By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



sábado, 10 de agosto de 2013

El Diario de Ortega Valencia 1/2

La lluvia infinita  (1ª parte) 

En el interior del incomparable marco de la Iglesia de Santa Ana y dentro de las VI Jornadas Patrimoniales Santiago y Santa Ana, Jesús Rubio Villaverde, autor del libro La Lluvia Infinita, expuso la ponencia “El Diario de Ortega Valencia: La lluvia infinita”,  sobre el  descubrimiento de la isla de Guadalcanal por Pedro Ortega Valencia,  la cual reproducimos en este blog.

La leyenda de Ofir.- Nuestra historia comienza con este hombre que aquí ven. Es el rey Salomón. Las Islas con las que nos hemos hermanado llevan su nombre. Aquí les vamos a contar por qué.
Se cuenta que el rey Salomón recibía riquezas sin número de un lugar llamado Ofir. Cada tres años, el rey famoso por su prudencia y sabiduría recibía enormes cargamentos de oro, plata, sándalo, piedras preciosas y marfil y demás riquezas.
No se sabe la situación exacta de este reino, que es citado en la Biblia. Dicen que podía ser lo que es el actual Yemen. Otros hablan de cierta región de Etiopía, vinculando esta legendaria tierra con la reina de Sheba o de Saba, que es como la hemos conocido de siempre. Algunos estudiosos la sitúan en la India. Los más aventurados han llegado a situarla en Perú.
Sea lo que fuera, lo cierto es que Ofir se convirtió en un territorio mítico, una leyenda a la altura de Eldorado o Shangri-la o la fuente de la eterna juventud que con tanto ahínco buscó Ponce de León. De momento vamos a abandonar la leyenda, pero conviene no olvidarla porque más adelante tendremos que recurrir a ella.

La Terra incógnita Australis.- El descubrimiento de América pone de manifiesto un hecho que muchos marinos y geógrafos ya sabían: la tierra es redonda. En 1521, la nao Victoria comandada por Juan Sebastián Elcano pone fin a la aventura iniciada por Magallanes y da la primera vuelta al Mundo. Por cierto, lo hace nada menos que 59 años antes que lo hiciera Francis Drake, el famoso corsario inglés, alguien que, curiosamente, también se va a cruzar en nuestra historia.
La aventura de Elcano pone sobre la pista a muchos geógrafos. Magallanes pasa del Atlántico al Pacífico por el estrecho que todavía hoy lleva su nombre. Lo hace más al norte del que hoy conocemos como cabo de Hornos. No se sabe si la tierra que su expedición deja a su izquierda es isla a continente. Por otra parte, al otro lado del Pacífico, todavía no se ha constatado que Nueva Guinea es una isla. No se hará hasta 1605, cuando la expedición de Luis Váez de Torres atraviesa el llamado estrecho de Torres que separa el sur Nueva Guinea con el Norte de Australia.
Así pues, en pleno siglo XVI los geógrafos están convencidos de que Nueva Guinea y la tierra al sur del llamado estrecho de Magallanes son los dos extremos de lo que Ptolomeo llamaba la Terra Incognita Australis, el continente del sur que hacía contrapeso a la tierra situada al Norte.
Tenemos pues una leyenda y un continente misterioso. Ambas cuestiones serán la clave de la expedición que en noviembre de 1567 partirá del puerto de El Callao, en Perú, y en el que iría embarcado Pedro Ortega Valencia.

Apuntes sobre Pedro Ortega y Valencia.- Sobre Pedro Ortega hay varias fechas que permanecen en una nebulosa. Se piensa que debió nacer en Guadalcanal hacia 1520 y que embarcó a América, con destino a Tierra Firme, es decir, lo que hoy es Panamá, hacia 1540. De familia hidalga, pues no podría entonces haberse embarcado. Ya en América sí que tenemos fechas concretas: en 1561 es Alguacil Mayor de la Ciudad de Panamá. Ese año, llega allí Lope García de Castro, alto funcionario de origen leonés. García de Castro llega para refunda la Audiencia de Panamá. Durante aquellos años, Pedro de Ortega se vio envuelto en varias acciones. Primero contra Gonzalo Pizarro y sus rebeldes, contra los hermanos Contreras y contra Pablo Hernández Girón y sus encomenderos, que se habían rebelado contra la Corona.
Posteriormente, en 1564, es nombrado gobernador del Perú, en sustitución del virrey, el Conde Nieva, que había caído en desgracia por varios casos de corrupción. (Como ven, lo de hoy no es nada nuevo).
 
