By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



sábado, 30 de abril de 2016

Adelardo López de Ayala o el figurón político-literario 24

Capítulo XXIV 

Ese bellísimo discurso...

Pero preguntaréis: ¿será verdad  tanta belleza?... Y en conciencia hemos de responderos que ni con mucho.
Entonces se consideró tal, y tal ha venido considerándose luego. Quienes lo escucharon cuando se pronunció y quienes lo leyeron al siguiente día llegaron a equipararlo con las oraciones fúnebres de Bossuet. Después, tradicionalmente, se conviene en que constituyó una soberbia pieza parlamentaria. Ahora, que habría que confirmar las tradiciones.
Ha de advertirse que trátase de una improvisación, lo que le da ventaja sobre todos los bellos discursos, que suelen estar preparados, y sobados y ajados por eso mismo. Además, Ayala, al pronunciarlo, sentía emoción verdadera y fácil había de serle expresarla a los que la sentían también. El asunto, lo mismo para quien lo trataba que para aquello ante los que se trataba, era conmovedor hondamente.
¡Murió la Reina doña Mercedes! La joven y bella esposa de Alfonso XII, cuyo casamiento tanto alegró al viejo montpensierista y reciente alfonsino. Aquella novia soberana por la que España entera sintió simpatía y cariño. Y Ayala habló de eso el mismo día de la muerte; tres horas no más después.
Se abrió la sesión del Congreso con la lectura del comunicado participando la infausta nueva. Y el presidente, que llegaba a la Cámara desde el palacio mortuorio, habló así:
"Ya lo oís, señores diputados: nuestra bondadosa Reina, nuestra cándida y malograda Reina Mercedes, ya no existe. Ayer celebrábamos sus bodas; hoy lloramos su muerte.
"Tan general es el dolor como inesperado ha sido el infortunio; a todos nos alcanza; todos lo manifiestan; parece que cada uno se encuentra desposeído de algo que ya le era propio, de algo que ya amaba, de algo que ya aumentaba el dulce tesoro de los afectos íntimos; y al verlo arrebatado por tan súbita muerte, todos nos sentimos como maltratados por lo violento del despojo, por lo brusco del desengaño.
"Joven, modesta, candorosa, coronada de virtudes antes que de la real diadema, estímulo de halagüeñas esperanzas, dulce y consoladora aparición..., ¡quién no siente lo poco que ha durado!
"No sé, señores diputados, si la profunda emoción que embarga mi espíritu en este momento me consentirá decir las pocas palabras con que pienso, con que debo cumplir la obligación que este puesto me impone. No es porque yo crea sentir más vivamente el funesto suceso que ninguno de los que me escuchan, porque son tantas, son tan variadas, tan acerbas las circunstancias que contribuyen a hacer por todo extremo lamentable la desgracia presente, que no hay alma tan empedernida que le cierre sus puertas. Pero concurre una tristísima circunstancia, que nunca olvidaré, a que yo lo sienta con más intensidad en este momento.
"Testigo presencial de los últimos instantes de nuestra Reina sin ventura, aun tengo delante de mis ojos el lúgubre cuadro de su agonía; aun está fresca en mi mente la imagen de la pena, de la horrible y silenciosa pena, que con varios semblantes y diversas formas rodeaba el lecho mortuorio: he visto el dolor en todas sus esferas.
"Allí nuestro amado Rey, hoy más digno de ser amado que nunca, apelaba a sus deberes, a sus obligaciones de Príncipe, a todo el valor de su magnánimo pecho para permanecer al lado de la que fué elegida de su corazón, y para reprimir, aunque a duras penas, el alma conturbada y viuda, que pugnaba por salir a sus ojos.
"Allí los aterrados padres de la ilustre moribunda, viva estatua del dolor, inclinaban su frente ante el Eterno, que a tan dura prueba les sometía, y con cristiana resignación le ofrecían en holocausto la más honda amargura que puede experimentarse en la vida.
"Incansables en su amor, la Princesa de Asturias y sus tiernas hermanas seguían con atónita mirada todos los movimientos de la doliente Reina, como ansiosas de acompañarla en la última partida.
"Allí, la presencia del Gobierno de Su Majestad representaba el duelo del Estado; los presidentes de los Cuerpos colegisladores, el luto del país; y todos de rodillas, sobre todos se levantaban los cantos de la Iglesia, que, dirigiéndose al cielo, señalaban el único medio de consolar tantas y tan inmensas desgracias.
"Y en tanto, señores, todas las clases sociales llevaban el testimonio de su tristeza a la regia morada. En tanto,  de ella aparecía el pueblo español, magnánimo, como siempre;  de sus Reyes: con todos sus caracteres distintivos, partícipe de todas las penas generosas y compañero de todos los infortunios inmerecidos.
"¿Quién puede permanecer insensible en medio de este espectáculo? Intérprete de vuestro dolor, me atrevo a proponer que fue nuestra Reina, a la que ocupó el trono el tiempo sucintamente necesario para reinar sin límite en los corazones, en tanto que las exequias se verifiquen, esta tribuna permanezca muda en señal de duelo, convidando con su silencio al recogimiento y a la oración.
"Propongo, además, señores diputados, que una Comisión del seno de la Cámara, cuando las circunstancias tristes que nos rodean lo consientan, llegue a S. M. el Rey para significarle que todos participamos de su pena, que este es el único consuelo que cabe en tan grandes aflicciones.
"¿Quién será insensible a la presente? Sólo el infeliz que se encuentre incomunicado con la Humanidad."
Esto fué todo lo que Ayala dijo. Y, desde luego, no alcanza la elevación que El águila de Meaux. ¡Como que no tiene ni la gracia de los gorriones de Madrid! También la musa callejera tocó el asunto, venciendo al poeta laureado y finchado. Pero que venciéndole en toda la línea.
Comparemos lo que Ayala declamó en el Congreso con lo que cantaban los ciegos en las esquinas:
¿Dónde vas, Alfonso XII?
 ¿Dónde vas, triste de ti?
Voy en busca de Mercedes
que ayer tarde no la vi.
Si Mercedes ya se ha muerto;
muerta está que yo la vi:
cuatro Duques la llevaban
por las calles de Madrid.
Su carita era de virgen,
sus manitas de marfil,
y el velo que la cubría
era rico carmesí.
Los zapatos que llevaba
eran de rico charol;
se los regaló su madre
el día que se casó.
El manto que la envolvía
era rico terciopelo,
y en letras de oro decía:
Ha muerto cara de cielo.
Los faroles de Palacio
ya no quieren alumbrar
porque Mercedes ha muerto
y luto quieren guardar.
Junto a las gradas del trono
una sombra negra vi;
cuanto más me retiraba
más se aproximaba a mí.
No te retires, Alfonso;
no te retires de mí,
que soy tu esposa querida
y no me aparto de ti.
En toda la peroración del señor de la Cámara baja no hay una imagen tan deliciosa como esa del popular cantor los faroles de Palacio negándose para guardar luto por el prematuro fallecimiento. Y menos hay una sentencia tan como aquella de ”¡ También mueren los reyes!” que el gran predicador francés lanzó ante los cortesanos de Luis XIV y ante el propio Rey Sol.
Sin embargo, de lo que ponderativamente dijo cuando Ayala pronunció su lamentación funeraria puede admitirse todavía buena parte.
Sí; la frase por nosotros copiada y recopilada que constituye "el más bello discurso que oyó el Congreso". Porque el célebre discurso de Ayala no es  ninguna maravilla; pero el Congreso ha oído, oye y oirá tanta pedantería y estupidez...
                       
