La vida en la mina 2
Las jornadas de trabajo y 2
Si bien la incidencia de los
festivos se logra paliar con las dispensas de las autoridades religiosas, hay
otros factores que no tienen tan fácil solución: las circunstancias climáticas,
que en ocasiones reducen durante largos lapsos de tiempo invernales cualquier
labor que el desagüe, si bien la buena organización de éste en Guadalcanal
reduce los tiempos muertos por esta razón en comparación con otras minas de
menor infraestructura 79;
En Valverde de Mérida, por ejemplo, y esto era lo normal en todas las minas del
reino salvo Guadalcanal y Almadén 80, habían de suspenderse los trabajos todos los días de lluvia,
lo que suponía prácticamente una larga paralización estacional durante los
meses de invierno. Los trabajos se prolongaban entonces en todas esas minas desde
noviembre o diciembre, lo que hace de las posibilidades productivas de Guadalcanal
una auténtica excepción.
La suspensión anual era
absolutamente obligada en las labores de fundición del mineral. Si, en relación
con las labores extractivas, una mina del sur de España ofrecía ventajas en el
tiempo anual en que podía ser labrada frente a una centroeuropea, las labores
de metalurgia, que allí apenas precisaban de interrupción, aquí deben ser
paralizadas de junio a septiembre o incluso parte de octubre, a causa de la
imposibilidad de trabajar en los hornos en la época de mayores temperaturas. En
años muy rigurosos, algo que puede
resultar chocante, no se podía fundir, “por ser muy nociuos los calores” desde
comienzos de mayo a fines de octubre. Si añadimos a esta reducción anual la incidencia
de los festivos, es evidente que el número de jornadas anuales de fundición quedaban
enormemente disminuidas, lo que provoca el que desde la Corte se envíen continuamente
órdenes destinadas a procurar aumentarlas, a riesgo de incidir en la salud de
los operaríos; en 1559, escribía el Rey a Mendoza:
“Quanto a lo que dezis que pasado
San Juan se dejaría de fundir por calores han entrado rrezias, deveis de mirar
la mucha nescesidad que ay de lo que procede desas minas y procurar que las
fundiciones no pesen del trabajo que se vayan haziendo con el menor
ynconbiniente que ser pueda” 81.
Jornadas festivas, circunstancias
climáticas, en algunos casos también incidencia de enfermedades “epidemias que vienen de fuera de
la mina, afecciones producidas por el propio trabajo minero, como las
intoxicaciones que periódicamente afectan a los fundidores, accidentes
traumáticos” 82
son factores que inciden en el tiempo total del trabajo anual por operario,
pero que obedecen a circunstancias ajenas a la voluntad de de los propios
trabajadores. Hay, sin embargo, otras que son provocadas por éstos y que derivan
de razones que podríamos llamar psicológicas, de la forma como el trabajador
minero entiende su relación con la empresa a la que presta su servicio. Por un
lado, una parte de los operarios eran al mismo tiempo que los de los pequeños
propietarios, o más habitualmente arrendatarios de tierras, gentes que acudían
a la mina a redondear sus ingresos y que, por tanto abandonan el trabajo en las
épocas en que es preciso efectuar las labores agrícolas. La advertencia de que “no se alla jente por aber ido a recojer el
pan”, es continua en las noticias que se producen en los meses de mayo a
julio, precisamente aquellos en los que labores extractivas deben efectuarse a
mayor ritmo.
Ello lo supone unas fluctuaciones
en la oferta de mano de obra, más fácil de hallar en los meses “blancos”
en relación con el año agrícola. Pero igualmente hay una incidencia en los años
buenos y los malos, agrícolamente hablando, en las posibilidades de encontrar mano
de obra libre dispuesta a emplearse en el trabajo de la mina. Y es aquí donde había
que buscar los resortes que llevaban a un trabajador a fijarse un horizonte máximo
de ingresos, más allá del cual no sentían necesidad de trabajar y abandonaban
su puesto. Una información de A. de
Zárate en 1556 indicaba:
“Muy grand trabajo paso con todos
estos oficiales, mayormente con los afinadores, porque como se been prósperos
quieren yr a entender en sus haziendas y rrecoger su pan. Entiéndase en el
rremedio dello lo más que se es posible” 83;
En 1557, a causa de haber sido el
año bueno, “nos falta la gente
demasiadamente” 84
y lo mismo sucedía en 1558 en Almadén:
“(...) ay mucha falta de gente y quando venga el berano será sin
comparación mayor, especialmente viniendo el año abundoso” 85.
En 1566, los oficiales informaban
que no se encontraban guardas y que a los que en ese momento estaban empleados
“si se les manda seruir en más de lo que agora siruen, pagándoles mayor
salario, se an de yr a sus casas” 86.
Ante la dificultad de hacer
frente a estas circunstancias, a esta forma de actuar arraigada en los
trabajadores, la Administración Real intenta paliar el problema pensando varias
soluciones. Por un lado, intentando que los trabajadores a tiempo parcial, el “trabajador-campesino”, se conviertan
en lo que los historiadores británicos de la economía denominan “trabajador-profesional”, es decir, el
que no tiene intereses ajenos al mero jornal minero y en los que precisamente
esa dedicación exclusiva va generando una psicología del trabajo diferente.
