By Joan Spínola -FOTORETOC-

By Joan Spínola -FOTORETOC-

Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



miércoles, 13 de noviembre de 2013

Un capítulo del folk-lore guadalcanalense 1

Juan Antonio de Torre Salvador “Micrófilo”

A primeros de este año de 2010 tuve la suerte de encontrar – realmente me ofrecieron – el cuaderno manuscrito que en este artículo presento.
El cuaderno tiene 452 páginas, de ellas escritas – manuscritas – las primeras 439 (con las excepciones de las páginas 2ª, 3ª y 4ª que están en blanco). Fueron escritas entre el 24 de septiembre de 1884 y el 12 de diciembre de 1894.
Su autor es Juan Antonio de Torre Salvador (n. Guadalcanal, 15 de diciembre de 1857 – † Guadalcanal, 7 de febrero de 1903), conocido también por “Micrófilo”, pues con este nombre firmó buena parte de su obra investigadora y literaria. El contenido del cuaderno consiste en una recopilación de la obra poética por él creada ente las fechas indicadas en el párrafo anterior, y en algunas poesías publicadas dos o tres años antes en revistas de contenido literario o de divulgación antropológica. En cuanto a la indudable autoría de J. A. de Torre Salvador hay que hacer las siguientes salvedades: las páginas cinco a quince contienen poesías – traducidas al castellano y también manuscritas por Micrófilo – de A. de Lamartine (El poeta moribundo), de T. Gautier (La Nube), de Meranger (El viejo vagabundo), de Musset (Adios) y de Horacio (A Leuconoe), y la página 429 que contiene un poema de su amigo Manuel Cano y Cueto, dedicado a Micrófilo, al que contesta Micrófilo en el poema manuscrito a continuación.
Sabemos que este cuaderno manuscrito, de contenido – en su mayoría – desconocido hasta la fecha, o al menos olvidado por el paso de los años, tiene un importancia relevante en el contexto de la literatura española, y especialmente de la andaluza, por lo que a partir de esta fecha y en esta revista electrónica iremos publicando y divulgando su contenido, tanto con las oportunas transcripciones como publicando digitalizadas sus páginas. Todo ello sin perjuicio de ser receptivos a cualquier sugerencia de trabajo, estudio o crítica literaria, que sobre dicho cuaderno se pudiera plantear.
Hoy iniciamos este trabajo con la reproducción de la portada del estuche en el que se conserva y protege el cuaderno , la portada del mismo, y la reproducción de las páginas numeradas 1, 5 a 15 (realmente incluyendo el principio de la 16), y las 429 a 433; por cierto son de 30,20 x 20,40 centímetros todas las hojas o páginas. Dado el tamaño de la letra de los manuscritos, excesivamente pequeña, hemos escaneado cada página dividiéndola en dos, facilitando así su lectura.
En breve incluiré la transcripción de estas páginas manuscritas; podría haber esperado a publicar las páginas ya digitalizadas, con sus transcripciones, al momento en que tuviera este trabajo realizado, pero en el Ayuntamiento de Guadalcanal, al que recientemente informé del hallazgo del cuaderno, me solicitaron un artículo o reseña sobre el cuaderno para publicarlo en el número de una revista que editan a finales de julio, creo que con motivo de fiestas patronales, con la que dar también ellos a conocer la existencia de los poemas manuscritos de su conciudadano Juan Antonio de Torre Salvador, “Micrófilo”, y me satisface el poder aportarles este sencillo escrito y las páginas digitalizadas que en él se reproducen. Tienen mi total conformidad para publicar lo que estimen adecuado. Esperemos que entre todos se recupere la imagen y la obra del ilustre poeta, periodista, antropólogo, etnógrafo y folklorista guadalcanalense.
Tal vez se pregunten el motivo por el que me ofrecieron este manuscrito, a mi y en Madrid; les diré que cuento entre mis amigos con profesionales en la búsqueda y localización de “libros antiguos” o “libros de viejo”, que conociendo mi interés por aquellos que de alguna forma se refieran a mis antepasados, pertenecientes a la que llamo, como veis por el título de esta revista, “Machado. Revista de estudios sobre una saga familiar”, no dudaron en ofrecerme los manuscritos del que fue amigo y colaborador de mi bisabuelo Antonio Machado y Álvarez. Siempre les estaré agradecido.
La realidad es que de Juan Antonio de Torre Salvador apenas se conocía, a la presente fecha, su obra; algunas referencias sobre su libro “Un capítulo del folklore guadalcanalense” (Sevilla 1891), libro difícil de encontrar, y básicamente sus trabajos y poesías publicadas en revistas científicas y literarias de su época, entre las que se encuentran ”El folkolre Andaluz”, “La Biblioteca de las Tradiciones Españolas”, ambas dirigidas por Antonio Machado y Álvarez, que firmaba con frecuencia como “Demófilo”, y “El Folklore Frexnense y Bético-Extremeño”. Por cierto entre las poesías que se encuentran en el cuaderno tenemos una dedicada a “Bravo Murillo”, que, conocida, publicó en su momento en la revista “La América” del 28 de octubre de 1883 con ocasión de homenaje que se tributó a Bravo Murillo en su pueblo natal. (Bravo Murillo nació en 1803 en Fregenal de la Sierra, siendo por lo tanto frexnense).
Espero completar este artículo en breve y continuar publicando los poemas de este poeta gadalcanalense.
Mientras y como homenaje a Juan Antonio de Torre Salvador reproduzco los datos biográficos que sobre él escribió a principios del siglo xx D. Juan Collantes de Terán y más recientemente D. José Mª Álvarez, este último en la Revista de Guadalcanal del año 1990, que cito y transcribo de artículo publicado el jueves 6 de agosto de 2009 por la Asociación Cultural Benalixa – Guadalcanal.
 
