By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



miércoles, 9 de septiembre de 2015

¿Hermano trae necesidad?

Vidas de los  religiosos legos fray Diego Sánchez y fray Diego de Guadalcanal

Fray Diego  Sánchez fue natural de Ayamonte, tomó el hábito para lego en el convento de San Francisco de México. Anduvo siempre descalzo hasta su última vejez. Era muy quebrado y sufría su mal con mucha paciencia, aunque eran muchos los dolores que sentía. No bebía vino hasta que estuvo muy cercano a la muerte, por su mucha necesidad y era muy abstinente. Era dado a la oración en la cual tuvo mucha perseverancia. Lo que más resplandecía en este siervo de Dios (aunque en todo se mostraba muy gran varón) fue la caridad, porque parecía andar deshecho en ella. Fue muchos años refitolero en el mismo convento de San Francisco, en el cual oficio se mostró tan amoroso con los frailes que jamás les negó cosa que le pidiesen por amor de Dios, y mientras más daba parece que más abundaba todo. Llegó un año a valer tan caro el vino que fue exceso; por lo cual, como el guardián sabía que fray Diego no negaba nada de lo que se le pedía, le mandó que a nadie diese vino si no fuese por orden suya. Después de muy examinada su necesidad porque no había más de una pipa en el refectorio. Oyólo fray Diego, y como tenía hecho hábito de dar lo que le pedían, cuando le nombraban a Dios y le ponían su santo amor por delante, olvidó se del mandato del guardián y no cesó de continuar en su caridad; y como ya las tazas ordinarias de la mesa eran menos y las extravagantes no tantas; crecieron en secreto más las peticiones al refitolero; el cual preguntaba al que pedía diciendo: ¿hermano trae necesidad? Y respondiéndole que sí, decía luego: pues contra la necesidad y caridad no hay mandamiento.
De esta manera consolaba a todos cuantos llegaban sin reparar en el gasto excesivo que hacía; porque era más que el que solía tener antes de ordinario; y como esto iba encaminado al celo de la caridad y a la necesidad del prójimo. fue Dios servido de irlo multiplicando en tanta manera que duró la pipa mucho más tiempo del que había de durar, aun por la orden que el guardián lo había mandado; siendo así que aun la mitad de aquel tiempo no pudiera si Dios, con sus poderosas manos, no 10 hubiera ido exprimiendo de la vid y cepa de santa misericordia que el que en Canaá de Galilea tuvo poder de convertir el agua en vino. en la necesidad del combite y comida, donde fue llamado, le tuvo también en esta ocasión para hacer que el vino se multiplicase en poder de su siervo fray Diego; el cual, con fe viva, de que no le faltaría 10 que por su santo amor distribuía y daba, no reparaba en darlo cuando lo pedían. Era juntamente hortelano, con ser refitolero y trabajaba en la huerta los ratos que le vagaban del refectorio, con tanto cuidado que parecía, en la limpieza y mucha planta con que la .tenía, que no cuidaba de otra cosa. Tenía quien le ayudase en este trabajo pero no se reservaba de cavar con sus propias manos. Nunca le faltaba verdura en la huerta, en todo tiempo, ora fuese de invierno, ora de verano, para el convento y otros muchos devotos que venían o enviaban por ella; y era tan linda en todo tiempo que más parecía milagrosa que sembrada y nacida naturalmente. Y no es maravilla pues cuanto hacía era en orden de servir a Dios y de hacer bien al prójimo; y era para los santos y siervos de Dios (como él decía) en cuyo servicio se esmeraba. Cansó se el santo lego del oficio de refitolero. no por flojedad ni ocio, que en dejarlo pretendiese.
Sino porque él de suyo es cansable; y porque como sus años eran muchos le afligía ya mucho más la quebradura de que era apasionado. Pidió con instancia dejarlo. lo cual le fue concedido y absuelto de él, un sábado por la mañana. Luego a la tarde le enviaron por limosna de pan. como se acostumbra. Él, muy contento de verse libre del refectorio. fue a su demanda como otras veces 10 había hecho siendo refitolero. Y llegando a una casa a dar golpes a la puerta salió a él un feroz perro y le mordió una pierna, pasándole la pantorrilla de parte a parte con los dientes. Volvió se a casa muy lastimado y lleváronlo a la enfermería. Estuvo en la cura más de tres meses, el cual tiempo andaban los frailes descarriados en el refectorio; porque no hallaban en el que le sucedió la caridad con tanta abundancia como en él tenían; todos (en especial los mozos) iban a él y le decían que por haberlos dejado huérfanos y desamparados, por buscar su sola quietud, había permitido Dios que el perro le mordiese y que estuviese padeciendo lo que nunca le había acontecido en tantas veces como había ido a pedir limosna. Lloraban con él y él se enternecía con ellos; y viendo el amor con que sus hijos le buscaban como otro San Martín, que movido de caridad decía a Dios: si todavía soy necesario no rehúso el trabajo, decía el santo lego: Aquí estoy.
