ISLAS DE SALOMÓN 1565-1574.
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Tradiciones indianas de la existencia de islas al Oeste del Perú.- , como el insigne cronista del Perú, Cieza de León, solía decir, que así que los españoles avecindados en aquella tierra aprendieron la lengua de los naturales y fueron imponiéndose de sus tradiciones, oyéronles decir por cosa cierta había en la mar austral muy grandes islas pobladas, y abastadas de oro y plata, y bien provistas de arboledas y de mantenimientos, y aun afirmaban que en grandes piraguas ó canoas venían, ó habían venido en otros tiempos á la tierra firme, sus gentes á contrataciones, trayendo gran cantidad de oro. Más decían: que Tupac-Ynga-Yupangui, deseando aumentar la gloria de su nombre, mandó juntar gran número de balsas, que eran las embarcaciones usadas en aquella costa; escogió los pilotos más expertos; se embarcó con los mejores soldados, y habiendo descubierto unas islas, llama das Hahuachumbi y Ninachumbi, volvió, pasado más de un año, trayendo mucha riqueza, prisioneros de cara negra y pieles de animales semejantes á los caballos, entre otras cosas. (1)Aunque por exageradas se tuvieran las consejas, sabiendo á qué atenerse en punto á la navegación en jangadas, siquiera fueran tan sólidas cual la vista por vez primera cerca de Tumbez, cuando el piloto de Pizarro Bartolomé Ruiz de Estrada tanteaba la costa, por aquello de que en toda tradición suele haber fundamento, la existencia de islas más ó menos grandes y más ó menos ricas se admitía, probado que muchas, muchas se habían descubierto en las expediciones despachadas desde Nueva España, y en las que de vuelta intentaron Hernando de Saavedra, Fernando de Alvarado, Bernardo de la Torre, Gaspar Rico é Iñigo Ortiz de Retes, con la particularidad de haber en las que por ello se llamaron de Nueva Guinea, papuas ó crespos como los que el inca Tupac Yupangui sometió, al decir. La tradición quichua, avivada por indicios y aun por islas realmente halladas en la navegación costera, se transmitió, pues, á los españoles, y corría válida entre ellos de manera que, refiriendo pormenores el presidente La Gasea al Consejo de Indias en 2 de Mayo de 1549» decía:
«Y siendo estas relaciones verdaderas, parece que esta mar del Sur está sembrada de islas muchas y grandes, pues en tan diversos parajes se hallan estas señales; y podría ser que en las que están abajo de la Equinocial, ó cerca della, hubiese especería, pues están en el mismo clima que las de los Malucos....» (2)
Hallazgo de las nombradas Galápagos.—Islas realmente halladas he dicho, porque con las de los Galápagos dio impensadamente Diego de Rivadeneyra años después de haberlas situado el obispo Fr. Tomás de Berlanga, y hacia la misma época notició el capitán Juan de Illanes que, remontando con un navío desde Chile con tiempo tempestuoso, fue á parar á una muy grande, por la cual anduvo bojando cincuenta días sin hallar el cabo, y que, habiendo echado un marinero (Juan Montañés) en tierra, anduvo nueve leguas, vio tres pueblos muy grandes é indios barbados de gran estatura, que le hicieron buena acogida, lllanes, lo mismo que Rivadeneyra, pidió la concesión de esta jornada, y habiéndosela concedido el Rey, murió á la vuelta del viaje á España.
Designaba el vulgo á las islas incógnitas, no ya con los nombres de Hahuachiimbi y Ninachiimbi, aprendidos de los indios, sino con el de Salomón, deduciendo de las leyendas que por allí debió de estar la famosa Ofir bíblica (3), y que no faltaban en el Perú vecinos acomodados que quisieran arrojarse á la empresa del descubrimiento, dice una carta del Gobernador accidental, Presidente de la Audiencia, Lope García de Castro, fecha en la ciudad de los Reyes á 23 de Septiembre de 1565, manifestando al Rey que Pedro de Ahedo, mercader, y Diego Maldonado, el rico, pretendían hacer á su costa la jornada. Casi al mismo tiempo la solicitó Pedro Sarmiento de Gamboa, acreditado marinero y cartógrafo, ofreciéndose á servir á S. M. con su persona, industria, hacienda y amigos, dando la triple oferta que pensar al lugarteniente del Rey (4).
