By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



sábado, 21 de enero de 2017

Guadalcanal en el ecuador de la edad Moderna y 7


Economía y sociedad de Guadalcanal en el XVII (séptima parte)

No se tienen datos exactos de los siguientes años de la centuria hasta el año 1683, poco explicable  una caída tan brutal en un corto periodo. El descenso de los años ochenta fue el resultado de la reforma fiscal emprendida en 1683 para adecuar la imposición fiscal a la devaluación monetaria decretada tres años antes. La reducción del valor de las alcabalas es aproximadamente de un 15% para el partido de Fuente del Maestre, de un 50% para el de Guadalcanal y de un 25% para el nuevo de Llerena, en tanto que las alcabalas de esta ciudad bajaban en un 32%.
Unos por ciento.-  La creciente presión de los gastos militares en el reinado de Felipe IV obligó a la Corona a buscar nuevas fuentes de ingresos para reforzar un sistema fiscal, que se revelaba insuficiente para sostener una política exterior cada vez más costosa. El principal medio imaginado para conseguir este objetivo fue acudir una y otra vez a las Cortes en solicitud de nuevos servicios, cuya financiación suponía la implantación de nuevas contribuciones que frecuentemente acababan convirtiéndose en nuevos impuestos. El más importante de ellos fueron los "cientos", que, en principio, pueden ser considerados como un recargo sobre la alcabala. La introducción del primer ciento se produjo, según Artola, en febrero de 1626 como uno de los medios para financiar el servicio de 12 millones aprobado días antes. El nuevo impuesto tenía sobre la alcabala la ventaja de su universalidad, pues gravaba todos los productos, excepto el pan, y se aplicaba a todos sin privilegios ni exenciones, por lo que es  un impuesto muy importante y casi equitativo comparado con otros muchos más gravoso en la época para personas sin recursos.
Estos cientos se fueron aplicando en años sucesivos según necesidades de la corona, en 1656 las Cortes aprobaban un tercer ciento, cuyo valor en el partido de Llerena es de 3.628.692 maravedís y 3.465.292 en 1657 y 1658 respetivamente.
Las cantidades que correspondieron a cada una de las villas y lugares de la jurisdicción de lccl6n del gobernador de Llerena son variables según las rentas de cada población en ingresos anuales, en Guadalcanal el año 1657 fue de 192.611 maravedíes y el año siguiente y debido a los factores de disminución fue de 142.765, entre tanto, el Llerena ciudad, estos dos años la cantidad fue igual, 794.889 maravedíes y en el reto de villas de la gobernación de Llerena fue igualmente igualitaria en bienio, por lo que solo se observa la disminución en Guadalcanal.
En 1664 las Cortes concedían el cuarto y ultimo ciento, quedando ya definitivamente imponía  la nueva lmposld6n.
El valor de los cientos en d partido de Llerena va disminuyendo progresivamente tal vez como consecuencia de una modificación del cupo asignado en consideración a los efectos desastrosos de la guerra de Portugal. Así, el valor del tercer ciento representaba solamente un 67% del primero. Con la introducción del  cuarto ciento se produce una nueva baja, quedando reducido cada uno por ciento a dos millones y medio de maravedís anuales aproximadamente, lo que significa algo menos del 50% del primer ciento.
La moneda forera.-  Era un impuesto de origen medieval que pagaban exclusivamente los pecheros cada siete años. Este impuesto se implantó como consecuencia de la práctica de los reyes, para procurarse recursos financieros en los casos de apuro, de rebajar la ley de la moneda manteniendo su valor nominal. Esta operación, que producía graves perjuicios económicos, obligó a los concejos a comprar al rey su derecho de acunar moneda durante un tiempo determlnado, que se fijó en siete años. La reparación de esta venta dio lugar a que se convirtiera en un tributo llamado "moneda forera". En el reinado de Carlos I, su tarifa se fijó en 8 maravedís de moneda vieja o 16 blancas para Extremadura y Castilla. Los Ingresos proporcionados por este impuesto eran, por tanto, muy bajos. Según Domínguez Ortiz en el siglo XVII no excedían de unos 20.000 ducados cada siete años.
La información conseguida sobre este impuesto en el partido de Llerena es muy pobre. El único dato importante es el de la paga realizada por la villa de Llerena de los siete años que cumplieron a fines de 1620, cuyo importe ascendió a 27.424 maravedís, que fueron aportados en su totalidad por su Ayuntamiento.
Los estancos.- Los estancos eran una de las regalías o derechos privativos inherentes al poder real. El estanco consistía en el monopolio por parte de la Corona de la producción y, o, comercialización de ciertos artículos. Desde el reinado de Felipe II, el estanco más importante por el volumen de sus ingresos fue el de la sal.
Servicios ordinarios y extraordinarios.-.
El servicio era una concesión financiera que las Cortes hacían en nombre del Reino al rey. En la Edad Media, los servidos tenían un carácter suplementario y temporal, y su fin era ayudar al rey en momentos de dificultades en la cuantía solicitada por él pero en la Edad Módena pierden esta característica.
Durante todo su reinado, Carios I solicitó continuos servidos, primero el llamado servicio ordinario y después, desde 1525, pedía también casi siempre un servicio extraordinario, que quedaron congelados en 304 y 150 millones de maravedís respectivamente a partir de las Cortes de Toledo de 1538. Desde mediados del siglo XVI, la cuota anual de ambos servicios se fijó en 150 millones de maravedís aproximadamente que, según Domínguez Ortiz (40), se reducen a unos 148 a partir de 1591. De esta manera los servicios perdieron su carácter temporal y se convirtieron en una renta fija, aunque se mantendrá la formalidad de ser votados en Cortes hasta las de 1660-1664, últimas que aprobaron servidos.
