By Joan Spínola -FOTORETOC-

By Joan Spínola -FOTORETOC-

Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



sábado, 28 de enero de 2017

¡Arriba ese ánimo, hombre!


Piropo a Guadalcanal de un Cazador de "Tercera"

He escrito mucho y bueno, aunque no sé si bien, sobre Guadalcanal. Y puedo afirmar que jamás me costó el  menor esfuerzo. Y es que, claro, cuando se escribe al dictado del corazón, el bolígrafo se desliza sobre las cuartillas que es una seda. Sin embargo, heme aquí que hoy, frío y fluctuante como un iceberg, no sé como emborronar un simple folio para el articulito que cada año espera de nosotros ese guadalcanalenlse de pro y entrañable amigo, Rafael “Electrovira", para su anhelada revista de Feria.
¿Cómo es posible que ese tan querido por mí pueblo de la Sierra, luminosa cuna donde mis hijos vieran la primera luz, se haya podido distanciar de mi ser de hombre que tanto admiró el lirismo de sus sierras, de su cielo, de sus aromas, de sus buenas gentes...?
¿Cómo es posible? Me vuelvo a Preguntar?.
¡Imposible!  Mi afecto por Guadalcanal siempre fue sincero, y esto es muy difícil poderlo desarraigar así por las buenas
¡Ni por las malas tampoco!
¿Qué entonces...?
Quizás aquella sorprendente humillación que sufriera en él (que no de él), por no saber andar, escopeta en ristre, por esos sus cinegéticos erizados, haya podido desequilibrar un tanto  mi sensibilidad, pero jamás pasó  de ahí. Otra actitud hubiera sido  totalmente injusta. Pues hay que pensar además que, lejos de sentirse  humillado, había que sentirse orgulloso  de que todo el desprecio que  uno haya recibido, haya sido sólo  eso, puesto que a un hombre jamás se le puede medir por su astucia de lobo tras la presa, sino por su inteligencia y sus sentimientos, y en este sentido, sí que estoy seguro de estar libre de todo pecado ante esta noble comunidad de Guadalcanal.
Por otra parte, hay que pensar en lo que aquel castizo y en tono tan castizo me dijera, compadeciéndose de mi abatimiento: "¡Arriba ese ánimo, hombre! Piense que Cristo Jesús, siendo quien era, sólo valió treinta moneas, y Vd. quinientas, ¡na menos!, que es lo que vale una perdiz hoy. En comparación, échele, échele el lápiz, y ya me dirá".

Quiero decir (¡y así lo he dicho!) en todo este largo preámbulo que este pueblo, como yo ante él, él también se encuentra libre de todo pecado ante mí, por lo que Guadalcanal siempre será para mí lo que siempre fuera. ¡Ese precioso, querido y añorado rincón de la Sierra Norte de Sevilla donde enterré con toda alegría y anhelo parte de mi vida!
¿A qué pues esta falta de inspiración mía para escribir sobre él...? ¡No lo sé! Pero lo que sí sé es que jamás me faltó un corazón asiiií de grande, por descontado que en estos precisos momentos tampoco, para lanzarle aunque sólo sea un piropo desde lo más profundo de mi ser, si es que no para escribirle un altisonante artículo. ¡Y ahí va!
¡Guadalcanal de la Sierra,
que anidas allá cumbrero,
como el que levanta vuelo,
para escapar de la tierra
y estar más cerca del cielo!

José Fernando Titos Alfaro.
Revista de Feria 1985

No hay comentarios:

Publicar un comentario