Solicitudes de licencia para descubrir, Concesión á Mendaña. — Por sí ó por no eliminó á los pretendientes, adjudicando la empresa á su sobrino Álvaro de Mendaña, joven de veintidós años, por sencillo modo, que consistía en sufragar los gastos de las cajas reales, contentar á Sarmiento con los títulos de capitán de la nao Capitana, descubridor y cosmógrafo de la expedición, conservándole el trabajo sin más reservas que la gloria y la utilidad, dado que las hubiera, para su deudo, encumbrado con la categoría de General, y razonar la resolución informando á S. M. que con ella echaba del reino parte de la gente ociosa perjudicial á la paz.
Preparativos, Salida del Callao.- Hiciéronse los preparativos en el puerto del Callao de Lima, armando dos navíos de mediano porte, que parece se llamaban Los Reyes y Todos Santos, si bien las relaciones los distinguen solamente con los dictados de Capitana y Almiranta (5), embarcando con el título de general Álvaro de Mendaña; de maese de campo, Pedro Ortega Valencia, alguacil mayor de Panamá; de alférez general, D. Fernando Enríquez; de piloto mayor, Hernán Gallego ; tres pilotos más, cuatro frailes de la Orden de San Francisco, 157 hombres de mar y tierra, muy galanes de trajes bordados y plumas, lastimen tos para un año, armas y munición bastantes (6). Dieron la vela el 19 de Noviembre de 1567, navegando al Oesudoeste hasta ponerse en 15o á 16o de latitud Sur, con vientos largos y mar bonancible; y no habiendo visto tierra en veinte días, determinó Hernán Gallego bajar de latitud á 70, contra la opinión de Pedro Sarmiento, que sostenía la conveniencia de remontar hasta 23 y seguir por este paralelo.
(1) Noticias recogidas pop D. Marcos Jiménez de la Espada, publicadas y comentadas en su estudio Las islas de los Galápagos y otras más á Poniente {Boletín de la Sociedad Geográfica de Madrid, año 1891), que cité en el t. 1, cap. xxii y que me ilustra y guía en éste.
(2) Jiménez de la Espada, obra dicha.
(3) Herrera. Décadas de Indias.
(4) Pedro Sarmiento de Gamboa, gran marinero, cosmógrafo, cartógrafo, humanista, historiador, anticuario, merece estudio biográfico más amplio que el primitivo de D. Martín Fernández de Navarrete, publicado en su Colección de Opúsculos, tomo i, y en la Biblioteca Marítima, t. II. Lo primero que era preciso dilucidar era la naturaleza, descubierta casualmente por D. José Toribio Medina al examinar los procesos del Tribunal de la Inquisición incoados en tierras americanas.
Hallábase en Lima Sarmiento á fines de 1654 gozando reputación de astrólogo) cuando el Arzobispo, como Inquisidor ordinario, le inició causa de fe, poniéndolo á buen recaudo en la cárcel- (J. T. Medina, Historia del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición en Chile, Santiago, 1890, t. 1, pág. 310.) Estaba delatado por ni gromántico, apareciendo en los testimonios que había hecho ó sabía hacer cierta tinta simpática y anillos de oro con letras y signos cabalísticos, cuyo objeto no era precisamente el descubrimiento de la piedra filosofal, sino el de ser bien quisto de las damas. Halláronle libros y cuadernos manuscritos en pergamino en que se explicaban las propiedades de las piedras, amén del códice especial consagrado á la fábrica de las tumbagas. Al declarar dijo ser nacido en Alcalá de Henares (hacia 1532), hijo de Bartolomé Sarmiento, natural de Pontevedra, y de María de Gamboa, natural de Bilbao, y que hacia unos siete años que llegó al Perú «á buscar cómo ser aprovechado».
