PEDRO ORTEGA VALENCIA Y LA ISLA DE GUADALCANAL
(1567-1568) Primera parte
La primera expedición de las islas Salomón fue en 1568 durante la expedición mandada por el joven marino Álvaro de Mendaña que había zarpado del puerto peruano de El Callao y que navegando rumbo oeste alcanzó estas islas. Como Maestre de Campo de esta expedición embarcó Pedro Ortega Valencia, quien puso la isla de Guadalcanal en el mapa. Ortega Valencia exploró las islas y mares interiores del archipiélago Salomón que Álvaro Mendaña le encomendó, poniendo el nombre de su pueblo natal - Guadalcanal- a una de ellas.
Cuando la expedición de Mendaña, tras un año de viaje, regreso a Perú, sus hombres no cesaron de contar sobre estas míticas islas y sobre las maravillas y riquezas que guardaban. Por estas fantásticas historias recibieron el nombre de las Islas Salomón, en recuerdo de las minas del Rey Salomón. Nada mas concluir el tornaviaje y pisar tierra del Virreinato de Perú, los hombres de la expedición solo tenían una idea fija “regresar a estas islas”. A pesar de ser uno de los objetivos principales de Mendaña, el volver a este archipiélago, este no lo llevo a cabo hasta cinco lustros después, Hace ahora más de 400 años, cuando en 1595 acompañado por su esposa Isabel Barreto y por el gran navegante Pedro Fernández de Quirós, intento establecer una colonia en la isla sureña de las islas Salomón, San Cristóbal.
La población de Guadalcanal, villa natal de Ortega Valencia, esta situada al norte de la provincia de Sevilla, lindando con la tierra de exploradores por excelencia, Extremadura. El topónimo Guadalcanal es el resultado de la fusión del latín Canalia al que los árabes antepusieron Wad(río) quedando Wad Alkanal que, con posterioridad a la conquista a los árabes en 1241, evoluciono a Guadalcanal. Esta población era un importante yacimiento de plata desde tiempos de los romanos, continuando durante los cinco siglos de dominación árabe hasta que en la primera parte del siglo pasado sus filones comenzaron a agotarse. Esta región también produce un buen «vino» reconocido por el propio Cervantes en sus novelas ejemplares Rinconete y Cortadillo y El Licenciado Vidriera. Indudablemente este vino aliviaba los penosos trabajos de la minería.
Cuando la primera expedición de Álvaro de Mendaña, el propio Virrey español del Perú, Lope García de Castro, informó al rey Felipe II sobre las posibilidades que las expediciones al occidente ofrecían a la Corona, solicitando permiso para ellas. El monarca accedió permitiendo la exploración a través de los Mares del Sur, e inmediatamente el virrey ordenó la construcción de dos naves necesarias para esta misión: la Capitana, Los Reyes, y la Almirante, Todos los Santos. Inicialmente, Pedro Sarmiento de Gamboa, un experto marino con largos años en el mar sería el comandante jefe de esta expedición, aunque este cargo lo ocupó el joven Álvaro de Mendaña, llegado a Perú alrededor de 1558. La carrera naval de Mendaña recibió un considerable respaldo cuando su tío Lope García de Castro fue nombrado Virrey. Nepotismo no es una invención del siglo XX como pronto comprobó Sarmiento, cuando fue sustituido en el mando por Mendaña. El comandante no podía tener tanta experiencia naval, pero era lo bastante inteligente para mantener a Sarmiento como su almirante (segundo en el mando) y al natural de Guadalcanal, Ortega, como su Maestre de Campo y tercero en el mando de la expedición; Fernando Enríquez como alférez general; y como piloto jefe, Hernán Gallego. También iban a bordo cuatro frailes franciscanos. Esta expedición llevaba también la orden del Virrey de levantar un asentamiento en las Islas Salomón siempre que fuese viable; para este posible establecimiento embarcaron las necesarias provisiones.
