By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



sábado, 29 de diciembre de 2012

Guadalcanal 1933

Noticias de los Mesones

Guadalcanal, Febrero 1933

--Tiene acordado este Ayuntamiento el pago a los diversos propietarios de las distintas parcelas expropiadas para la construcción de la carretera de Guadalcanal a Malcocinado, en la cual se está haciendo el ramal para la construcción de un puente sobre la vía férrea, quedando con estas obras terminada dicha carretera hasta los limites de este término municipal.
—Se encuentran delicadas de salud, habiendo tenido que guardar cama, las simpáticas y distinguidas señoritas Lucrecia Llamazares Caravaca y Carmela Muñoz Cabello, a las que deseamos rápida mejoría.
—En la iglesia parroquial de Santa María, recibió el día 14 las aguas del Bautismo, de manos del párroco D. Pedro Carballo Corrales, una hija de este administrador de Correos, D. Federico Montserrat, y de su esposa, doña Rosario Bermejo.
—En los primeros días de este mes tomó posesión de los terrenos denunciados para la intensificación del cultivo a los herederos de D. Anselmo Ollero, en la finca El Hornillo, el delegado del director general del Instituto de Reforma Agraria, los cuales le fueron asimismo entregados por dicho señor al obrero Antonio Espínola, que representa en esta localidad a la Sociedad de obreros trabajadores de la tierra, que para este caso concreto la forman unos cuarenta jornaleros y obreros del campo.

Guadalcanal, Marzo 1933
Obreros del campo de esta localidad afiliados al Sindicato Agrícola y Ganadero, han intentado en varias ocasiones ocupar varias fincas de este termino municipal, propiedad de terratenientes que las tienen abandonadas de sus labores e impiden su transformación en tierra productiva, negando a los jornaleros agrícolas salario y pan.
La mesura de las autoridades locales y la intersección del delegado de la comisión técnica provincial han mediado para que estas protestas no se conviertan en lamentables incidentes, comprometiéndose este último a una inmediata solución por parte gubernamental, en este proceso están afectados un censo de más de 300 obreros y jornaleros del campo de esta localidad.

Guadalcanal, Abril 1933
Sabemos que en las visitas realizadas por el ingeniero agrónomo de la Delegación Técnica Provincial han sido reconocidas algunas fincas rústicas de este término, para dar cumplimiento al decreto del ministerio de Agricultura, relativo a la intensificación de cultivo, habiendo sido denunciadas hasta hoy más de mil hectáreas de terreno.
Notificados los propietarios afectados por estas denuncias, todos exceptuando a don Guillermo Ollero, vecino de Béjar (Salamanca), se han comprometido a sembrar las mencionadas hectáreas de terreno.
Las 150 hectáreas aproximadamente del Sr. Ollero, que como decimos no es vecino de ésta villa, serán sembradas por cuarenta obreros a que alcanzará este asentamiento.
Del censo obrero (más de 300) que el partido socialista formó y entregó a la Alcaldía, en solicitud de asentamiento, quedan pendientes más de 250. Hoy dicen que la Comisión Técnica Provincial ha solicitado de la Alcaldía y del Sindicato Agrícola local el censo de ganado de todas clases, fijo y trashumante, en este término, con expresión de la extensión de tierra ocupada por dicha ganadería.
—La idea para constituir en ésta una Sociedad anónima dedicada a la fabricación de aceites de oliva y de extracción del orujo, de las cosechas de los propietarios de este pueblo, ha tenido calurosa acogida.
En la noche del pasado día 9 se celebró una reunión de los interesados, acordándose por los asistentes, el nombramiento de una Comisión gestora, para formación de presupuestos de instalación, creándose acciones únicas de a cien pesetas cada una, pagaderas en cuatro plazos y en el tiempo de dos años, señalándose, no obstante, iguales derechos, y participando en la liquidación anual, proporcionalmente, el capital aportado.
Han sido inscriptas ya más de 700 acciones, que serán, seguramente, aumentadas antes del cierre definitivo de opción.
Gustosamente damos cuenta de dicho proyecto, por el que los venimos vienen propugnando hace más de quince años, y felicitamos a sus iniciadores.
—Nos informan que el Círculo Recreativo celebrara, en un amplio salón los bailes de Carnaval y Domingo de Piñata, contando ya con el concurso de la orquesta local.
Asimismo, el Círculo Republicano Progresista organiza para dichas fiestas bailes, que se celebrarán durante los mencionados días.

Hemerotecas
Rafael Spínola

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Benalija en primavera


Arroyo de Benalija, 18 de abril de 2009

Desde temprano, a eso de las 07.00 h, vamos organizando la recogida de activos humanos que finalmente van a concurrir a la llamada de Alfonso García. La primera aproximación seria es en la Rotonda Olímpica, la del Alamillo. Desde allí salimos con dirección a Cazalla de la Sierra; ya que en el bar Gallina tenemos previsto el punto desde donde organizaremos el reparto de coches.
Desde ahí atravesamos Cazalla y nos dirigimos por la carretera de Guadalcanal hasta, tras bajar la Cuesta del Gallo, el puente que pasa por encima de la Rivera de Benalija. Mientras van llegando todos los vehículos cuatro coches se dirigen hasta el punto final de nuestra ruta, tres quedan allí y regresan los conductores en el coche de Pedro Vera.
Es al llegar de nuevo al puente cuando comenzamos nuestra andadura, para ello primero pasamos una alambrada paralela a la carretera. Desde el inicio los rastros de conejos son abundantísimos. El color grisáceo del día es un aliciente más en nuestro camino, las abundantes hierbas mojan nuestros perniles. El Cerro Monforte nos da la bienvenido a nuestra izquierda, cerrando el valle por el norte y el Monte San Antonio, guarda el camino por el margen izquierdo del arroyo, al sur. Si vas en silencio y atento el San Antonio te puede dar alguna sorpresa, en forma de cierva. Como medida de prevención, dado que somos 29 y el camino se hará más enrevesado, Antonio Negrete pone en marcha el operativo radiofónico.
Hubo que sortear, ya lo sabíamos, con cierta habilidad los arroyos Molino, primero, y Mezquita, un poco más tarde, antes de llegar a la zona de El Chorreón; sitio este donde aparecen calizas que indican que el fácil camino va a tornarse algo indisciplinado; el río se encajona y muestra una gran belleza a su paso. Estas calizas guardan nidos de grandes rapaces; como bien sabe Manolo Rodriguez. Espejo.
Al poco nos reagrupamos y tomamos un tentempié. Cuando comienzan las primeras gotas de lluvia que traen a mi cabeza el poema de D. Antonio Machado: "En Abril, las aguas mil"; el cuál no se de memoria pero ahora abusando de libraco transcribo para todos. En el ejercicio mental cámbiese el Duero por la Rivera de Benalija y veréis como todo lo demás cuadra.
Son de abril las aguas mil.
Sopla el viento achubascado,
y entre nublado y nublado
hay trozos de cielo añil.
Agua y sol. El iris brilla.
En una nube lejana,
zigzaguea
una centella amarilla.
La lluvia da en la ventana
y el cristal repiqueteo.
A través de la neblina
que forma la lluvia fina,
se divisa un prado verde,
y un encinar se esfumina,
y una sierra gris se pierde.
Los hilos del aguacero
sesgan las nacientes frondas,
y agitan las turbias ondas
en el remanso del Duero.
Lloviendo está en los habares
y en las pardas sementeras;
hay sol en los encinares,
charcos por las carreteras.
Lluvia y sol. Ya se oscurece
el campo, ya se ilumina;
allí un cerro desparece,
allá surge una colina.
Ya son claros, ya sombríos
los dispersos caseríos,
los lejanos torreones.
Hacia la sierra plomiza
van rodando en pelotones
nubes de guata y ceniza.
Continuamos camino, teniendo que hacer alguna mini-escalada que unida al terreno mojado ponen un punto de intriga a la trocha.
La espera de algún rezagado. Los conejillos, las colleras de perdices, los animalillos aprimaverados, en fin… ¡Qué bonito es el amor! Hasta alguna orquídea despunta entre tanto colorido floreado.
Al llegar a un coscojal la fina lluvia hace una tregua y, en una curva del camino, decidimos parar a comer. Al reiniciar el andar encontramos un nido de mirlos, tras una rápida foto nos alejamos con respeto del mismo para no importunar a las aves. Poco queda para llegar frente a las Cuevas de Santiago, cuna de incipientes humanos. De los primeros que se conocen en estas sierras. Intento imaginar como serían estas selváticas tierras hace 7000 años, la vida de nuestros ancestros, sus recolecciones de frutos, etc.
A partir de aquí los más valientes, 17 en total, deciden cruzar la garganta que con el Banasto a la derecha nos separa del puente sobre la cola de El Pintado que será fin de nuestra ruta. Los otros 12 temerosos, ante el susto que les da pasar la garganta no tienen más remedio que subir el Cerro Banasto y en la bajada el Dios Búho les castiga con un fortísimo chaparrón, por miedosos.
Después recogida de coches, alguno hizo la Cuesta del Gallo hasta cuatro veces, y ante la persistente lluvia “la espantá” de parte del grupo, del que no todos nos pudimos despedir. Aún así una buena parte de él nos dimos un cafelito en “La Posada del Moro”, Cazalla. Besos, abrazos y hasta pronto.
Batolitos…¡Al Monte!