La venida á este mundo en Alcalá debió de ser eventual, toda vez que pasó la niñez viendo la pintoresca ria de Galicia en la residencia paternal hasta cumplir diez y ocho años, edad en que se inició en el servicio militar para guerrear en Europa de 1550 á 1555, imitando á los deudos que siempre (dice en uno de sus escritos) habían empleado la existencia en el real servicio. «A buscar cómo ser aprovechado» fue primeramente á Méjico y á Guatemala, donde hubo de pasar dos años antes de trasladarse al Perú, que por su declaración seria en 1557.
Debió navegar bastante por el mar del Sur hasta la llegada y posesión en 1561 del virrey Conde de Nieva, al que se hizo grato, y es probable sirviera oficios de su casa hasta ocurrir el misterioso asesinato perpetrado en una de las calles de Lima (20 de Febrero 1564). El proceso de la Inquisición comenzó á poco de llegar el nuevo gobernador Lope García de Castro, y á 8 de Mayo de 1565 recayó sentencia condenándole á oír una misa en la iglesia mayor «en cuerpo y con su candela en forma de penitente»; destierro de todas las Indias de S. M. perpetuamente, para los reinos de España, el cual saliese á cumplir luego que le fuese mandado, y que hasta tanto estuviese recluso en un convento y ayunase los miércoles y viernes de cada semana, y que no tuviese libros ni cuadernos de mano ni de molde que contuviesen las cosas sobredichas, y que abjurase de Levi.
Pocos días pasados tras la abjuración, conmutó el Arzobispo las penas de destierro y de reclusión, dándole la ciudad por cárcel y licencia para ausentarse al Cuzco por todo el año 1567, y entonces, deseando sin duda quitarse de en medio, escribía: «Como supe de muchas tierras incógnitas hasta mí no descubiertas, en el mar del Sur, por donde muchos habían procurado arrojarse y nunca se habían atrevido, y lastimándome de que tan gruesa cosa como allí hay se perdiese por falta de determinación, di dello noticia al licenciado Castro, gobernador que ha la sazón era deste reino del Perú, ofreciéndome á descubrir muchas islas en el mar del Sur si favorescia para ello.» (Carta al Rey de 4 de Mayo de 1572.)
(5) Don Justo Zaragoza, en la Historia del descubrimiento de las regiones atistriales, hecho por el general Pedro Fernández de Quirós, Madrid, 1876, tres tomos, 4.0, publicó dos relaciones del primer viaje de Mendaña é insertó noticia de algunas impresas ó manuscritas. Dos existen en el Archivo de Indias, notable la una, aunque incompleta, por haberla escrito Pedro Sarmiento de Gamboa, y en la Biblioteca Nacional de París (ms. Esp. 325, fol. 174 á 183) se conserva otra más, escrita por un amigo del piloto Gallego, de la que poseo copia, siendo de notar el titulo, Relación breve de lo sucedido en el viaje que hizo. Álvaro de Mendaña en la demanda de la Nueva Guinea, la cual ya estaba descubierta por Iñigo Ortiz de Retes, que fue con Villalobos de la tierra de Nueva España el año de 1544. La he dado á luz en el Boletín de la Sociedad Geográfica de Madrid, t. xxxvii.
(6) «Se sacaron sesenta arrobas de pólvora y los arcabuces y municiones que había en la caja-real, con los tiros gruesos.» Carta de los Oficiales reales.—Jiménez de la Espada, obra dicha.
«Y siendo estas relaciones verdaderas, parece que esta mar del Sur está sembrada de islas muchas y grandes, pues en tan diversos parajes se hallan estas señales; y podría ser que en las que están abajo de la Equinocial, ó cerca della, hubiese especería, pues están en el mismo clima que las de los Malucos....» (2)
Hallazgo de las nombradas Galápagos.—Islas realmente halladas he dicho, porque con las de los Galápagos dio impensadamente Diego de Rivadeneyra años después de haberlas situado el obispo Fr. Tomás de Berlanga, y hacia la misma época notició el capitán Juan de Illanes que, remontando con un navío desde Chile con tiempo tempestuoso, fue á parar á una muy grande, por la cual anduvo bojando cincuenta días sin hallar el cabo, y que, habiendo echado un marinero (Juan Montañés) en tierra, anduvo nueve leguas, vio tres pueblos muy grandes é indios barbados de gran estatura, que le hicieron buena acogida, lllanes, lo mismo que Rivadeneyra, pidió la concesión de esta jornada, y habiéndosela concedido el Rey, murió á la vuelta del viaje á España.
