que hay dentro, eso me ha llamado muchísimo la atención, porque es un grupo que es genial y nos lo hemos pasado muy bien en los ensayos a pesar de trabajar duro. Por mi parte siempre me ha gustado el teatro y ha sido esa espina que siempre quería participar en una obra, y empezar con el Tenorio eso es muy grande. Además, quiero agradecer mucho a Adolfo y a Javi la confianza que han depositado en mí porque nunca había actuado en una obra así.

- ¿Cómo animarían a los turolenses para que acudan hoy a ver la representación?
E.S.- Yo les diría que hay que promocionar Teruel con actos como este. Hay que convertir en tradición el Tenorio Mudéjar.

- ¿Tenorio o Halloween, con qué se quedan?
E.S.- Con el Tenorio. Halloween para los norteamericanos.
J.L:- El Tenorio, lo tengo claro. Yo contra Halloween no tengo nada, ni me aporta nada ni me molesta. Lo que sí me molesta es la poca capacidad que tenemos para que cosas qué son nuestras y muy tradicionales las valoremos. En España ha llegado a haber casi 500 representaciones simultáneas en la misma noche de la víspera de Todos los Santos. Esto no lo sabemos mantener y sin embargo otras culturas sí se creen sus fiestas, como la de Halloween, que además la exportan. Para mí representar el Tenorio es una tradición soberbia.

Javier Lanza
La fragua del pensamiento

sábado, 27 de octubre de 2012

Un maestro de pueblo, años 50

La educación de los años cuarenta, en un pueblo de Sevilla

Nos encontramos en un lugar de Andalucía de cuyo nombre siempre me acordaré, en una época en la que la educación brillaba por su asencia.
Existían dos edificios de enseñanza ruinosos donde los niños se apiñaban para recibir lo que llamaban “instrucción”.
Tres “maestros de escuela”, varones por cierto, con sus braseros de cisco debajo de sus respectivas mesas, intentaban con dudoso éxito mantener el orden al que denominaban disciplina, a base de repeticiones y buena fe. Las aulas por nominarla de alguna manera, parecían neveras a pesar de ser demasiado numeroso el número de chiquillos.
Por otro lado, en otro edificio no menos cochambroso, en el que el elemento masculino estaba menos que prohibido, había otras tantas profesoras con la misma buena voluntad.
A estos colegios se les conocían vulgar y despectivamente como” escuelas del gobierno”
Intercalado entra ambas instituciones, en un lugar céntrico, en un edificio inmenso, de estilo barroco del siglo XVIII, los padres salesianos, los hijos de Don Bosco, regían un colegio que unas nobles señoras habían cedido para hacer hombres de élite.
Resultaba algo inusual que en una población tan pequeña se hubiesen asentado nada menos que miembros de una congregación del prestigio de la salesiana.
Poco tiempo estuvieron estos religiosos realizando una labor tan magnífica y tan beneficiosa para el pueblo y para la sociedad en general.
Efectivamente, hoy día son bastante numerosos los hombres y mujeres de toda condición social que están rigiendo destinos muy loables dentro del estado Español.
Quien esto escribe comenzó a asistir al colegio de los salesianos a la edad de ocho años pues para conseguir plaza había que “guardar cola” y tener la suerte congruente.
Viene a mi mente las veces que mi madre me llevó de la mano para que el Sr. Director me tuviese en cuenta a la hora de la matriculación.
Era un hombre ni alto ni bajo, ni delgado ni obeso. En sus facciones se notaba vivacidad y encanto cogidos de la mano de cierta dosis de dureza y firmeza.
En su frente una especie de remolino delataba que durante su niñez habría tenido alguna relación con el Lazarillo de Tormes.
Se restregaba una mano contra la otra aparentando un natural nervioso, hasta que al cabo del tiempo supe que era consecuencia de una perdigonada que recibiera en tiempos de la Guerra Civil Española.
Su nombre era Don Rafael Infantes a quien acompañaba otro sacerdote algo mayor que se llamaba Don Agustín Pacho y un jovencito con sotana pero sin coronilla que luego supe que pertenecía a los clérigos salesianos que serian el día de mañana sacerdote también: Don José Crispín.
Este sacerdote salesiano que falleció en El Colegio de la Santísima Trinidad de Sevilla, siempre estuvo muy relacionado con nuestra población tanto él como su familia.
Los muchachos lo conocíamos como el “gamo” por lo mucho que corría, jugando con ellos de acuerdo con la máxima de San Juan Bosco y con su sistema preventivo.
Las tres condiciones que tienen siempre en cuenta esta congregación para la fundación de un Colegio son: un buen patio para expansión y asueto, un salón de actos espacioso y una capilla o templo pues para estos religiosos estudio o trabajo, diversión o teatro y oración forman una sola cosa.
Don Antonio Otero, hermano coadjutor, Don Manuel Urbán y Don Manuel Urbaneja, profesores seglares, completarían la comunidad.
Los profesores o maestros más jóvenes, en los ratos de ocios o de recreos jugaban con los alumnos como si fueran hermanos mayores y siempre aprovechaban ese juego para formar, enseñar e instruir, de una manera intuitiva y ejemplar.
Por las tardes, después de la merienda, los alumnos que lo deseaban que era una mayoría, acudían de nuevo al patio de recreo para quemar calorías.
Los domingos también había actividades pues para los salesianos las vacaciones consisten en un cambio de actividades y así surgieron los oratorios festivos.
El sistema educativo implantado por Don Bosco ha sido seguido hoy por la mayoría de países y lleva por título “sistema preventivo “no con puños sino con benevolencia y paciencia”.
No quisiera generalizar pero se podría afirmar sin temor a equivocarse que ese bien de que disponen hoy los países desarrollados que se llama ciencia y cultura, ese bien repito era un bien muy escaso en la mayoría de los pueblos andaluces.
La Unesco hacia los años sesenta realizó una campaña de alfabetización que fue bien acogida por los campesinos y artesanos de la población adulta.
Los alumnos que estaban cansados de ser analfabetos y ansiaban con ahínco y desesperación asemejarse a otros países en cuanto a cultura, asistían a las clases de adultos con una asiduidad y esperanza poco común.
El método de lectura Sanabria, también llamado onomatopéyico creado por un Maestro nacional, dio unos resultados inusitados.
Hombres y mujeres haciendo dejadez de su orgullo gesticulaban al mismo tiempo que pronunciaban sonidos con los que iban adquiriendo los rudimentos de lectura y escritura paulatinamente. Tres meses eran suficientes para que esos hombres rudos y de vasta bondad y esas mujeres en las que aun se notaba la beldad innata, consiguieran las bases de una posterior superación.
Se pretendía que en tres meses podrían saber el nombre de las calles sin preguntar a nadie y quien esto escribe asegura su positividad.
El único y escaso material consistía en una pizarra cuadriculada colocada en la pared a ser posible de color verde con cuadrículas de un aspecto resaltante.
Cada educando portaba su cuaderno también ajedrezado en el que con paciencia y perseverancia se iban señalando puntitos en forma de cruz con los que irían pariendo los garabatos con los que nacerían las palabras.
Era muy fundamental entretenerse en dibujar los pudibundos para obtener una caligrafía uniforme y legible.
En España la asistencia a esas clase, algunos alcaldes la hicieron obligatorias incluso poniendo castigos pecuniarios.
¿Era esta la libertad de la que habla Benjamín Franklin?.
Creo que no estaría de más que intercaláramos algunas anécdotas al respecto para quitar aridez a la exposición.
Los alumnos ya bastante mayorcitos pero con espíritu juvenil, oliendo a rosa y a limpieza, limpieza con olor y sabor a mujer, Limpieza vespertina posterior a una jornada de sudor y fatigas, acuden al colegio de adultos donde les espera el maestro que se hace pasar por un cachondo mental para captar la confianza de su alumnado.
El maestro o el “profe” como cariñosamente le llamaban los aprendices a europeos, sabe que con cariño y benevolencia se puede conseguir mucho fruto, y por ello cuando llega el “Mesa Gil” haciéndole con tono campesino esta pregunta “maestro, ¿”pueo Jacer” el cochinito”?, le responde: “Si Andrés haz el cochinito y… luego vamos a aprendes dos letras nuevas”.
Con el “cochinitos” de Mesa Gil se entregaban a la meta que se habían propuesto todos, que era dejar de ser analfabetos.
Fueron tres los educadores que la Administración había destinado a nuestro municipio para que llevaran a cabo las pretensiones de la Unesco: Don José María Mate, Don Juan Molina y Don Manuel Gómez Caro. Para las mujeres la Delegación de Sevilla eligió a la Señorita María Luisa, natural de Écija que más tarde fue sustituida por otra señorita hija de un guardia civil de la localidad
El edificio donde se impartieron las clases durante tres cursos es colares es el colegio multiuso de las Hermanas Sevilla.
Eran dos los turnos de ciento cincuenta minutos cada uno, los que la delegación de Educación y Ciencia tenía asignado a los profesores de la llamada Campaña de Alfabetización.
El resto de tiempo, por las mañanas, en el edificio del Ayuntamiento los citados funcionarios educadores lo empleaban en revisar el censo de personas iletradas.
Los discípulos cuya asistencia era satisfactoria recibían un certificado de escolaridad en un principio, un certificado de estudios primarios en un segundo turno y el graduado como final.
Fueron incontables los documentos que se expidieron durante los años que duró la Campaña.
Actualmente no sé cómo está la educación en España pero en los años que relato eran pocas las ciudades que tenia Institutos de Enseñanza Secundaria y por ello se crearon los CLA (colegios libres adoptados) que eran como filiales de aquellos, que ofrecían una enseñanza libre impartida por licenciados y maestros nacionales acreditados, entre los cuales se encuentra quien esto escribe.
Los alumnos eran evaluados o examinados por los profesores titulados y acreditados de los Centros de los que dependían los colegios Libres Adoptados, desde luego teniendo muy en cuenta los criterios de los enseñantes respectivos.
También existía otra enseñanza llamada Formación Profesional que fue considerada como una “salida” para aquellos estudiantes cuyo cuya capacidad o rendimiento no fuera muy superior.
Los primeros licenciados que pusieron en marcha esta institución que no por breve dejó de ser bastante fructífera, fueron don Francisco Luego, licenciado en la rama de letras y don Melquíades, de la rama de ciencia, director y secretario respectivamente.
Don Juan Ruiz, del que hablaré más adelante y don Pedro Pérez, maestro nacional ayudaban a los señores licenciados en sustitución de titulados de secundaria.
Don Manuel Gómez, maestro de Enseñanza Primaria interino en un principio y propietario definitivo después, colaboraba impartiendo las materias de Educación Física, Formación Política, Lengua latina y francés.
La lengua vernácula Ciceronis en los primeros cursos consistía en el aprendizaje de las gravosas declinaciones, el estudio razonado de los verbos con su raíz o radical y sus desinencias y formación de versiones y traducciones.
En años posteriores unos grupos traducían “de bello gálico” y otros “de bello civile.”
Aún hoy día algunos alumnos con sus cincuenta años entre los que cito a Don Francisco Flores, suelen recordarme el “Ordo verborun” y “la consecutio temporum.”…