Luís de Oteyza
Vidas Españolas e Hispano-Americanas del Siglo XIX

Madrid, 1932

miércoles, 27 de abril de 2016

Los olvidados de Guadalcanal 2

Álvaro de Mendaña, Pedro Ortega e Isabel Barreto 2/3

Como es lógico pensar, en varias ocasiones la navegación se volvió complicada y así lo relata el escribano mayor de la expedición al explicar los peligros por los que pasaron durante un fortísimo temporal hacia el 18 de octubre, que hizo a la “capitana” quedar “dormida”, es decir tumbada sobre el agua sin enderezarse, por lo que tuvieron que picar el palo mayor y aliviar la embarcación de la mayoría de elementos de peso para recuperar la verticalidad de la nave:
“Viendo el piloto ser tormenta, mandó amainar el papahígo del trinquete, y quedamos mar al través, y empezó a crecer con tanta furia la tormenta que parescía la mar y viento ser ira de Dios, que era cosa fuera de natural, que la mar se alzaba tan alta con cada viento que le daba, que encapillaba por encima de la popa de la nao; y entró golpe de mar sobre ella, que a los que estaban debaxo del alcázar y sobre la tolda les puso hechos una sopa de agua… y como algunos estaban con algunos rencores, el señor general y Fray Pedro Maldonado les predicaron y se abrazaron los unos a los otros, y se reconciliaron muy bien… y viendo esta tempestad tan grande, el señor general salió de abaxo del alcázar… y en saliendo vino con tanta furia un viento norte que zozobró la nao y se metió por la banda de babor por la mitad de ella debaxo del agua; y fue tanta lástima oír las voces y clamores que se daban, llamando todos a Dios y a Nuestra Señora que les socorriese, que quebraba el corazón, que parescía ser Día de Juicio para todos…el señor general trató con el piloto que si sería bien cortar el mástil mayor, y él le respondió que sí, más que estábamos muy en la mar y que tendríamos trabaxo a salir del golfo sin él; y teniendo un marinero un hacha en la mano se lo mandó cortar; y el piloto porfió tres o cuatro veces que no lo cortasen, hasta que, porfiándole, dixo que se cortase primero la jarcia de sotaviento, y ansí se hizo; y cortando también la de barlovento, de dos hachazos que se dio al mástil, fue al mar con toda la xarcia, y gavia, y entenas y velas; y estando en esto, el batel nadaba en la cubierta …”
No sin dificultades alcanzaron finalmente a la costa de América del Norte a la altura de Baja California, para continuar hacia el sur costeando hacia Puerto de Navidad, para descansar cuarenta días en el puerto de Santiago, de nombre también Salagua, actualmente parte del gran puerto de Manzanillo, actualmente en el estado mexicano de Colima, luego continuaron por Acapulco, entraron en el puerto del Realejo, en el actual departamento nicaragüense de Chinandega, cerca de Corinto, donde descansaron otra vez.
Por fin las dos naves “capitana” y “almiranta” alcanzaron El Callao el 11 de septiembre de 1569, tras casi dos años después de la partida, con un recorrido total aproximado de 23.000 millas, en el que perdieron un tercio de los integrantes de la expedición.
Como es lógico tras ese espacio de encierro en la travesía sumado a ello el fuerte carácter de los dos líderes de la expedición, a la llegada a Nueva España afloraron las desavenencias entre Mendaña y Sarmiento de Gamboa reprimidas durante la navegación.
Mendaña retiró a Sarmiento de Gamboa la documentación con las anotaciones sobre los descubrimientos que se habían acumulado en la travesía. Las desavenencias continuaron tras el desembarco en Perú donde se procedió a un careo entre ambos, tras el que el Virrey se inclinó a favor de Sarmiento de Gamboa de carácter mucho más persuasivo y firme. Es muy probable que ese enfrentamiento personal fuera el que motivó que Mendaña estuviese ausente de nuevas expediciones, hasta su segunda gran expedición a las islas Salomón bastantes años después.
Aunque la expedición de Mendaña no tuvo resultados tangibles dado que no encontró oro ni riquezas y no efectuó asentamiento y poblamiento, debemos señalar que en los aspectos geográficos, de navegación y de contactos y conocimiento de los nativos de la Polinesia fue una proeza extraordinaria que se tardaría mucho tiempo en repetir.
Tuvieron que transcurrir doscientos años para que navegantes de otros países visitasen aquellos espacios auxiliados de mapas portugueses y españoles, tomados a pilotos capturados, elaborados en el pasado y con medios auxiliares de navegación y navíos mucho más evolucionados. Tras Mendaña serían Bougainville en 1768 y Surville en 1769.
Para el irlandés Celsus Kelly, notable historiador del Pacífico, queda claro que la expedición de Mendaña, fue superior a la primera del inglés James Cook ejecutada dos siglos más tarde, y que es mucho más famoso que Mendaña para el público en general incluso el español, a pesar de que para el inglés todo fue más fácil porque sus barcos tenían técnicas superiores, con instrumentos más perfectos y sobre todo porque como acabamos de citar pudo servirse y guiarse con la cartografía y los informes que los navegantes y pilotos españoles como Mendaña habían elaborado con anterioridad.
Debemos de subrayar que de la navegación de Mendaña quedaron para los Archivos nada más y nada menos que catorce diarios y documentos descriptivos diversos de los diferentes participantes, cuya relación figura en libro “Descubrimientos españoles en el Mar del Sur” 7.
Las Islas Salomón es uno de los dos archipiélagos que junto con las Islas de Santa Cruz situadas al norte de Vuanatu constituyen actualmente el conjunto de las “Solomon Islands” compuesto de unas 990 islas o islotes que se extienden sobre una distancia de uno 1.500 kilómetros con una superficie 28.450 kilómetros cuadrados y una población total de 523.000 habitantes. Los expertos estiman que hubo habitantes en estas islas desde hace más de veinte mil años. La más grande de ellas, con una extensión de 5.336 kilómetros cuadrados y una población en 1999 de 109.382 habitantes es la que Mendaña bautizó como de Guadalcanal en homenaje a Pedro Ortega de Valencia, participante destacado en el descubrimiento de 1598 y oriundo de esta villa de la Sierra Norte sevillana, población conquistada a los moros en 1241 por la Orden de Santiago.
Tras ser españolas, las Islas Salomón pasarían a formar parte de la Compañía alemana de la Nueva Guinea, siendo luego británicas, para finalmente, por su situación estratégica, ser ocupadas por Japón en 1942 durante la Segunda Guerra Mundial y recuperadas por Estados Unidos en 1943 tras una durísima batalla que duró seis meses.
Finalizada la contienda pasaron a ser protectorado inglés y en la actualidad es nación independiente dentro de la Mancomunidad Británica de Naciones 8. El 23 de julio de 2013 una delegación de esta Isla de Guadalcanal en el Pacífico presidida por su gobernador Mr. Stephen Panga se trasladó al Guadalcanal sevillano para rubricar con el alcalde D. Jesús Manuel Martínez el protocolo de hermanamiento entre
La población sevillana de Guadalcanal por su parte es una villa monumental de larga historia y con un pasado que en parte está relacionado con las minas de plata que abundan en la zona y que se empezaron a explotar en el siglo XVI por los banqueros alemanes Fugger, en la actualidad clausuradas aunque otras minas en la región todavía están en funcionamiento.
