Aunque ha habido en esta Santa provincia
otros frailes legos de quien justamente se pudiera hacer memoria, como de muy
conocidos siervos de Dios, concluyo este tratado de los claros varones de esta
provincia del Santo Evangelio con la vida de fray Diego de Guadalcanal, lego,
por haber sido en muchas cosas semejante al bienaventurado san Diego de Alcalá,
pues ya tenemos que en el nos nombre conforman y en el estado de Iegos, y
fueron también naturales de una misma comarca y tierra; es a saber, el de uno de
San Nicolás, pueblo cerca de Constantina, y el otro de Guadalcanal, y en la
vida y la muerte hartos semejantes también, como aquí parecerá. Tomó el habito
fray Diego de Guadalcanal en el convento de México, y fue de los primeros que en esta provincia
profesaron. Y como de su natural era hombre simple y sin malicia, de la que el
siglo a sus hijos enseña, y se crío con santos religiosos, perseveré en aquella
simplicidad por todo el discurso de su vida (que fue poco menos de sesenta años)
en el habito de la religión, sirviendo a aquellos primeros
evangelizadores de esta nueva iglesia con grandísima fidelidad y ejemplo de
vida, ayudándolos a destruir ídolos y a
plantar la fe del Evangelio con el talento que el Señor le había comunicado. Fue
amigo de los pobres, y tuvo siempre cuidado dondequiera que estaba de darles de
comer, y los socorría en sus necesidades. Era devoto y dada a la oración y
recogimiento, y muy observante y amigo de la santa pobreza. Tenía dichos y
consejos saludables con que persuadía a la virtud a sus hermanos los frailes y
a los seglares que lo trataban, como amigo y celoso de lo bueno y enemigo de lo
malo y vicioso, y a veces los ponía por escrito, porque más se dilatasen las
fimbrias de su caridad. Visítalo el Señor (cantó lo usa hacer con sus
escogidos) al cabo de sus días, siendo de edad de más de ochenta años, y
morando en ml compañía en el convento de Tepeaca, con una enfermedad de las
graves y recias que un cuerpo humano puede pasar, siendo (como fue) de sola una
mano, como la que le dio y acabó al bienaventurado San Diego, de postema o
nacido en un brazo.
Mas
la enfermedad de este siervo de Dios fray Diego, fue cosa nunca vista ni
conocida en cuerpo humano, coma la afirmaron el médico y cirujano que lo
curaron en
CAPÍTULO
LXXXIV. Vidas de los santos religiosos legos fray Diego
de Guadalcanal
JUAN DE TORQUEMADA
JUAN DE TORQUEMADA

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