Fragmento de un libro inédito
D. Manuel Gómez Caro

miércoles, 24 de octubre de 2012

Construcción del Convento del Espíritu Santo 3


El Mecenazgo artístico del Indiano Alonso González de la Pava en Guadalcanal (tercera parte)
Documentos

DOCUMENTO 1
1615-Junio-16 GUADALCANAL

Escritura de donación y fundación del Convento del Espíritu Santo hecha por Alonso González de la Pava; patrono y fundador del convento.
(A.P.G., Libro de fábrica de los años 1621 a 1695. Lib. 1, fol. 4v.-16r, original) .

En el nombre de un solo Dios todo Poderoso, Padre e Hijo y Espiritu Santo considerando esto y otras grandes e ynfinitas mercedes y veneficios que de la mano de Dios sin merecimiento nuestro e revivido y cada día revivo, poniendo en postrero número el averme dado Dios aceres y hacienda en avundancia y no hijos naturales a quien los deviesse y pudiese dejar por lo qual doy a su magestad ynfinitas gracias. Yo, Alonso Gonzalez de la Pava, natural y vecino desta villa de Guadalcanal, hijo lixitimo y natural de Juan Gonzales de la Pava y Doña Maria Yañez Ramirez, mis padres que santa gloria hayan, pretendiendo bolver a Dios, lo que me a dado y servirle con ello y juntamente y lustrar y adornar mi patria y naturaleza que esta dicha villa de Guadalcanal y aprovechar mis deudos, parientes y amigos, disponiendolo de manera que todos ayan parte de mis vienes y hacienda, asi los presentes como los por venir, si ellos el camino de la birtud y religión después de aver encomendado a Dios nuestro señor esta mi obra que más propia y verdaderamente es suya y que la disponga, enderece y acave como más convenga a la gloria de sus santísimo nombre y aprovechamiento de mi alma E determinado, muchos días a, de fundar en esta dicha villa de Guadalcanal, un convento de monjas de la orden de la vienabenturada Santa Clara, de la observancia sujetas al ordinario desta provincia de León, con capellán y patrono para el dicho convento, distribuyendo en todo ello los vienes y rentas como mejor aparecido al fin que se pretende. Y para ello, yo hice donación entre vivos, ynrrevocable, en la villa Ynperial de Potosi, provincia de las Charcas, de los reynos de las Yndias del Perú, ante Juan Altamirano, escribano público y del cabildo de la villa Ynperial de Potosí, su fecha en cuatro días del mes de junio del año pasado de mill y seiscientos y doce años, de cinquenta mill pesos, de a ocho reales cada uno, quitados de costos y costas, fletes y averías de mar y tierra, hasta sacarlos de la casa de la Contratación de la ciudad de Sevilla. Los quales fue Dios servido de que viniesen en salvamento, sin que dellos se perdiese cosa alguna antes, por ser las barras de plata en que vinieron de buena y subida ley, aumentar en mill y quinientos pesos de a ocho reales, de manera que vinieron a ser cinquenta y un mili y quinientos pessos de a ocho reales, los cuales tuvieron de costos y costas, fletes y averías de tierra y de mar hasta sacarlos de la dicha Casa de Contratación de Sevilla, siete mill seiscientos y veynte y cinco pessos de a ocho reales, y quedó de caudal liquido para el dicho convento, patrono y capellan, cuarenta y tres mill setecientos y sesenta y cincos pessos de a ocho reales. De los cuales se an echado en renta en el Concejo desta villa de Guadalcanal, sobre los propios y rentas del, ocho quentos quinientas y cincuenta mill maravedies de principal, con facultad real de su magestad, como parece de la escritura que el dicho Concejo, Justicia y Regimiento otorgó en mi favor, en veinte dias del mes de enero deste presente año de seiscientos y quinto, por ante Francisco de Lobos, escribano público, desta villa de Guadalcanal, a razón de veinte y dos mill el millar, que rentan en cada un año trescientas y ocho mill seiscientas y treinta y seis maravedies. Y en el Concejo de la villa de Quintana, ansimismo con facultad real, dos quentos y docientos y nueve mill y quinientas y dos maravedies, de los quales otorgó escritura en forma el dicho Concejo de la villa de Quintana en favor del dicho convento y monjas, que an de ser del Espiritu Santo, por ante Hernando de Paz de León, escribano público y del cabildo desta villa de Guadalcanal, su fecha a cinco dias del mes junio de mill seiscientos y trece años, que a razón de veinte mill el millar, renta en cada un año, ciento y diez mill quatrocientos sesenta y cinco maravedies, que reducidos a ducados de once reales los dichos dos tributos, rentan en cada un año mill y trescientas y treinta y quatro ducados, de a once erales, y cinco reales y veinte y cinco maravedies.
Y el dicho caudal principal de la dicha donación, yo, Alonso Gonzalez de la Pava, hice quedar en mi poder para comentar a labrar y edificar el dicho convento, tres mill y sesenta y ocho ducados, los quales dichos tributos cargados y situados sobre los bienes y rentas de los dichos dos Concejos de las villas de Guadalcanal y Quintana, desde luego los nombro y adjudico y señalo por vienes del dicho convento, patrono y capellan, que no nombráre y señaláre, como lo son por averlos dado del caudal y plata que yo doné para el dicho convento, patrono y capellan, y porque en una declaración que hicé ante su magestad, del licenciado Antonio Ramirez de Cuacola, Vicario General de lo provincia de León, señalé y nombré por renta para el sustento de las monjas que ubiere en el dicho convento y para que se baya labrando hasta que se acave, setecientos ducados de a once reales cada uno de las rentas de los dos tributos. Y quedan seiscientos y treinta y quatro ducados de a once reales, señalo y nombro los quinientos ducados de a once reales para el patrono que yo nombrare, con las calidades y cargos que yo le impusiere en el nombramiento que hiciere, y llamamiento al dicho patronazgo, porque los dias de mi vida yo tengo de ser patrono del dicho convento y gozar de los dichos quinientos ducados de once reales, para sustentar mi honra y calidad. Y los ciento y treinta y quatro ducados y cinco reales y beynte y cinco maravedis restantes a la dicha renta de los dichos dos tributos, los señalo y nombro por renta perpetua para el capellan que yo nombrare que lo a de ser del dicho convento. Y en él a de tener obligación a dezir las misas de tercera y estando inpedido prover de capellan, que las diga como en el nombramiento quede capellan subiere más largamente, se dirá...(cláusulas de la escritura)...
En la villa de Guadalcanal en diez y seis días del mes de junio de mill y seiscientos y quince años, en presencia de mi escrivano y testigos y uso contenidos, Alonso Gonzalez de la Pava, vecino de esta villa, presentó ante mi esta fundación del monesterio del Espiritu Santo que Dios nuestro señor a de ser servido se haga en esta villa, la qual seyo de berbo ad berbun según y como en ella se contiene.— Y dixo y otorgo que él quiere y es su boluntad, que es contenido en la dicha escritura y declaraciones della se guarde y cumpla, según y como en las dichas declaraciones va declarado,... (fórmula)... y declara y dice que le quedan vienes suficientes para poderse sustentar conforme a la calidad de su persona, en que pueda alegar que esta fundación fue en sí ninguna por esta razón ni por otra alguna. A lo que fueron testigos Xptoval Gavilanes, presvitero, y Antonio Sarmiento de la Vera y Juan de Arjona, vecinos desta dicha villa de Guadalcanal, y el otorgante que yo el presente escribano doy fee que conosco, lo firmó de su nombre en el registro. Aolnso Gonzalez de la Pava, ante mi Francisco de Lobos, escribano del rey nuestro señor en todos sus reynos y escribano público en la villa de Guadalcanal y vecino della, doy fe deste otorgamiento a que fui presente con el otorgante y testigos y firme mi signo acostumbrado, registro y saca beynte reales en testimonio de verdad, Francisco de Lobos, Escribano. (rubricado). (sic)