Designaba el vulgo á las islas incógnitas, no ya con los nombres de Hahuachiimbi y Ninachiimbi, aprendidos de los indios, sino con el de Salomón, deduciendo de las leyendas que por allí debió de estar la famosa Ofir bíblica (3), y que no faltaban en el Perú vecinos acomodados que quisieran arrojarse á la empresa del descubrimiento, dice una carta del Gobernador accidental, Presidente de la Audiencia, Lope García de Castro, fecha en la ciudad de los Reyes á 23 de Septiembre de 1565, manifestando al Rey que Pedro de Ahedo, mercader, y Diego Maldonado, el rico, pretendían hacer á su costa la jornada. Casi al mismo tiempo la solicitó Pedro Sarmiento de Gamboa, acreditado marinero y cartógrafo, ofreciéndose á servir á S. M. con su persona, industria, hacienda y amigos, dando la triple oferta que pensar al lugarteniente del Rey (4).
Solicitudes de licencia para descubrir, Concesión á Mendaña. — Por sí ó por no eliminó á los pretendientes, adjudicando la empresa á su sobrino Álvaro de Mendaña, joven de veintidós años, por sencillo modo, que consistía en sufragar los gastos de las cajas reales, contentar á Sarmiento con los títulos de capitán de la nao Capitana, descubridor y cosmógrafo de la expedición, conservándole el trabajo sin más reservas que la gloria y la utilidad, dado que las hubiera, para su deudo, encumbrado con la categoría de General, y razonar la resolución informando á S. M. que con ella echaba del reino parte de la gente ociosa perjudicial á la paz.
Preparativos, Salida del Callao.- Hiciéronse los preparativos en el puerto del Callao de Lima, armando dos navíos de mediano porte, que parece se llamaban Los Reyes y Todos Santos, si bien las relaciones los distinguen solamente con los dictados de Capitana y Almiranta (5), embarcando con el título de general Álvaro de Mendaña; de maese de campo, Pedro Ortega Valencia, alguacil mayor de Panamá; de alférez general, D. Fernando Enríquez; de piloto mayor, Hernán Gallego ; tres pilotos más, cuatro frailes de la Orden de San Francisco, 157 hombres de mar y tierra, muy galanes de trajes bordados y plumas, lastimen tos para un año, armas y munición bastantes (6). Dieron la vela el 19 de Noviembre de 1567, navegando al Oesudoeste hasta ponerse en 15o á 16o de latitud Sur, con vientos largos y mar bonancible; y no habiendo visto tierra en veinte días, determinó Hernán Gallego bajar de latitud á 70, contra la opinión de Pedro Sarmiento, que sostenía la conveniencia de remontar hasta 23 y seguir por este paralelo.
(1) Noticias recogidas pop D. Marcos Jiménez de la Espada, publicadas y comentadas en su estudio Las islas de los Galápagos y otras más á Poniente {Boletín de la Sociedad Geográfica de Madrid, año 1891), que cité en el t. 1, cap. xxii y que me ilustra y guía en éste.
(2) Jiménez de la Espada, obra dicha.
(3) Herrera. Décadas de Indias.
(4) Pedro Sarmiento de Gamboa, gran marinero, cosmógrafo, cartógrafo, humanista, historiador, anticuario, merece estudio biográfico más amplio que el primitivo de D. Martín Fernández de Navarrete, publicado en su Colección de Opúsculos, tomo i, y en la Biblioteca Marítima, t. II. Lo primero que era preciso dilucidar era la naturaleza, descubierta casualmente por D. José Toribio Medina al examinar los procesos del Tribunal de la Inquisición incoados en tierras americanas.