En Utrera, a 21 de Abril de 2009

sábado, 22 de diciembre de 2012

Creación de Ríos

 Tras el vuelo del  Apolo 9 

Así él lo quiso. Nació en Guadalcanal, que es nacer en Sevilla, en España, en Europa, en fin.
He aquí por qué cuando las cámaras televisivas se detuvieron ante el departamento que se tragó a los tres hombres del espacio norteamericanos, terminando de este modo una de las mejores —por la técnica perfecta, por la novedad de lo transmitido— retransmisiones habidas, hasta ahora, desde el Nuevo Mundo, en este viejo pudimos quedarnos embriagados, con razón sobrada, de alborozo, de intenso regocijo.
Un apasionado sevillanismo disculparía, qué duda cabe, si, para justificar ese desbordado contento, se trajese a relación cómo el error de un marine, viajero por nuestro solar y al que la Renfe puso ante el lugar del nacimiento de Pedro Ortega Valencia y de Adelardo López de Ayala, admiró la influencia de su «batalla de Guadalcanal» en el nombre con que aquel blanco letrero, de la estación férrea le ilustraba del de la población que desde el tren veía; siendo, como fue, un guadalcanalense, el Maese de Campo de aquella expedición de Mendaña descubridora del archipiélago Salomón, quien dio el nombre de su pueblo natal a la isla mayor, por cierto, de todas las del grupo, que andando el tiempo llegaría a ser escenario de la ya celebérrima batalla.
O si,  con igual propósito, se recordase que mientras duró la noticia reina del pasado 13 de marzo, fue repetirla una vez y otra, por boca por locutores de todas las hablas, una palabra española, de origen arábigo, con significado simbólico: «Creación-De-Ríos».
O si, en el mismo empeño, se centrase la atención en las singulares inscripciones de las gorras de larga visera con las que agasajaron a los tres recién llegados a bordo del portahelicópteros, inscripciones en las que los más vigorosos rasgos hacían destacar, con mucho, la misma sevillana palabra: Guadalcanal.
O si, tercos en la intención, pretendiérese que se adivinase la forma elegante de aparecer escrito este nombre nuestro en los costados del buque estadounidense; ya que las cámaras, por operar sobre éste, fueron impotentes para hacérnosla ver.
O si, por acabar recreándose con recuerdos, pusiérese al día que este pueblo, inmerso hoy en blancores refulgentes de enjalbelgado, denominado «Siripo» por los romanos, por los árabes «Uad-el-Kanal», ocupa la pluma de Cervantes a fuerza de criar ricos caldos y, antes, en el segundo decenio del siglo XVI, da cuna a quien «descubrió otra (Isla) de quatrocientas leguas de circuito y tomó en ella posesión y la llamó Guadalcanal por ser de allí natural.
Más, para qué justificaciones, si lo cierto ha sido que en la memorable e histórica jornada estuvo presente Europa, por ella España y por. España Sevilla con este nombre: Guadalcanal.

Pedro Porras Ibáñez
Guadalcanal 22 de Marzo de 1969 

El USS Guadalcanal (LPH-7), fue el tercer buque de asalto anfibio de la base Iwo Jima, que sirvió en la Armada de los Estados Unidos. Fue el segundo buque de la Armada en llevar el nombre en honor de la Batalla de Guadalcanal, ocurrida durante la Segunda Guerra Mundial en el archipiélago de Salomón.
Fue puesto en grada en los astilleros Philadelphia Naval Shipyard, Filadelfia, estado de Pensilvania (USA) el 1 de Noviembre de 19de 196361.
 El 16 de marzo de 1963,  fue botado siendo la madrina del acto la esposa del  General David M. Shoup, comandante que fue del Cuerpo de Marines USA. Entró en servicio el  20 de julio de 1963,  y su primer Comandante fue el Capitán  Dale K.Peterson.
Durante su vida operativa participó en dos recuperaciones de astronautas y su naves, la primera fue el  21 de Julio de 1966, cuando recuperó la nave Gemini 10 en el Océano Atlántico  al este de Cabo Kennedy, y el 13 de marzo de 1969,  cuando recuperó el Apolo 9 cerca de las Bahamas.
Fue dado de baja el 31 de marzo de 1994,  y asignado a la Flota de Reserva de Defensa Nacional. El  19 de mayo de 2005, fue hundido durante unos ejercicios.
Archivo.- Rafael Spínola

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Cádiz 1812 "Viva La Pepa"


Aquí yace media España, murió de la otra media

Quisiera estar en Madrid ahora, escribió la escritora inglesa Mary Godwin.
La esposa de Shelley, el gran poeta del romanticismo inglés, se refería al cambio producido en España después de que el rey Fernando VII se viera forzado a restablecer la Constitución de Cádiz. Era 1820 y el pronunciamiento militar de Riego había iniciado la efímera monarquía constitucional que hizo de España el gran enclave revolucionario de la Europa continental, dominada entonces por el orden absolutista salido de la cabeza de Metternich. Fue en estas fechas, precisamente, cuando la palabra liberal, que había adquirido su acepción política en Cádiz, durante las Cortes de 1810-1812, se extendió por todo el mundo. Y fue también entonces cuando la Constitución de 1812 se tradujo a las lenguas más importantes de Europa. Adoptado por los liberales de Nápoles y de Piamonte, calcado en Portugal, radiografiado en América, el primer texto constitucional español resonaría con fuerza hasta en Rusia, donde los decembristas de 1825 se miraron en el espejo de los diputados de Cádiz. Como reconociera el propio Shelley, España fue, entre 1820 y 1823, la esperanza y el faro político de todos aquellos hombres de acción que anhelaban dinamitar una Europa custodiada por el absolutismo de la Santa Alianza.