Julia Mensaque Urbano
Revista de feria 2003

sábado, 20 de octubre de 2012

Toros en Guadalcanal, siglo XVII

Festejos en la plaza de la villa

Las corridas de toros como hoy las conocemos nacen en el siglo XVIII, cuando la nobleza abandona el toreo a caballo y la plebe comienza a hacerlo a pie, demostrando su valor y destreza. Así se lee en crónicas de la época cómo un deporte elitista se convierte en plebeyo. Al principio no existían tercios, orden ni reglas en las cuadrillas. Es Francisco Romero el primer diestro que pone orden a la fiesta y el creador de la muleta tal y como hoy la conocemos.
A mediados del citado siglo se construyen las primeras plazas de toros como edificios permanentes destinados al festejo, nacen las ganaderías bravas y se comienza a seleccionar los toros para la lidia, frente a la situación anterior de mera espontaneidad, para darle una regularidad a los festejos se escriben las primeras tauromaquias, que fijan la técnica y las normas y van definiendo el arte de torear.
En nuestro país no obstante se conocen crónicas desde tiempos ancestrales del arte del toreo a caballo y a pié, el respeto por el toro y la incorporación de este animal en todos los fastos de importancia en siglos y siglos.
Los primero antecedentes documentados que he encontrado de Guadalcanal datan del siglo XVII, en aquella época tenían gran importancia como fiesta social y mundana las llamadas “Fiestas de los Toros”, en el Reino Santiaguista.
El primer dato encontrado está fechado en el 27 de junio de 1671, con el motivo de la canonización del rey de Castilla y León Fernando III, aun cuando Guadalcanal en aquella época no pertenecía al cabildo de Sevilla, estuvo esta villa muy vinculada a dicho rey, ya que fue durante su reinado cuando Guadalcanal fue tomada a los musulmanes por los ejércitos santiaguistas.
Para la fiesta religiosa fue designado el presbítero Don Diego Chacón y para las fiestas profanas su organización fueron encargados los insignes caballeros de la villa Don Rodrigo Ventura de Ayala y Don Luis de Monsalve, siendo alcalde Don Juan de Casaus de la Fuente.
En el año de 1692 en los días del 26 al 28 de Agosto con motivo al homenaje a la ilustre dama Doña Isabel de Rueda esposa del intendente de las minas de Pozo Rico Don. Alonso del Castillo, se celebró entre otros fastos en la villa una fiesta de toros en la Plaza Mayor, estos festejos debido a la precaria situación económica del Ayuntamiento fueron sufragados con 500 reales sacados de las rentas de La Mojina, nombrado interventor de esta renta Don Fernando Ramos Gorgazo y organizados y por los caballeros Don Pedro Figueroa, Don Rodrigo de Castilla y Don Cristóbal de Céspedes y asistiendo a los actos el Teniente Mayor de Llerena y representantes del Priorato de San Marcos de León.
Cinco años más tarde con motivo de la festividad de la Asunción de Nuestra Señora titular de la iglesia principal de la villa, el señor de 1697 el mayordomo de la fábrica de Santa María, obtuvo licencia del Ayuntamiento para celebrar dos corridas de toros los días 18 y 19 de Agosto y fueron comisionados para su organización D. Rodrigo Alejandro de Ayala Don Pedro de Ortega y Ponce de León, Don José de Castilla Freire Monroy y el Capitán Don Rodrigo Hipólito de Ayala.
En fechas sucesivas fueron celebrados otros festejos taurino en la villa, en el siglo XVII existieron en las dehesas del término de Guadalcanal varias ganaderías de toros, siendo alguna de ella muy solicitada en los primeros cosos construidos en el reino.

Hemerotecas
Rafael Spínola

martes, 16 de octubre de 2012

Construcción del Convento del Espíritu Santo 2


El Mecenazgo artístico del Indiano Alonso González de la Pava en Guadalcanal (segunda parte)