Todo estaba listo para finales del año 1567 y así el miércoles, 19 de noviembre, el Virrey salió de su palacio en Lima e hizo un corto viaje al puerto de El Callao, donde su sobrino Mendaña estaba preparado para embarcar y emprender el largo viaje encomendado. Ya en alta mar los días se sucedían interminables navegando con solo el amplio horizonte por testigo. Al cabo de algunas semanas de navegación con viento en popa, los exploradores vislumbraron en el horizonte una cadena de Islas. La primera que hallaron, en enero, era una pequeña, bastante poblada, que bautizaron en honor a la festividad, Jesús.
Sin torcer rumbo hacia el oeste, el 7 de febrero de 1568 la expedición divisó tierra nuevamente, una de las principales islas del archipiélago Salomón, que nombraron en honor al día que partieron del Perú, 19 de noviembre “isla de Santa Isabel” nombre que aun mantiene hasta nuestros días. Mas tarde cuando desembarcaron, supieron que el nombre indígena de esta Isla era Atoglu. Mendaña deseaba desembarcar y tomar posesión de esta tierra, pero no encontraba un puerto seguro para fondear las naves hasta que a media tarde los hombres observaron atónitos una estrella muy brillante en el horizonte y aunque sorprendidos e incrédulos lo tomaron como un buen presagio. Siguiendo la estela pronto localizaron una excelente bahía a 8° latitud sur, en la costa oriental que el comandante llamó Estrella, nombre que perdura y su puerto es el mayor de la isla.
Una vez ancladas las dos naos en bahía Estrella, los hombres saltaron a la playa donde el vicario franciscano padre Francisco de Gálvez tras colocar una cruz, dijo misa y con el cántico Vexilla regis prodeunt, tomo posesión de la primera Isla de las Salomón. Pronto aprendieron que Santa Isabel era una isla bastante poblada por nativos aparentemente amigables.
Mendaña deseaba reconocer los mares interiores y ordenó construir un bergantín de poco calado, por lo grande de las otras naves para esta misión. El 4 de abril el bergantín, llamado Santiago, y construido con aparejos traídos del Perú, ya estaba listo, y Ortega nombrado comandante del mismo. En el bergantín, apenas mayor que las piraguas salomonenses, embarcaron treinta de los mejores hombres de Mendaña, además del piloto Gallego. Al abandonar bahía Estrella y ver como la tierra iba disminuyendo lentamente a la distancia, enfilaron hacia la costa oriental de Santa Isabel. Después de una navegación de seis leguas, Ortega vislumbro dos pequeñas islas, Sulei y Fera, frondosas de altas palmeras. De aquí el bergantín cambio rumbo al este y a catorce leguas alcanzó una gran isla, llamada por los nativos Malaita, manteniendo ese nombre indígena hasta nuestros días. Continuando su navegación y dejando Santa Isabel atrás, Ortega oteo en el horizonte otra pequeña isla que en honor al Domingo de Ramos de 1568, llamó Ramos, conservando aun este nombre. De aquí el Santiago puso rumbo a la costa occidental de Malaita y cerca de la actual villa de Auki, los hombres divisaron un buen fondeadero que llamaron Canoprieto. Tras una breve escala el bergantín reemprendió su misión de reconocimiento, aprovechando que el viento soplaba de modo continuado, tomaron el curso sudoccidental y cruzaron el actual estrecho Indispensable, desde donde vislumbraron en el horizonte una serie de islas. La primera bautizada Galera, la segunda, a una legua, Buenavista por su espectacular vista, otra, al este, San Dimas, dos mas, San Gerónimo y Guadalupe, y la mas septentrional, Sesarpa. La isla más larga del grupo llamó Florida por su frondosa vegetación tropical.
Nuevamente se hizo Ortega a la mar rumbo sur. Tras cinco leguas de travesía, el bergantín alcanzo una isla muy montañosa y volcánica que parecía estar en erupción. Desde el mar parecía una isla muy poblada. Ortega descubrió que los indígenas llamaban a esta isla, Sesarga, pero como su prerrogativa de comandante jefe de la exploración, escogió el nombre para esta isla a la que llamó Guadalcanal en honor de su pueblo natal. En algunos de los diarios de Mendaña se refiere, por error, a Guadalcanal como Guadalcanar, y este error de Mendaña continua en algunas de las enciclopedias cuando se refiere a esta isla salomonesa.
Por Eric Beerman
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