Juan Collantes de Terán “… La expresada descripción del pueblo corresponde, en líneas generales, a la villa en donde doce años más tarde nace Juan Antonio de Torre Salvador, el día 15 de diciembre de 1857, hijo de Lucas de Torre y de Salomé Salvador. Era su padre natural y vecino de Llerena; ascendencia soriana y palentina llevaba en su sangre, lo mismo que su madre que llega al pueblo acompañando a sus hermanos sacerdotes, quienes ejercerán su ministerio sagrado junto con la administración de diversas fincas. Fruto de ese matrimonio nacerán los siguientes hijos: José, que se casará con la cazallera Dolores Pérez, Miguel que lo hará con Carmen Caballero, Juan Antonio -a quien dedicamos estas líneas- y Norberto casado con Ana Franco-Romero Castelló, la cual a la muerte de su marido se desposa con su cuñado Juan Antonio; sin embargo, estos serían sus primeros esponsales ya que, estando viudo muy poco tiempo antes de morir, casó nuevamente con la malagueña Aurora Fuster Gallardo, de veinticuatro años, que vivía por entonces en Guadalcanal. Del primero de sus matrimonios tuvo una única hija, Ana María de Torre Franco-Romero, que murió el mismo año de su padre, a los diez y ocho años, a consecuencia de una tuberculosis pulmonar. Ignoro en estos momentos por qué motivos familiares Juan Antonio de Torre estudió primera y segunda enseñanza en el Colegio de las Escue las Pías, de Getafe, incorporado al Instituto San Isidro de Madrid primero, y en el Colegio de Villacarrie do que dependía del Instituto de Santander después. De la misma forma que ignoro las razones que le llevaron a realizar los exámenes del grado de bachiller en Artes, el año 1865, en el Instituto de Valladolid. Al matricularse en la Universidad de Sevilla para comenzar sus estudios de Derecho vivía en el número ocho de la calle Placentines de aquella ciudad; y cuando en 1869 se vuelve a matricular en las asignaturas que le quedaban pendientes en la misma Facultad, vive entonces en la calle San Eloy, por lo que llego a sospechar que se trata de las diversas pensiones donde se alojaba cuando iba a Sevilla a inscribirse o matricular se en la Universidad. Durante el curso académico de 1877-1878 aparece como alumno de Derecho en la Universidad Central de Madrid; para volver de nuevo a Sevilla donde de be concluir sus estudios, aunque no me consta que terminara definitiva mente la carrera de Derecho, ya que en 1880, viviendo en la calle Arguijo, frente a la Universidad, no se presentó al examen de ninguna de las tres asignaturas en que estaba matriculado todavía. Después ya no se tienen más noticias. Muy joven comienza a colaborar en importantes revistas científicas y literarias españolas, especializándose enseguida en estudios sobre antropología, etnografía y folklore, manteniendo estrecha amistad con Antonio Machado Álvarez, padre de los poetas Antonio y Manuel; y así como éste utilizó con frecuencia el seudónimo de “Demófilo”, muchos trabajos de Juan Antonio de Torre están firmados con el de “Micrófilo”. Formó parte de la Sociedad de Bibliófilos Andaluces, que presidía en Sevilla el Duque de T’Serclaes, su hermano el Marqués de Jerez de los Caballeros, Rodríguez Marín, Collantes de Terán, Montoto, Guichot, Asencio y otros eruditos sevillanos, que se preocuparon por editar bellísimamente libros incunables y raros sobre temas andaluces. Juan Antonio de Torre Salvador asistió con frecuencia a las más importantes tertulias sevillanas de la época, caracterizándose por su espíritu mordaz y cáustico. Su libro más importante se titula “Un capítulo del folk-lore guadalcanalense”, publicado en Sevilla, en la imprenta de Francisco Leal y compañía, en 1891, muy difícil de encontrar hoy día. Era Torre, además, desde muy joven redactor y colaborador de “La Enciclopedia”, una revista científica y literaria, “El Alabardero”, “El Posibilista”, un diario democrático de intereses materiales, ciencias y noticias, según se expresaba en un subtítulo, “Folk-lore Andaluz”, entre otros; escribió en varias ocasiones en el “Boletín Folk-lórico Español”, en el periódico satírico “Perecito”, en “El Aviso”, “Miscelánea” y otros. Asimismo