Fundado por Enrique Enríquez,
Comendador Mayor de León en la Orden de Santiago
Cuentan las crónicas que Enrique
Enríquez, Comendador Mayor de León en la Orden de Santiago, tenia gran devoción
a la Orden de San Francisco y deseaba fundar un convento para descanso de él y
su mujer. Llegó a Guadalcanal en un viaje que hacía en 1489; agrandóle el sitio,
y más, habiendo nacido y criándose en el pueblo su abuelo el Almirante Alonso
Enríquez. Este, era hijo del Gran Mestre de la Orden de Santiago, D. Fadrique,
y de una judía de Llerena llamada
Paloma, que se vino a tenerlo a Guadalcanal en 1354, dónde se crió de incógnito
hasta los veinte años, en que reconocido por el Rey, fue nombrado Almirante
Mayor de Castilla. Fue bisabuelo de Fernando el Católico.
El fundador del convento trató el
caso con el venerable Fray Juan de la puebla, cuya santa vida y virtudes tenían
llena de satisfacción los Reyes Católicos, pues habiendo renunciado al condado
de Belalcázar y de la Puebla de Alcocer se hizo franciscano creando la
Provincia de los Ángeles, a la cual pertenecía Guadalcanal, alcanzando el
beneplácito de Fray Juan. Gozoso el comendador, informó al Pontífice Inocencio
VIII de la necesidad de la fundación por el interés espiritual de los fieles en
la doctrina y ejemplar vida de los frailes, pidiendo a Su Santidad diese su
bendición y le'fias apostólicas, concediendo el Papa la bula en 1491.
Dilatóse su ejecución por estar
ocupado el comendador en la conquista de Granada y porque no se hacía mención de
otra bula expedida anteriormente, en que se prohibía fundar nuevos conventos
sin dispensas, por lo que recurrió el año siguiente al Pontífice español
Alejandro VI, que dió bula en 1493, concediendo que para abreviar la fundación
pudiese Fray Juan traer veinte frailes observantes de cualquier provincia de la
Orden sin más, y con facultad para confesar y absolver de los casos reservados
al Ordinario.
Se pidió licencia al Maestre de
Santiago Alonso de Cárdenas, con lo cual se dió principio al convento en una
ermita antigua de grande devoción, llamada Nuestra Señora de la Piedad, cerca
de la villa, visitábanla devotos los vecinos de Guadalcanal con frecuencia. Era
salida de buena recreación por estar en la ladera de un pequeño monte, cercada
de huertas y arboledas, deleitable a la vista y al oído por la suavidad de
cantos de diversas especies de sonoras aves.
Acabóse la fábrica de la Iglesia
y demás viviendas, suficientes a los religiosos en la estrechez que
acostumbraban. Fray Juan, que se hallaba en Belalcázar, envió a Fray Diego de
Carvajal con otros religiosos para quede Santa María al convento con grande
concurso de gente, y en este mismo día uno de Mayo, año de mil cuatrocientos y
noventa y cinco, se tomó la posesión por el Guardián.
Quedó la Iglesia y convento según
el espíritu de pobreza del siervo de Dios Fray Juan, que moriría diez días
después. Los fundadores, D. Enrique y su mujer, disgustaron de lo estrecho y
pobres edificios , desdijo mucho de lo magnánimo y grandeza de su ánimo; por
esta razón no hicieron allí su enterramiento, como lo tenía determinado. Salió
la Iglesia según la idea de la pobreza con discreción, muy fuerte de bóveda y
paredes. En la entrada de la puerta estaban entre otros escudos las armas
reales, a los lados del comendador mayor y su mujer dentro, en el portal de la
iglesia, sobre un arco, se veía la imagen antigua de Ntra. Sra. de la Piedad.
La huerta del convento era capaz, de gran recreación de árboles frutales y
parras y abundantes hortalizas. Tenía una bella fuente muy copiosa de aguas
claras, estaba en una grande arboleda de robles que compró el comendador. Daba
madera con abundancia para edilicios y tablas para reparo del convento. Dióla
con esa intención el fundador, y para que sirviese de adorno y hermosura y recreación
religiosa a los frailes. En el medio de esta alameda permanecía una ermita en
que hacían ejercicios como en los demás conventos de la Custodia de los
Ángeles. Consta que el convento estaba a cuatrocientos pasos de la población.
Un sobrino de Fray Juan, Alonso
de Sotomayor, cuarto conde de Belalcázar, después de enviudar, se hizo fraile
con el nombre de Alonso de la Cruz, y profesó en San Francisco de Guadalcanal,
vivió muy humilde cilicios y alambres y esparto rodeando su cuerpo, muriendo
allí.
En los libros de visita de la
Orden de Santiago que he consultado en el Archivo Histórico Nacional, se
menciona el monasterio de San Francisco en 1498 y 1515. Consta; por diversas
fuentes que tenía 24 frailes en 1595 y 50 en 1747. Tenía el evento un síndico
para representarlo en el Concejo municipal y muchos bienes en capellanías y
misas, siendo costumbre muy extendida el amortajarse con el hábito de San
Francisco. A él perteneció la capilla de Santo Spíritus que, a modo de
monasterio, existía donde hoy está el convento del Espíritu Santo. Entre los
Guardianes, que eran los superiores de los frailes, tenemos a Fray Antonio
Delgado en 1591 y Fray Pedro Guerra en 1784. En 1808 constan dos frailes
naturales de Guadalcanal: Pedro Fontán y Sebastián Villate. No quiero dejar de
citár aquí a Fray Manuel González, acaso extremeño de Guadalcanal, que, a
mediados del siglo XVII, escribió "Guadalcanal y su antigüedad".
En 1814 la Junta Suprema de
Extremadura para recaudar fondos en la guerra contra los franceses, incautó la
plata; llevándose de San Francisco un cáliz con patena, dos diademas y
un manojo de azucenas de San Antonio.
Por Real Orden, en 1821 se
redujeron los conventos en la antigua provincia de Extremadura, y el de
Guadalcanal se anexionó a Sevilla en 1833.
La Hermandad del Santo Entierro y
Ntra. Sra. de la Soledad radicó desde su principio en este convento. Con la
exclaustración de 1835 se suprimió el culto en el convento, y el día 31 de
Diciembre de dicho año se trasladaron las imágenes a la Iglesia de Santa María.
Es muy posible que las imágenes de San Antonio, y sobre todo la de San
Francisco de Asís, atribuida ésta a Martínez Montañéz, existentes en Santa
María, procedan del desaparecido convento. -
El Diccionario de Madoz,
refiriéndose a esto, dice: "El convento de frailes de la Orden de San
Francisco extramuros, fue vendido por la nación y derribado totalmente por los
compradores". La venta se haría entre 1836 y 1840, y para dar una idea al
lector, diré que otro convento de San Francisco, parecido al de Guadalcanal,
con magnífica huerta, se vendió en Extremadura por dos mil pesetas pagadas en
veinte años.
En 4 de Octubre de 1854 se
declaró una epidemia de cólera, y debido a las circunstancias aflictívas por
que atravesaba la villa, el Ayuntamiento acordó la construcción de un
cementerio al sitio del Prado de San Francisco. Se hizo la subasta el
10-12-1854 y el día 3 de Julio se bendecía, quedando así hasta hoy, pero
dividido en tres patios. Al entrar a la derecha, el patio de San Francisco, a
la izquierda el de San José; y atrás , de pared a pared, el de San Pedro. Y en
este lugar tan bello y con tanta historia es donde descansan ahora nuestros
mayores.
Dr. Antonio Gordón Bernabé.
Revista de feria 1987
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