Un pueblo glorioso vibraba de nuevo
iluminando las naciones: la Libertad
de corazón a corazón, de torre a torre, sobre España
esparciendo un fuego contagioso en el cielo
brillaba…

Sin embargo, España ya había aparecido antes como un signo de esperanza en Europa. Shelley escribió “un pueblo glorioso vibraba de nuevo”, porque la primera ocasión en que la maquinaria militar de Napoleón había tropezado con unas fuerzas irregulares —movilizadas por un estímulo semejante al de ¡la patria en peligro!— había sido en 1808, y en España. Como recordaba Stendhal aquí, en España, había comenzado el principio del fin para los planes homéricos de Bonaparte, quien había juzgado a los españoles demasiado de prisa.
“Napoleón”, escribe, “quedó muy sorprendido. Había creído habérselas con prusianos o austriacos, y pensaba que disponer de la corte era disponer del pueblo. En cambio, se encontró con una nación”.
No puede negarse que la historia, cualquier historia, es mucho más que un ramillete coloreado de jornadas históricas. Pero tampoco que hay acontecimientos que marcan la geografía política y cultural del mundo, sucesos que no pueden ignorarse si no queremos dejar de contar la aventura de la historia. Tras dos años de acaloradas disputas, dos años de reformas febriles que sirvieron para desguazar la estructura del Antiguo Régimen, los diputados gaditanos aprobaban una Constitución. Promulgada bajo un torrencial aguacero el día de San José de 1812, fue pronto conocida como la Pepa. Mientras al otro lado de la bahía los invasores celebraban la onomástica de José Bonaparte, los patriotas echaban un pulso al rey invasor con esta nueva ley suprema, que había de consagrar la libertad frente a la tiranía, el derecho frente a la arbitrariedad.
La cohesión de las tierras de España manifestada en la guerra de la Independencia —la guerrilla es una prueba de ella— y el gran seísmo nacional de las Cortes de Cádiz demuestran que la nación ya palpitaba en el siglo XVIII, latente, gestándose en el discurso de los reformistas del despotismo ilustrado y de los hombres de letras y de acción de la generación de Quintana y Marchena, hechizados por el ejemplo de la Revolución francesa. Las referencias a un carácter nacional español determinado por la geografía, el clima, la historia o las costumbres, son muy frecuentes entre los ilustrados españoles. Si ya en el último cuarto del siglo XVII el conde de Fernán Núñez había utilizado la expresión “el genio de la nación”, avanzada la siguiente centuria proliferaron conceptos semejantes en los escritores de la Ilustración.
A partir de entonces, términos como España o Francia asumen una forma nacional y empieza a perfilarse una imagen política de esos países que se superpone a la idea de unos territorios cuyo único vínculo era el ser súbditos de un mismo rey.
Pieza clave de las democracias modernas, la libertad de expresión fue la primera de las libertades proclamadas en 1810. Y gracias a ella los inquietos diputados de Cádiz acabaron con la oscuridad de siglos de bloqueo informativo, pudieron desarrollar el primer debate político sin censura de la historia de España y afirmar los principios liberales que habrían de inspirar la Constitución de 1812. Conceptos como soberanía nacional o separación de poderes no auguraban nada bueno a los defensores del viejo orden que, como el obispo de Orense, acusaron a las Cortes de alterar de raíz la naturaleza de la monarquía española.
La Constitución de Cádiz resumía la labor legisladora desarrollada por las Cortes y recogía el diccionario político del liberalismo español. En su deseo de evitar interpretaciones contrarias al espíritu constituyente, los padres de Cádiz regularon hasta el detalle todas las cuestiones relacionadas con la vida política y los derechos de los ciudadanos. Su idea de nación quedó plasmada en el diseño de un Estado unitario, que afirmaba los derechos de los españoles en su conjunto por encima de los históricos de cada reino. “Los diputados representaban a la nación”, lo que significaba la eliminación de cualquier otra representación, regional o corporativa, lo que ya carecía de sentido en una España dividida en provincias y municipios. Los parlamentarios de Cádiz habían dado un nuevo paso adelante en el proceso de centralización política y administrativa emprendido por los Borbones. Y al mismo tiempo, con el objeto de hacer real la igualdad de los ciudadanos, proyectaban una burocracia centralizada, una fiscalidad común, un ejército nacional y un mercado libre de aduanas interiores, cimientos sobre los que la burguesía construirá la nación española, a lo largo del siglo XIX.
Sin embargo, esta nación heroica y generosa en Madrid y Bailén, anticipativa y elocuente en Cádiz, doblaba la cerviz ante Fernando VII, que volvía a España cuando aún los muertos palpitaban en la tierra, entre la esperanza ganada por la burguesía en la ciudad andaluza y la nostalgia de los privilegiados, deseosos de recuperar el mundo inmóvil del Antiguo Régimen. En los primeros días de mayo de 1814, el Borbón declaró ilegal la convocatoria de las Cortes de Cádiz, borró de un plumazo las reformas imaginadas en el papel, restauró la Inquisición y devolvió sus antiguas prebendas al clero y la nobleza. El golpe de Estado del rey felón, con su fúnebre cortejo de venganzas, comisiones militares, denuncias y patíbulos, roturó los campos y ciudades de la Península, con la sangre y la tristeza del primer gran exilio de españoles perseguidos a muerte por otros españoles. 
Había nacido el gran mito de Cádiz.
El naufragio de la Pepa en 1814 no solo constituye un hecho de la historia de España: se inscribe, en realidad, en la liquidación del tremendo conflicto que Churchill consideraba una verdadera “Primera Guerra Mundial”, y que había comenzado en 1789 con la Revolución francesa. Desde 1792, los sucesos de Francia proyectaban su onda expansiva sobre el mundo occidental, y también desde entonces comenzó a verse que sobre el favor de las masas se iba erigiendo un poder despótico, que con la Convención tuvo el signo de la agitación revolucionaria y que luego, con Napoleón, se asentó bajo la forma de un orden cesarista. El Congreso de Viena fue el intento de clausurar aquel capítulo, aunque ya estaba abierta la caja de Pandora de la modernidad política y social: lo que vendría después, en el decurso del siglo XIX, serviría para demostrar que el fenómeno no tenía vuelta atrás.
La segunda oportunidad para la Pepa llegó en 1820, cuando el malestar generado por la crisis económica y la ineficacia de los gobiernos absolutistas estallan en un nuevo levantamiento militar que encabeza el censo de pronunciamientos triunfantes del siglo XIX. En nombre de las libertades gaditanas, el general Rafael Riego se sublevó en el pueblo sevillano de Las Cabezas de San Juan y el furor revolucionario se propagó por las ciudades españolas, asediando a Fernando VII que, temeroso, se ve empujado a jurar la Constitución de 1812.
“Marchemos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional”. El Borbón hablaba bajo la presión de las camarillas liberales pero en cuanto pudo reclamó secretamente ayuda extranjera para eliminar las trabas al restablecimiento de la monarquía absoluta. En el Congreso de Verona la Santa Alianza decidió que una España liberal era un peligro para el equilibrio europeo y se encargó a Francia restablecer a Fernando VII en la plenitud de su soberanía. En abril de 1823, un ejército conocido como los Cien Mil Hijos de San Luis cruzó la frontera por el Bidasoa y de nuevo la Constitución de Cádiz se convertía en un recuerdo y en una utopía revolucionaria.
El siglo XIX no dio a España ni grandes victorias ni grandes poetas ni grandes capitalistas industriales ni prestigiosos y refulgentes pensadores.
A cambio, dio a la sociedad española una extraordinaria movilidad dramática y una singular riqueza episódica. Como ya sugiriera Alcalá Galiano en 1871, antes de que el general Martínez Campos se sublevara en Sagunto y Alfonso XII ciñera la corona desbaratada por su madre Isabel II, aquella estaba siendo una incomparable centuria novelesca.
La historia de este periodo tiene la realidad de una pesadilla. Larra a punto de derrumbarse, “Aquí yace media España, murió de la otra media”, o Castelar invadido por el desaliento, “Aquí, en España, todo el mundo prefiere su secta a su patria, todo el mundo”, son un eco lejano de esa misma pesadilla de la que, más tarde, Ortega quiso despertar.
Desde 1814 ser liberal y español se había convertido en conspirar, pelear, sufrir destierros y cárceles y morir desengañado.
Los constitucionalistas de Cádiz se habían inventado un pueblo siempre noble y siempre dispuesto a luchar y desangrarse por la libertad. En 1831 de aquel pueblo imaginado solo quedaba el rumor de unas olas, el silencio impaciente y amargo de unos cuantos soñadores frente a un pelotón de fusilamiento. Torrijos en la playa, al alba, ante la mar bravía, como en el soneto de Espronceda y Mariana Pineda, víctima de la historia más que protagonista. Hasta su actuación en la trama liberal que habría de conducirla al patíbulo la remite a su condición marginal de mujer en el siglo XIX: borda una bandera constitucional, una actividad del cuarto de atrás del mundo de los hombres que llegado el caso se echarán a la calle.
Como el libro de Marco Polo en maravillas, buena parte de nuestro siglo XIX abunda en sombras goyescas. ¡Qué de hombres matándose en el silencio de su sordera, qué fiebre palabrera, qué desilusiones! Los generales conspiran, los sargentos se amotinan; los jerifaltes y soldados carlistas convierten la carta geográfica de ciudades y montañas y ríos en el plan estratégico de una batalla sin fin. Los curas se acuartelan y las gentes humildes persiguen a los frailes, acusados por los discursos incendiarios de las Cortes de envenenar las fuentes públicas e instigar a los cavernícolas. Larra se suicida, Donoso Cortés se vuelve reaccionario, O’Donnell patrocina vanas aventuras militares en África y Prim cae asesinado en un acto terrorista. Los ministerios del 68 se suceden alocadamente y la Primera República se desgarra con el estallido del movimiento cantonalista y los conflictos sociales. Todo había comenzado en el sueño de libertad de Cádiz…, pero el mito se convirtió muchas veces en la verdad del mañana.