Sarmiento y el nacimiento de la expedición.- Es entonces cuando se produce el encuentro entre Lope García de Castro y la figura capital de esta historia: Pedro Sarmiento de Gamboa.
¿Quién es este señor? Pues se trata de un geógrafo, cosmógrafo y marino gallego. Con grandes dotes de persuasión y que había sido investigado por la Inquisición. Sarmiento estaba obsesionado con el Gran Continente del Sur. Y acudió al gobierno del Perú, en busca de financiación y apoyo político para sus proyectos.
Para ello, recurrió a las leyendas de Ofir, que en Perú, se mezclaban con otras viejas historias: las de las islas Ninachumbi y Hahuachumpi, de las que el Inca Tupac Yupanqui traía inmensas cantidades de oro.
El caso es que Sarmiento convence a García de Castro. Pero este quiere controlar la expedición. ¿Cómo lo hace? Con personas de su absoluta confianza. Por eso recurre a Pedro Ortega, del que tiene buen concepto de su etapa en Panamá. Y a Álvaro de Mendaña, al que nombrará almirante de la expedición. Casualmente, además, es su sobrino.
Se busca financiación, se consiguen dos Naos, Los Reyes y Todos los Santos, que cuestan veinte mil pesos. El propio Ortega paga su parte y lleva incluso criados. De uno de ellos hasta sabemos el nombre, se llamaba Antón Zape. Además, a Pedro Ortega le acompañará su hijo Jerónimo y otro paisano más de Guadalcanal del que no tenemos más noticia. Se llamaba Francisco Muñoz Rico, y con toda probabilidad era primo del propio Ortega.
Todo listo pues. La expedición parte del puerto del Callao el 19 de noviembre de 1567, fiesta de Santa Isabel. Mendaña y Ortega tienen la orden de descubrir la tierra de Ofir, las Islas del rey Salomón. Sarmiento ansía dar con el Gran Continente Austral. Son dos intereses diferentes que van a sellar el destino de la expedición. En la nao Capitana, que se llama Los Reyes, navegan Álvaro de Mendaña y Pedro Sarmiento; en la nao almiranta, Todos los Santos, Hernán Gallego, que es el piloto mayor de la armada, y el propio Pedro de Ortega, que además es el maestre de campo, es decir, el jefe militar de los expedicionarios.

El largo viaje de ida.- Durante muchos días lo único que encuentran las dos Naos es un mar sin fin. Agua, agua y más agua. Comienza a reinar el descontento. Se ahoga uno de los hombres al caer al mar y hacia el 14 de diciembre, aproximadamente, se decide que hay que acortar las raciones, pues, ha pasado casi un mes desde la salida de El Callao y no se encuentra la tierra que se debía de haber encontrado. El rumbo fijado es en torno a los 14 grados Suroeste por debajo de la línea ecuatorial. El 5 de diciembre se muda la ruta hacia el Noroeste, pero tampoco se descubre nada. Hacia el 18 de diciembre, los barcos empiezan a seguir una ruta en forma de zigzag. Pero cuando van recorridas unas 4.000 leguas, Hernán Gallego, que es el piloto mayor, por orden de Mendaña, varía el rumbo más hacia el Norte, ante la desesperación de Sarmiento, del que se empieza a desconfiar.
La nueva ruta aproxima a los dos barcos al ecuador. Empieza a llegar el mal tiempo. Las cosas no solo mejoran, sino que empeoran. Hacia el 23 de diciembre, empiezan algunos hombres a enfermar, por lo que se cuenta en las cartas, de escorbuto, que como saben era una enfermedad muy habitual entre los marineros. Finalmente, se le vuelve a dar a Sarmiento el mando. Y se retoma la ruta anterior. Es el 29 de diciembre. Hay que añadir que la lluvia y un tiempo muy cambiante les va a acompañar durante buena parte del recorrido.
A primeros de año, una estrella fugaz, interpretada como buen presagio, señala la ruta a la expedición: se sigue hacia el Suroeste. Sarmiento cree que se llegará a Ofir o en su defecto, a Nueva Guinea, ya que dice que con tanto mudar la ruta, la han podido dejar atrás.
Finalmente, y tras pasar las Navidades embarcados, descubren tierra. Se trata de una pequeña isla, llamada hoy día Nui, y que ellos llamarán Isla de Jesús. No está clara la fecha. Unas relaciones hablan del día 5 de enero y otras, las más fiables, del día 15. Lo cierto es que se le llama Isla de Jesús en Acción de Gracias. Hoy día es una de las 9 provincias del Archipiélago de Tuvalu. Gallego piensa que se ha llegado al lugar esperado, pero Sarmiento lo niega. Por eso no se desembarca para explorar, aunque sí para tomar víveres, fundamentalmente cocos, y por supuesto, agua. Se tiene certeza de que la isla está poblada, pero hay que seguir.
Siguiendo la ruta trazada, y cada vez con peor tiempo, las dos naves llegan a unos atolones en los que casi se hunde una de las naves. Los llaman bajos de la Candelaria, bautizados así porque llegan a ellos el día 2 de febrero. El peligro en ese momento es mucho, pues el viento y las corrientes les empujan hacia los bajos. A duras penas consiguen salir de allí y continúan con la ruta marcada por Sarmiento. Estos bajos son los que ahora se llaman de Ontong Java. Estaban ya muy cerca de las Islas Salomón.

Jesús Rubio Villaverde, Periodista
Guadalcanal, Sábado 27 de julio de 2013

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