Curiosamente en una de las minas de plata de Guadalcanal murió sepultado por un hundimiento en 1626 el que fuera Adelantado de Nuevo México Don Juan de Oñate, hijo del descubridor de las minas de plata de Zacatecas y fundador de esa ciudad novohispana, Cristóbal de Oñate. Ya de regreso en España tras el juicio sufrido y absolución de los cargos y acusaciones que habían recaído sobre él, Juan de Oñate ejerció el cargo Inspector General de las Minas y Escoriales de España  9. (Corrección a este punto final del texto)
Tras la tortuosa primera expedición vendría la segunda de intento de asentamiento y poblamiento, no menos dramática en la que encontraría la muerte de Álvaro de Mendaña y Neira en 1595 10 poniéndose de relieve otra imagen que se haría mítica como la almiranta Isabel Barreto, una mujer en un mundo de hombres quien lideró el final de la expedición manteniendo firmes sus expectativas y aspiraciones.
Una vez de regreso en Perú, tras la experiencia de la pasada expedición, Mendaña vivía cautivo del recuerdo de sus vivencias en las islas Salomón ardiendo en lo más profundo de su corazón el deseo de regresar a ellas con una gran expedición más potente que la anterior a pesar de la oposición del Virrey Francisco de Toledo quien no le apoyaba y que a causa de su perseverancia y molesta insistencia le encarceló en dos ocasiones, lo cual no le hizo cejar en el empeño.
El 27 de abril de 1574 logró del rey Felipe II el nombramiento como “Adelantado”, otorgado con la capitulación para el asentamiento y poblamiento 11 la colonización, aunque tendría que esperar veinte años más para embarcarse nuevamente en El Callao con rumbo a sus anheladas islas. Durante este intervalo temporal, en 1586, contrajo matrimonio con Isabel Barreto, gallega de noble linaje, que aportó la fortuna que heredó a la expedición que finalmente acometería Mendaña y en la que pondría de manifiesto su liderazgo.
La apasionante vida de Isabel Barreto ha sido recuperada por la escritora francesa Alexandra Lapierre en la novela Serás reina del mundo.
En el libro citado de Descubrimientos españoles en el mar del Sur, y en el trabajo de texto de Amancio Landín Carrasco y Luis Sánchez Masiá se resumen las condiciones reflejadas en las capitulaciones de Mendaña y que siguen la línea y costumbres de la época al recibir un adelantamiento.
Primeramente Mendaña pone de manifiesto su compromiso de “Procurar traer al conocimiento de Dios Nuestro Señor, sujeción y obediencia nuestra los indios naturales”, que es el objetivo reflejado para toda expedición en las Leyes de Indias, y su ambición de poblar no sólo las islas ya conocidas, también “las demás islas y tierras a ellas comarcanas”.
Como en todas las capitulaciones del momento similares a esta, todos los gastos serían por cuenta de Mendaña, señalándose ciertos beneficiosos que ayudasen a recuperar la inversión, como por ejemplo quedar exento de impuestos compartiendo con la Corona los beneficios estipulándose un porcentaje de la participación económica de lo que se encontrase.
El Rey otorgaba a Mendaña toda la autoridad, tanto militar, civil como judicial, en el territorio que se la asignaba, y además le daba el fuero de depender directamente del Consejo de Indias, con una autoridad transmisible a sus herederos.
Se insistía en las cualidades morales de los participantes en la expedición como potenciales auxiliares en la evangelización aunque también sabemos que las expediciones se empleaban para desplazar a elementos no deseados.
Finalmente se mostraban los buenos deseos de éxito augurando en caso de resultado satisfactorio de la expedición, una serie de recompensas nobiliarias que la Corona ofrecía a Mendaña: “…tendremos cuenta con vuestros servicios para vos hacer merced de vos dar vasallos en perpetuidad y título de marqués u otro”.
Las capitulaciones otorgadas a Mendaña insistían especialmente en el asentamiento poblamiento remarcado por las Leyes de Indias. En el primer viaje debería llevar 300 hombres, cincuenta de ellos deberían ser casados con sus esposas e hijos y en un segundo otros 200 hombres en igual estado.
Además debían transportar “veinte vacas de vientre, diez yeguas de vientre, diez caballos, diez cabras parideras con los machos necesarios, veinte ovejas con los carneros que fueran menester para ellas, diez puercas y dos machos, para que de todo se multiplique y haya para la sustentación y entretenimiento vuestro y de la dicha gente…”.
Es asombroso y sobrecogedor cuando nos paramos a pensar en el entusiasmo de aquellos hombres y mujeres dispuestos a ir a unas islas situadas a una distancia enorme para dar comienzo una nueva vida sin temor a una larga travesía llena de peligros y en unas condiciones que podemos imaginar con las condiciones descritas, aunque la realidad sería aún más dura todavía.
Mendaña partió finalmente desde El Callao el 9 de abril de 1595 con cuatro naves, en las que iban 378 personas de las que solo 280 podían “tomar armas” dado que el resto eran mujeres, niños, criados o esclavos. Entre los expedicionarios Mendaña llevó a su esposa Isabel Barreto junto con tres hermanos de ésta y a dos sacerdotes. Como Piloto Mayor iba el experimentado Pedro Fernández de Quirós quien le sucedería en las exploraciones posteriores.
Las cuatro naves eran la “San Jerónimo”, que iba como capitana, de entre 200 y 300 toneladas, la “Santa Isabel”, como almiranta, de similar porte, la galeota “San Felipe” y la fragata “Santa Catalina”, estas dos últimas menores, de unas 30 o 40 toneladas, con remos, pensadas por su tamaño y aptitud para llevar a cabo exploraciones costeras. En primer lugar visitaron diversos puertos costeros de Perú y, el día 16, se hicieron por fin a la mar desde Paita.
Sobre el 21 de julio avistaron las primeras islas a las que Mendaña bautizó con el nombre de “Marquesas de Mendoza” en honor de la esposa del virrey de Perú, García Hurtado de Mendoza, segundo marqués de Cañete, nombre que aún perdura. Recorrieron estas islas y establecieron contactos con los nativos.
El 5 de agosto continuaron en dirección al archipiélago de las “Salomon”. Pasaron por diversas islas a las que bautizaron con nombres españoles, y tuvieron difíciles incidencias en la navegación. Naufragó la “Santa Isabel” con toda la tripulación que llevaba. Los tres barcos restantes llegaron a una isla con un gran volcán que Mendaña llamó de “Santa Cruz” donde fueron recibidos por una muchedumbre de indígenas a bordo de más de cincuenta canoas.
Inicialmente las relaciones con estos indígenas comenzaron bien aunque poco a poco fueron deteriorándose, surgiendo también problemas entre los propios españoles. Mendaña tuvo que juzgar a un grupo de rebeldes a los que acusó de sedición mandando ejecutar pasando a cuchillo a los tres cabecillas.
Desgraciadamente apareció la peste mientras estaban en esta isla lo cual hizo estragos entre los expedicionarios, tanto que el propio Mendaña cayó víctima de esta enfermedad y el 18 de octubre de 1595 moría en Santa Cruz después de dictar testamento en el que nombraba gobernadora a su esposa Isabel y capitán general de la expedición a su cuñado Lorenzo Barreto.
  