Fernando García de Cortázar es director de la Fundación Dos de Mayo, Nación y Libertad 
Revista Mercurio

sábado, 15 de diciembre de 2012

Pequeña gran historia del templo de Santa Ana


De la época morisca a nuestros días
 
Guadalcanal, el pueblo más norteño y más alto sobre el nivel del mar en la provincia de Sevilla, antigua fortaleza de Extremadura, de la que pasó a Sevilla en 1843, donde se mezcla la gracia blanca de Andalucía y el tono austero de Castilla, antes rica en monumentos, parece que va a salvar de la acción iconoclasta el antiquísimo templo de Santa Ana, del cual se sigue expediente de declaración de monumento histórico-artístico de carácter nacional en la Dirección General del Patrimonio Artístico y Cultural.
Para que una edificación sea declarada como tal debe reunir un interés histórico y arquitectónico representativo de un estilo. Santa Ana posee ambos largamente. Su arquitectura pertenece al estilo mudejárico de la Sierra, que está considerado "per se" en bellas artes. Dentro de éste se catalogan el de la sierra de Guadalcanal y el de Aracena, cuyas características son los ábsides semicirculares, arcos transversales y torre-fachada.
Este templo, como ya señalaron Hernández Díaz y Sancho Corbacho, por su situación y la belleza de su fábrica, merece muy destacado recuerdo. Fue construido sobre una mezquita situada en dirección NO-SE, y, por tanto, mirando a la Meca, en un montículo cerca de la muralla, en cuyas proximidades abundan los berrocales. Su alminar fue aprovechado para torre, la cual tiene tres cuerpos con seis arcos de medio punto en el de campanas y un chapitel apiramidado de pesadas proporciones. El templo, de una sola nave sobre planta de cruz latina con soberbios pilares y arcadas transversales ojivales de gran tosquedad y solidez que revelan la intervención de alarifes moriscos locales. Las cubiertas son de madera en los tres tramos finales, perteneciendo al techo primitivo el que está próximo al presbiterio; sigue otro tramo cubierto con bóveda apuntada que da ingreso a la capilla mayor, cubierta por gran cúpula de apea sobre arcadas ojivales. Podemos ver el abovedado en cañón semicircular o ligeramente apuntado, la media naranja sobre arcos torales semicirculares en dicha capilla, existiendo tres capillas más en el muro del Evangelio, una con cúpula policromada y las otras dos con bóvedas baldas, y otra en el de la Epístola, también cupulada, y en la bautismal, una bellísima pila de piedra decorada por labor de lacería mudéjar. En el exterior, precediendo el muro epistolar, hay un pórtico mudéjar con tres arcos ojivales encuadrados en alfices basados en pilares octogonales de ladrillo. Interesantísima la torre-fachada, una de las más típicas de la región. Las portadas, muy clásicas, con arcos escarzanos.
Como obras de arte encontramos en el retablo mayor la figura en serie de Santa Ana y pinturas de San Miguel, Huida a Egipto, Imposición de la casulla a San Ildefonso. En el lado del Evangelio hallamos un retablo donde se venera una figura de S. Ignacio de Loyola, el altar del Niño Jesús de Praga y otros con pinturas de la Anunciación y del Padre Eterno, y una lápida gótica. En la Epístola, la capilla de la Virgen del Carmen, dos pinturas murales barrocas de S. Pedro y S. Pablo. Existen, además, los iconos de S. Isidro, Santiago, S. Crispín y S. Marcos. Abunda la azulejería sevillana del tiempo de Niculoso Pisano (siglo XVI) del tipo de veneras, casetones y estrellas. La pila de agua bendita está decorada con gallones.
En arquitectura, al igual que en medicina, cuando los signos objetivos no nos aclaran la cronología, tenemos que recurrir a la historia y la analítica, y éstas, según mis investigaciones, nos dan una fecha de construcción comprendida entre finales del siglo XIII y todo el XIV.
Es poco conocida por parte de la mayoría la historia del Norte de Sevilla. Declarada una Cruzada de lucha contra la morisma por la Orden de Santiago, fue sitiado Guadalcanal, rindiéndose y entregándola el gobernador árabe, que la tenía encomendada por Axataf o Abul Hasaf, Rey de Sevilla, a los cristianos, entrando los escuadrones por la puerta de Llerena (Espíritu Santo). Son guerreros que vienen de combatir del castillo de Reina; de Llerena, Usagre, Fuente del Maestre, Almendralejo, Montemolín, a los que han ido reconquistando, así como muchos castillos y aldeas. Son hidalgos del Norte; de León y de Castilla, de Galicia, de Vasconia; muchos se quedan como pobladores, de los cuales descendemos algunas familias, vienen los comendadores con sus mesnadas, entre ellos Pelay Correa, los trece del Capítulo y muchos clérigos que predican a las huestes, todos ellos dirigidos por el maestre Rodrigo Íñiguez. La mezquita fue purificada y consagrada por el obispo de Coria Jaime Sanguineto, al que acompañan los priores de San Marcos de León y de Uclés. Se dijo la primera misa y se cantó el Tedéum, poniéndose el estandarte de damasco rojo de la Orden sobre el Alcázar (Santa María), el mismo que figuraría poco después en la conquista de Sevilla. Guadalcanal ya es cristiano. Esto sucedía un día de otoño de 1241.
Santa Ana, según tradición, fue la primera iglesia que hubo en el Maestrazgo, después de la de Mérida, y por los libros antiguos de esta iglesia consta que de todo el partido de Llerena se llevaban a bautizar los niños, y que se hizo esto mucho tiempo, hasta que los demás lugares se poblaron, según consta de escrituras fidedignas de un fraile franciscano del siglo XVII y del cronicón de Bleda. Al principio estuvo sujeta a la Vicaría de Tentudía, perteneciendo al Arzobispado de Santiago de Compostela hasta 1274, en que pasó al de Sevilla.
En 1494 consta que tenía 320 parroquianos, estando parte de su barrio extramuros en la Edad Media. En los libros de bautismo que he consultado aparecen muchos moriscos que recibieron las aguas, lo que prueba la gran cantidad que vivieron en este barrio antes de su expulsión en 1609. En el siglo pasado aparece regida por un párroco y cinco sacerdotes, contribuyendo con el oro de sus cálices en la lucha contra los franceses.
Por ser de la Orden de Santiago tenía jurisdicción vere nullius, hasta que extinguida aquella pasó a depender del Arzobispado de Sevilla, y más tarde, en 1911, filial de Santa María y suprimida como tal en 1936, en que fue saqueada. Fueron destrozados los retablos e imágenes, convirtiéndose el edificio en un granero. Entre los restos apareció una tabla con dos figuras de padres de la Iglesia de 1580 con cerca de cincuenta agujeros de bala. Destrozaron el bellísimo crucifijo de marfil del siglo XVIII, verdadera joya de arte; una gran custodia de tres cuerpos de plata repujada; fue quemado un terno de terciopelo rojo bordado en oro puro que figuró en la Exposición Iberoamericana de 1925, amén de mucha orfebrería y ornamentos.
Esta es la pequeña gran historia del templo de Santa Ana, que estuvo a punto de correr la suerte de San Sebastián, magnífica iglesia mudéjar destruida por la piqueta para hacer un mercado un mercado de abastos, o del Hospital de la Caridad, de estilo gótico, que tuvo igual fin por la incuria del tiempo y de los hombres.