Sobre 1615 comenzaron las obras de fábrica del convento, supervisándolas directamente Alonso González de la Pava, que por aquel entonces ya había regresado de Potosí. (10 Ibídem, fol. 5r.-6r., Ap. DI. núm. 1. ) En su emplazamiento y ubicación se habían seguido los presupuestos dictados por las Ordenanzas de Indias con respecto de las fundaciones en el Nuevo Continente, ya que advierte que había que edificarse en «sitio muy alegre y sano y donde hay agua de pie muy buena y sutil para las monjas y ser más acomodado para labrar que otro alguno desta villa», aparte de «ser barrio apartado de las yglesias parrochiales y monesterio y de jente pobre que por falta de adornos dexan de oyr misa, y por la devoción particular que yo le tengo a el dicho oratorio y no aver daño de tercero». 11 Ibídem, fol. 7v., Ap. Dl. núm. 3. Sin embargo hasta 1617 no llegó la licencia de Felipe III (12 Ibídem, fol. 17r.) y aunque el donante murió abintestato en 1620, las obras continuaron a cargo de sus albaceas testanmenetarios hasta poco antes del 13 de junio de 1627, fecha en que se habilitó por las veiete monjas de la advocación de Santa Clara, según deseo expreso de González de la Pava en su escritura de donación. (13 Ibídem, fol. 75v., Ap. DI. núm. 4 y libro de cuentas del testamento y obra pía de Alonso G. de la Pava, lib. I, fols. Iv-2v. Ap. Dí. Núm. 7.)
La planta del convento la hizo Pedro Montes «maestro de cantería, vecino de la villa de Zafra» (14 Ibídem, fol. 43r., Ap. DI. Núm. 5) y el maestro albañil que llevó a cabo las obras del convento fue Cristóbal Hernández Cano, según varias cartas de pago reseñadas en el libro de fábrica. (15 Ibídem, fol. 68v., Ap. Di. núm. 6. ) La iglesia de planta de cruz latina, tiene bóveda de medio cañón con lunetos y arcos fajones sobre el cuerpo de la nave y el presbiterio y en el crucero una bóveda semiesférica. Del convento se conservan, además de la iglesia, el gran claustro central, de dos plantas, la inferior constituida por arcos de medio punto enmarcados por alfices que descansan en columnas de mármol, y la superior formada por arcos rebajados igualmente encuadrados por alfices.
Una vez concluido el convento, se comenzó el retablo siendo patrono del mismo Juan González de la Pava, que contrató con el escultor Mateo Méndez de la ciudad de Llerena, la planta y arquitectura, en el 5 de julio de 1632, según la escritura contractual firmada ante el escribano público Diego Ortiz del Aguila, obligándose cada una de las partes al cumplimiento de las condiciones expuestas en un memorial adjunto. (16 (A)rchivo (M)unicipal de (G)uadalcanal. Libro de Escrituras Públicas, año 1632. Escribano Diego Ortiz del Aguila, fols. 574r.-576r., Ap. Dl. núms, 9 y 10.) Se estipulaba que el retablo debía abarcar todo el testero, empleándose madera de pino de Castilla para los elementos sustentantes y borne para las guarniciones. Hubo variación con respecto a la planta inicial ya que el patrono y abadesa pedían «donde ay una coluna a de aver dos torcidas»
Su dispositivo arquitectónico consta de banco, un cuerpo y ático, siguiendo el modelo que impuso en Sevilla el jesuita Alonso Matías en el retablo mayor de la antigua Casa Profesa. Matías, arrancando del retablo mayor del Hospital de las Cinco Llagas de Diego López Bueno, que había supuesto la introducción de las fórmulas escurialenses en Sevilla, crea una tipología de notable interés al incrustar en un sólo retablo toda una serie de grandes cuadros de altar, consiguiendo gran claridad arquitectónica en sus conjuntos a base de desarrollar el cuerpo inferior y reducir de modo considerable el segundo, que relegaba a la función de ático. (17 Palomero, Jesús M.: El retablo sevillano del Renacimientos análisis y evolución (1560-1629), Sevilla, 1983, pág. 474.)
Así pues, aunque el retablo del Espíritu Santo arquitectónicamente sigue el esquema de la Profesa, algunos de sus elementos estructurales y decorativos proceden del lenguaje empleado durante estos años por Juan de Oviedo el Mozo y sobre todo por Martínez Montañés, como se aprecia en el frontón partido que corona el núcleo central, o las columnas entorchadas o melcochafas. Sin embargo, el vocabulario ornamental purista debido a la influencia ejercida por los tratadistas se aprecia en las afiladas agujas sobre bolas en los tímpanos de los partidos frontones o en las bolas sobre pirámides truncadas.
De sus pinturas se conservan las siguientes: el retrato del donante en el banco, seguido en el primer cuerpo de los lienzos de la Imposición de la Casulla a San Ildefonso, Pentecostés y Santa Clara y en el ático el Nacimiento de Cristo y de la Virgen y Coronación de María.
A partir de esta obra que resultaría del agrado de patrocinadores y vecinos, le surgen nuevos clientes a Mateo Méndez: por un lado, la nobleza, que solicita retablos para sus capillas, como es el que en 1635 le encarga Francisco de Rojas Bastida; (18 A.M.G. Libro de Escrituras Públicas, años 1635, 1636 y 1633. Escribano Juan Sánchez Montejo, fols. 431r.-431v.) y por otro, las parroquias, que, bajo el beneplácito del Provisor de la Orden de San Marcos, contrataron con él la ejecución de sus retablos mayores, primero el de Santa María en 1638 (19 Ibídem, años 1637 y 1638, fols. 224r.-225v.) y un año después el de San Sebastián. (20 Ibídem, años 1639, 1640 y 1641. Escribano Juan Vázquez Tamayo, fols. 216r,-217v.) Nos sorprende, sin embargo, la ausencia de documentos que atestiguen su lagor en Llerena, ciudad donde vivió y tuvo su taller.
El precio convenido con Mateo Méndez para el retablo del Espíritu Santo fue de 8.300 reales, desglosados de la siguiente manera: dos partidas iniciales de 650 reales cada una, que corresponderían a los años 1632 y 1633, y los siete mil reales restantes en siete años consecutivos, a razón de 1.000 reales anuales.
La primera carta de pago, según el libro de fábrica del convento se realiza en Llerena en el año 1633 por valor de 2.200 reales, (21 A.P.G. Libro de Fábrica de] convento del Espíritu Santo de los años 1621 a 1695. Lib. 1, fol. 142r. ) efectuándose la siguiente en 1636 por 1.137; (22 Ibídem, fol. 141v.) otra más en 1639 por 1.200 reales (23 Ibídem, fol. 173r.) y finalmente en 1644 se le termina de pagar la cantidad estipulada otorgándole 3.736 reales de finiquito, aunque ya en esta fecha Mateo Méndez había muerto pues la libranza se hace a sus herederos. (24 Ibídem, fol. 209v.)
El dorado y pintura del retablo corre a cargo de Manuel Rodríguez, contratándose el 5 de julio de 1632, paralelo a su arquitectura, ante el escribano Diego Ortiz del Aguila, por el patrono del convento Juan González de la Pava. (25 A.M.G. Libro de Escrituras Públicas. Año 1632. Escribano Diego Ortiz del Aguila, fols. 577r.-578v., Ap. D1. núms. 11 y 12. )Y en junio de 1635 Alonso de Bonilla le otorgaba una escritura de fianza para poder pintarlo y dorarlo, (26 Ibídem, año 1635. Escribano Juan Sánchez Montejo, fol. 254v.) prueba inequívoca de que en esta fecha el ensamblaje y talla estaba ultimado y Manuel Rodríguez comenzaría ahora la pintura de sus lienzos y la policromía del conjunto.
La cantidad acordada con Manuel Rodríguez por la pintura del retablo fue de 5.000 reales y su cobranza se debía de realizar de la siguiente manera: 600 reales al entregar las fianzas, otros 600 cuando se hubiera construido la mitad del retablo y el resto en pagas anuales de 1.000 reales, a partir de su conclusión. Las pagas, sin embargo, se realizaron de diferenet forma según las cuentas del libro de fábrica del convento. Ya en 1633 recibía 1.500 reales a cuenta, dando una carta de pago en Llerena ante el escribano Francisco Sánchez Trexo. (27 A.P.G. Libro de fábrica del convento del Espíritu Santo de los años 1621 a 1695. Lib. 1, fols. 141r.-142r. ) En 1635 dio carta de pago por 1.479 reales ante Juan Sánchez, escribano de Guadalcanal. (28 Ibídem, foI. 141v. ) Además en abril de 1636 recibió 500 reales más, (29 Ibídem, fol. 142r. ) y otros 356 en 1639, (30 Ibídem, fol. 173r.) efectuándose la última con anterioridad a 1644, por la cantidad de 1.167 reales.(31 Ibídem, foI. 21r.) Las sumas de estas pagas concuerdan con la cantidad estipulada en el contrato. Para financiar las obras del retablo, el patrono y la abadesa del convento, tuvieron que recurrir a un préstamo de los capitales del mismo. (32 Ibídem, fol. 150r. y 150v)
En el friso del banco del retablo se lee una inscripción que dice: «Este convento fundó y dotó Alonso González de la Pava, a honra y gloria de Dios y de su Bendita Madre... (falta por destrozo) ...de Noviembre, siendo patrono Juan González de la Pava. Año de 1639». En 1936 sufrió algunos destrozos, perdiéndose las pinturas de la predella, y actualmente el retablo y, sobre todo, las pinturas se encuentran en total estado de abandono. (33 Hernández Díaz, José y Sancho Corbacho, Antonio: Edificios religiosos y objetos de culto saqueados y destruidos por marxistas en los pueblos de la provincia de Sevilla, Sevilla, 1937, pág. 130 Se hace relación del estado deplorable en que quedó la iglesia.)

