Metal de plomo-plata |
En
Guadalcanal se construyen ocho hornos, instalados todos en una sola pieza, la “casa
de los hornos”, una larga nave de fundición que albergaba a estos y a los
instrumentos auxiliares de soplado
La amplitud de aquella construcción
industrial y su novedad planteo, por la necesidad de abrir un vano de una luz
con pocos precedentes en estructuras de madera para instalaciones industriales,
problemas arquitectónicos que fueron satisfactoriamente resueltos. En 1556
informaba A. de Zarate a la Princesa Gobernadora:
“Como
quier que para hacer lugar capaz del contorno que ha de traer el caballo fue
nescesario hacer el quarto de los ocho ornos que están hechos de largura de 208
pies y de anchura de 29 “58,24 por 8,12 metros” +-, cosa que pocas veces se ha
visto en este rreino, porque nos hemos visto en gran trabajo en traer la
madera, así para las tijeras como para los tirantes, y no se hallara con
trabajo ni sin el si no tuviéramos tan a mano el robledo de Constantina, y con
todo ha costado hartos dineros”
77.
Cada
horno era servido durante su funcionamiento por dos fuelles de madera y cuero
de grandes dimensiones; la presencia de dos fuelles por horno permitía un
soplado continuo, ya que cuando uno de ellos estaba realizando una función
impelente, el otro efectuaba la expelente. Para ayudar al movimiento de los
fuelles se habían instalado dos “ingenios de soplado” movidos por mulas que
proporcionaban la corriente de aire necesaria a cuatro de los hornos, mientras
los correspondientes a los otros cuatro se confiaban a la fuerza humana sin
ayuda de máquina. Una información de 1558 refiere la utilización que se hacía
de la introducción de aire en los hornos de fundición:
“Los
yngenios de los hornos de fundir metal son dos. Trae cada yngenio una acémila
por sus quartos a remuda. Este yngenio sirue en los hornos de traer los fuelles
y hacer el efecto que si los honbres lo truxesen, y aim tiene experimentado que
mejor, por ser el soplo mas apriesa y mas igual y menos costosa la acémila que
no los honbres, y hacer mas fundiciones que no con los hornos de manos que
traen los honbres los fuelles. Para estos dos yngenios hay cuatro ornos y los
dos están en una parte y los otros dos en otra. En los dos de la una parte
funden una semana y en los otros dos, otra y para fundir con los ornos que no
han fundido aquella semana vuelven los cánones de un horno al otro y la acémila
a la mano contraria que la semana antes anduvo y con esto hacen sienpre un
efecto” .
La
solución de aplicar los dos fuelles a un mismo horno se resuelve mediante un
ingenioso mecanismo “capital-saving” que permite deslizar los fuelles en sentido
longitudinal.
“Hay
otros cuatro ornos como los sobredichos; en estos cuatro fuellan los honbres en
lugar de lo que arriba dijimos que hacen las acémilas y hay por cada fuelle de
estos, cuatro honbres que se remudan por sus cuartos” 78.
El
tratamiento del mineral por fundición y, por tanto, la capacidad de cada una de
estas, es diferente según la clase de mineral de que se trate. A efectos de fundición
se distinguían los siguientes tipos y sus correspondientes tratamientos
diferenciales:
”Metal
rico”, es decir,
los minerales que tienen un alto contenido en plata y que además son “secos”,
es decir, su proporción de sulfuro de plomo es mínima o despreciable. Si el
mineral tiene una ley de plata excepcionalmente elevada, no se somete a fundición,
sino que, sin haberse previamente molido ni lavado, se lleva directamente a los
denominados "hornos de afinación", es decir, de separación de
plomo y plata.
Pero,
cuando la riqueza, aun siendo alta es menor, la fundición de esta clase de mineral
se efectúa preparando el suelo del horno con escoria de las fundiciones
anteriores e introduciendo en cada operación 30 arrobas —330,6 Kg. +- de
mineral, a las que se añaden 14 arrobas de la Ramada “greta” —litargirio,
oxido de plomo en pedazos— y 10 arrobas mas de “cendrada” —igualmente oxido de
plomo, en este caso en forma de cenizas más menudas procedentes de las operaciones en los
hornos de afinación—. La función de estas s dos últimas cargas es la de actuar
como fundente, un papel que los mineros del XVI conocen bien y que describen así:
“flujos
que se añaden a los mineros, no solo para los ensayos, sino también para
fundirlos:
1)
cuando se han mezclado con el mineral y se funden, bien en el ensaye o en el
horno de fusión; algunos, debido a que se funden fácilmente, funden en parte el
mineral.