Antonio GORDÓN BERNABÉ SPÍNOLA
Guadalcanal, a  26/04/1977

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Ordo verborun y la consecutio temporum.

Campaña de alfabetización de la Unesco Año de  mil novecientos sesenta y tres
No quisiera generalizar pero se podría afirmar sin temor a equivocarse que ese bien de que disponen hoy los países desarrollados que se llama ciencia y cultura, ese caudal era un patrimonio muy escaso en la mayoría de los pueblos andaluces.
La Unesco hacia los años sesenta realizó una campaña de alfabetización que fue bien acogida por los campesinos y artesanos de la población adulta.
Los alumnos que estaban cansados de ser analfabetos y ansiaban con ahínco y desesperación asemejarse a otros países en cuanto a cultura, asistían a las clases de adultos con una asiduidad y esperanza poco común.
El método de lectura Sanabria, también llamado onomatopéyico creado por un Maestro nacional, dio unos resultados inusitados.
Hombres y mujeres haciendo dejadez de su orgullo gesticulaban al mismo tiempo que pronunciaban sonidos con los que iban adquiriendo los rudimentos de lectura y escritura paulatinamente. Tres meses eran suficientes para que esos hombres rudos y de vasta bondad y esas mujeres en las que aun se notaba la beldad innata, consiguieran las bases de una posterior superación.
Se pretendía que en tres meses podrían saber el nombre de las calles sin preguntar a nadie y quien esto escribe asegura su positividad.
El único y escaso material consistía en una pizarra cuadriculada colocada en la pared a ser posible de color verde con cuadrículas de un aspecto resaltante.
Cada educando portaba su cuaderno también ajedrezado en el que con paciencia y perseverancia se iban señalando puntitos en forma de cruz con los que irían pariendo los garabatos con los que nacerían las palabras.
Era muy fundamental entretenerse en dibujar los pudibundos para obtener una caligrafía uniforme y legible.
En España la asistencia a esas clase, algunos alcaldes la hicieron obligatorias incluso poniendo castigos pecuniarios.
¿Era esta la libertad de la que habla Benjamín Franklin? No seguro que no.
Creo que no estaría de más que intercaláramos algunas anécdotas al respecto para quitar aridez a la exposición.
Los alumnos ya bastante mayorcitos pero con espíritu juvenil, oliendo a rosa y a limpieza, limpieza con olor y sabor a mujer, Limpieza vespertina posterior a una jornada de sudor y fatigas, acuden al colegio de adultos donde les espera el maestro que se hace pasar por un cachondo mental para captar la confianza de su alumnado.
El educado o el “profe” como cariñosamente le llamaban los aprendices a europeos, sabe que con cariño y benevolencia se puede conseguir mucho fruto y por ello cuando llega el “Mesa Gil” haciéndole con tono campesino esta pregunta “maestro, ¿puedo hacer el cochinito”?, le responde: “Si Andrés haz el cochinito y… luego vamos a aprendes dos letras nuevas”.
Con el “cochinitos” de Mesa Gil se entregaban a la meta que se habían propuesto todos, que era dejar de ser analfabetos.
Fueron tres los educadores que la Administración había destinado a nuestro municipio para que llevaran a cabo las pretensiones de la Unesco: Don José María Mate, Don Juan Molina y Don Manuel Gómez Caro.
El edificio donde se impartieron las clases durante tres cursos escolares es el colegio multiuso de las Hermanas Sevilla.
Eran dos los turnos de ciento cincuenta minutos cada uno los que la delegación de Educación y Ciencia tenía asignado a los profesores de la llamada Campaña de Alfabetización.
El resto de tiempo, por las mañanas, en el edificio del Ayuntamiento los citados funcionarios educadores lo empleaban en revisar el censo de personas iletradas.
Los discípulos cuya asistencia era satisfactoria recibían un certificado de escolaridad en un principio, un certificado de estudios primarios en un segundo turno y el graduado como final.
Fueron incontables los documentos que se expidieron durante los años que duró la Campaña.
Actualmente no sé cómo está la educación en España pero en los años que relato eran pocas las ciudades que tenia Institutos de Enseñanza Secundaria y por ello se crearon los CLA (colegios libres adoptados) que eran como filiales de aquellos, que ofrecían una enseñanza libre impartida por licenciados y maestros nacionales acreditados, entre los cuales se encuentra quien esto escribe.
Los alumnos eran evaluados o examinados por los profesores titulados y acreditados de los Centros de los que dependían los colegios Libres Adoptados, desde luego teniendo muy en cuenta los criterios de los enseñantes respectivos.
También existía otra enseñanza llamada Formación Profesional que fue considerada como una “salida” para aquellos estudiantes cuyo cuya capacidad o rendimiento no fuera muy superior.
Los primeros licenciados que pusieron en marcha esta institución que no por breve dejó de ser bastante fructífera, fueron don Francisco Luego, licenciado en la rama de letras y don Melquíades, de la rama de ciencia, director y secretario respectivamente.
Don Juan Ruiz, del que hablaré más adelante y don Pedro Pérez, maestro nacional ayudaban a los señores licenciados en sustitución de titulados de secundaria.
Don Manuel Gómez, maestro de Enseñanza Primaria interino en un principio y propietario definitivo después, colaboraba impartiendo las materias de Educación Física, Formación Política, Lengua latina y francés.
La lingua vernácula Ciceronis en los primeros cursos consistía en el aprendizaje de las gravosas declinaciones, el estudio razonado de los verbos con su raíz o radical y sus desinencias y formación de versiones y traducciones.
En años posteriores unos grupos traducían “de bello gálico” y otros “de bello civile.”
Aún hoy día algunos alumnos con sus cincuenta años suelen recordarme el “Ordo verborun” y “la consecutio temporum.”
Manuel Gómez Caro.- Maestro jubilado

