De norte a sur a través de la gastronomía
“Quesos, chacinas, dulces y licores. El paladar despierta para los mil
sabores que ofrece la sierra.”
Extensas sierras alineadas de
Este a Oeste separadas por hermosos valles poblados por olivares y dehesas.
Tierras del olivo que forman un rico hábitat artificial poblado por numerosas especies de fauna y de flora y origen del afamado
oro verde: el aceite de oliva de Sierra Norte. Mientras en las dehesas, a la
sombra de encinas y alcornoques, engordan los cerdos ibéricos acompañados de
ciervos y jabalíes; pilares de la gastronomía serrana.
El mejor viaje de los sentidos es
atravesar el parque de Norte a Sur. En las alturas de La Capitana y Hamapega
podemos dejar que nuestra vista se pierda en los horizontes de Extremadura y
Andalucía. Nuestro paladar despertará ante los mil sabores que ofrece la
sierra:deliciosos guisos en sus mesones y restaurantes, jamones y embutidos en sus tiendas, todo ello
regado con sus renovados vinos tintos y endulzado con su repostería y anisados. Los aromas del campo,
florales y silvestres, embriagarán nuestra nariz y los cantos de las aves
alegrarán el espíritu.
Unas impresionantes vistas de la
comunidad de Extremadura, al norte, y de Sierra Norte, al sur, reciben al
visitante que se aventura a llegar hasta aquí. Las más altas elevaciones de la comarca
se encuentran en la Sierra
del Viento, alcanzando en el pico de La Capitana , de 960 m , su mayor cota. La
cresta de este macizo montañoso está recorrida por un sendero, de 5 km de longitud, que finaliza
en el mirador de La
Capitana.
A los pies de la Sierra del Viento se
extiende una parte del municipio de Guadalcanal que queda fuera del parque
natural. En esta gran llanura se da una de las mayores densidades de conejo de
la provincia de Sevilla, circunstancia que es aprovechada por numerosas aves rapaces
que utilizan este área como lugar de alimentación. Se ha podido constatar que
en este lugar se producen algunas de las mayores concentraciones de individuos
juveniles de águila imperial ibérica de toda su área de distribución, a nivel
ibérico y mundial. Además de este águila es frecuente observar otras aves de presa
como las águilas real, perdicera, calzada y el milano real, entre otras.
Las cimas de esta sierra se
convierten en un oteadero inmejorable y en un magnífico observatorio del vuelo
de estas grandes aves. En sus desplazamientos sobre la llanura, se aproximan a
la crestería pasando a escasos metros de la cumbre, lo que hace de este sitio
un lugar excepcional para toda aquella persona aficionada a la ornitología y la
fotografía de la naturaleza.
Próximas a estas sierras también
se encuentran la colonia de buitre negro de Alanís y la de buitre leonado del
Viar. Cuando sopla el viento choca con estas montañas originando lo que se
denominan vientos ascendentes de ladera.
Estas masas de aire que se elevan
son aprovechadas por los buitres para desplazarse sin aletear, ahorrando
energía. Por este motivo es habitual observar numerosos grupos de buitres negros
y leonados que vuelan paralelamente a la sierra a escasa altura.
Por otra parte, a finales del
verano y del invierno, esta sierra es un buen observatorio para contemplar las
grandes bandadas de aves migratorias que atraviesan esta comarca.
Los grupos más nutridos suelen
ser los de las cigüeñas blancas y los milanos negros, aunque tampoco faltan
bandadas de águilas culebreras, alimoches, cigüeñas negras, ánsares y grullas.
Estas elevaciones de rocas marmóreas
tienen suelos muy pobres. El mejor aprovechamiento que se ha podido establecer
es el cultivo del olivo. En este caso, dadas las duras condiciones que deben
soportar los árboles, se ha implantado una variedad de olivo más recio y de
escaso porte: el pico limón.
Los olivares en cultivo se
alternan con otros abandonados, que han sido invadidos por varias especies de
arbustos. También hallamos zonas abiertas, dedicadas a la ganadería, con muros
de piedra y rodales de vegetación autóctona. Todo ello conforma un interesante paisaje
muy heterogéneo poblado por una diversa comunidad faunística.
En el Parque Natural Sierra Norte
habitan tres especies de ratones: el casero (Mus musculus), el de campo
(Apodemus sylvaticus) y el moruno (Mus spretus). En ambientes semiáridos como
el de la Sierra
del Viento, con algunos cultivos de secano y escasa disponibilidad de agua se
desenvuelve estupendamente el ratón moruno. Este mamífero tiene escasos
requerimientos hídricos, llegando a consumir hasta dos veces menos agua que el
ratón casero, lo que le permite vivir en ambientes muy áridos en los que no
pueden habitar otras especies de ratones. A esto se une la particularidad de tener
una dieta muy variada que le permite comer prácticamente cualquier alimento
disponible y que incluye semillas, plantas herbáceas, insectos y otros pequeños
invertebrados.
El ratón moruno es una de las
presas favoritas de otro pequeño depredador que vive en las zonas pedregosas y
bien soleadas: la víbora hocicuda. Las poblaciones de este pacífico reptil se
encuentran en regresión debido a la leyenda negra que ha soportado la especie.
Durante muchos años, argumentando
su supuesta peligrosidad, las víboras han sido perseguidas de forma
indiscriminada, lo que les ha hecho desaparecer de las proximidades de los
núcleos habitados por el ser humano. De esta manera, este reptil ha quedado relegado
a zonas apartadas, normalmente en enclaves montañosos, produciéndose una importante
fragmentación de sus poblaciones.
En los últimos años, el aumento
demográfico del meloncillo y del jabalí, dos de sus grandes depredadores
silvestres, ha hecho que sus núcleos poblacionales se hayan reducido aún más.
Por ambos motivos, la víbora hocicuda se ha extinguido en una gran parte de su
antigua área de distribución y se encuentra a punto de desaparecer en otras
localidades.
Las víboras son animales huidizos
y esquivos, que ante cualquier tipo de amenaza tratarán de escapar y
esconderse. Están dotadas de un veneno que les sirve para paralizar a sus
presas y poder ingerirlas. Se alimentan de pequeños vertebrados como topillos y
ratones, por lo que hacen un gran servicio a la agricultura, contribuyendo a
controlar las poblaciones de estos pequeños mamíferos, evitando que puedan
convertirse en una plaga.
El veneno de las víboras no suele
ser mortal para el ser humano y estos animales nunca nos atacarán si de les da
opción de escapar. En los casos en los que se han producido picaduras ha sido
por accidente, normalmente al pisarlas.
Por este motivo cuando caminemos
por zonas abiertas y pedregosas, que suelen ser utilizadas por las víboras para
solearse, es recomendable prestar atención. También es aconsejable utilizar calzado
cómodo y resistente que proteja nuestros pies de los golpes y de posibles mordeduras.
www.juntadeandalucia.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario