¡Dios mío que solo
se queda mi pueblo!
Sí, me ocurrió una
tarde, iba solo por el campo, cansado y sudoroso por el largo caminar, me
acerqué a un arroyo para calmar mi sed, bebí de su agua clara y cristalina, me
senté y me quedé dormido, no sé cuánto tiempo estaría, pero me acuerdo que soñé...
Soñaba con un
pueblo Andaluz, blanco, limpio y hermoso, corno son los pueblos de Andalucía,
pero.., estaba triste, casi solo, ¡qué pena!, de pronto comenzó a llegar gente
que recordaba, ¡claro! si son paisanos, amigos que vuelven a su pueblo, algunos
ya con el pelo casi blanco como yo; hacía tanto tiempo que se fueron... traían
colgados de la mano hermosos querubines, retoños suyos que yo no conocía, hijos
de aquellos árboles trasplantados un día a otra tierra más fértil pero menos
acogedora, más rica, pero extraña, no era la suya.
Soñaba que, venían
a trabajar a su pueblo, pues habían montado Industrias, habían hecho
Cooperativas, se trabajaba en el campo, se cultivaban las tierras, prestaba
ayuda a quien la necesitaba...
Soñaba que, todos
eran felices, cada uno tenía un puesto
de trabajo y ganaban lo suficiente para vivir dignamente, y en compensación
aquellos hombres rendían bastante en sus puestos, ¡qué alegría poder verles
útiles a los demás, para que los demás lo sean con ellos.
Nadie se preocupaba
en aquel pueblo Andaluz de criticar mal a nadie, no se discutía de política
siquiera, no existía la envidia, no había distinción de clases, todos eran
responsables, obreros, patronos, era aquel pueblo una gran familia, los eran
más justos. ¡Dios mío, estaré soñando!
Qué alegría, mis
amigos y paisanos de nuevo en su pueblo...
El frío vespertino
me despertó, sentí el croar de las ranas en las orillas arroyo y el canto de la
perdiz en la cresta de los cerros, miré a un lado y a otro, estaba solo, daba
angustia ver morir el sol y mirar aquellos montes yermos... solitarios...
vacíos.
Cuando llegué al
pueblo no vi a mis amigos y paisanos de mi sueño, había poca gente, hombres sin
trabajo, se criticaba esto y aquello, y es que había tiempo para todo, la cara
de los hombres era triste aunque su comportamiento era correcto, por eso,
porque son hombres Andaluces, acostumbrados a todo, con una capacidad increíble.
La gran familia de
aquel pueblo Andaluz de mis sueños estaba en la realidad menos unida y también
se divertían menos.
Sólo en verano es
cuando se parece mi pueblo al que soñé, porque llegan mis amigos y paisanos a
pasar unos días al lado de los suyos de los que dejaron un día cualquiera pero
cuando pasa la estación del estío todos murmuramos con gran pesar ¡Dios mío que solo se queda mi pueblo!
parece como el sol de aquella tarde, que poco a poco moría... ¡¡No te mueras tú, pueblo mío!! porque
todos morimos contigo un poco.
Cualquier tarde de
éstas volveré al campo y de nuevo me sentaré junto al arroyo para calmar mi sed
aunque sea así, soñando... Aunque tengo fe en Dios y en los hombres y espero
que algún día pueda soñar despierto.
Rafael Rodríguez
Márquez
Revista de feria
1978
que bonito ,ojala un dia podamos volver ,,ojala
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