sábado, 8 de diciembre de 2012

La iglesia de Santa Ana 2


Guadalcanal y la iglesia de Santa Ana 2/2

3. El desaparecido patrimonio artístico.
La antigua parroquia de Santa Anafre cobijando entre sus muros un completo patrimonio artístico integrado por retablos, esculturas, pinturas, piezas de orfebrería y ornamentos sagrados de diferente época y estilo, en su mayoría destruidos en los lamentables sucesos de 1936.
Ya desde los mismos días de la construcción del templo, la Orden de Santiago se fue preocupando de dotarlo del correspondiente ajuar litúrgico. Así, la Visita Canónica de 1494 nos proporciona un minucioso listado de vasos sagrados y ornamentos, al tiempo que se señala la existencia de varios altares: el mayor, presidido por la escultura de Santa Ana tríplex, es decir, la representación de la Abuela de Cristo siguiendo aquella vieja fórmula iconográfica de raigambre medieval que muestra a la Santa llevando en brazos a su Hija y ésta a su vez al Niño Jesús; el de la Virgen con el Niño; el de Santa Brígida, con imagen de esta advocación; el de San Bartolomé, con efigie y pintura de este santo, más una tabla pintada con el tema de la Santa Cena; y otro de la Virgen con el Niño, acompañada por la figura de Santa Lucía. Debajo de uno de los arcos del coro se situaba una viga sobre la que descansaba un grupo escultórico del Calvario (5)
Ya en el siglo XVI se anotan algunos encargos de obras para esta iglesia. En agosto de 1571 el entallador Antonio Florentín concierta la hechura de un retablo, cuya realización se retrasó varios años, motivando un pleito con otro artista, Hans de Bruselas, que no se zanjó hasta cuatro años después, cuando Florentín se compromete a ejecutar una imagen de la titular de la iglesia ( 6)
Por desgracia las obras mencionadas en estas noticias documentales han desaparecido, como todas las que se repartían por los muros del templo que nos ocupa; destruidas en su mayoría en 1936. Aunque en la posguerra se repusieron algunas piezas aprovechando elementos de retablos desaparecidos, en la última restauración se han redistribuido entre otros templos de la localidad. Gracias a un inventario de 1924 (7) a los trabajos de los profesores Hernández Díaz y Sancho Corbacho s podemos hacernos una idea de este patrimonio perdido y su situación en el templo.
Presidía el presbiterio el retablo mayor, con la imagen de la Titular, flanqueada por San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús, situándose en el ático un Crucifijo y las imágenes de San Cayetano y Santa Rosalía. Ya por la nave seguían, por el muro izquierdo o del Evangelio, el altar de San José y la capilla de San Ignacio de Loyola, en cuyo retablo se veneraban, junto al fundador de la Compañía de Jesús, la Virgen de los Dolores, San Antonio y un valioso Crucifijo de marfil, al que después nos referiremos. A continuación, las capillas del Cristo del Socorro, con pintura de Cristo Crucificado y una imagen de talla de la Virgen; y la de la Virgen de Gracia, en la que además recibía culto el Cristo de los Desamparados. En el pilar que separaba ambas capillas se situaba el retablo de las Animas.'Al final de la nave se ubicaba el coro, con sillería compuesta por veintiún asientos, facistol y dos banquetas. Pasando al muro contrario o de la Epístola, se encontraban en primer lugar dos altares: el de San Marcos, con las imágenes de dicho Evangelista yolas de San Joaquín y San Bartolomé; y el de la Virgen de Belén, con "valiosísimo cuadro representando a la Santísima Virgen dando de mamar al Niño Jesús", atribuido a Alonso Cano en el inventario de 1924. Seguía la capilla del Sagrario, cuyo retablo presidía la Virgen del Carmen, acompañada por San Juan Bautista y San Miguel, situándose sobre una mesa el Cristo de las Misericordias. Y próximo al presbiterio; el altar de la Purísima, con la Titular y San Andrés y San Juan Nepomuceno, situándose no lejos una urna con la imagen de San Joaquín.
En la sacristía se conservaban algunas piezas de orfebrería de los siglos XVII y XVIII, como una custodia procesional, un viril, un cáliz y una cruz parroquial, y algunos ornamentos de igual cronología, como varias casullas y dalmáticas.
Como antes señalamos, en la posguerra se recompusieron varios retablos con elementos de otros desaparecidos, especialmente con los restos del mayor de la parroquia de San Sebastián y el de San José de la de Santa María.
Desmontados a causa de las obras de restauración, sólo restan en el templo, como elementos destacables, la lápida situada junto  al presbiterio, con inscripción alusiva al enterramiento de Juan de Castilla y sus herederos; la pila de agua bendita, realizada en barro, con interesantísima decoración mudéjar de motivos vegetales; la pila bautismal, igualmente mudéjar, realizada en piedra con forma hemiesférica, y el púlpito, en hierro forjado, del siglo XVIII.
Los fondos documentales del archivo parroquial de Santa Ana se conservan integrados - junto con documentación procedente de San Sebastián - en el de la parroquia de Santa María, arrancando su cronología desde el siglo XVI (9). En la misma parroquia se conserva un interesante Cristo de marfil, obra ejecutada en Flandes en la segunda mitad del siglo XVII, que estuvo expuesta en la Exposición Iberoamericana de 1929 (10), como elocuente testimonio de las riquezas que albergó esta histórica iglesia de Santa Ana, cuyo recuerdo hemos querido traer a estas páginas.

(5) MUÑOZ TORRADO, Antonio: Op. cit., Págs. 94-95; MENDEZ VENEGAS, Eladio: " Una Visita de la Orden de Santiago al Provisorato de Llerena de la Diócesis de Mérida — Badajoz: aspectos artísticos en ella señalados ", en Memoria Ecclesiae, vol. XVII (Arte y archivos de la Iglesia, II). Oviedo, 2000. Págs. 452 —453.
(6) SOLIS RODRIGUEZ, Carmelo: " Escultura y pintura del siglo XVI ", en Historia de la Baja Extremadura, vol. I1. Badajoz,1986. Págs. 596-597; FLORES GUERRERO, Pilar: Op. cit., Pág. 483.
(7) ARCHIVO GENERAL DELARZOBISPADO DE SEVILLA, sección IV.(Administración General), serie Inventarlos, legajo 693.
8 HERNANDEZ DIAZ, José — SANCHO CORBACHO, Antonio: Edificios religiosos y objetos de culto saqueados y destruidos por los marxistas en los pueblos de la provincia de Sevilla. Sevilla, 1937. Pág. 129.
9 V.V. A.A.: Catálogo de los archivos parroquiales de la provincia de Sevilla. Banesto, Sevilla, 1992. Vol. I, págs. 561 — 574.
(8) ESTELLA MARCOS, Margarita: La escultura barroca de marfil en España. Las escuelas europeas y las coloniales. C.S.I.C., Madrid, 1984. Vol. I, págs. 89 — 90.
(9) V.A.A.: Catálogo de los archivos parroquiales de la provincia de Sevilla. Banesto, Sevilla,1992. Vol. 1, págs. 561— 574.
(10) ESTELLA MARCOS, Margarita: La escultura barroca de marfil en España. Las escuelas europeas y las coloniales. C.S.I.C., Madrid, 1984. Vol. I, págs. 89-90.

Salvador Hérnandez González
Revista de Feria

miércoles, 5 de diciembre de 2012

En la tradición judeocristiana el ser humano es polvo

El hombre es un ser frágil
Año 1348. Una terrible pestilencia asola el reino de Castilla sembrando la tierra de cadáveres. Leví Aben Yosef, un hombre de ciencia procedente de la aljama de Cuenca, se ve obligado a enfrentarse a la terrible enfermedad tratando de encontrar respuestas que permitan conocer el origen del mal y su remedio. Acusado de ser el causante del contagio, no le queda más opción que huir junto a su esposa de la pequeña villa de Cañete y abandonar definitivamente la judería de la ciudad de sus antepasados. Tras asentarse en Teruel, su familia tendrá que enfrentarse de nuevo a la peste, pero también al hambre y la guerra. Leví tratará de sortear todas las penalidades, obsesionado con la idea de dar descendencia a su linaje y transmitir a sus vástagos la ciencia aprendida de sus antepasados. "Como polvo de la tierra"es una novela que trasladará al lector a una de las etapas más oscuras de la historia, un período en el que los reinos de Castilla y Aragón quedaron asolados por la peste negra y la Guerra de los Pedros.

Miguel Ángel Badal habla de su libro "Como polvo de la tierra"

¿Por qué ha elegido la mitad del siglo XIV para ambientar su novela?
-En primer lugar porque me parece una época fascinante dentro de lo que es la Edad Media. Se trata de un período de crisis en el que irrumpen la peste bubónica y la Guerra de los Pedros, marcando de una forma trágica a toda una generación. Por otra parte, es una época en la que la zona de frontera entre Castilla y Aragón, en la parte que hace limitar las tierras de Cuenca con las de Teruel, adquiere un protagonismo notable. El rey de Aragón, Pedro IV, reivindica constantemente esta zona como propia y los continuos enfrentamientos se suceden de manera especialmente intensa en ella.

