Durante
unas semanas, los expedicionarios están bastante ocupados haciendo
exploraciones dentro de la isla, donde toman contacto con los isleños, que en
la mayoría de los casos se muestran amistosos, aunque no todos. La mayoría de
las relaciones de los principales protagonistas citan a un cacique local, o
taurique, llamado Bile Banhana. Comprueban que la isla es rica en cocos, en
jengibre, un tubérculo que los nativos llamaban ñame y que era parecido a la
yuca y que también hay cerdos silvestres. Pero no comprueban que sean islas
ricas en oro, piedras preciosas o perlas.
Tras
varios días allí, Pedro Sarmiento revela a Medaña, Ortega y el resto de jefes
que aquellas no es Ofir. Decide bautizar la zona como Islas de Jesús. De hecho
así las llamará siempre que tiene ocasión. Sarmiento quiere seguir, pero
Mendaña es partidario de explorar la zona, ya que ya saben que hay más islas.
Durante
este tiempo, los expedicionarios también se afanan, además, en la construcción
de un bergantín, una embarcación más ligera. Se tenía miedo de los bajos de
coral y de la poca profundidad de las aguas. Las lluvias retrasan mucho la
construcción de esta embarcación. Las lluvias y los tira y aflojas entre los
miembros de la expedición. Por cierto, al bergantín, al que está al mando Pedro
Ortega, se le pone el nombre de Santiago. Ortega va a acompañado en la
expedición por Hernán Gallego. Una vez finalizado el bergantín se comienza la
exploración de las islas cercanas. El viaje comienza hacia el 7 de abril. Al
mando va Ortega. Como piloto va Hernán Gallego.
Las
otras islas.- La primera isla
importante a la que llega el Bergantín es la Isla de Ramos, que hoy se llama Malaita. La
llaman de Ramos porque al parecer ese día era Domingo de Ramos. Es el 8 de
abril del año 1568. Tras rodearla, enfilan hacia el Sudeste. Bautizan a un cabo
como cabo Prieto y pronto dan con otra isla, más pequeña, que llaman Isla
Galera, por la forma que tiene. Pronto encuentran otra, que parece muy fértil y
por eso llaman Buenavista.
Finalmente
llegan a otra isla grande, que llaman Florida. Ahora se llama Nggela Sule.
Parece la más próspera de todas ellas. Hay puercos y gallinas y también nativos
que se muestran menos hospitalarios que los de Santa Isabel. Desembarcan para
aprovisionarse y se llevan dos puercos. Siguen su rumbo y ven otras islas, que
denomina, San Dimas y Guadalupe. Estaban al Este de Florida.
Y el
18 de abril, aunque la fecha es aproximada pues no todas las relaciones son
exactas. Llegan a una gran isla.
Guadalcanal.- Ortega llama Guadalcanal, por ser de allí natural.
Desde el principio se la tiene como la más grande de todas las que se han
descubierto hasta el momento. A un río cercano al lugar de llegada, se le
bautiza como Río Ortega. El desembarco debió ser muy cerca de donde hoy está
Honiara, la capital de las Islas Salomón. Una curiosidad. Esta isla se llama
igual,
pero es que incluso durante la invasión japonesa, el
ejército nipón no la cambió su denominación, sino que la adaptó a su idioma y
la llamaron Gadarukanaru.
Era
la isla más poblada de todas. Las tribus vivían en chozas y bohíos comunales.
Algunos eran amistosos. Otros, no tanto, y se hacían la guerra entre ellos,
incluso. Llamó mucho la atención, en Guadalcanal y en otras islas, que pese a
que su piel era negra, muchos de ellos tenían el cabello rubio.
Tras
varios días de exploración de la isla, deciden regresar para dar parte a
Mendaña, pues todos piensan que hay que volver a Guadalcanal y establecer allí
la base de operaciones principal. Durante el regreso, descubren más islas, como
San Jorge, que los nativos llamaban Varnesta. Allí desembarcan y toman contacto
con un tauriqui local que se llamaba Beko. Después siguen su ruta y avistan
otras islas, que llaman San Nicolás, Arrecifes, San Marcos, que hoy se llama
Choiseul, y rodean Santa Isabel por su parte occidental. Llegan a donde la
armada. El clima, el cansancio y las enfermedades han pasado factura y se cobra
unas cuantas bajas.
Mientras,
la desconfianza entre Pedro Sarmiento y Mendaña crece. Ortega convence a éste
para marchar a Guadalcanal, que parece la isla más rica de todos. Sarmiento
está de acuerdo e interroga a Ortega sobre lo que ha visto. Tiene la secreta
esperanza de que las islas descubiertas sean el pórtico del gran continente que
ha de estar más hacia el Sur. Por eso insiste en que se vaya hacia donde dice
Ortega. Mendaña piensa que en Guadalcanal es donde debe de haber oro.
