La mano de obra: su organización
y retribución 1
En principio, puede pensarse que
por debajo del grupo que podríamos llamar privilegiados de los técnicos
especializados aparecía una masa homogénea, más o menos voluminosa, de peones
proletarizados, desarraigados, en una situación desesperada, percibiendo salarios
de hambre y caldo de cultivo de todo descontento y toda rebelión latente. Tal visión,
muy ajustada a la situación de una mina europea de la época de la revolución industrial,
no se corresponde en absoluto con la de las explotaciones mineras y no solo de
las minas reales en el siglo XVI 41.
En primer lugar, el peonaje no
especializado no era en absoluto un grupo homogéneo; existía en su interior una
primera diferenciación muy clara, la que separaba la mano de obra libre de la
esclava. Pero también dentro de la primera aparecen diferencias esenciales
entre los obreros contratados y que cobran salario de la administración de la
mina y aquellos que trabajan en los destajos y, por tanto, están sometidos a un
capataz o jefe de cuadrilla, que es quien ha contratado el destajo. O bien,
aunque no sea a causa de de tipo salarial, el modo de vida era muy diferente
para los trabajadores de Guadalcanal, que tienen allí su casa e incluso, en
muchas ocasiones, cultivan una pequeña parcela, que para aquellos que se han
desplazado desde lugares alejados, que viven en barracones junto a la
explotación y que componen por tanto un grupo de mayor desarraigo. Todo ello,
sin olvidar que en los primeros años de explotación de la mina una parte de los
extranjeros trabajaron también como peones y por el hecho de su procedencia ingresaban un salario mayor que el de los
españoles.
El número de operarios en la mina
fue extraordinariamente variable, en función de cómo se desarrollaran las
tareas de extracción y tratamiento del mineral. Cuando en el derribo de éste se
tropezaba con zonas duras, se reforzaba ese pozo, siempre teniendo en cuenta
que existían unas posibilidades máximas de acogida en éstos. Igualmente, en
época de máximas lluvias, se reforzaban hasta donde fuera preciso las labores
de desagüe. Las operaciones de tratamiento, ya lo dijimos, no se efectuaban
durante todo el año sino que existía una estacionalidad marcada por la llegada
del verano, en el que se suspendía; pero cuando la producción se reduce,
especialmente a partir de 1565, los meses en el que se efectúan esos trabajos
son aún más restringidos. Por tanto, las fluctuaciones en la mano de obra en
función de la demanda de trabajo por la empresa se producen, no solo de unos
años a otros, sino también de forma estacional e incluso semanal; ya veremos
que existen también unas fluctuaciones estacionales no derivadas de la demanda de
la propia empresa, sino que obedecen a
la propia oferta de mano de obra. Sólo nos es posible aquí, pues, referirnos a
unos máximos y unos mínimos, y ello sin perder de vista que el volumen de un
momento dado puede resultar modificado en corto lapso de tiempo.
Tampoco ha sido posible llegar a
establecer series de salarios, dado que, por un lado, la información es
extraordinariamente fragmentaria y, cuando la hay, caótica, aparecen mezcladas
retribuciones anuales, mensuales, semanales y diarias; por otro, La extensión
del trabajo a destajo oculta durante muchos años las retribuciones y, por último
carecemos absolutamente de información sobre los componentes de un salario, lo
que hace que nos sea imposible llegar a las razones por las que dos oficios que
aparecen con la misma denominación reciben diferentes percepciones; baste
recordar otra vez el desnivel salarial entre alemanes y españoles que
desempeñan un mismo puesto. Resta añadir que tampoco las categorías
profesionales están en absoluto fijadas,
de forma que dos denominaciones idénticas ocultan tras sí a veces categorías
muy diversas.
Por tanto, y aún lamentándolo y
envidiando a aquellos historiadores dedicados al estudio de épocas en que el
afán por el rigor y la exactitud han hecho avances, debemos contentarnos
únicamente con sentar algunas afirmaciones que pueden deducirse con nitidez de
la documentación manejada.
En primer lugar, la división del
trabajo ha hecho grandes progresos en el trabajo minero y se distingue un
número muy elevado de dedicaciones y, por consiguiente, de retribuciones. En
una de las nóminas de semana de 1558 —6 al 12 de marzo— aparecen veinticuatro
clases de empleos diferentes entre el personal laboral —es decir, excluidos los
cargos administrativos, pero también aquellos empleos auxiliares que no
trabajaban para la mina a tiempo completo, como los encargados del
abastecimiento, de la compra de leña, de la manufactura de carbón, etc.