2)
Otros, debido a que hacen el mineral muy caliente o penetran en el, ayudan
considerablemente al fuego en la separación de las impurezas de los metales y
mezclan la parte fundida con el plomo.
3)
0 bien parcialmente protegen del fuego al mineral, cuyo contenido de metal podría
consumirse en el fuego o irse con los vahos y desaparecer del horno.
4) Algunos fundentes absorben los metales. A
la primera clase pertenecen el plomo, el litargirio y la galena (...). El plomo
de solera, para aquellos que se derriten con dificultad y la galena para los
que se derriten aún con mayor dificultad. A la segunda clase pertenecen las
limaduras de hierro (...)” 79.
Sólo
los fundentes antes citados se usan en Guadalcanal, ya que en 1556 se ordena
que no se añadan las escorias de hierro
que antes se incluían en los procesos de fundición, que su empleo es
absolutamente inútil. El oxido de plomo se obtenía como subproducto de la operación
de separación de plomo y plata en minas como la de Valverde de Mérida o
Aracena, pero en la de Guadalcanal, donde los minerales son “secos”,
es preciso adquirir plomo y someterlo a un posterior proceso de oxidación de
horno, lo que suponía un importante
coste adicional. El consumo de plomo como fundente en Guadalcanal llega a ser
tan alto en la época de mayor bonanza, en relación con el que es posible tener
del propio mineral de aquel yacimiento, que comienza a buscarse una mina de plomo
cercana con objeto de obviar las cuantiosas compras de mineral que es preciso realizar,
tanto en la lejana explotación de Madridejos como en el mercado de importación de
Sevilla. El resultado concreto de esta demanda y de la búsqueda de una reserva
cercana de mineral de plomo será el hallazgo y puesta en explotación de la mina
denominada “Cotorrillo”, en las proximidades de Los Ahillones —hoy Badajoz 80.
Se
introducen, por tanto, en el horno para cada operación un total de 54 arrobas, 595 Kg+-
“En
el horno echan este metal con la liga dicha todo rebuelto y para echarlo tienen
los fundidores una medida de madera y cada vez echan dos medida de aquella y
para cada dos medidas de metal y liga se echa una espuerta de leña y carbón
junto y también echan por si escoria lo que les paresce ha menester el horno,
que de esto no hay quenta, y esto echan de tienpo en tienpo hasta ven que es
menester sacar el plomo que esta ya derretido a donde viene envuelta la plata que el metal tiene. Este plomo se
derrite en una pileta que esta de dentro de él y para sacarlo esta un caño que
se hace en una forma de madera, y por allí entran un espetón de hierro y
destapan el caño hasta dar en la pileta donde ha caído el dicho plomo plata y
sale por allí y va a caer en otra pileta (exterior) que está junto al horno. Caído
que es en esta pileta, la dexan estar hasta que se yela (solidifica) y a medio
elar le incan un picacho en medio hasta que se ha elado y con el picado sacan
la plancha del plomo plata. En sacando esta plancha, un guarda que está siempre
en el horno toma la plancha y con un cuño que está con las armas reales la
sella y la pone en un cajón con su llave que está en la pieza donde los hornos”.
77 A.G.S. Consejo y
Juntas de Hacienda, Leg.° 28, fol. 36.
78 Sobre fuelles y
sus ingenios, cfr. A.G.S. Diversos de Castilla, libro 6, fol. 21. A.G.S.
Escribanía Mayor de Rentas, Minas, Leg.° 23, asiento con Francisco Ocampo,
vecino de Ubeda, para construir ingenios de fuelles para fundir
“que anden con más facilidad y menos
trabajo de las acemilas y con mayor fuerza y echen mas aire y anden mas apriesa”;
año 1560.
79 AGRICOLA, G.:
Op. cit., p. 241.
80 En 1557 escribia
Diego López a la Corte sobre la necesidad de “armar cerca de Guadalcanal una
fábrica de metal probe” y que
“por falta desto se deja de sacar mucha
plata, y sacarse ha menos si el metal sale despoblado —falto de ley de plomo—
como conmienza, proque es menester ayudalle con mas que almartaga, y con el
dicho metal pobre se hará gran hazienda y de no echarlo se perderá lo que no se
puede creer”.
Con igual fecha, escribía López a Mendoza:
“Yo vine a estas minas y veo quel metal
va despoblado y revestido de aquella quija, y aún agostando la vena, y convenía
mucho armar la fábrica de metal pobre para ayudalle a correr y robar la plata”
;
cfr. A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda,
Leg.° 31, fol. 45 y A.G.S. Diversos de Castilla; Leg.°. 4
De Minería, Metalúrgica y Comercio de Metales
Julio Sánchez Gómez
No hay comentarios:
Publicar un comentario