Julia Mensaque Urbano
Revista de feria 2003

sábado, 13 de octubre de 2012

Mundos fantásticos, Mundos de utopías

"El diseño de utopías o la recreación de lugares y seres conocidos son los caminos que se ofrecen al creador de realidades imaginarias"
 
Quien quiera inventar una historia tendrá que figurarse, consciente o inconscientemente, un mundo en el que situarla. Puede que ese mundo exista como España o, lo que no es lo mismo, como el País de Nunca Jamás. Puede ocupar espacios terrestres, celestes o mentales, el reino del deseo o el de la abominación, el ámbito de los recuerdos o el de las profecías. Hay mundos bidimensionales, como la Planilandia del reverendo Edwin A. Abbott, donde se demuestra que las clases sociales son inevitables en cualquier dimensión: en Planilandia los trabajadores y los soldados son triángulos, los profesionales son cuadrados y pentágonos, y la nobleza se hereda a partir del hexágono. Las mujeres serían segmentos. Abbott era un círculo, es decir, un clérigo.
Igual que describimos pinturas que solo existen en la mente, cabe pintar o describir un país soñado, e incluso buscarlo en la realidad: Kublai Kan imaginaba territorios y le pedía a Marco Polo que viajara y verificara su existencia, y en Las ciudades invisibles, de Italo Calvino, Marco Polo describe a Kublai Kan lo descubierto en sus viajes, aunque los dos no hablen la misma lengua y, para decir “cuarzo”, el explorador saque de la bolsa un trozo de cuarzo, como si se expresara en el idioma que mucho después proyectarían los sabios de Balnibarbi, una de las islas que Gulliver visitó en el Pacífico. La sustitución de las palabras por las cosas que nombran ahorraría aire y evitaría el desgaste de los pulmones, alargando la vida.
Supongamos tres modos de generar mundos fantásticos. El primero consistiría en meditar sobre tierras que han alcanzado en el futuro o en el pasado, la perfección o la perversión, lo que llamamos utopías y distopías políticas. Platón supo de la Atlántida, estado ideal destruido por la soberbia, cuyos restos descubriría el capitán Nemo en 20.000 leguas de viaje submarino. Santo Tomás Moro realizó su sueño político en Utopía, isla sudamericana que condena la propiedad privada como fuente de todos los crímenes. Francis Bacon propuso una nueva Atlántida con propósitos más humildes que los de arreglar el mundo en general: pensaba más en la reforma de las universidades inglesas para bien de los humanos. Su científica Atlántida conoce la longevidad, las máquinas volantes y buceadoras, la producción de ilusiones y engaños con sonidos y luces, el análisis de orina y de sangre, toda clase de instrumentos de guerra. Vive ya, en 1627, cerca de nuestro temible presente. En la Zona Aérea Uno del Estado de Oceanía, en el futuro de 1984, George Orwell presintió en 1948 algunas curiosidades de nuestro hoy: la neolengua, para nombrar eufemísticamente la realidad, a la manera de los portavoces gubernamentales, o la telepantalla, que te mira cuando la miras, como nuestros teléfonos y ordenadores varios en conexión permanente.
Los lugares fantásticos se dividen en cuatro, según se extiendan en el pasado, el presente, el futuro o más allá del tiempo, pero todos son ideados y examinados desde la actualidad, tanto desde el presente del escritor, como desde el presente del lector, quizá siglos después. Una manera de pensar en el presente es fabular sobre mundos que a primera vista parecen disparates. El renacentista Rabelais inventaba sus lugares pantagruélicos por el gusto de burlarse de todos los poderosos de su época: islas sonantes donde las campanas de las iglesias martirizan sin fin los oídos, islas de hierro donde los árboles dan armas, islas de jueces gatunos forrados de pieles que se alimentan de corrupción. Jonathan Swift contó los viajes de Gulliver para hablar de las costumbres de sus contemporáneos, comparadas con las de los liliputienses de Liliput, las de los gigantes de Brobdingnag, o las de los caballos virtuosos y los humanoides brutales (los yahoos) de la Tierra de los Houyhnhnms. Esas bestias, los yahoos, son muy parecidas a los seres humanos: serviles con los superiores, se aburren y deprimen fácilmente. Lo extravagante nacía de lo más común, de la observación maniática de la realidad inmediata.
Contrastados con seres extraños, los humanos se vuelven también dignos de curiosidad, quizá grotescos en su impotencia para advertir lo arbitrario y lo estrambótico de sus mitos, sus constituciones, sus hábitos, incluso sus facultades naturales. H.G. Wells vislumbró una sociedad que juzga el sentido de la vista un cuento imposible o una monstruosidad: es el País de los Ciegos, en la cima del Parascotopetl, en Ecuador, donde se duerme de día y se trabaja de noche. Alguna vez el recelo ante la realidad inmediata convierte en monstruos a elementos cotidianos: John Wyndham publicó Los cuclillos de Midwich en 1957, en pleno terror a una nueva figura humana: los adolescentes de la música y las motos a todo volumen. La delincuencia juvenil se puso tan de moda como el rock. En Midwich aterrizó una noche una nave extraterrestre y, al cabo de un día sin conciencia y nueve meses más, nacieron los cuclillos, niños rubios y asesinos organizados en pandillas telepáticas.
El segundo modo de generar mundos fantásticos consiste en darle un nombre nuevo a un país ya existente. ¿Qué pasa cuando le cambian el nombre a un lugar real y a la Oviedo de tiempos de la primera Restauración la llaman Vetusta? Creo que se produce un extrañamiento que hace a la realidad más nítida, como filtrada por una lente de precisión. Así empieza Clarín La Regenta: “La heroica ciudad dormía la siesta […] En las calles no había más ruido que el rumor estridente de los remolinos de polvo”. Es Vetusta. La Macondo de Gabriel García Márquez no empezaba, sino que terminaba reducida a “pavoroso remolino de polvo y escombros”. Dicen que Yoknapatawpha, donde habitan las criaturas de William Faulkner, es en la realidad Lafayette County, un condado de Mississippi. Parece, en todo caso, un espacio en el que el mítico Sur no acaba nunca su caída, lenta como la del polvo en la luz que filtra una persiana.
Los novelistas le cambian el nombre a un lugar más o menos existente y lo transforman en una de esas bolas de cristal en las que cabe un pueblo sumergido. En esa burbuja se mezclan historia y mito, memoria e imaginación. Macondo puede caer cerca de una ciénaga de sirenas con cola de cetáceo y, a la vez, compartir la evolución habitual de todos los pueblos, del origen a la decadencia, entre plenitud y guerras, progreso agrícola e industrial, plagas de lluvia, viento, insomnio, desmemoria y soledad, hasta el fin del mundo. Los topónimos fantásticos suelen aislar el pasado, coagulándolo, obsesivo, como en la Comala de Juan Rulfo, pueblo de fantasmas con nombre de ciudad verdadera, una variante del procedimiento que estamos describiendo; o como en Región, provincia que podría doblar fabulosamente a la España detenida en la ruina de la guerra civil, entre la inmovilidad catatónica y la infatigable destrucción; o como en Celama, la meseta estéril de Luis Mateo Díez, donde los muertos siguen trabajando después de muertos la tierra que los rechaza. Celama, tan distinta, se acerca mentalmente a Mágina, memoria del país agrícola y perdido donde Antonio Muñoz Molina fue una vez un niño. Hay una visión de Mágina en la que aparece como sumergida (y sumergida bajo el agua acabaría parte de Celama y Región), con el reloj de la iglesia y del ayuntamiento “marcando un tiempo lento y profundo que resuena cada cuarto de hora en el bronce de las campanas, irradiando sobre la ciudad ondas concéntricas que se propagan como sobre el agua lisa de un lago o de un estanque”.
En Solaris, el planeta creado por Stanislaw Lem, los exploradores reciben la visita de sus más fieles fantasmas, que vuelven siempre. Solaris pertenece al mismo sistema solar que Comala, Celama y Región. Pero, a pesar de toda la distancia (la que separa la celebración de la condenación), quizá Mágina gire más próxima a Santa María, la ciudad imaginaria de Brausen, el personaje de Juan Carlos Onetti, inventada como una película que acaso no supere nunca el estado de ensoñación. No es Santa María el paraíso condenado de Mágina, porque solo es un limbo de mujeres infieles y hombres insensatos, astilleros lluviosos y burdeles portuarios, aunque también es la ciudad en la que alguien fue feliz, “veinticuatro horas y sin motivo”, y espera “la atmósfera de eterno presente donde es posible abandonarse, olvidar las viejas leyes, no envejecer”. El explorador del planeta Solaris puede decir de sus fantasmas lo mismo que el creador de Santa María: “Todos eran míos, nacidos de mí, y les tuve lástima y amor”.
El tercer modo de generar mundos fantásticos consiste en suponer condiciones biológicas, geológicas y atmosféricas que modificarían significativamente a los seres conocidos. Basta la presencia de un libro para originar transformaciones monstruosas en los habitantes de una ciudad, o así lo contó H.P. Lovecraft a propósito de Arkham, en Massachusetts, en cuya universidad se conserva el Necronomicón. Pero el gran creador de mundos Edgar Rice Burroughs recurre directamente al laboratorio, hibridando naturalezas diversas, inventando a Tarzán, enfrentando hombres-hormigas y gigantas que viven como abejas, o levantando en África una Londres habitada por gorilas agricultores que hablan inglés y obedecen al gorila Enrique VIII. En la corte viven las cinco esposas del rey y probablemente Santo Tomás Moro esté escribiendo ya su Utopía. Un científico ha injertado en gorilas material genético de personajes del siglo XVI, como su colega el doctor Moreau cruzaría humanos y bestias en la isla que hoy lleva su nombre, según H.G. Wells. Los herederos de Moreau y su colega londisimiesco trabajan hoy en la creación del superhombre, el supercerdo y la supercebolla.
Podemos considerar la Tierra entera un lugar de fábula: un inmenso animal que sangra si se le punza a la profundidad necesaria, como intuyó Arthur Conan Doyle, o, siguiendo a Sebastian Brandt, una nave de locos que bogan a la deriva hacia su tierra prometida, Narragonia. El universo más quimérico es el real, que acoge a todos los universos concebibles, y no existiría esta literatura de los mundos posibles o improbables sin el testimonio de los antiguos viajeros, mercaderes como Marco Polo o aventureros como los conquistadores españoles del Nuevo Continente. “En la ciudad de oro, Manoa, que los españoles llaman El Dorado”, Sir Walter Raleigh oyó hablar de los ewaipanoma, acéfalos con los ojos en los hombros y la boca en el pecho. Los arriesgados que siguieron a Alejandro y se adentraron en el oriente del oriente volvieron con visiones increíbles que siguen contándonos los paradoxógrafos griegos del siglo III antes de Cristo. Y navegantes como Odiseo y el Simbad que transitó el océano de las Mil y Una Noches siguen invitándonos, como Kublai Kan a Marco Polo, a salir a verificar la existencia de sus islas soñadas.
 