Hallábase en Lima Sarmiento á fines de 1654 gozando reputación de astrólogo) cuando el Arzobispo, como Inquisidor ordinario, le inició causa de fe, poniéndolo á buen recaudo en la cárcel- (J. T. Medina, Historia del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición en Chile, Santiago, 1890, t. 1, pág. 310.) Estaba delatado por ni gromántico, apareciendo en los testimonios que había hecho ó sabía hacer cierta tinta simpática y anillos de oro con letras y signos cabalísticos, cuyo objeto no era precisamente el descubrimiento de la piedra filosofal, sino el de ser bien quisto de las damas. Halláronle libros y cuadernos manuscritos en pergamino en que se explicaban las propiedades de las piedras, amén del códice especial consagrado á la fábrica de las tumbagas. Al declarar dijo ser nacido en Alcalá de Henares (hacia 1532), hijo de Bartolomé Sarmiento, natural de Pontevedra, y de María de Gamboa, natural de Bilbao, y que hacia unos siete años que llegó al Perú «á buscar cómo ser aprovechado».
La venida á este mundo en Alcalá debió de ser eventual, toda vez que pasó la niñez viendo la pintoresca ria de Galicia en la residencia paternal hasta cumplir diez y ocho años, edad en que se inició en el servicio militar para guerrear en Europa de 1550 á 1555, imitando á los deudos que siempre (dice en uno de sus escritos) habían empleado la existencia en el real servicio. «A buscar cómo ser aprovechado» fue primeramente á Méjico y á Guatemala, donde hubo de pasar dos años antes de trasladarse al Perú, que por su declaración seria en 1557.
Debió navegar bastante por el mar del Sur hasta la llegada y posesión en 1561 del virrey Conde de Nieva, al que se hizo grato, y es probable sirviera oficios de su casa hasta ocurrir el misterioso asesinato perpetrado en una de las calles de Lima (20 de Febrero 1564). El proceso de la Inquisición comenzó á poco de llegar el nuevo gobernador Lope García de Castro, y á 8 de Mayo de 1565 recayó sentencia condenándole á oír una misa en la iglesia mayor «en cuerpo y con su candela en forma de penitente»; destierro de todas las Indias de S. M. perpetuamente, para los reinos de España, el cual saliese á cumplir luego que le fuese mandado, y que hasta tanto estuviese recluso en un convento y ayunase los miércoles y viernes de cada semana, y que no tuviese libros ni cuadernos de mano ni de molde que contuviesen las cosas sobredichas, y que abjurase de Levi.
Pocos días pasados tras la abjuración, conmutó el Arzobispo las penas de destierro y de reclusión, dándole la ciudad por cárcel y licencia para ausentarse al Cuzco por todo el año 1567, y entonces, deseando sin duda quitarse de en medio, escribía: «Como supe de muchas tierras incógnitas hasta mí no descubiertas, en el mar del Sur, por donde muchos habían procurado arrojarse y nunca se habían atrevido, y lastimándome de que tan gruesa cosa como allí hay se perdiese por falta de determinación, di dello noticia al licenciado Castro, gobernador que ha la sazón era deste reino del Perú, ofreciéndome á descubrir muchas islas en el mar del Sur si favorescia para ello.» (Carta al Rey de 4 de Mayo de 1572.)
(5) Don Justo Zaragoza, en la Historia del descubrimiento de las regiones atistriales, hecho por el general Pedro Fernández de Quirós, Madrid, 1876, tres tomos, 4.0, publicó dos relaciones del primer viaje de Mendaña é insertó noticia de algunas impresas ó manuscritas. Dos existen en el Archivo de Indias, notable la una, aunque incompleta, por haberla escrito Pedro Sarmiento de Gamboa, y en la Biblioteca Nacional de París (ms. Esp. 325, fol. 174 á 183) se conserva otra más, escrita por un amigo del piloto Gallego, de la que poseo copia, siendo de notar el titulo, Relación breve de lo sucedido en el viaje que hizo. Álvaro de Mendaña en la demanda de la Nueva Guinea, la cual ya estaba descubierta por Iñigo Ortiz de Retes, que fue con Villalobos de la tierra de Nueva España el año de 1544. La he dado á luz en el Boletín de la Sociedad Geográfica de Madrid, t. xxxvii.
(6) «Se sacaron sesenta arrobas de pólvora y los arcabuces y municiones que había en la caja-real, con los tiros gruesos.» Carta de los Oficiales reales.—Jiménez de la Espada, obra dicha.
Instituto de Historia y Cultura Naval
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