ISLAS DE SALOMÓN 1565-1574.
Descubrimiento.- A las 56 singladuras, el 15 de Enero de 1568, apareció en el horizonte una isla, que nombraron de Jesús poblada de gente de color obscuro, á juzgar por la que salió en canoas al encuentro de las naos. La situaron en la carta por latitud 6s/4 grados, y distancia á Lima 1450 leguas. Experimentaron desde aquel paraje turbonadas, aguaceros y contrastes de viento, y gobernaron algo al Sur hasta el 7 de Febrero, en que surgieron en puerto de otra isla alta, grande, poblada de indios antropófagos, que la nombraban Samba; los descubridores la denominaron Santa Isabel, y á orillas de un riachuelo empezaron á labrar un bergantín grande, mientras por el interior iban reconociendo destacamentos de soldados, que sostuvieron escaramuzas contra los indios hostiles. El bergantín, bautizado con el nombre de Santiago, sirvió á la exploración de la costa, yendo el Maese de Campo y el Piloto mayor á hacerla con treinta hombres durante un mes, tiempo en que vieron otras islas apellidadas Ramos, Galera, Buenavista, San Dimas, Flores, Guadalcanal (por la patria del Maese de Campo), San Jorge, San Marcos, San Jerónimo, Recifes. Parecióles que la de San Jorge tenía de bojeo 30 leguas, y la de Guadalcanal más de 300.
Acabó este reconocimiento primero el 4 de Mayo, y no dilataron más la estancia en el puerto que habían llamado de la Estrella por ser insalubre: pasaron á otro de la isla de Guadalcanal, repitiendo el examen por tierra y agua, con pérdida de 10 hombres muertos por los indios en emboscada; hallaron río grande, puertos, nuevas islas: Malayta, Urabá ó Atreguada, Tres Marías, Santiago, San Juan.
A 13 de Junio volvieron á la mar con las naos, deseando encontrar un puerto seguro en que carenarlas, y les pareció á propósito el hallado en isla nueva, San Cristóbal, que tendría 100 leguas de bojeo. En las faenas de descargar, dar lado, ó sea descubrir los fondos por ambas bandas, calafatear y reparar los aparejos, emplearon hasta el 11 de Agosto,.en cuyo tiempo anduvo el bergantín en descubierta, reconociendo islas más pequeñas, Santa Ana y Santa Catalina, con las que, al parecer, se completaba el archipiélago.
Divergencia de opiniones al tratar del regreso.—Hubo consejo de capitanes y pilotos, convocado por el General, con objeto de deliberar si habían de poblar donde se hallaban, continuar la exploración ó darla por suficiente y regresar al Perú, fuera con rumbos al Norte ó al Sur. Contra el primer punto se manifestaron todos conformes, opinando no tener elementos suficientes para fundar pueblo ni merecerlo lo que de la tierra se había visto. Discutieron en lo relativo á descubrir, sin que por las relaciones discordes, y amañadas quizá, resulte claridad en lo que se pensó ni en lo que se hizo. Dedúsese de las diferencias que Pedro Sarmiento y Pedro Ortega deseaban se continuara navegando, en la creencia de hallarse próximos á la Nueva Guinea, y que se inclinaran los rumbos hacia el Sur. Que el piloto mayor Hernán Gallego quería dar la vuelta remontando por el Norte,-sin que le convencieran las razones en contrario expuestas, dada la estación, la existencia de víveres y la distancia que tendrían que recorrer. ¿Cuál fue el acuerdo? No es difícil*afirmar, sin temor de equivocarse, que se siguió el plan de Hernán Gallego por el ascendiente que sobre el General ejercía; y habiendo demostrado la experiencia que erró, bien es de presumir que en las relaciones oficiales se omitieron los pareceres de Sarmiento, por los cuales la expedición hubiera alcanzado la costa de Australia, y más sonado fuera el nombre de Mendaña (7).
Habiendo salido del puerto de la Carena, en la isla de San Cristóbal, el 9 de Agosto, y visto con bastante detención el grupo que conserva el nombre de Islas de Salomón, y entre ellas las de Santa Isabel, Malayta, Guadalcanal, con pocos más de los que pusieron, navegaron algunos días al Sueste con mal tiempo y gruesa mar, que arrastraba palmas, palos quemados, atadijos, procedentes de tierras al Oeste; de Nueva Guinea, ajuicio del piloto Gallego. La gente insistió en el regreso, haciendo petición al General en debida forma, y éste accedió, empezándose desde el momento á ganar distancia al Norte. Cortaron la equinoccial á primeros de Septiembre; en 8º á 9º avistaron grupo de islas pequeñas con arrecifes, 15 ó 16, en las que buscaron agua, desembarcando en la mayor. Hallaron casas, lumbre, un escoplo hecho de un clavo, con otros objetos que indicaban el paso de españoles y la estancia de indios que habían huido en canoas al ver acercarse las naves. Nombraron los pilotos Bajos de San Mateo á los islotes a los islotes (8), cuya situación conviene con la del grupo de Namonuito, en las Carolinas, donde probablemente quedaron el piloto Lope Martín y compañeros, abandonados por el galeón San Jerónimo (9) Más adelante, en 21º de latitud toparon otra isla baja, de arena y matorral, deshabitada y de peligroso acceso por los arrecifes: llamáronla San Francisco por el día en el santoral.