-¿En quién se ha inspirado para el personaje de Leví Aben Yosef?
-Esa es una muy buena pregunta. Leví Aben Yosef es un personaje ficticio, pero que está trazado a partir de personas reales de esta época o de fechas ligeramente posteriores. Sí que utilicé el nombre de Ioseph Halevi var Yanta Ana, que figura en la nómina de judíos más destacados de la aljama de Cuenca allá por la década de los treinta del siglo XIV, para encontrar las raíces familiares del protagonista. Principalmente su faceta de médico y poeta —mezcolanza profesional muy habitual entre los hebreos sefarditas— se deriva de dos interesantes personajes vinculados con el territorio conquense: Martín García de Cañete, un cirujano converso que llegó a ser procurador síndico de la ciudad de Cuenca en 1459, y Abraham Aben Selomoh, un cronista de la diáspora de 1492 que había nacido en la pequeña localidad de Torrutiel. Sin embargo, sí que me gustaría destacar que el perfil del personaje es un pequeño homenaje personal a ese gran sobreviviente que fue, en época reciente, Elías Canetti: un Premio Nobel de Literatura que reconoció mundialmente ser descendiente de una familia de judíos que, a causa del decreto de expulsión de los Reyes Católicos, hubo de abandonar la judería de la pequeña villa de Cañete, en tierras de Cuenca.

-¿Eran los judíos los verdaderos científicos del momento?
-Ciertamente la ciencia no era monopolio de los judíos, ni mucho menos, aunque es evidente que muchos hebreos destacaban en Medicina, así como en otras ciencias notables como la Astronomía o la Filosofía. Es verdad, no obstante, que los reyes cristianos, ya fueran de Aragón, Castilla o Navarra, preferían poner su vida en manos de físicos y cirujanos hebreos, lo que nos permite hacernos una idea de que quizá gozaban de un mayor prestigio que los cristianos. No obstante, los médicos cristianos abundaban y muchos de ellos se habían formado en grandes universidades europeas como la de Montpellier, Bolonia o Padua. Creo que Arnau de Vilanova o Pedro Hispano son buenos ejemplos de lo que digo. Sí es cierto, no obstante, que entre los siglos XI y XII tuvo lugar en los reinos hispanos una verdadera “Edad de Oro” de las letras entre los hebreos sefarditas, en la que destacaron innumerables literatos y poetas que también son recordados como reconocidos filósofos y médicos. Algunos nombres, como el de Maimónides, son sobradamente conocidos por todos, pero el ingente corpus literario y filosófico que conservamos de aquella época ha sido desgraciadamente menospreciado y apartado de nuestro acervo cultural, algo que sin duda ha castrado nuestra identidad a lo largo de los siglos.

-¿Por qué ha elegido la ruta Cuenca-Cañete-Teruel?
-Realmente porque tuve la suerte de criarme en “tierra de frontera”. Mi familia materna procede de Cañete, en Cuenca, y aunque yo nací en Valencia, con pocos añitos mi familia tomó asiento en esta pequeña villa amurallada situada en plena frontera entre tierras de Cuenca y Teruel y, por ende, límite fronterizo entre los reinos de Castilla y Aragón en la Edad Media. Luego pasé muchos años viviendo en Cuenca, aunque sin perder los lazos con Cañete. Por otra parte, mi familia paterna procede de La Puebla de Valverde, a pocos kilómetros de Teruel. Aunque nunca he vivido en Teruel, siempre he sentido también esa ciudad como muy propia. Suelo ir con mucha frecuencia y tengo muchos familiares allí. Cuenca, Cañete y Teruel son, de hecho, junto con La Puebla, los lugares más significativos en mi vida, y también los lugares que mejor conozco y que en mayor medida me inspiran. Crear una historia que se desarrolla en estos tres lugares ha sido sencillamente una experiencia única, y estoy seguro de que, cuando pasen muchos años, “Como polvo de la tierra” seguirá siendo posiblemente una de mis novelas de referencia, precisamente por ese motivo.

-¿Cómo se ha documentado para escribirla?
-Documentarse para escribir una novela histórica requiere abarcar campos muy diversos que en ocasiones tienen que ver poco entre sí. Evidentemente el estudio de crónicas, documentos y textos de época es una parte esencial del trabajo. Hay abundante material publicado, y muchísimos documentos rescatados por historiadores como Miguel Romero Saiz, Vidal Muñoz, el grupo de historiadores de la asociación Amigos de Moya ó el malogrado Antonio J. Gargallo. Luego ha sido esencial el conocimiento sobre el terreno y toda clase de fuentes para la reconstrucción del entorno urbano, tanto en Cañete como en Cuenca y Teruel. Finalmente, el-estudio de aspectos etnológicos, sobre vocabulario comarcal e incluso el análisis del carácter de las gentes de unos y otros lugares. Cualquier detalle es importante para conseguir que la historia sea creíble.

-¿Le ha llevado mucho tiempo?
-El proceso de creación ha durado unos dos años. Ello incluye tanto el proceso de documentación como el de creación literaria. Es cierto, no obstante, que la idea para la novela es muy anterior en el tiempo y se basa en cierto relato histórico qué escribí allá por el: año 2005. La intención de ampliar, ese relato lleva en mi mente desde entonces, y es obvio que muchas lecturas desde esa fecha ya iban encaminadas al propósito que acabo de hacer efectivo.

-¿A qué hace referencia el título de su novela 'Como polvo de la tierra?
-Cualquier persona que conozca de cerca los primeros libros de la Biblia sabrá que en la tradición judeocristiana el ser humano es polvo, y el polvo siempre vuelve a la tierra. Es sobradamente conocida la expresión “Polvo eres y en polvo te convertirás”. El hombre, por tanto, es como polvo de la tierra, lo que significa que es un ser frágil al que la muerte acecha constantemente.