7 Descubrimientos Españoles en el Mar del Sur, tres tomos, Editorial Naval, 1992.
8 En inglés, Commonwealth of Nations, antiguamente British Commonwealth of Nations. las dos localidades en un emotivo acto que transcurrió el los reales Alcázares de Sevilla.
9 BEERMAN, Eric: The death of an old conquistador. New Light on Juan de Oñate. New Mexico Historical Review
CRESPO-FRANCÉS y VALERO, José Antonio: El legado de Juan de Oñate: Los últimos días del Adelantado, Arboleda Ediciones, Sevilla, 2003.
10 LANDÍN CARRASCO, Amancio; SÁNCHEZ MASIÁ, Luis: Archipiélagos de Marquesas y Santa Cruz, en Descubrimientos Españoles en el Mar del Sur, Tomo II, Cap. XVI, Editorial Naval, 1992.
11 Conceptos en los que se insiste en las Leyes de Indias remarcando que se excuse la idea de conquista y se sustituya por estas de asentamiento y poblamiento.

Por un error en el articulo publicado en la Revista El Espía Digital el 23 de Agosto de 2003 y transcrito literalmente en este blog, hay un error el texto que corresponde al aclaratorio
En el texto original de BEERMAN, Eric, dice un traducción al castellano refiriendose a la muerte de D. Juan de Oñate "...El 3 de junio o poco antes, Oñate murió en su casa de Guadalcanal...
Gracias a José Maria Álvarez Blanco por su aclaración  
  
Por José Antonio Crespo-Francés 

sábado, 23 de abril de 2016

Inicio, auge y decadencia de las minas de Guadalcanal 88

El destino de los beneficios 2

El reparto del gasto ilustra muy bien no sólo sobre las necesidades más pe sino también sobre lo que la Corona consideraba sus prioridades de gasto. En 1555 y 1556, la reciente derrota en el norte de África —la pérdida de Burgía tuvo lugar en septiembre de 1555 12eleva a primer plano los gastos militares con destino a protección del Mahgreb e incluso al posible paso a una nueva ofensiva: los gastos de guarnición de Orán y de las levas de tropas que habían de partir con ese destino, pero también las guarniciones y las galeras del Mediterráneo, dada la potencial amenaza que las hostilidades con el infiel podían representar el litoral español del Mare Nostrum. Pero al tiempo, el estado de constante tensión con Francia, que no verá su fin hasta Le Cambresis, obliga también a tomar medidas de refuerzo en la frontera franco-española; De esta forma, la distribución de los ingresos de la Corona en 1555 (dos meses) 1556 procedente de Guadalcanal se hace así:
Gastos militares..........................................................................      69,22 %
Mercedes a diversas personas........................................................   2,26 /o
Gastos  de tipo administrativos..............................................            2,82 /%
Obras  en palacios reales ................................................................. 1,11 %
Gastos indeterminados (al tesorero, “para cosas de su cargo”) ......5,02 %
Ayuda de pan a la merindad de Trasmiera ...................................     0,58 %
Limosnas a diversas instituciones religiosas de Guadalcanal ..........0,05 /o
Devolución de asientos anteriores .............................................       18,8 /o
Desgraciadamente, la contabilidad de la época no aporta la suficiente claridad como para poder distinguir entre las consignaciones efectuadas y aquellas a las que no se pudo atender. En el cálculo efectuado por nosotros asciende el conjunto de ellas a 223.448.890 mrs., mientras que uno efectuado por A. de Zárate lo rebaja hasta 219.529.330 mrs. y otro procedente del Consejo de Hacienda lo eleva a 251.174.309. Según ésta última, las libranzas que “no cupieron” en ese año largo de producción, ascendieron a 98.000.000 mrs.,  lo que elevaría los gastos a los que la producción de la mina pudo atender a la cifra, realmente impresionante, de 125.448.899 mrs. En cualquier caso, la colocación de los militares, verdaderamente perentorios, en lo procedente de la mina, revela la confianza que a la tesorería ofrece la mina andaluza.
Esta confianza se va a ver aumentada el año siguiente, 1557, ante la sustancial elevación de la producción que se produce en ese lapso de tiempo. El reparto de las libranzas la plata real en el período 1557-1560 varía de forma sustancial sobre el efectuado primeros catorce meses de trabajo en aquellas minas:
Gastos de defensa y relacionados con ella .......................................           39,8 %
Gastos destinados al sostenimiento de las personas reales y de la Corte     18,5 %
Pago de asientos anteriores ..........................................................                22,4 %
Pago de Consejos y otro personal administrativo ..............................         13,2 %
Al tesorero para gastos no especificados……………………………            2,5 %
Mercedes.................................................................................                     0, 38 %
Invesiones en la mina de Almadén ...............................................               2,28 %
A factor del Rey de Portugal ......................................................                 0,08 %
A la villa de Guadalcanal, para la torre de la Iglesia .........................          0,017 %
La partida dedicada a defensa sigue ocupando el primer plano; y son precisamente los gastos que destinan a la seguridad del Mediterráneo, de sus costas, los que absorben la gran mayoría, seguidos por la de las fronteras —las guardas—. Pero puede también comprobarse que Guadalcanal financia la puesta en pie de Almadén, tras el incendio, en un ato de urgente necesidad de su reedificación. Aparece aquí un nuevo conjunto de partidas inédito con relación al año anterior: las destinadas al sostenimiento de las personas reales, la propia Princesa Regente, el Príncipe heredero —que tiene casa y gastos propios— y el Emperador en su retiro monástico de Yuste. La consignación de estos gastos en las minas reales indican el punto de máxima confianza en la producción de que aquellos se consideran en los “hacimientos de rentas” prioritarios sobre cualquier otro. Buena muestra de la satisfacción que produce el destinar un gasto sobre la producción minera es la opinión de Carlos V, a quien, a su llegada a Yuste comunica la expedición de una cédula de 8 de marzo, reformada por otra de cinco de abril, por la que se ordena a Diego López en Guadalcanal y a Hernando de Alma Sevilla, que
“para el plato del Emperador mi señor y gasto de sus criados y gente que en su seruiçio es su voluntad (de la Princesa Gobernadora) que se le cada un año 7.500.000 mrs., de tres en tres meses la quarta parte dellos”
Se le enviarán al monasterio de Yuste
“donde está S.M. (...) y porque estos sean mejor pagados y en ello no haya falta ni dilaçión, es mi merçed y voluntad de los librar en vosotros en el dicho vuestro cargo, con más la costa de la lleva desa çibdad al dicho monasterio y que todo esto se cunpla antes y primero que ninguna otra librança de las que en vosotros estuvieren fechas y de aquí adelante se hizieren”.
La respuesta del propio Emperador Carlos a J. Vázquez de Molina es de satisfacción:
“En lo que toca a hauérseme consignado los 16.000 ducados para mi entretenimiento (...) para que los prouea a su tiempo de lo que procediere de las que están a su cargo, no hay que dézir más de creer que, pues ha parecido ansin a los del Consejo de Hazienda para que no haya falta, deue ser lo mejor, pero ordenarse ha que como se hauian de enbiar 4.000 ducados en prinçipio de cada tres meses sean 5.000, que vienen a montar al año 20.000 y esto por este presente, en el qual se verá lo que poco más o menos hauré menester para los venideros” 13.
La confianza que inspiran las minas lleva a muchos acreedores a reclamar que consignen sus débitos en las minas. Los Fugger, a quienes se les debían de un a 40.000 ducados, recibieron consignación a petición suya en Guadalcanal, junto con el interés del 14 % anual para 1557. A pesar de su insistencia no se les pueden pagar
“porque lo mucho que proçediere de las minas está consinado para cosa muy nesçesarias del seruigio real”;
así, en 1557 y con protestas de su parte, se les cambia la consignación a lo procedido de Nueva España. Lo mismo reclamaban los mercaderes de Medina y la confianza de la Hacienda llega a ser tan amplia que se piensa en consignar en ellas nada menos que los juros para pagar lo embargado por la Corona a particulares de las remesas indianas 14
Otra prueba más de la confianza por un lado y de la necesidad de esa confianza por otro es el papel que se concede a Guadalcanal en la preparación del decreto de 1560 de noviembre, que supone el intento más serio de saneamiento del tesoro público. Una de las piezas clave en el decreto es la Casa de Contratación  sevillana, a la que desde 1504 se concebía como un organismo administrativo y técnico de control y mediatización  de la acción de los particulares. En virtud de las disposiciones de noviembre de 1560 le confiere además la categoría de empresa activa de la Corona en la negociación con la otra orilla del Atlántico, aunque se siguiesen permitiendo los derechos reglamentarios que desde tiempo atrás gozaban ya los particulares para navegar con mercaderías. Para hacer frente a sus obligaciones, se dotaba a la Casa de una capital permanente procedente de varías fuentes —las importaciones de Indias, el suministro a América del azogue, las licencias  para el tráfico de esclavos— entre las que se concedía papel preponderante a los os procedentes de Guadalcanal y de las minas que tras su explotación pudieran ponerse en marcha.
El proyecto resulta en un completo fracaso, cuyas causas no es el caso pormenorizar aquí, si bien una de ellas es precisamente el violento descenso que experimentaban los ingresos reales procedentes de las minas, a los que se concedía un papel de primer orden e existencia de ese remanente permanente. 15
A partir de 1565, las minas se eclipsan en las partidas de los presupuestos de la Real Hacienda. De ellas sigue llegando dinero, ya hemos dicho que más cuantioso de lo que en principio podía suponerse,  pero no tanto como para poder brillar con propia entre el conjunto de los reales ingresos. En adelante, aparecerán integradas en ingresos generales procedentes de la Casa de Contratación sevillana. 16