Hágase la voluntad de la obediencia y no la mía. Volvió el prelado a mandarle que prosiguiese en su oficio; y así lo hizo con gran júbilo y placer de todos. Estuvo algunos años después hasta que agravándole la enfermedad con otras que le concurrieron lo dejó y fuese a morar a la provincia atonitica, donde había comenzado a gustar en la oración y recogimiento los gustos del Señor en los principios de su frailía, en compañía de religiosos, grandes siervos de Dios, con quien en la religión se había criado. Allí servía a Dios con grande fervor de su ánima, dándose muy de veras a él en todo cuanto hacía. Sobrevínole una enfermedad de hidropesía en que padeció más de un año, y algunas veces le afligía en ella el demonio; y vez hubo que le arrojó de la cama al suelo. de que quedó muy lastimado. Pero como era éste el crisol en que Dios probaba el oro de su paciencia y sufrimiento no hacía sentimiento ninguno. antes decía: no piense el maldito que ha de vencer. aunque más patillas sea. Murió en la enfermería de México. a veinte y tres de mayo del año de 1610. y su cuerpo está sepultado en el mismo convento de San Francisco.
Aunque ha habido en esta santa provincia otros frailes legos, de quien justamente se pudiera hacer memoria. como de muy conocidos siervos de Dios, concluyo este tratado de los claros varones de esta provincia del Santo Evangelio con la vida de fray Diego de Guadalcanal, lego, por haber sido en muchas cosas semejante al bienaventurado San Diego de Alcalá; pues ya tenemos que en el nombre conforman y en el estado de legos y fueron también naturales de una misma comarca y tierra; es, a saber, el uno de San Nicolás, pueblo cerca de Constantina, y el otro de Guadalcanal; yen la vida y muerte harto semejantes también, como aquí parecerá. Tomó el hábito fray Diego de Guadalcanal en el convento de México y fue de los primeros que en esta provincia profesaron. Y como de su natural era hombre simple y sin malicia, de la que el siglo a sus hijos enseña, y se crió con santos religiosos, perseveró en aquella santa simplicidad por todo el discurso de su vida, que fue poco menos de sesenta años en el hábito de la religión, sirviendo a aquellos primeros evangelizadores de esta nueva iglesia con grandísima fidelidad y ejemplo de vida; ayudándolos a destruir ídolos y a plantar la fe del Evangelio.
Con el talento que el Señor le había comunicado. Fue amigo de los pobres y tuvo siempre cuidado, donde quiera que estaba de darles de comer y los socorría en sus necesidades. Era muy devoto y dado a la oración y recogimiento y muy observante y amigo de la santa pobreza. Tenía dichos y consejos saludables con que persuadía a la virtud a sus hermanos los frailes y a los seglares que lo trataban como amigo y celoso de 10 bueno, y enemigo de lo malo y vicioso; y a veces los ponía por escrito, porque más se dilatasen las fimbrias de su caridad. Visitóle el Señor (como lo había hacer con sus escogidos) al cabo de sus días, siendo de edad de más de ochenta años, morando en el convento de Tepeacac, con una enfermedad de las graves y recias que un cuerpo humano puede pasar; siendo (como fue) de sola una mano, como la que le dio y acabó al bienaventurado San Diego. de apostema o nacido en un brazo. Mas la enfermedad de este siervo de Dios.
Fray Diego fue cosa nunca vista ni conocida en cuerpo humano, como lo afirmaron el médico y cirujano que 10 curaron en la Ciudad de los Ángeles, hombres muy expertos en sus oficios; y así no le supieron dar nombre. Era una carnosidad que se le crió en el envés de la mano. a manera de clavo. que lo trajo atormentado, por espacio de dos años, en que se le dieron muchos cauterios de fuego y se le hicieron otras curas penosísimas que aunque parecía quedaba sano volvía luego a criar aquel clavo hasta que le horadó y abrió la mano de una parte a otra. y finalmente lo llevó a la sepultura, porque fue necesario ide cortando los dedos de la mano uno a uno. y al cabo toda la mano. Fue tanta la paciencia del siervo de Dios en este su trabajo que el médico y cirujano estaban admirados. y no 10 podían curar sin lágrimas, llamándole otro San Francisco porque nunca le oyeron quejar. ni decir otra palabra en los cauterios y tormentos. sino Jesús María. No menos quedó edificado de la paciencia el enfermero, el cual dio testimonio. que por todo el discurso de esta su enfermedad le sintió que traía grandísimas batallas con el demonio; porque pasando de noche por delante de su celda. descuidado. al servicio y necesidades de los otros enfermos, le oía hablar como si platicara con otra persona. Y parándose a escuchar a la puerta, entendía que confutaba al demonio las cosas que le ponía delante.
Hhaciendo cuenta de su vida y en 10 que había ofendido a Dios, y alegando que de aquello ya había hecho penitencia y que Dios era misericordioso. Y a otras cosas respondía que aquello lo había hecho por la obediencia y no tenía para que darle razón de ello. Otras veces parecía que lo tentaba en las cosas de la fe; y esta tentación, dice un padre sacerdote que había mucho tiempo que la padecía; porque morando los dos juntos en un convento le vio andar inquieto sobre esto e ir muchas veces al coro de noche. donde protestaba delante del Santísimo Sacramento que creía todo lo que tiene y cree la santa madre iglesia; esto protestó más de veras al tiempo de su muerte, recibiendo todos los sacramentos con grandísima devoción como la tuvo en vida, no dejando de oír todas las misas que celebraban en la iglesia de San Francisco de la Ciudad de los Ángeles, todo el tiempo de su enfermedad, hasta que murió bienaventuradamente en el Señor. y está sepultado su cuerpo en el mismo convento

 JUAN DE TORQUEMADA 
MONARQUÍA INDIANA CAPÍTULO LXXXIV

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