Los servicios ordinarios y extraordinarios en maravedíes en pagos anuales  repartidos a las poblaciones de Llerena en el trienio 1656-1658, parece que no fueron muy equitativos, si destacamos que la paga anual para Guadalcanal era de 168.803 maravedíes, en  Llerena término 328.788 y en Fuente del Arco, apenas 40.000, observando estas desigualdades en el resto de poblaciones del partido sin tener en cuenta otras divergencias económicas.
Los servicios de millones.- La conversión de los servicios ordinarios y extraordinarios en un ingreso permanente, pero de cuantía invariable, no fue suflclente para atender unos gastos en constante aumento a causa de los continuos compromisos exteriores, por lo que la Corona se vio forzada a acudir a las Cortes en solitud de nuevos servicios.
En cuanto a la fórmula de distribución del servicio entre los distintos territorios de la Corona de Castilla, inicialmente fue la del reparamiento. En 1590, la Administración Real asignó a cada circunscripción un cupo determinado de acuerdo con el  procedimiento utilizado en el repartimiento base de 1545 para el servicio ordenarlo, con las modificaciones que implicaba la incorporación del reino de Granada y de algunos lugares y personas exentos del servicio ordinario y extraordinario.  En d siglo XVII, el sistema de repartimiento alternó con el de cuota sobre el consumo, cuyo valor estaba determinado por el de las sisas.
La recaudación de la sisa se encomendó generalmente a arrendadores y, cuando no podían arrendarse, se administraba por un fiel nombrado por el Ayuntamiento. Este segundo procedimiento era más frecuente en las pobladores pequeñas como Ahillones, Casas de Reina, Reina, etc.
Pero lo verdaderamente preocupante en el tema de las sisas  era para la corana en los productos de necesidad para la alimentación, de la población y más importante de la tropa, estos productos principales eran el vino, aceite y carne, así se puede apreciar en el cuadro siguiente, aun no siendo cifras totalmente exactas,  pero si muy aproximadas.
Valores de las sisas de cio, aceite y carne en las poblaciones de la gobernación de Llerena (en maravedíes)
Población        1601               1603                1605                1607
Ahillones        56.800            56.064             31.921             70.000
Azuaga           316.680                                  384.619           346.388
Bienvenida                             76.800             107.771           92.098
Casas de Reina  27.880          46.382             36.818             31.280
Fuente del Arco 26.100         35.328             65.001             66.315
Granja               46.300           78.383                                    93.623
Guadalcanal    244.950          418.317           355.049           327.318
Hinojosa         17.000                                    24.973             27.666
Llerena            1.150.400        1.469.385        1.356.011        1.289.225
Oliva               102.680           110.854           86.975             136.900
Palomas          65.960             80.760             94.304             68.652
Puebla de S.P. 97.200            123.241           121.665           128.298
Reina              3.400               4.114               8.043
Ribera             182.471           255.770          290.088          250.000
Los Santos 189.725               261.082           235.647           268.340
Trasierra          16.125             10.382             11.792            11.838
Usagre            136.398                                  217.610           149.004
Respecto a los arrendadores de las sisas, la información es reducida, limitándose al nombre y procedencia. Casi todos son vecinos de las localidades donde arriendan las sisas. Un dato interesante es d escaso número de personas que aparecen en este negocio, Indusio en aquellas localidades cuyas sisas alcanzaban un valor considerable, En Guadalcanal destacan Francisco González y Gonzalo de la Fuente, que casi siempre figuran asociados, En Azuaga actúan solamente dos personas: Alonso Delgado y, sobre todo, Pedro Cano.                               
Repartimientos.- Fueron frecuentes los repartimientos de diversa índole hechos a las pobladociones del partido de Llerena a lo largo del siglo XVII. El primer repartimiento del que tenemos noticia fue el impuesto a LIerena en 1613. En esta fecha le fueron repartidos 171.324 maravedís para financiar los gastos de la construcción de las "torres de la mar". En el mismo año y en los siguientes, Llerena soportó, y probablemente las demás pobladociones de su partido, otros repartimientos, cuya cuantía no indican los documentos, para atender las reparaciones de los puentes de Mérida, Badajoz y Medellín.
El repartimiento entre las villas del partido se hizo, al parecer, en función  de su población y recursos. A Llerena le correspondieron 500 ducados, a Guadalcanal 450, a Los Santos 200, a Ribera 150, etc.
El estado financiero del partido de Llerena empeoró considerablemente en los meses siguientes a causa del aumento de las cargas fiscales. A comienzos del verano de 1643, cuando llega la noticia de una previsible invasión de la provincia por el ejército portugués y se ordena realizar todos los esmeros posibles para acudir en defensa de la frontera, la situación es dramática. No hay damero alguno para remunerar a la tropa reclutada con destino a Badajoz y el Cabildo reconoce la situación de quiebra de la hacienda municipal de la mayoría de localidades:
En referencia a Llerena: "...y por ser la ocasión tan comprometida e ingente, que al presente esta ciudad tiene un maravedí de propios de que valerse para el dicho socorro ni de otra parte, se acordó se tomen prestados 300 ducados del alfolí”.