12 Sobre los problemas en el norte de África. Cfr. FERNÁNDEZ ALVAREZ, M.: La España dirigida por Carlos V, vol. V. de la Historia de España dirigida por R. Menéndez Pidal, p. 672
13 Cfr. la nota 10 y FERNÁNDEZ ALVAREZ, M.: Corpus Documental..., vol. IV, p. 672
14 Cfr. A.G.S. Estado, Leg.° 124, fol. 51; Leg.° 121, fol. 112. A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda Leg.° 28, fol. 173.
15 Cfr. A.G.S. Estado, Leg.° 121, s.f., carta a Su Magd. del factor general Hernán López del Campo, sin fecha, año 1557. Ruiz MARTÍN, F.: “Un expediente financiero...”.
16 Cfr. nota 10. Cfr. también ALBA, duque de: “La Hacienda Real de España en el siglo XVI” y a LAIGLESIA, F.: Estudios Históricos.


De Minería, Metalúrgica y Comercio de Metales
Julio Sánchez Gómez
 

miércoles, 20 de abril de 2016

La Reconquista de Guadalcanal

Datos e Historia
La situación de Guadalcanal, en el confín de Al-Andalus y las puertas de la Meseta, unida a su riqueza minera -por la que era conocido este pueblo desde que el hombre supo del artificio de las minas, según el Adelantado I de Oñate-, hizo, sin duda, que con la invasión de los árabes a España fuera éste el lugar más preciado de la región y uno de los primeros; por tanto, en ser ocupado. Es incuestionable que cuando los invasores se establecieron aquí, aún quedaban restos de las trazas con que los romanos se valían para extraer los minerales de plata y oro, descritas por Plinio, consistentes en canales o cuevas que atravesaban las montañas, por lo que a los minerales extraídos por este método de excavaciones los llamó el escritor latino "canalicios" o "canalienses". 
En este estado de cosas, los árabes continuaron las explotaciones mineras al modo como los romanos las habían practicado. Sólo que hubo un cambio nominal pues los nuevos pobladores llamaron "guad" -que en su idioma significa "río"- a lo que para los romanos había sido "canalitiu". De rechazo, puede deducirse que al unir ambos vocablos resultase el nombre de Guadalcanal, que parece significar "lugar donde hay ríos, acequias o minerales excelentes". Para sustento de esta opinión podemos traer a colación los nombres árabes locales de los ríos Benalija y Viar; al primero de ellos se llamó Ben-Alí-Exa, "hijo del fuego", o “hijo de los montes calientes”, y el otro, que al principio fue Guad- viar, viene a ser lo mismo que "río precipitado en sus corrientes". No queremos dejar categóricamente sentada esta teoría, pues que es una de las tantas que circulan acerca de la etimología de esta palabra. Lo que está suficientemente probado es que el nombre de Guadalcanal arranca de los primeros tiempos de esta ocupación. 
Los musulmanes construyeron el alcázar al sur del recinto amurallado que rodeaba la villa, y tuvieron por mezquita lo que luego sería la iglesia de Santa Ana. Tenemos constancia documental de que el pueblo tuvo entonces un volumen de dos mil casas. Por lo demás, salvo en la toponimia, ningún vestigio nos ha quedado de esta época, pues las mismas construcciones árabes fueron aprovechadas para la reorganización cristiana. 
Como en casi todos los puntos de la dominación, varios fueron los intentos que realizaron los cristianos para liberar a Guadalcanal. El primer avance tuvo lugar en 1.088, en que Alfonso VI, desde Extremadura, alcanzó el puerto de Guadalcanal, pero no le ofreció batalla. En 1185 salió Alfonso VIII de Toledo con un poderoso ejército y realizó una incursión por la región extremeña, conquistando Trujillo, algunos lugares de la Serena, Berlanga, Valverde y Guadalcanal, de donde pasó a Sevilla. A su regreso, descansó en esta villa, y de aquí partió a Reina, en cuyo Castillo tenían los moros la mayor fortaleza de la región, a la que cercó y tomó por combate. 
Mas no fueron definitivas estas conquistas, pues en 1231 volvieron a perderse Guadalcanal y el Castillo de Reina. La Civitas Reginensis de los romanos era un punto muy estratégico y disputado por unas y otras armas, y en muchas ocasiones marcó la frontera de moros. 
Ocho años después de estas pérdidas, los Caballeros de la Orden de Santiago celebraron un capítulo general en la ciudad de Mérida, que presidió el XV Maestre don Rodrigo Iñiguez, Comendador de Montalbán. Aquí se acordó conquistar algunas plazas fuertes que aún quedaban en Extremadura en poder de los moros, pronunciando el Maestre una arenga en la que infundió un santo celo por la cruzada de recuperación. 
Con un ejército compuesto por los Caballeros de la Orden de Santiago y gran número de gente de sueldo que juntaron, salieron de Mérida y fueron conquistando, a más de otros lugares, los pueblos de Almendralejo, Usagre, Fuente del Maestre, Llerena y, no pudiendo tomar el Castillo de Reina por su gran fortaleza, pasaron a Guadalcanal, donde pusieron un sitio que acabó con la rendición y entrega de la villa por el gobernador de Axataf, caudillo de la ciudad de Sevilla, que era este año de 1241 el que más nombre y poder tenía en las fronteras de los cristianos. Entre los Caballeros de Santiago que se hallaron en esta jornada a las órdenes de don Rodrigo Iñiguez, figuraban el comendador don Rodrigo de Valverde; don Juan Muñiz de Gogoy, comendador de Estremera; don Lope Sánchez de Porras, trece de la Orden; el comendador don Hernán Meléndez; don Rodrigo Yáñez, comendador de Almoguer; Albar Martínez de Aibar o Ibarra, comendador de Mora, etc. 
Posteriormente, cuando Fernando III el Santo tomó la ciudad de Carmona, los moros del Castillo de Reina y Constantina fueron a ofrecerle vasallaje. Pero hasta ese momento, parece ser que la Orden realizó nuevos ataques a fin de conquistar las referidas plazas. En uno de éstos, narra la tradición que dándose –el día de la festividad de Nuestra Señora- una memorable batalla entre cristiano y moros, y tras llevar varias horas de pelea encarnizada, el Maestre que los mandaba, don Pelay Correa, se encomendó a la Virgen, suplicándole: "Señora, detén tu día." A sus ruegos, se oscureció milagrosamente el sol hasta que él y sus gentes quedaron vencedores. Para conmemorar esta victoria se dio el nombre, a un arroyo donde ocurrió la batalla, Matamoros, y en la cumbre de una montaña inmediata mandó edificar el Maestre una iglesia con el título de Nuestra Señora de Tentudía. Dotóla de grandes rentas y puso en ella algunos frailes de su orden, en cuyo colegio habían de leer gramática, artes y teología. También por su voluntad, el Maestre don Pelay Correa, fue enterrado en esta iglesia. Más tarde, por ser aquel un lugar desierto, se mandó trasladar -con el mismo título- al colegio que la Orden tenía en Salamanca, a donde habían de acudir las casas de Uclés y San Marcos de León con 3.000 ducados de renta anual. 
A raíz de su reconquista, el Rey San Fernando dio Guadalcanal a la Orden de Santiago, cuyo Priorato residía en San Marcos de León, con dependencia de la Vicaría de Santa María de Tentudía de Llerena. Y fue entonces cuando la villa tomó por armas un canal y dos puñales o dagas, que hoy conserva en su escudo. 
Hay también noticias de un contingente judío que, después de la reconquista, poblaba el barrio de Santa Ana y la Morería. Y en la visita canónica de 1494 consta que tenía sinagoga, (situada, por cierto, en el ejido -luego paseo- de El Coso).