En la mayor parte de las labores,
la organización en forma de colaboración en equipo de varios trabajadores con
funciones asignadas muy concretas era lo más usual. En las labores de
extracción y tratamiento de mineral, cada equipo estaba a cargo de un capataz
—de labores subterráneas, de lavadores o de ademadores— auxiliado por los
llamados “capataces menores”, mientras que en las de metalurgia, las funciones
equivalentes a las de aquel las desempeña el maestro —de fundición o de
afinación—. Ya vimos antes la composición normal de un equipo de extracción
subterránea —dos picadores, un transportista de interior y dos elevadores de
material— que será la normal hasta que una nueva técnica, la basada en el
empleo de la pólvora, transforme por completo la organización de las labores en
el subsuelo. En metalurgia, los maestros de fundición y afinación eran
auxiliados por ayudantes de fundición o afinación, mientras que las labores
menos especializadas se dejaban a los peones.
Excepto en el caso de los
técnicos de mayor relevancia —el supervisor general, el ensayador y su ayudante
o el jefe de entibación, etc.—, que cobraban un salario mensual, con lo cual
quedaban asimilados al personal administrativo, el resto de los trabajadores
asalariados —es decir, excepción hecha de esclavos y personas que trabajaban
por contrata o destajeros— eran jornaleros, lo que equivale a percibir un
estipendio por jornada trabajada, con lo que no cobraban los numerosos días
festivos que caracterizaban el calendario laboral del antiguo régimen. Sólo en
el caso de las especialidades en que la oferta era más escasa, como la de
maestro de fundiciones, percibían dos sueldos diferentes, uno mientras se
efectuaban las fundiciones y otro cuando aquellas estaban en suspenso 42.
La contratación de jornaleros se
efectuaba de forma semanal; entraban a trabajar los lunes a primera hora de la
mañana y se les despedía y abonaba el jornal
“los domingos después de haber
oído misa, en mano propia a las personas a quien tocare cada partida,
públicamente a donde todos lo puedan ver”» 43.
En el caso de los técnicos, su
admisión se realizó en algunas ocasiones previo un examen de suficiencia que se
enviaba a la Contaduría y era ésta la que resolvía, mientras que el de la mano
de obra de menor especialización se les contrataba en función de su presencia
en el punto de contratación —la plaza central de las instalaciones— y atendiendo
circunstancias de fuerza física y destreza atestiguada por los capataces. 44 Los empleados
especialmente los técnicos con contratos de mayor duración que la semanal,
tenían obligación de cumplir estos hasta el fin, salvo dispensa de la
administración; el administrador de la fábrica estaba facultado para perseguir
y sancionar su incumplimiento 45.
Estaba también confiada por las
ordenanzas a la administración de la mina la vigilancia y el control de la
productividad de los trabajadores. La ordenanza de octubre de 1557 indicaba:
“la persona que tuviere cargo de
rescibir y coger la gente que ha de trabajar la dicha fábrica, ha de mirar que
sea la más util y experimentada que ser pueda y el vehedor ha de tener especial
cuydado de ver si trabajan sus horas acostumbradas, especialmente de noche,
ques quando más fraude suele haber en este al que viere que no trabaja como
debe, dará noticia al que lo coge y rescibe por que ponga otro en su lugar, y
si no lo hiciere, auisará dello al administrador general para que lo prouea, y
la misma quenta y cuydado ha de tener la dicha persona que los coge y rescibe,
requiriéndolos muy a menuro para ver si asis a la labor” 46.
41
Nuevamente he de referirme a la monumental obra de Rolande TREMPE: Les mineur
1848-1914 como término de referencia para efectuar comparaciones.
Noticias
sobre los trabajadores en la mina de Guadalcanal, en A.G.S. Consejo y Juntas
Leg.° 31, fol. 43 y fol. 50; Leg.° 47, fol. 66; Leg.° 39, fol. 89; Leg.° 68,
fol. 129; Leg.° 82, 121, fol. 9; Leg.° 265, s.f., relación de gastos y gente
que trabajó en Guadalcanal entre 11 de marzo de 1577; Leg.° 75, fol. 86; Leg.°
82, fol. 60. A.G.S. Diversos de Castilla, Leg.° 30, fol. 40. A.G.S. Estado,
Leg.° 114, fols. 162 a 164, fols. 19 y 20; Leg.° 511, fol. 228; Leg A.G.S.