Conclusiones.-

El partido de Llerena comprendía desde el punto de vista jurisdiccional y gubernativo un espacio extenso, aproximadamente unos 2.000 kilómetros cuadrados, en los que se asentaban diecisiete villas y cuatro lugares. Esta tierra había conseguido en la segunda mitad de siglo XVI un cierto esplendor; su población era elevada para la época, situándose en tomo a los 40.000 habitantes en 1591, lo que suponía una densidad de unos 20 habitantes por kilómetro cuadrado, parecida a la de las regiones más prosperas de España; los niveles de la producción agraria eran relativamente elevados y la vida económica en general aparecía dinamizada por las remesas de plata enviada por los emigrantes a Indias; era también una época dorada de arte. Nada hacía sospechar hada los años ochenta y noventa del siglo XVI las desdichas. Calamidades y pesares que soportarían las generaciones venideras, porque d siglo XVII fue para esta tierra, como para el resto de Extremadura y de la mayor parte de España, un siglo, en su conjunto, malo, por lo menos desde el punto de vista demográfico, económico y político. En esta época, se fraguó la decadencia de Extremadura en la Edad Módena de la que tardó bastante tiempo en recuperarse.

Guadalcanal,  el caso particular que nos implica este trabajo, teniendo en cuenta que era ya en la época una villa importante dentro del partido de Llerena, con sus avatares en las ricas minas de plata y un incipiente mercado de producción de vino, hasta el punto de que en esta villa el valor del diezmo del vino de algunos años superaba ampliamente al de cereales, bebida que era muy apreciada en toda la península, la corte real y una importante exportación hacía el nuevo mundo, el resto de agricultura  que se basaba en el cultivo de secano era también un  ratio importante dentro del partido, siendo esta villa el mayor productor de zumaque e importante aportación del resto de cereales, en cambio, la ganadería basada en las dehesas, no aportaba las cantidades tan apreciables como otras villas.
Tesis presentada en 2014 por Juan R. González Uceda sobre Guadalcanal en el siglo XVII.
Fuentes.- Historia rural de la baja Extremadura (Crisis, decadencia y presión fiscal el siglo XVII), La hacienda del antiguo régimen, Desarrollo y crisis en el antiguo régimen, Demográfica histórica de España y Hemerotecas

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