fue director de “El Pacto”, un periódico republicano federal que se publicaba en Sevilla entre 1886 y 1887; también fue el último director de “El Cronista”, diario político mercantil, así como del seminario festivo titulado “Sevilla en Broma”, que comenzó a publicarse en abril de 1883 y sólo alcanzó diez y seis números. Colaboró igualmente en periódicos y revistas extremeños. Enfermo de una grave lesión pulmonar residió los últimos años de su vida en el pueblo que le vio nacer. Aquí murió y la fría redacción del acta de defunción no puede ser más escueta y trágica; dice así: “En Guadalcanal, a las once del día ocho de febrero de 1903. Juan Antonio, edad cuarenta y cinco años, ocupación propietario, domicilio en calle Guaditoca número 6, y murió a las diez y seis del día 7 de febrero en su domicilio, a consecuencia de un ataque de disnea // Estaba casado en el acto del fallecimiento con doña Aurora Fuster Gallardo y que lo estuvo en primeras nupcias con doña Ana Franco-Romero y Castelló, de cuyo matrimonio deja una hija menor de edad, llamada María de Torre Franco-Romero.// Que no otorgó testamento y que a su cadáver se habrá de dar sepultura en el Cementerio Civil de esta población”. (Fol. 377, núm. 11). Así ocurrió. Hace algunos años Pedro Porras y yo, con la ayuda de Rafael, el sepulturero, pudimos reconstruir trozo a trozo la lápida de mármol que inútilmente, debido a la acción del tiempo, cerraba de mala forma su sepultura. Entonces pudimos averiguar, según se expresa en la piedra, que fue costeada como “tributo de amistad de D. Sebastián Gómez Ferreira”. Era entonces también lo que quedaba del recuerdo de un importante personaje de Guadalcanal; y como ocurre con frecuencia, la trágica frecuencia de siempre, en este caso la tierra no le fue leve en su tierra. Vaya en esta ocasión un sincero recuerdo a su memoria.
José Mª Álvarez escribió sobre él en la Revista de Guadalcanal del año 1990:“… Ni si quiera descendencia de la familia Torre queda hoy en Guadalcanal, ya que según parece los últimos miembros emigraron a Argentina antes de la última Guerra Incivil. Precisamente pocos años antes de la contienda, en la que fue casa de los Torre, situada en la calle Guaditoca, se produjo el triste espectáculo que parafraseando a Cervantes se podía titular: “Del donoso y grande escrutinio que el cura y el médico hicieron en la librería de nuestro impío escritor”. La llama de la intolerancia redujo a cenizas los libros de la biblioteca de Micrófilo que se consideraron nocivos para el orden público y las buenas costumbres, entre ellos un ejemplar en pergamino de la Constitución de 1812, la popular “Pepa” .En el nuevo barrio levantado en Guadalcanal, a espaldas de los Grupos Escolares, se recordó a uno de los escritores guadalcanalenses consortes, el poeta de Guareña, Luis Chamizo, dándole su nombre a una calle . ¿Por qué no recordar a Micrófilo?. Tras haber sugerido sin éxito agradecer al farmacéutico catalán Joaquím Isern sus afanes en documentar en el Archivo de Indias el descubrimiento de la isla de Guadalcanal, lanzo la peregrina idea de rescatar a Micrófilo del olvido y desconocimiento de los actuales guadalcanalenses. Con la seguridad de que no se me va a hacer caso, hasta me atrevo a redactar el texto de una hipotética placa que bien podría estar situada en la fachada de la Biblioteca, cobijada bajo los frondosos árboles de “El Palacio”, y que podría decir más o menos:
En memoria de JUAN ANTONIO TORRE Y SALVADOR “MICROFILO” (Guadalcanal 1859- Guadalcanal 1903).Periodista, poeta y folklorista Autor de “Un capítulo del folk-lore guadalcanalense”editado en Sevilla en 1891. Su pueblo agradecido.Guadalcanal ….19…”
Según Cascales y Muñoz, Juan Antonio de Torre Salvador, como poeta “ha escrito muchas y buenas poesías, aunque no se sabe que admirar más, si la galanura y corrección de la frase o la profundidad y novedad de los pensamientos”. Fue su poesía clara con influencia popular y versos muy vinculados a personajes y hechos de la política sevillana.
Manuel Álvarez Machado
Machado.- Revista de estudio sobre una saga familiar


No hay comentarios:

Publicar un comentario