Continuaban granjeando hacia el Nordeste, sintiendo los cambios naturales á la estación y á las latitudes boreales. Se paradas las naves, en la Capitana estuvieron á punto de perecer zozobrados por un ventarrón que durmió al barco, me tiendo en el agua la cubierta hasta la escotilla. Lanzaron fuera el batel, cortaron el palo mayor, deshicieron la parte alta de la popa consiguiendo adrizarse y correr con trabajos agravados por el frío, por la escasez de mantenimientos y las enfermedades desarrolladas por consecuencia (10). No pasaron de 32º al Norte: por esta altura avistaron la costa de California, y descendieron al puerto de Santiago ó Salagua, cerca de Colima, el 23 de Enero de 1569. La Almiranta llegó uno ú dos días después, rara casualidad, sin palo, sin batel, lo mismo que la Capitana, teniendo á bordo al fondear una botija de agua Murieron en la jornada 40 hombres, y en puerto algunos más de los dolientes.
(7) Dice la relación de Gallego: «Hubo en la junta diversos pareceres en razón del viaje que se había de hacer para el Perú, si había de ser por la parte Sur: acordóse que fuese por la parte del Norte y que no se perdiese más tiempo, porque no se acabasen los bastimentos ni desaparejasen los navíos, y esto se ejecutó.»
(Zaragoza, obra citada, t. i, pág. 17.)
Dice la de Mendaña : «Determinado por ellos que fuésemos en demanda de la Nueva España, dije muchas veces que mirasen bien la derrota que tomaban , que la navegación que hacíamos era al revés, porque nos metíamos al Norte en tiempo de invierno ; finalmente, con ninguna razón les pude mover á mudar el parecer primero.» (Zaragoza, obra citada, t. 11, pág. 39.)
La relación anónima de París: «Se determinó que pasasen adelante en demanda de la Nueva Guinea, que había descubierto Iñigo Ortiz de Retes.»
Relación incompleta de Pedro Sarmiento: «Pedro Sarmiento rogó y requirió al General que fuesen allá y la tomasen y reconociesen (la tierra); no lo quiso hacer él ni el Piloto mayor, y pasaron adelante, descayendo del altura » (Jiménez de la Espada, obra dicha.)
Memorial de Pedro de Ortega : «Yendo navegando, las veces que se juntaron los navíos para poderse hablar, dijo y persuadió muchas veces á grandes voces á Fernán Gallego, piloto mayor que iba en la nao Capitana, que no mudase de derrota, sino que subiese hasta los 25º que decía Pedro Sarmiento, cosmógrafo, que restaban las islas y tierra que iban á buscar , el cual no quiso subir los dichos grados ni hacer más que su parecer » (Jiménez de la Espada, obra dicha.)
(8) Según la relación de Mendaña; Bajos de San Bartolomé, por la de París.
(9) Don Francisco Coello, Conflicto hispano-alemán. Boletín de la Sociedad Geográfica, t. XIX, páginas 244 y 294.
(10) «Tasamos las raciones, dice Mendaña, a ocho onzas de biscocho, y estaba tan dañado que aun no nos aprovechábamos enteramente de las seis, y el agua tasamos a medio cuartillo por persona; y con esta ración pasamos tres meses Hinchábanse a muchos las encías y crecíales la carne de ellas sobre los dientes; a otros se les quitó la vista, echábamos cada día a la mar un hombre »
«Faltaba el agua, refiere otro, y la que había estaba tan podrida y hedionda de las cucarachas que se habían metido dentro, que no había persona que la pudiera beber, y el bizcocho tan frisado de la suciedad de las cucarachas, y tan carcomido y podrido que no había quien lo comiese, y así enfermaron de una enfermedad muy usada en esta mar, que es un crecer las encías de tal manera que se cubren los dientes, y cuando acuden con dolor de riñones, mueren, y cuando no, todavía escapan. Y vino otro mal á muchos, lo cual fue irse quitando la vista.»
Instituto de Historia y Cultura Naval
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