Justo Navarro.- Revista Mercurio

miércoles, 10 de octubre de 2012

Construcción del Convento del Espíritu Santo 1


El Mecenazgo artístico del Indiano Alonso González de la Pava en Guadalcanal (primera parte)


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El presente trabajo es una parte de mi memoria de licenciatura, inédita, El retablo del Renacimiento en la antigua Provincia de León de Extremadura: La comarca de Llerena. Sustentada en la Facultad de Geografía e Historia de Sevilla (8-VIII-1982). El texto íntegro y algunas de las fotos fueron publicadas con anterioridad en: Jornadas de Andalucía y América (3a. 1983.Santa María de la Rábida) “Andalucía y América en el siglo XVII...” t. II P59-79.
 
Julia Mensaque Urbano

En el archivo parroquial de Guadalcanal (Sevilla), se encuentran datos que atestiguan una importante emigración de vecinos a Indias en los siglos XVI y XVII, los cuales una vez acomodados en el Nuevo Mundo, enviaban limosnas y donaciones para fundaciones de capellanías, hospitales y conventos a su ciudad natal. (1 Ortiz de la Tabla Ducasse, Javier: Emigración a Indias y fundación de capellanías en Guadalcanal, siglos XVI y XVII, en «I Jornadas de Andalucía y América», Huelva, 1981, t. I, ofrece un interesante estudio sobre la precaria situación que por estos años padecían las tierras de la Baja Extremadura, concretamente el triángulo formado por las poblaciones de Guadalcanal, Llerena y Azuaga consecuentemente el alto porcentaje de sus vecinos que emigraron a América y una vez enriquecidos allí, legaron parte de sus bienes para fundaciones de capellanías). Prueba inequívoca de ello fue la proliferación de edificios que se levantaron en esta época, dando una configuración distinta al pueblo. (2 En relación con el empobrecimiento de la población extrerneña que motivó una gran emigración a Indias Cardalliaguet Quirant, M.: Estimación de los factores de la emigración extremeña en el siglo XVI, «Revista Estudios Extremeños », Badajoz, 1978, t. XXXIV, aduce una serie de factores causantes de este hecho como son las presiones fiscales de la hacienda real, así como las continuas enajenaciones de las encomiendas de las Ordenes Militares para subsanar la política bélica de los Austrias, además de la serie de contribuciones que por su parte imponía la iglesia, que recaían en los mismos sectores medios y bajos de la región, aumentando la indigencia y los deseos de emigrar para encontrar condiciones de vida más favorables). Mención especial merecen algunos de estos indianos como Jerónimo González de Alanís, el cual otorgó testamento en 1582 en la ciudad de La Plata en el Perú, disponiendo que se tomasen de su hacienda 30.000 pesos de plata corriente, se pusieran a renta y se fundase un convento de monjas de Santa Clara, una capellanía y un pósito. Alvaro de Castilla y Ramos, estando en Guanajuato, dispuso en su testamento, fechado en 1614, la fundación de un hospital y convento de Religiosas de la Concepción, señalándoles 500 ducados de renta. Uno más de estos ejemplos de emigrantes a Indias lo tenemos en Teresa de Morales, vecina de Panamá, que legó 3.000 ducados para establecer una capellanía en la iglesia mayor de Santa María. (3 Muñoz Torrado, Antonio: Santuario de Nuestra Señora de Guaditoca, patrona de Guadalcanal, Sevilla, 1918, págs. 22-24. De mis sondeos por los archivos de Guadalcanal he encontrado también algunos datos referentes a obras pías y capellanías, como son el testamento de María Páez, Vda. de Alonso Sánchez, fechado en 1613, en el que hace constancia de su fundación del convento de San Sebastián de Llerena, o la obra pía de los hermanos Freire Gálvez, uno Vicario General y otro Prior de la Provincia de León, que mandaron erigir una capilla en el altar mayor de Santa María, con capellanía servidera. Francisco de Rojas Bastída mandó también levantar una capilla en la parroquial de Santa María y contrató su retablo en 1635 según la escritura contractual que se conserva en el archivo de protocolos de Guadalcanal, a igual que el contrato fechado en 1636 entre Alonso Carranco Ortega y el mayordomo de la ermita de Ntra. Sra. de Guaditoca para edificar a su costa la nueva iglesia.
Aunque sin duda el más generoso de estos piadosos hombres y mujeres fue Alonso González de la Pava, que imbuido del sentimiento religioso de la época siguió la misma línea de mecenazgo providencialista que sus coetáneos al fundar el convento y hospital del Espíritu Santo. «Yo —manifiesta en la carta de dotación— hice donación entre vivos, y revocable, en la villa Imperial de Potosí, su fecha en cuatro días del mes de junio del año pasado de mil y seiscientos y doce, de cincuenta mil pesos, de a ocho reales cada uno, ... hasta sacarlos de la Casa de la Contratación de la ciudad de Sevilla, los quales fue Dios servido de que viniesen en salvamento, sin que dellos se perdiese cosa alguna antes, por ser las barras de plata en que vinieron de buena y subida ley». 4 (A)rchivo (P)arroquial de (G)uadalcanal. Libro de Fábrica del convento del Espíritu Santo de los años 1621 a 1695, lib. I, fol. 4v.-16r. Ap. Dl. núm. 1..
Fue en esta ciudad de Potosí donde Alonso González de la Pava hizo su fortuna en el negocio de la extracción de plata. Era por estos años de finales del XVI y principios del XVII una ciudad bien distinta del tipo clásico de ciudad colonial, pues contaba con una población heterogénea y numerosa entre las que se encontraban un gran número de personas ansiosas de enriquecerse con las minas de plata de «el Cerro», montaña de 4.890 metros sobre el nivel del mar en cuyas faldas se emplazaba. Buscadores de tesoros llegaban a la Villa Imperial de todas partes de América y España, dando lugar a un número considerable de ociosos que esperaban la fortuna y la suerte. En 1596 escribía Juan Pérez de Valenzuela al Rey que en Potosí «hay tres mil personas entre españoles, portugueses y de otras naciones, los dos mil gente moza, baldía y desocupada que no tiene otro oficio que jugar, beber, adulterar, robar y matar» 5 Helmer, M.: Luchas entre Vascongados y Vicuñas en Potosí, en «Revista de Indias», Madrid, 1960, año XX, pág. 186. Para darnos una idea del tipo de español ocioso, buscador de fortuna, llamado «soldado», nos da esta cita de la época bien ilustrativa del momento.
Otro sector numeroso e indigente de la población de la villa eran los indios, que soportaban el peso del trabajo de las minas en condiciones laborales a veces infrahumanas. Esto unido al clima crudo de Potosí que no eran capaces de sopor los indios traidos de comarcas más bajas, daba lugar a un alto grado de mortandad, 6 Capoche, Luis: Relación general de la Villa Imperial de Potosí, Ed. L. Hanke, (B.A.E., CXXII), Madrid, 1959, pág. 25. Hanke, L.: La Villa Imperial de Potosí, Sucre, 1954. y sin duda esta vivencia preocupó hondamente a Alonso González de la Pava, pues en una cláusula de la escritura fundacional del convento pide al capellán del mismo rece por los indios que han muerto «en la Villa Imperial de Potosí en el ministerio de labrar metales y beneficio de la plata». 7 A.P.G. Libro de fábrica del convento del Espíritu Santo de los años 1621 a 1695, lib. 1, fol. 5r.-6r., Ap. Dl. núm. 2.
Debido a la concepción providencialista del momento, todo el acontecer del hombre estaba transito de religión, vivía intensamente su fe; en su existencia lo que importaba era ganarse el más allá, y con este fin, como bien constata Alonso González de la Pava en la escritura de donación —«pretendiendo volver a Dios lo que me ha dado y servile con ello»— (8 Ibídem, fol. 4v., Ap. Dl. Núm. 1.) destinó íntegramente su capital en beneficio de este convento. A este gesto piadoso podemos añadir el hecho de no haber tenido hijos y quizá confluyera no poco en su decisión el haber vivido y labrado su fortuna en esta ciudad de ambiente relajado y cruel que caracterizaba a Potosí.
Para comenzar a labrar el edificio, González de la Pava se reservó 3.078 ducados y el resto del capital lo puso en rentas en los concejos de las villas de Guadalcanal y Quintana, dándole unos réditos de 1.334 ducados anuales, que él dispuso se repartieran de la siguiente manera: 700 ducados anuales para el sustento de las monjas y «para que se baya labrando —el convento— hasta que se acave»; (9 Ibídem, fol. 16r., Ap. Dl. Núm. 1.) 500 ducados para el patrono que él mismo nombrara, reservándose para él este cargo mientras viviera y los restantes 134 ducados como salario del capellán del convento.
 