BIBLIOGRAFÍA.-

Vicente Barrantes, "Catálogo razonado y crítico de los libros, memorias y papeles impresos y manuscritos, que tratan de las provincias de Extremadura, así tocante a su historia, religión y geografía, como a sus antigüedades, nobleza y hombres célebres". Obra premiada por la Biblioteca Nacional en el concurso público de 1862, e impresa por Rivadeneyra, Madrid, 1865.§ 
Alejandro Guichot y Sierra, "La Montaña de las Ángeles, Monografía histórico-crítica". Impreso en Sevilla, "La Región", 1896.§ 
Fr. Andrés de Guadalupe, "Historia de la santa provincia de los Ángeles, de la observancia regular franciscana ", Madrid, 1662.§ 
José Hernández Díaz, Antonio Sancho Corbacho y Francisco Collantes de Terán, "Catálogo arqueológico y artístico de la provincia de Sevilla" Patronato de Cultura de la Excma. Diputación Provincial.§ 


Andrés Mirón Calderón.
Revista 1972 

sábado, 16 de abril de 2016

Adelardo López de Ayala o el figurón político-literario 23

Capítulo XXIII  

La gloria nacional se impone 


En las Aleluyas de Calderón de la Barca, publicadas con motivo de la celebración del III Centenario de su nacimiento, el año de gracia de 1900, tuvimos ocasión de leer las dos que siguen:
Y después de gran empeño
 estrena La vida es sueño.
Y la Prensa al día siguiente
 le da un bombo sorprendente.
Tal efecto nos produjo la lectura de estas aleas, verdaderamente magníficas, que se nos mearon grabadas en nuestro cerebro infantil. ahora, al cabo de treinta y dos años corridos, recordamos puestos a escribir sobre el escoyo de Consuelo.
El recuerdo es doblemente oportuno. Ya he-s visto que a. Ayala se le consideró un día Calderón resucitado. Y al siguiente de estrenarse su última obra la Prensa le bombeó bien, bien. Esto no lo vamos a ver, porque más vale no mirarlo. Ha sido, es y será el periodismo el amor de nuestros amores y sus extravíos nos acongojan. Apartemos la vista, pues, de los que cometieron los periódicos alabando esa comedia llamada dramática y bufa en realidad. Pero hay que aludir a esas alabanzas, diciendo siquiera que existieron.
Porque existieron, Ayala fué, mientras le duró el cargo, que ocuparía lo que le restaba de vida, un buen presidente del Congreso. Y es qué tuvo lo que para presidir cualquier reunión, incluso la de los diputados españoles, se necesita: autoridad. Ayala, apenas elevado al sitial congresil, fué confirmado gloria nacional por su triunfo escénico.
¿Quién con una gloria nacional se atreve?... Vamos a contarlo, sí. Vamos a contarlo, aunque sabemos que se indignarán muchos. Pero es más fuerte que nosotros esto de referir las cosas que nos vienen a la punta de la pluma. Ya nos ha causado tal debilidad disgustos serios. Conque... ¡uno más! Adelante, pues, y sea lo que Dios y los devotos de Pérez Galdós quieran.
Porque se trata de Pérez Galdós. Hemos de decir lo que opinamos de Pérez Galdós como novelista. Le creemos el más grande de España y uno de los mayores del mundo. Pero se puede ser eso y que le gusten a uno las mujeres hasta los alrededores del crimen, y aun hasta el crimen mismo. Don Benito no llegó a lo segundo; mas lo primero hubo de rondarlo varias veces. Y lo que nos ocupa ocurrió una de éstas.
El excelso novelista y mujeriego empecatado había seducido más o menos a una chulilla y la había abandonado del todo. Ella le perseguía encarnizadamente, y, aun cuando él la esquivaba con habilidad, al cabo se encontraron. Sucedió esto de frente y en sitio tan estrecho como lo es la acera de la calle de la Montera. El choque era inminente, teniendo que efectuarse con resultados catastróficos.
Porque, en efecto, la chulilla, al hallarse de cara ante su presunto seductor y abandonador cierto, prorrumpió en insultos. Insultos y amenazas tremendas, tras de lo que había de seguir la puñalada, el vitriolo o los arañazos por lo menos. Así lo esperaba tanto don Benito como el amigo que con él iba y a quien debemos la referencia.
Pero en el ánimo enfurecido de aquella mujer pesó lo que la Prensa decía del ilustre autor de los Episodios. Y refrenando su justa cólera con el tributo de admiración de los periódicos, le dejó pasar indemne, diciendo:
—Si no fueses una gloria nacional...
Este ejemplo —no muy ejemplar, nos apresuramos a confesarlo— prueba que atreverse con una gloria nacional es algo superior al descaro humano. Y apoya nuestra tesis de que siendo una gloria nacional aquel presidente del Congreso, sus presididos no tuvieron más remedio que acatarle y, venerarle. La autoridad de Ayala en el sitial de la Cámara popular jamás fue desconocida.
Cierto que contra Ayala se presentó un voto de censura en el Congreso. Pero el tal voto iba a molestar a Cánovas más que a ofender al presidente. Los diputados de la oposición se propusieron crear dificultades al Gobierno dividiéndole  la mayoría.
Era que el vicepresidente primero  del Congreso Sr.  Silvela, había dimitido. Para cubrir la vacante se presentaban varios candidatos y Cánovas no sabía por cuál decidirse. Dos de ellos contaban con fuertes apoyos entre, los diputados ministeriales. Y el jefe de todos se tomaba tiempo para decidir a quién debía elegirse. Sabido esto, la minoría constitucional planteó debate pidiendo la inmediata provisión de la vicepresidencia y censurando al presidente por no haberla puesto a votación en los días transcurridos. Claro estaba, contra Cánovas se procedía.
Pero Ayala dio el pecho al enemigo. No había puesto en la orden del día la elección de vicepresidente porque ponerla o dejarla de poner entraba en sus atribuciones. Y como creía  conveniente, dejar pasar un cierto espacio de tiempo antes de cubrir la vacante, lo había hecho así y así había de seguir haciéndolo. Tras de eso, que se votase la proposición, y si los votos iban a favor de ella, se elegiría presidente además de vicepresidente. Con el asunto no tenían nada que ver ni la mayoría, ni el Gobierno, ni el jefe de éste.
Planteado de tal modo el asunto, los propios firmantes de la proposición, señores Núñez de Arce, Balaguer, Barca, Sagasta, Marqués de Sardoal, Moyano y Marqués de la Vega de Armijo, la retiraron inmediatamente. Y todavía hubo más, pues otra proposición se presentó en el acto, por la que declaraba el Congreso que el presidente de la Cámara "le merecía la más absoluta confianza". Esta nueva proposición pasó a votarse, logrando doscientos ocho votos a favor contra sólo cuatro en contrario.
Triunfó, pues, Ayala plenamente en la única ocasión que, aun cuando con muy diverso objetivo, por razones de estrategia política, algunos diputados osaron combatir su labor presidencial. Por ello ha podido decirse, y se ha dicho, que "la figura de don Adelardo López de Ayala alcanzó el más alto relieve con el acierto en su gestión como presidente del Congreso. Mereció como tal la consideración, el respeto y la admiración de amigos y adversarios políticos; sirvió a la institución recién restaurada y al Gobierno en la suprema medida de la habilidad y de la fuerza, sin que en ningún instante provocase protestas su conducta, ni recelos ni suspicacias su actitud frente a ningún diputado. Hasta la suerte le acompañó en su empeño de mostrarse en todo momento imparcial y tolerante a la par que enérgico, y la casualidad hizo que fuera él algunas veces el encargado de resolver cuestiones que a otros pudieran afectar". Era que se imponía con el prestigio de su éxito literario.
El repetidamente citado Conrado Solsona dice sobre este punto: "La tolerancia y la energía eran los dos polos de su conducta. Convenía. fuera del sillón cuanto debía convenir con las oposiciones; acordaba fuera de la mesa cuanto debía acordar con el Gobierno; pero en el alto sitial ya no había oposición ni Gobierno; ya no había más que Ayala." Y Ayala, el glorioso autor de Consuelo, demostrado queda que resultaba indiscutible.
No se le discutió nunca más. Tras de las Cortes en que fué elegido presidente del Congreso, otras Cortes se reunieron, y en ellas presidente del Congreso volvió a elegírsele, primero para la mesa interina, y para la mesa definitiva después, sin que ya se pensase siquiera en que ningún otro diputado ocupase el sitial, que se consideró pertenecía a Ayala por juro. Pero antes de referir esto, corresponde ocuparse de algo que a la primera etapa presidencial de nuestro biografiado pertenece.
Y como este algo es de mucho bulto, un capítulo para ello solo vamos a dedicarle. Con que doblando la hoja pasemos a ver lo que se ha considerado como "el más bello discurso que oyó Congreso". Preparaos, lectores, a contemplar belleza tanta.