Las
dos Naos marchan hacia Guadalcanal. El acto oficial de toma de posesión es el
12 de mayo. Al puerto donde arriban le llaman Puerto de la Cruz. Una vez allí, los
contactos con las tribus locales se mantienen. Se habla de un tauriqui local,
muy pacífico y amistoso, que se llama Nabalmúa. Mientras, el bergantín trata de
rodear Guadalcanal. Se desiste porque se aprecia que es grande la isla, pero
descubren otros ríos, donde creen ver polvo dorado que en aquella época
llamaban “oro bajo”. La expedición parece entender por señas que sí que hay oro
en aquellas islas. De ahí que las bautice como Islas Salomón. Mientras, siguen
los contactos con los nativos y prosigue la disparidad de criterios entre
Álvaro de Mendaña y Pedro Sarmiento. Las discusiones se centran entonces en si
dejar una colonia en las islas o marchar todos juntos de nuevo al Callao. Sólo
Sarmiento se opone a todo. Quiere bajar más al Sur, porque insiste en que esas
islas no son la tierra de Ofir. Y que el gran continente austral está cerca, a
no más de 40 leguas hacia el Suroeste.
El
regreso.- Finalmente se impone el
criterio de Mendaña, que decide que todo el mundo volverá, con el propósito de
volver. Y una nueva discusión. ¿Por dónde volver? Sarmiento es partidario de
marchar por el mismo lugar, pues asegura que se acerca el tiempo de las
tormentas y que es peligroso. Dice que hay que alejarse del Ecuador por la
parte del Sur, para poder marchar más directamente hacia Perú. En un principio
así se determina.
Durante
el regreso hacia Santa Isabel se descubren más islas. En algunas de ellas se
desembarca, como es el caso de la isla Treguada, que los nativos de entonces
llamaban Brava. Luego bautizan a otras como Tres Marías, y otras como Santiago
y san Urbán (que hoy se llama Rennell). Finalmente, desembarcan en una que se
llama San Cristóbal, que hoy se llama Makira. Allí se dispone volver de manera
definitiva. Estamos a finales de julio o principios de agosto de 1568.
Tras
llegar a Santa Isabel se pone rumbo a la Isla de Jesús, se muda la derrota. La
desconfianza hacia Pedro Sarmiento es cada vez mayor, por lo que Mendaña decide
volver por el Norte del Ecuador, hacia Nueva España, pese a la férrea oposición
de Sarmiento.
En
el viaje de regreso, por desgracia, los temores de Pedro Sarmiento se van a
cumplir: muy pronto el mal tiempo se va a cebar con la flotilla. El viaje de
regreso no sólo va a ser largo, sino que va a ser un infierno: las dos Naos están
a punto de hundirse, se separan. La falta de agua y víveres se hace
insoportable. Llegan a machacar las cucarachas y a comérselas. También se
utilizan como víveres algunas aves que se habían capturado en las islas. Sólo
la pericia de Sarmiento va a permitir que la nao de Pedro de Ortega llegue,
finalmente, al puerto de Salagua, en Santiago de Colima, en Nueva España, nada
menos, miles de leguas hacia el Norte. Antes había llegado la otra nao, en la
que cambiando el puesto, viajaban Mendaña y Gallego. Los ocupantes de ambas
naves creían que los otros habían perecido en el viaje de regreso. En el ánimo
de Mendaña estaba volver, pues tenía la certeza de que se había llegado a las
Islas del rey Salomón. El viaje de regreso duró casi cinco meses. Desde primeros de septiembre que es cuando dejan la isla de Jesús hasta el 22 de enero, que es cuando llegan a Salagua.
Las
islas olvidadas.- Pero la ruptura
entre Sarmiento y Mendaña era total. Sarmiento pensaba que el sobrino del
Gobernador les había abandonado adrede. Mendaña pensaba que no había obrado con
lealtad y que había supeditado todo a su hambre de gloria sin importarle la
suerte de la expedición. Las querellas posteriores causaron problemas a
Sarmiento. Dadas las influencias de Mendaña, a Sarmiento se le requisaron y
destruyeron los papeles y anotaciones. Y Mendaña comenzó a trabajar para volver
a las islas. La caída en desgracia de su tío, retrasó mucho sus planes. Sólo la
mediación de su mujer, Isabel Barreto, permitió que el entonces virrey, el marqués
de Mendoza, le ayudara. Algo que no conseguiría hasta 1595, cuando siguiendo
las anotaciones que tenía, muy probablemente las de Hernán Gallego, no
consiguió dar con las Islas Salomón. Descubrió, eso sí, las Islas Marquesas,
donde murió y fue enterrado. El mando fue asumido por su esposa Isabel de
Barreto, que se convirtió en la primera mujer en la Historia que asumió el
título de Almirante.
De
Hernán Gallego no se supo más. De Pedro Sarmiento sabemos que fue hecho
prisionero por el corsario inglés Walter Raleigh, que le tenía, no obstante, en
estima, y que estuvo preso en la
Torre de Londres. Murió en 1585 en una expedición destinada a
poblar la Tierra
de Fuego.
Pedro
Ortega volvió a Panamá, junto con su hijo Jerónimo, y su criado. Volvió, según
sabemos, herniado, bastante enfermo y desnutrido. Volvió a sus tareas. Después,
sirvió al Rey combatiendo a los negros cimarrones que se sublevaron en Panamá,
también prestó sus servicios en el cobro de las Alcabalas e incluso participó
en las operaciones contra los piratas Francis Drake y John Hawkins.
Hacia 1580 ya había muerto. Tenía entonces una encomienda
en las afueras de la ciudad ecuatoriana de Cuenca. Allí murió, pensando, quien
sabe, si añorando aquella isla a la que llamó Guadalcanal, por ser de allí natural.
Jesús Rubio Villaverde, Periodista
Guadalcanal, Sábado 27 de julio de 2013
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