Contadurías Generales, Leg.° 851, s.f., estado de la mina en 31 de diciembre di
3.072, s.f., relación de la costa que había en las minas de Guadalcanal a 8 de
marzo de Escribanía Mayor de Rentas, Leg.° 1, fol. 10; Leg.° 14, fol. 5.
GONZÁLEZ, T.: Noticia históricas p. 525.
42
Cuando la actividad de la mina ha comenzado a decaer, en 1565, eran menester
cuatro afinadores en la época del año en que se afinaba. De ellos, uno estaba
fijo en la mina y los otros venían cada vez que eran llamados, para lo que las
afinaciones se agrupaban en temporadas, uno residía en Almodóvar del Campo y
otro en Fuente el Maestre. Cobraban a destajo y, además, veinte ducados al año
de salario; cfr. A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 66, fol. 22.
43
Hasta 1564 cobraban por semanas empleados y jornaleros. A partir de ese año
—reestructuración económica— los primeros cobran cada cuatro meses y los
segundos de forma semanal.
44
“Quedamos
enterados del exámen que se ha de hazer en la suficiencia de Alonso Marín Cordoués
y Juan Mercader y de las diligenrcias que Juan de Jutillo higo en virtud de la
prouisión que sobresto se le envió, lo qual se ha de guardar y venido que sea
el examen aquí conforme a ella se oviere hecho, se proveherá lo que convenga al
seruigio de Su Magestad;
A.G.S.
Diversos de Castilla, Leg.° 8, fol. 55.
45
En 1557 el administrador Diego López informaba que había prendido a un
especialista “porque me fue de la fábrica y me dexó la hazienda parada”;
cfr. A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° fol. 43.
46 A.G.S. Escribanía Mayor de Rentas, Minas,
Leg.° 1, fol. 10. En 1558 comunicaba Mendoza i Corte las órdenes que en la vigilancia
había expedido:
“Hay
una persona que asienta toda la gente que sirve en las minas y hace las nóminas
de todos ellos y lo que gana cada uno, y los días que siruen y faltas que hacen.
Hay uno que coge toda la gente así plomeros como los que andan en los tornos y
todas las otras personas que menester para la fábrica y este dirvere al que hace
las copias que los asiente y tiene cuidado ver si trabajan y si son buenos
peones y de hacerles dar buen recabdo de picos y almadana otras herramientas
con que trabajan y de ver si los herreros dan buen recabdo de pico almadanas y
otras herramientas con que trabajan y de ver si los herreros dan buen rrecabo
decir a la persona que asienta las faltas que hacen las personas que trabajan,
y el domingo la tarde cojen toda la que es menester y en presencia del
administrador y del juez si se hace desembaragado hacer muestra della, y queda
asentada para toda la semana por la dicha persona que lo tiene a su cargo, la
ordinaria por sí y la extraordinaria en otra copia aparte y los que asientan
para trabajar de día, no se asientan para trabajar de noche so pena de pagar el
c los asentare los jornales (...). Hay tres guardas de pozos. Estos toman la razon
de la gente i ha de entrar en cada porro, así de noche como de día y los ven
entrar y al salir los catan por que no saquen ningund metal ascondido. Estas
guardas velan por sus tercios toda la noche.
En
cada pozo se pone la gente que es menester, segund lo que las personas que lo
tiene cargo dicen. Con la gente que entra en los pozos de donde se saca metal
van quadrilleros c son buenos plomeros y están viendo lo que hacen sienpre, y
cuando faltan a los trabajado herramientas, estos salen por ellas y les dan
todo recabdo y estos dan aviso de cómo va la ve para que entren personas
pláticas a verla y avisen si es menester ademar. En cada uno de pozos de que se
saca metal, hay hecha una casilla de tapias y tejado con puerta y gerradur en
seyendo de noche que entran los plomeros que los caben, gierran la puerta con
llave y si tienen nescesidad de pedir alguna
cosa, llaman a una campanilla y la guarda que vela acude a ver qué es lo que
quieren y se lo da. Hay persona que tiene cargo de ver todos los pozos y mirar
si va bien labrada la vena y la siguen bien, o se aparta algún ramal, e si va
bien ademada, e mide los destajos que se dan a los plomeros en los pozos que no
se saca metal”;
De Minería, Metalúrgica y Comercio de Metales
Julio Sánchez Gómez
Julio Sánchez Gómez
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