Luís de Oteyza
Vidas Españolas e Hispano-Americanas del Siglo XIX

Madrid, 1932

miércoles, 13 de abril de 2016

Los olvidados de Guadalcanal 1



Álvaro de Mendaña, Pedro Ortega e Isabel Barreto 1/3

Al comenzar estas líneas puede que nuestra mente nos lleve a la confrontación americano japonesa durante la II Guerra Mundial, pero queda aclarado que no cuando en la segunda línea citamos a Mendaña y a Ortega.

Agradezco a mi admirado amigo Luis Laorden el traerme a la memoria estos personajes que nos unen en la pasión por lo que se conoce como “El lago Español” 1. 1 Le han llamado durante siglos "el lago español" y, oficialmente, Océano Pacífico. Cuando Vasco Núñez de Balboa lo descubrió, cayó de rodillas, emocionado por el maravilloso espectáculo, y lloró como un niño. Era el 25 de septiembre de 1515. Justo 386 años después, España arriaba su última bandera en el Pacífico, el 14 de junio de 1899. Por veinticinco millones de pesetas cedió al Imperio alemán las islas Marianas, menos Guam, que quedó en poder de Estados Unidos, y más al Sur hizo lo mismo con las Carolinas y las Palao. El abandono del Pacífico fue reprochado por el historiador Joaquín Costa a los políticos de la época con una frase lapidaria: "No tienen valor ni para soñar".
Cabe preguntarse qué pueden tener en común Guadalcanal y las Islas Salomón, podemos responder que mucho cuando en los Reales Alcázares de la capital andaluza el pasado 22 de julio de 2013 se produjo el hermanamiento del pueblo sevillano de Guadalcanal de la Sierra Norte sevillana con las Islas Salomón, cuya isla principal lleva este nombre.
En dicho acto estuvieron presentes el ministro de Turismo de las Islas Salomón, Justin Pascal, y el primer ministro de la Isla de Guadalcanal, Stepfhen Panga, acompañados de otras autoridades isleñas.
No se puede ocultar que en dicha vinculación «histórica» mucho ha tenido que ver para hacer posible este hermanamiento, el Ministerio de Asuntos Exteriores y la Embajada de España en Australia y como continuación a los actos que se realizaron hace 50 años como homenaje al descubridor de la Isla de Guadalcanal, Pedro Ortega de Valencia.
Guadalcanal se halla situada al sur de las Salomón, sobre el mar del Coral y a casi 2.000 kilómetros de Australia, es la mayor isla del archipiélago, y ha pasado de mano en mano desde que el súbdito de Felipe II, Álvaro de Mendaña, la descubriera en 1568 y un miembro de su expedición, Pedro Ortega de Valencia, le diera ese nombre en homenaje al pueblo sevillano que le vio nacer. Dominada por españoles, alemanes y británicos, tras la entrada de Japón en la Segunda Guerra Mundial, fuerzas niponas se hicieron con su control, amenazando las estratégicas comunicaciones entre Estados Unidos y Australia.
Pero comencemos a hablar de la primera expedición transpacífica de Álvaro de Mendaña y Neira sucedida entre 1567 y 1569 2.
Antes de la llegada de los españoles, los incas tenían la creencia desde la antigüedad de la existencia de un fabuloso reino en unas islas de extraordinaria fertilidad y riqueza en oro situadas en la lejanía mar adentro. Los primeros españoles que llegaron a Perú oyeron relatos que hablaban de una gran expedición en balsas de gran tamaño con velas cuadradas en las que viajaron más de veinte mil nativos y recogieron testimonios y pruebas de la existencia de estas islas extraordinarias por lo que muy pronto planearon ir en su búsqueda.
Por asociación de ideas, los exploradores españoles nombraron a estas islas como de “Salomón” 3 ubicando allí el mito de las minas del rey Salomón que muy posteriormente los exploradores africanistas colocarían en Zimbawe.
correspondiente al mes de enero-febrero de 2011, dentro de la sección Filosofía de la Milicia trabajo dedicado a la recuperación de la figura de un gran marino y explorador olvidado como ejemplo de sacrifico, esfuerzo y podemos hablar del mito como motor de la exploración pues siempre que avanzaba la frontera de lo conocido se colocaban al otro lado de la línea, en lo incógnito, las fábulas que atraían a los aventureros… Las Siete Ciudades de Cíbola, Quivira, Las Fuentes de la Eterna Juventud, El Estrecho de Anián, Rica de Oro y Rica de Plata, El Dorado, Las Amazonas… Las Minas del Rey Salomón y un largo etcétera.
En 1564, nada más llegar a Lima, el gobernador Lope García de Castro, nombrado tras el asesinato del virrey Diego López de Zúñiga, comenzó con los preparativos para la ambiciosa expedición. El candidato con más méritos para dirigirla era Pedro Sarmiento de Gamboa 4, quien perseverancia ante la adversidad titulado “Sarmiento de Gamboa, inasequible al desaliento”.
declinó la jefatura a favor del joven Álvaro de Mendaña y Neira, que contaba con veinticinco años, recién llegado a Perú y sobrino del nuevo gobernador, considerando que este parentesco sería garantía segura de que no se escatimarían medios para la dotación económica, humana y material de la expedición.
No se sabe con certeza el año del nacimiento de Álvaro de Mendaña y Neyra 5, se supone fue en 1542, tampoco se sabe si fue en Galicia o en León, aunque los indicios indican debió ser en el pueblo de Congosto en la comarca leonesa del Bierzo limítrofe con Galicia. Tampoco se conocen detalles de su vida anteriores al viaje realizado acompañando a su tío Lope García de Castro a tierras americanas, que era oidor de la Audiencia de Valladolid, caballero de Santiago y miembro de los Consejos Real, de las Órdenes y de Indias.