Revista de feria 2003 
Julia Mensaque Urbano 

viernes, 5 de octubre de 2012

Guadalcanal 1833/1860


PROCESO DE CAMBIO DE PROVINCIA


Antecedentes.-

Recuerdo cuando era pequeño que mi abuelo Frasco me decía que yo era extremeño, ya que había nacido en la calle Minas y el andaluz, había nacido en la calle Las Huertas.
La creencia de que Guadalcanal en tiempos perteneció a dos provincias a la vez, Sevilla y Badajoz, perdura en el tiempo, y aun en la actualidad hay personas que piensan que el pueblo desde la calle hoy Andrés Mirón hacía arriba perteneció a Badajoz y el resto a Sevilla.
Guadalcanal desde la época Santiaguista que perteneció a la Provincia de León y al Priorato de San Marcos de León y después hasta que Francisco Javier de Burgos y de Olmos En 1833, al comienzo del reinado de Isabel II, bajo la regencia de María Cristina de Borbón, nombrado Secretario de Estado de Fomento bajo el ministerio de Cea Bermúdez y fue en ese cargo en el que estableció la división territorial por provincias, basándose en los planteamientos del Nuevo Régimen pero tomando como base la antigua división de los antiguos reinos de España; Esto se plasmó en el Real Decreto de 30 de noviembre de 1833 sobre la división civil de territorio español en la Península e islas adyacentes en 49 provincias, Guadalcanal perteneció a Extremadura en lo civil y en lo eclesiástico.
Nos situamos en 1833 cuando pasa a pertenecer nuestro pueblo a la provincia de Sevilla como filiación civil y al Priorato de San Marcos de León como entidad eclesiástica, dependiendo del obispado de Llerena y constituida como un arciprestazgo formado por tres parroquias: Santa María o Iglesia Mayor, Santa Ana y San Sebas¬tián, junto a varías capillas y ermitas y dependiendo de este obispado.
En esas fecha se produce otro hecho que ya hemos tratado en este blog, la antigua cortijada y posteriormente aldea de Malcocinado, se erigió como municipio independiente y pasó a formar parte de la provincia de Badajoz, según posterior Real Decreto de 12 de Abril de 1842, se propuso implícitamente una nueva denominación con el nombre de Villanueva de la Victoria, pero este nomenclatura no prosperó.
En lo eclesiástico, Malcocinado seguía dependiendo del obispado y priorato de San Marco de León, y en un boletín de este de fecha 1858, se cita que se crea la Parroquia de San Antonio de Padua en esta aldea y pasa a depender como filial a la de Santa María la Mayor de Guadalcanal, hasta que aproximadamente dos años después, abolidas las jurisdicciones anteriores, Guadalcanal pasó a la diócesis ordinaria de Sevilla y Malcocinado, a la de Badajoz.
Esta segregación supuso disminuir el término municipal de Guadalcanal, ya que según el decreto citado, hubo de ceder al nuevo municipio la franja de tierra comprendida entre los ríos Guaditoca y Sotillo hasta la zona conocida como el castillo de Valjondo.

Cambios Estructurales.-

Después de varios hechos delictivos en la localidad y caminos lindantes que desencadenaron robos y saqueos en los cortijos y la muerte por asesinato del vecino de la localidad Antonio Vázquez Mena, se acordó en pleno municipal celebrado el 11 de Enero de 1852, siendo alcalde y presidente de la corporación D. Leandro López de Ayala y Montero de Espinosa, dirigir escrito al Gobierno Civil de la Provincia de Sevilla, para solicitar la instalación de una casa cuartel y dotarla de una partida de la Guardia Civil, cuerpo de seguridad creado mediante Real Decreto de 28 de marzo de 1844.
En el año 1854, siendo alcalde presidente de la villa D. Miguel Ramos, en sesión de 30 de Junio, se propone dotar de una cantidad de dinero para la construcción de un cementerio municipal, como es sabido, hasta aquella fecha se disponían los enterramientos en las parroquias más cercanas al domicilio del finado.
Para esta construcción se acordó la zona del Prado de San Francisco, sobre las ruinas del antiguo convento franciscano de la Piedad y San Francisco, solicitando la debida autorización, mediante exposición documentada a la autoridad eclesiástica con sede en Llerena.
En esa misma exposición y ante el gobernador eclesiástico de Llerena D. Pedro Nogales y Granda, el Ayuntamiento solicita la cesión de las capillas de Los Milagros y San Vicente para construir en las mismas la Casa Consistorial y dependencias municipales de las que en la época se carecía, ya que no eran útiles, debido a considerarse innecesarias para el culto y la proximidad de las iglesias de San Sebastián y Santa María.
Estas solicitudes fueron concedidas por la cúpula eclesiástica, pero finalmente, tras la gestión en Madrid de D. Ignacio Sánchez Martínez, la casa Consistorial se construyó sobre las ruinas del palacio de los comendadores de la Orden de Santiago, que durante siglos habitaron o visitaron la villa.
En el año siguiente se termina la construcción del cementerio municipal, acordándose llamarlo de San Francisco, en recuerdo del convento que allí existía con anterioridad, procediendo a su inauguración junto con el Paseo de la Cruz.
Nos detenemos en el año 1856 y finales de la década, es cuando nuestra villa recibe un impuso económico, por una parte, el Ayuntamiento recibe en la persona de D. Luís López de Ayala de la Real Hacienda de España, gran parte de la dote concedida por los gastos ocasionados durante la pasada Guerra de la Independencia a este municipio, por otra, la corporación municipal decidió vender algunas dehesas y cortijadas a particulares, para ello se nombró una junta pericial designado presidente de la misma a D. Antonio Llamazares.
Fue precisamente en este último cuatrienio, cuando se llevó a cabo una gran transformación urbanística en Guadalcanal, adecentamiento y empedrado de calles, rotulación de las mismas, numeración de las viviendas y adecuando lo que hoy conocemos como Plaza de España, pasando a ser el centro neurálgico y económico de la población y que perdura siglo y medio después.