Esta transformación se fomenta mediante la concesión de incentivos y
privilegios 87, la
recurrencia a grupos sociales con status jurídicos especialmente los que se
pueda forzar a una permanencia a la que no se puede obligar en el caso
población cristiana vieja, cual es el caso de los moriscos del reino de Granada
tras la guerra de las Alpujarras. En 1574, los administradores de Guadalcanal
escribían a la Corte proponiendo que en atención a que en tiempo de siega y
vendimia escaseaba mucho la mano de obra para las labores de minas, de los
moriscos a quienes se expulsa reino de Granada, y entre aquellos a lo que
correspondiera residenciarse en la provincia de León de la Orden de Santiago,
se asignara un grupo de entre 50 y 100 con residencía obligatoria en las minas
de Guadalcanal con limitación de la libertad de movimientos proyecto que no
llega a su término en Guadalcanal, ya que la mina se cierra dos años más tarde,
pero en cambio sí se logra en Almadén, donde junto con la asignación de galeotes
eran una parte sustancial de la mano de obra 88.
De igual forma, el empleo de
extranjeros busca en parte el mismo fin; independientemente de su grado de
formación profesional, el extranjero es un hombre desligado a su entorno y, por
tanto, más inclinado a sujetarse más firmemente a su empresa, a convertirse en “profesional”. De Almadén escribía en
1573:
“quando a los estrangeros mineros
que acuden a esta fábrica, para todo, entretenimiento y la mayor parte de la
hazienda que al presente se haze es medio dellos, porque los naturales se
ocupan oy más en sus haziendas, en y segar y como muchos destos estrangeros
vienen nescesitados y enfermo fatigados del largo camino, otros azogados, padescen
grandísima nescessidad, hanbre que es gran lástima ver lo que se passa “especialmente
los que estan enfermos”, como (...) no saben la lengua para pedir
limosna hallan muy poco socorro (...). “Paresrce
que por todas partes sigue la fortuna a esta pobre gente en sus tierras guerra
y fuera della enfermedad y probreza”.
La aparición de un verdadero
proletariado minero estaba ya a un paso.
79. En relación mina de Pedro Candil en Cazalla,
Diego Delgado escribía:
“Mandé que desde principio de
octubre que no cavasen ni entendiesen en ella, porque los días eran pequeños y
las aguas crescían y se gastarían dineros y se harta poca labor. Hasta principio
de hebrero no se higo nada”;
Consejo y Juntas de Hacienda,
Leg.° 28, fol. 65.
80 CRf sobre Valverde de Mérida, AGS Consejo y
Juntas de Hacienda, Leg. 28 Fol.9. En relación con la mina de Pedro Candil en
Cazalla.
81 A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 23,
fol. 382. En 1571, como consecuencia d¢ informaba el visitador Zárate, antaño
administrador de la mina:
“Pero dícenme los ofirciales que
tienen una ordenanza que muestran para que m fundición ninguna en el estío
hasta el mes de setienbre (...). Como quier que quar aquí administrador en los
principios de esta hacienda, indiferentemente se fundía todos los tienpos, aún
guando fuese en los días caniculares, hartas enfermedades i pero por anticipar
el fruto de la hacienda todo se posponía”.
El 1 de junio de ese año
escribían los oficiales a la Corte:
“El metal rico (...) no se ha
fundido ni se fundirá hasta que, con los demás que siendo Dios seruido, se
funda viniendo el buen tienpo, que será en setienbre, por interin no se sufre
fundir por los grandes calores, ni se tiene costunbre en esta fábrica sería
enfermar toda ella”;
cfr. A.G.S. Consejo y Juntas de
Hacienda, Leg.° 112, fol. 6.
82 A.
Rótulo escribía desde Almadén al Consejo de Hacienda en 1558:
“los años pasados a abido tanta
esterilidad en esta tierra y tantas enfermedades que hay mucha jente, especialmente
la jente de trauajo, por cuya causa ay mucha falta de jente”. cfr.
A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 34, fol. 319.
83 A.G.S. Estado, Leg.° 56, fol. 88.
84 GONZÁLEZ, T. Noticia histórica..., vol. I, p.
473.
85 A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 34,
fol. 319.
86 A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 68,
fol. 124. De Almadén informaban en 1573 que
“los naturales se ocupan oy más
en sus haciendas en arar y segar que en la mina”
en obligados los administradores
a ocupar a extranjeros, fundamentalmente flamencos; cfr. A.G.S. Consejo y
Juntas de Hacienda, Leg.° 127, fol. 3.
87 En Almadén, en 1558, A. Rótulo escribía al
Consejo:
“para remedio desto (de la falta
de trabajadores) se solía dar execución a los que binieren a biuir a este lugar
para fabricar en el pozo, siendo V.M. servido será cosa muy acertada y nescesaria
que se mande dar probisión para este hefeto para que los que vinieren a bibir a
la dicha villa, ocupándose en la fábrica y beneficio del dicho poyo, sean
libres de los pechos rreales y concejiles” ;
L.G.S. Consejo y Juntas de
Hacienda, Leg.° 34, fol. 319. En 1571, “en Guadalcanal, era preciso un ador y el único
disponible estaba condenado; se solicita para él a la Corte la exención de una
pena stierro en función de la necesidad que se tenía de él en las minas; cfr.
A.G.S. Cámara de Castilla, 404, fol. 235. A Francisco Blanco, quien como
morisco no estaba autorizado a poseer esclavos, se acede autorización real para
tenerlos de su propiedad «por la falta grande que ay en esta tierra de concejo”;
cfr. A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 82, fol. 61.
88 Cfr. sobre la propuesta de Guadalcanal,
GONZÁLEZ, T.: Noticia histórica..., vol. II, p. 456. Si del administrador de
Almadén, Chistopher Hermann, para que el Consejo le conceda sacar de Córdoba y
Jaén hasta 150 moriscos, en este caso “si quieren ir de grado a trabajar al
Almadén”; cfr. A. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 85, fol. 1.
De Minería,
Metalúrgica y Comercio de Metales
Julio Sánchez Gómez
Julio Sánchez Gómez
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