Lo cierto es que sus hechos demuestras que era poseedor de excelentes cualidades personales entre las que estaba el liderazgo. Entre las dos expediciones que realizó desde Perú, la primera de 1567-1568 y la segunda de 1595, transcurrieron veintisiete años y de ese período tampoco se sabe mucho de sus vicisitudes, excepto que en 1586 casó con Isabel Barreto, una mujer de carácter como quedó probado en la segunda expedición en la que Mendaña perdería la vida.
Se prepararon dos barcos para la expedición, “Los Reyes” de unas 300 toneladas, eslora de 29 metros y manga de 9, nombrado “capitana”, y el “Todos los Santos” un poco más pequeño, de 200 toneladas y 25 y 8 metros de eslora y manga, nombrado “almiranta”. 
El miércoles 19 de noviembre de 1567 subieron a bordo en el puerto de El Callao, Mendaña y Sarmiento de Gamboa con las tripulaciones que sumaban unos 160 hombres, incluyendo frailes, todos confesados y comulgados como era costumbre, y el día siguiente se hicieron a la mar abierta. En una primera parte navegaron con rumbo casi derecho hacia el Oeste y pasaron por varias islas menores a las que iban dando nombres, sin hacer escalas en tierra, a pesar de que en alguna de ellas se acercaron nativos en las rústicas piraguas que utilizaban con ánimo de entablar comunicación.
Al amanecer del día 7 de febrero, ochenta días desde la salida de El Callao, aparecieron ante los navegantes en el horizonte las montañas de la gran isla de Salomón que buscaban. El día 9 fondearon en el refugio seguro del Puerto de la Estrella en la isla de Santa Isabel de la Estrella, perteneciente al archipiélago de Salomón.
Habían recorrido desde El Callao una distancia de 2.200 leguas de 17,5 al grado 6.
Los expedicionarios permanecieron en las islas de Salomón hasta el 11 de agosto y durante este espacio de tiempo tuvieron ocasión de mantener continuas e intensas relaciones con los nativos polinesios pobladores de diferentes grupos que en estas islas habitaban, unas de carácter amistoso y otras hostiles. En sus diarios quedaron reflejadas descripciones muy coloristas de carácter antropológico, sobre las descripciones físicas de estos pobladores, sus costumbres, entre ellas el canibalismo, de la curiosidad con la que recibieron a los extraños visitantes, y también de carácter científico, geológico, geográfico y botánico, relacionadas con el paisaje y la naturaleza, la vegetación, las aves, la pesca y los animales terrestres.
En este momento los exploradores españoles construyeron un pequeño bergantín con el que unos veinte a veinticinco hombres recibieron la misión de efectuar reconocimientos costeros de las numerosas islas del archipiélago para delimitar el espacio geográfico, mientras otros grupos se dedicaban a explorar el interior de la isla principal.
Finalmente se planteó la disyuntiva de quedarse en aquel paradisíaco escenario o regresar a Perú, por lo que se procedió a la celebración de una Junta en la que Mendaña recabó el parecer de todos los expedicionarios y aunque muchos de ellos eran partidarios de quedarse en aquel lugar prevaleció el criterio de dar por cumplida la misión encomendada de descubrimiento y se tomó la decisión de regresar para informar al Virrey y proponer una nueva expedición más voluminosa en personal y medios.
Ya de regreso, Mendaña y Sarmiento de Gamboa pusieron rumbo primero hacia el norte como se refleja en el dibujo, pasando por las actuales islas llamadas Marshall, y el archipiélago Wake, prosiguiendo en su tares de ir dando nombre a las islas y levantando mapas.

1 Le han llamado durante siglos "el lago español" y, oficialmente, Océano Pacífico. Cuando Vasco Núñez de Balboa lo descubrió, cayó de rodillas, emocionado por el maravilloso espectáculo, y lloró como un niño. Era el 25 de septiembre de 1515. Justo 386 años después, España arriaba su última bandera en el Pacífico, el 14 de junio de 1899. Por veinticinco millones de pesetas cedió al Imperio alemán las islas Marianas, menos Guam, que quedó en poder de Estados Unidos, y más al Sur hizo lo mismo con las Carolinas y las Palao. El abandono del Pacífico fue reprochado por el historiador Joaquín Costa a los políticos de la época con una frase lapidaria: "No tienen valor ni para soñar".  
2 Los hallazgos españoles en el Pacífico: Coronel Amancio Landín Carrasco y CN Luis Sánchez Masiá Revista Española del Pacífico, Asociación Española de Estudios del Pacífico (A.E.E.P.), nº2. Año II 1992.
LANDÍN CARRASCO, Amancio; SÁNCHEZ MASIÁ, Luis: El descubrimiento de las islas Salomón, en Descubrimientos Españoles en el Mar del Sur, Tomo II, Cap. XV, Editorial Naval, 1992.
3 Las leyendas de la bíblica Ofir, desde donde enviaban a Jerusalén "mucha madera de sándalo y piedras preciosas" (Libro Primero de Reyes).
4 LANDÍN CARRASCO, A.: Vida y viajes de Sarmiento de Gamboa (Madrid, 1945).
CRESPO-FRANCÉS y VALERO, José Antonio: En la revista XXI Legio, en el nº 35
En la revista digital www.revistatenea.es, el 12 de marzo de 2010 en el enlace:
http://www.revistatenea.es/RevistaAtenea/REVISTA/articulos/GestionNoticias_1772_ESP.asp
5 LANDÍN CARRASCO, Amancio: La cuna de Álvaro de Mendaña, Revista de Historia Naval, Año XI, nº 41, 1993.
6 Es decir de 17,5 leguas por grado de longitud del meridiano terrestre (que mide 111,11111 km o 111.111,11 m), o sea 5,55555 km.



Por José Antonio Crespo-Francés