P. F. La fragua del pensamiento

sábado, 1 de diciembre de 2012

La iglesia de Santa Ana 1



Guadalanal y la Iglesia de Santa Ana 1/2
 
1.Introducción.-
Como es de todos conocido, la iglesia de Santa Ana de Guadalcanal, sometida a un proceso de restauración a lo largo de los últimos años, es edificio de gran interés arquitectónico pero de poco conocida historia, habiendo sido muy mermado su primigenio patrimonio artístico a raíz de los desgraciados sucesos de la Guerra Civil.
Siguiendo nuestra línea de puesta en valor del elenco monumental de la localidad queremos trazar en esta ocasión una visión panorámica de la historia y el arte de este templo, engarzando una serie de datos sobre sus vicisitudes históricas con la descripción de sus valores arquitectónicos y la evocación de las piezas artísticas desaparecidas que ornamentaron su hoy vacío interior, que a pesar de todo constituye una destacada muestra de la arquitectura medieval de la comarca de la Sierra Norte. 
2. Descripción arquitectónica.-
Tal como ha llegado a nuestros días, la arquitectura de la iglesia de Santa Ana expone elocuentemente las diferentes fases por las que atravesó su construcción y los estilos en boga en cada una de ellas, en un largo proceso que partiendo de la Baja Edad Media se introduce en el Renacimiento y el Barroco, dando como resultado la combinación en el templo de una serie de elementos de diferente fecha y estilo, cuya secuencia ha sido analizada, precisamente a raíz del reciente proceso de restauración del templo, por Miguel Ángel Tabales Rodríguez y Carmen Romero Paredes, cuyas conclusiones sintetizaremos en estas líneas (1).
Aunque la tradición local identifica una mezquita en el emplazamiento del templo, las excavaciones arqueológicas realizadas en el edificio cuando las obras de restauración no han arrojado materiales anteriores al siglo XV ni han puesto al descubierto vestigios islámicos anteriores a la iglesia, aunque las transformaciones sufridas por el edificio en épocas posteriores han podido eliminar las huellas del edificio musulmán.
Entre el siglo XIII y la primera mitad del XV se acomete la construcción de un ambicioso templo, comenzando la obra por un ábside poligonal muy arcaico, del que sólo ha perdurado la cimentación, flanqueado por dos dependencias de planta cuadrada, y que vendría a unirse a una nave preexistente - ¿resto de la mezquita almohade? - que se pensaría derribar para levantar en su lugar otra nueva en consonancia con la cabecera y por tanto más acorde con los cánones estéticos del arte cristiano medieval.
Sin embargo, la falta de medios económicos retrasó la conclusión de este proyecto constructivo hasta los últimos años del siglo XV, época a que se remontan las 'noticias documentales más antiguas que conocemos. En efecto, el informe de la Visita Canónica de 1494 señala que el templo estaba sin abovedar, ni siquiera la capilla mayor, cubierta su nave con madera tosca con cañas y teja encima, abriéndose a la entrada de la iglesia un portal con arcos de cal y ladrillo, techado igual que la iglesia (2) .
El resultado final de estas obras fue por tanto un templo de nave única, de gran anchura, dividida en cinco tramos por medio de arcos transversales apuntados de gran luz, cubierta con armaduras mudéjares de par y nudillo decoradas con estrellas de ocho puntas, menados moldurados y elementos florales policromados, uniéndose a una cabecera constituida por un ábside de menores dimensiones que el primitivo (al perder espacio en beneficio del primer tramo de la nave) unido a su vez a las dos dependencias laterales antes citadas, convertidas en capillas, dedicadas en el futuro a San Ignacio de Loyola y la Virgen del Carmen, a izquierda y derecha respectivamente del presbiterio. A los pies de la nave comenzaba a levantarse, con gran lentitud, la torre campanario sobre el muro testero, aprovechado del edificio primitivo, levantándose delante del muro derecho o de la Epístola un pórtico articulado por tres arcos ligeramente apuntados encuadrados por alfices que arrancan de pilares ochavados, de características típicamente mudéjares (3).
Este esquema de nave única articulada por medio de arcos transversales apuntados y cubierta con techumbre de madera es muy representativo no sólo de la arquitectura medieval de la comarca, sino también de otras zonas vecinas, como la Baja Extremadura y las sierras de Huelva y Córdoba, teniendo en Guadalcanal otra buena muestra del mismo modelo en la parroquia de San Sebastián, de la que nos hemos ocupado en otra ocasión en esta misma revista. De construcción rápida y barata por los materiales empleados  mampuesto, ladrillo y madera, este modelo de templos serranos, todavía mal estudiados y que parecen ponerse de moda a partir de 1400, se va a extender a otras zonas; como las comarcas levantinas y las tierras del reino de Granada, zona esta última donde a raíz de la reconquista y bajo la iniciativa de los Reyes Católicos se van a levantar iglesias de estas mismas características.
Otro elemento muy habitual en este tipo de templos de la Sierra es la torre-fachada, cuyo fuste o caña arranca sobre el ingreso situado a los pies de la nave, componiendo un imafronte de gran verticalidad de líneas al unir visualmente con gran sentido ascensional la entrada y el campanario. La de la parroquia de Santa Ana corona su esbelto fuste con un cuerpo de campanas en el que se abren arcos de medio punto con baquetoncillos apilastrados enmarcando los vanos, siendo el remate un chapitel de tipo piramidal.
En el paso del siglo XV al XVI se acometen otras intervenciones en el templo, adosando nuevos espacios a la nave o reformando lo recientemente levantado. En esta época puede encuadrarse la torre comentada y la construcción, a los pies de la nave, de la actual Capilla Bautismal, de planta cuadrada y cubierta con falsa bóveda de ladrillo sobre pechinas y solada con pavimento de olambrillas. Otras dos capillas se levantan adosadas al muro izquierdo o del Evangelio, ambas de planta cuadrada y comunicadas con la capilla abierta con anterioridad al brazo del crucero. El interior de la iglesia adquiere un nuevo aspecto gracias a la reforma de las cubiertas (que en algunos tramos incorporan armaduras de par y nudillo con ladrillos sobre las alfarjías), y al programa decorativo gótico a base de pinturas murales al temple, que representan escenas aisladas sobre un fondo general blanco, de las que se han podido identificar una imagen femenina con nimbo y túnica roja, San Cristóbal con el Niño Jesús, y la Virgen y un abad entronizados con un fondo de cortinajes rematados por una crestería y caracteres góticos no descifrados. Ya entrado el siglo XVI se emprenden otras obras de menor consideración, como el pórtico lateral antes comentado, y el coro, que en 1575 se apoyaba sobre un pilar grande de piedra (4)
De esta forma, el templo había llegado a su plenitud funcional, al disponer de todos los elementos espaciales y estructurales para atender las necesidades religiosas de la comunidad, habiendo culminado el proceso de reformas en su interior. La iglesia resultante es de nave única articulada por arcos transversales y cubierta con armaduras mudéjares, contando además con torre fachada y escalera de caracol, varias capillas laterales, unos pórticos laterales en las zonas más afectadas por la lluvia y una relativamente rica decoración pictórica recubriendo los paramentos interiores.
Sin embargo, la llegada del Barroco no se resistió a dejar su huella en la iglesia de Santa Ana, máxime al contrastar su austero interior gótico -mudéjar con la riqueza del nuevo estilo, que comenzaba a enmascarar las viejas construcciones medievales con los sinuosos ropajes ornamentales de la nueva estética. De esta forma, a mediados del siglo XVII la ornamentación mudéjar dio paso a un programa pictórico más colorista y dinámico, al decorarse los pilares con roleos y molduras, y representarse en la entrada de la capilla del Carmen las figuras de San Pedro y San Pablo.
Se van a levantar nuevas bóvedas  vaídas o semiesféricas  en las capillas colaterales al presbiterio, ya dedicadas a San Ignacio y la Virgen del Carmen, respectivamente, al tiempo que las portadas exteriores adoptan programas decorativos clasicistas a base de pilastras que encuadran arcos rebajados y sustentan frontones partidos con hornacinas y remates piramidales. Y finalmente se acomete la gran reforma esperada desde mucho tiempo antes: la sustitución de la primitiva cabecera gótica, todavía en pie y en malas condiciones, por un nuevo presbiterio o capilla mayor de planta cuadrada, de grandes dimensiones y cubierta por una gran bóveda semiesférica. A partir del siglo XVIII se acometerán otras intervenciones de menor cuantía, .como la erección de la tribuna a los pies de la nave, reformas en las cubiertas y pavimentación, etc. 
(1) (TATABES RODRIGUEZ, Miguel Ángel — ROMERO PAREDES, Carmen: " Investigaciones arqueológica en la iglesia de Santa Ana de Guadalcanal", en Anuario Arqueológico de Andalucía (1996). Sevilla, 2001. Págs. 486 — 505; " La Iglesia mudéjar de Santa Ana de Guadalcanal (Sevilla). Análisis constructivo ", en Actas del V Congreso de Arqueología Medieval Española (Valladolid, 22 a 27 de marzo de 1999). Junta de Castilla y León, Valladolid, 2001. Págs, 879-895.
(2) MUÑOZ TORRADO, Antonio: " Visitas hechas a los pueblos de Andalucía, León y Extremadura de la referida Orden (de Santiago) ", en Boletín de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, tomo IX, n ° 47 (1925), Pág. 97; FLORES GUERRERO, Pilar: El arte del Priorato de San Marcos de león de la Orden de Santiago en los siglos XV y XVI: arquitectura religiosa. Universidad Complutense, Madrid, 1987. Vol. I, pig. 483.
(3) HERNANDEZ DIAL, José — SANCHO CORBACHO, Antonio — COLLANTES DE TERAN, Francisco: Catálogo arqueológico y artístico de la provincia de Sevilla, Vol. IV. Sevilla,1955.. Pág. 218; V.V. A.A.: Guía artística de Sevilla y su provincia. Diputación Provincial de Sevilla, 1981. Pág. 581; Inventario artístico de Sevilla y su provincia. Madrid, 1982. Vol. I, Págs. 156 - 157; HERNANDEZ DIAZ, José: "'Informes g, propuestas sobre monumentos andaluces (I) `'l, en Boletín de Bellas Artes,.XV (1987), Págs. 245— 246; V.V. A.A.: Edificios de tradición mudéjar en Andalucía. Consejería de Cultura, Sevilla, 2000. Págs. 87 — 88; ANGULO IÑIGUEZ, Diego: Arquitectura mudéjar sevillana de los siglos XIII, XIV y XV. Ayuntamiento de Sevilla, 1983. Págs. 130 y 157.
           (4) FLORES GUERRERO. Pilar Op. cit., pág 483.
Salvador Hérnandez González
Revista de Feria 2003