Fuentes.- Leopoldo Tena y autor

Nota autor.- Leopoldo Tena, fue una persona que debido a su trabajo como funcionario del Ayuntamiento durante muchos años y a su inquietud por desvelarnos datos de Guadalcanal rescatados del olvido, escribió varios artículos muy interesantes sobre la historia de Guadalcanal en las Revistas de Feria de los años 70 del pasado siglo, se le quedaron muchos otros en apuntes escritos a mano y en aquella vieja Olivetti, apuntes que imagino que conservaran sus hijos.
Yo tuve ocasión de conocerlo en los últimos años de su vida, recuerdos que me llevan a aquella pequeña sala de la calle Milagros, donde me recibía sentado en la mesita junto a la ventana y pasábamos horas, él hablando del pasado y yo tomando apuntes.
Fruto de estos apuntes rescatados de un viejo archivo que conservo y algunas amarillentas fotocopias de cuartillas que el me dio, junto con otros datos recopilados, he confeccionado este articulo y los próximos que escribiré de parte de la historia de nuestro pueblo.

A Leopoldo Tena, agradeciendo que me despertara el interés por nuestra rica historia y a su esposa Lola Gómez, que me enseñó a leer, escribir y a amar los libros.- Rafael Candelario Repisa

miércoles, 3 de octubre de 2012

Desplegas el capote y lo llamas


Porque vive en torero 


Supongo que tendré enemigos pero son tan estúpidos que no me importan.” de Morante de la Puebla, matador de toros.
 
“Vivir en torero” es llevar hasta el último suspiro el amor por una forma de vivir y de entender la propia existencia.
De cómo vestir, caminar o hablar. De cómo relacionarse en un mundo paralelo a la sociedad en la que vive el resto de la humanidad. Sentir tarde tras tarde la sensación de volver a nacer. De vivir en un planeta donde todos sus semejantes miran de espaldas a la muerte, palabra tabú, y en el que ellos la miran fijamente a los ojos sin pestañear.
Y por todo esto mucho se escribe, se lee, incluso se intuye, sobre los toreros que llegaron a ser figuras. Mortales, a los que el milagro de la fortuna tocó su esportón y tomaron el cielo de la gloria, con dinero, fama y donde el camino de la historia se rinde a sus pies.
Me llega a la memoria la historia de un modesto colombiano que arribó en España con el objetivo de encontrar fortuna en el toreo, y se convirtió en César. Un hombre sencillo que mientras enloquecía a la plaza más importante del universo con su toreo, su familia moría víctima de un incendio, producido por una de las velas colocadas en la capilla improvisada que reinaba en su austera casa de Bogotá. Llegó al toreo con los bolsillos vacíos y el toreo se los llenó. Llegó silencioso y salió con el bullicio de la fama.
Entró por la puerta de atrás y salió por la puerta grande.
Pero muchos son, han sido y serán, los que su nombre no suene tan alto. Los que su nombre no llene ferias o revistas. Los que su nombre se escribe con letras de humildad y anonimato. Toreros sin fama, que el caprichoso destino sacará de la carrera soñada, o con más fortuna, sobrevivirán, no sin esfuerzo, bajo la larga sombra que las figuras proyectan al paso sus éxitos.
Estos héroes anónimos suponen un ejemplo de perseverancia, disciplina y fuerza de voluntad para alcanzar un sueño que la vida puso muy lejos.
Imaginemos ser ellos, concibamos por un momento no tener ningún festejo firmado. Levantarse por la mañana y trabajar duramente cuerpo y mente como si más de cien corridas hubieran esperando.
Una carrerita y mucho toreo de salón, y algún tentadero suelto en el que avisa precipitadamente un ganadero amigo.
Al día siguiente, más carreras y más salón, salpicadas por unas cuantas llamadas de móvil que se hacen muy caras cuando apenas entran unos pocos euros en la cartera.
Llamadas que buscan la compasión de algún personaje del mundo que te “ponga” en cartel. Y te lo promete hoy, pero mañana se olvida. Pasado, más deporte y más toreo imaginario.
Y van pasando los días, semanas, meses y años. Y tú, sigues madrugando, entrenando y viviendo “en torero”. En tu particular situación de torero.
Las diez de la mañana y suena el móvil. Dejas la muleta sobre el suelo, y sudoroso te muestras ilusionado al descolgar.
—Dígameeee…- contestas con el deseo de que te llamen para torear. “Oye, que soy Fulano, que si quieres te pongo con el de Mengano Tomamos un café y te cuento”.Te ofrecen una tarde en plaza importante, pero la letra pequeña se muestra clara: corrida dura, sin muchas garantías sobre el papel, esa que no quieren los que pueden elegir.
Pero no se puede rechazar.
Es una oportunidad que en tiempos jodidos no se puede rehusar. Si dices “no”, hay veinte esperando para decir “sí”… y el tren no espera.

Los días pasan y la fecha se acerca. El humor cambia y la presión machaca tu mente sabiendo que un futuro mejor puede llegar si la tarde se da bien. Pero la economía no da para repararse concienzudamente en el campo. Convendría matar algún toro a puerta cerrada y tentar alguna vaca para “ver pitón”. No hay dinero y habrá que conformarse con la buena voluntad del viejo amigo ganadero, que te vuelve a prestar su casa para prepararte.
Llega el día. Por la mañana, los nervios que te devoran por dentro hacen de ruin despertador y amaneces majado. Los pensamientos que te nublan la mente, fruto de la presión, no te dejan vivir en paz. Pasan los minutos que parecen horas.
Apenas comes, y en el restaurante del discreto hotel donde te alojas, esperas la llegada del banderillero de confianza de la cuadrilla que esta tarde bregará en tu cuadrilla.
Aparece, y tras un escueto saludo te comunica la buena noticia de que el mejor lote es para ti.
Cuenta que el sorteo te deparó el lote más bonito, con mejor cara (retorciendo los brazos simulando la forma de los cuernos para apoyar palabras que no suenan muy convincentes…), ¡y el que querían todos! , Dos peritas en dulce…
Curiosamente, las cuadrillas de los otros dos compañeros de cartel, también trasmitirán el mismo mensaje a su matador.
Ellos, también “se han llevado el lote…”
Las cuatro. Tras una ducha y afeitado, hay que empezar a vestirse. El amigo que siempre te acompaña, esta tarde será mozo de espadas. Rezas y suspiras anhelando una buena tarde. Sientes la imposición de tu propia historia. No se puede fallar.
Apareces en la plaza, tras un viaje en la Vito que se ha hecho interminable. Poca gente te espera en el camino que separa la calle del patio de cuadrillas. Hoy tampoco hay paparazzis ni adolescentes extasiadas por una foto.
Paso por capilla, y siete pliegues en el capote de paseo lo acomodan a tu cuerpo tembloroso. El rostro pálido y las piernas convulsas. La muerte se pasea por tu cara contorneando su negra figura como una fulana en busca de atención, pero no la miras.
Estás con la mirada perdida observando la estampa de una imagen perversa que no quieres volver a ver. Esa dama es la desesperación.
Los alguacilillos toman el ruedo, y tras su breve puesta en escena, se paran frente al oscuro túnel para invitarte a salir. Suena un pasodoble, pero apenas lo oyes. Estás dentro de una burbuja que te aísla de la luz que te rodea, para introducirte en un perturbador cosmos donde sentirse solo.
Aparece el toro. Contemplas su salida acordándote de la madre del banderillero que te lo anunció como idílico. Una mole negra con mucha leña, y desparramando la mirada, te invita a salir del burladero.
Desplegas el capote y lo llamas.
El toro se muestra complicado, y tú, lleno de voluntad intentas hacer faena imposible.
Imposible por mala condición del toro, e imposible por ser torero poco rodado y carente de la capacidad que da torear mucho.
La tarde se esfuma, y en su huída, ilusiones de un hombre abatido le acompañan.
Probablemente la tarde siguió un guión previsible, donde el toro peliagudo se encuentra con torero bisoño.

Imaginemos ahora, a ese torero despertándose al día siguiente y levantándose de la cama. Sin contratos, sin crónicas alabando el oficio sin palmeros oportunistas que se arriman al triunfo…
Pues imaginemos también, que ese hombre decaído seguirá soñando con el triunfo y tardes de gloria. Seguirá entrenando duramente y sacrificando una vida entera en beneficio de una quimera…

…Porque vive en torero.

 
Un gesto, una mirada o una palabra bastan para delatar quien es torero de quien no lo es. Porque como bien se reza, “no basta con ser torero, también hay que parecerlo”...

Texto.- Juan Iranzo Soler (La fragua del Pensamiento)