By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



miércoles, 28 de octubre de 2015

Guadalcanal y su antigüedad 2/3

D. Bartolomé J. Gallardo
Segunda  parte

(M.S. original mutilado,  en 4º, letra del siglo XVII,  34 fojas.)

Acerca de los nombres que ha tenido esta ilustre villa, hallo diversidad de pareceres... Algunos han dicho que se llamó Canaca, lugar notable de quien habló Tolomeo en su Geografía; el fundamento que para ello tienen es la alusión del nombre de Canal, que se practicó en esta tierra antes que los árabes entraran en España, y que la dicción Guad se la añadieron ellos... Para prueba de su intento traen por ejemplo la villa de Abroche, que se llamó Aruci; Feria, Seria; el Casar de Cáceres, Castrum Caesaris; Pamplona, Pompelon; la villa de Almoharin, Almaria; Carmona, Carmo; la ciudad de Coria, Caurion (fól. 10)... Otros han dicho que su primer nombre de Guadalcanal fué Civitas Reginensis ó Regina. Fúndanse en la inscripción dé una piedra que se halla en el camino de Cazalla , dedicada al M. Aurelio, que dice:
IMP. CESAR MAURLIO
ANTONINO SEV 0 (sic) PI0
AVG. FELICE IMP. CESA
RIS. L. SETIMI SE7E
RI PETINACIS (SIC) AVG.
FILIO. ARAR. ADEAB. PART.
MAX. BRITANIC. MAX.
P.P. REGINEMSSIVM
DEVOTA NUMI
NI EIUS P.
Así la trae el M. Ambrosio de Morales, con que los secuaces de esta opinión la hacen cierta diciendo que ninguna autoridad hace más fe para conocer el sitio de las fundaciones y lugares que las memorias escritas en semejantes piedras, y tan cerca del sobredicho sitio de Monforte no debe dudarse sino que allí .fué su primera fundación... Pero eso es cuando se sabe que no se mudaron del lugar primero donde se fundaron, ó se conoce y sabe. dónde primero estaban; tales son las que por su grandeza ó bruteza no dan lugar ni ocasión á mudarse, mas las que no son tan grandes cada día se mudan de unas partes á otras (fol. 10)... Sirva para crédito la inscripción y piedra referida; pues si de ella se hubiese de argüir que el pueblo de Regina estuvo donde ella estaba, no viniera á estar en el sitio de Monforte, ni donde está hoy Guadalcanal. Y aun en estos tiempos pongo en duda que estuviera donde dice A. de Morales, como también pongo en duda que esté la piedra donde él dice, porque yo he hecho diligencias para saber de ella y nunca lo he podido conseguir.
Para mayor desengaño tengo trasladada la inscripción de otra piedra que está en el mismo sitio, donde por cuenta de Tolomeo (lib. I, cap. II , Europa) estuvo la ciudad de Regina, á cuya opinión asiento á velas llenas de aprobación. Este sitio es -junto á una ermita llamada San Pedro _de Villa-corza, tres leguas pequeñas de Guadalcanal hácia el norte, pasando de Valverde á la ciudad de Llerena. es la piedra de un sepulcro de Lucio Rufino y de su mujer Fabia Campana, que dice:
D. M. S.
L. RVFUVS. PRIMUS.
ITALICYS. D. REGINEN\
SSIS. ANN.  XXXX. FAVIA
CAMPANA. VIOR
M. M. P. E. S. 1. S. T. T. L.
Y allí mismo está otra memoria de una doncella llamada Terencia , que dejó una grande ofrenda en el templo de la diosa Juno, que allí se veneraba y dice así:
INONIS. SACRUM
TERERTIA PVBLLA
TESTANENTO PONI
IVSSIT EX ARGEN
TIS LIBRIS L.
(Folio 11).
En Fuenteovejuna dedicó la Audiencia de Córdoba una estatua, y el cabildo del lugar añadió el gasto del entierro, oración fúnebre y dos estatuas á caballo á Cayo Sempronio, su ciudadano, capellán de los emperadores en Andalucía. Así lo muestra la piedra que estaba á la puerta de la fortaleza, hasta que el comendador mayor de Calatrava, D. Hernán Gómez de Guzmán fué muerto á manos de los de la villa , y después se puso la piedra á la entrada de la iglesia parroquial, donde hasta hoy permanece (fol. 12).
Concluyo con Tolorneo que pone á la ciudad de Regina en el mismo sitio que habernos señalado á Villa-corza; y muy cerca, casi en el mismo paralelo de poniente á oriente, otro lugar llamado Cursus, que basta hoy conserva su nombre de Carreras de Reina, aunque desierto y despoblado, pues los romanos hicieron una fortaleza sobre la sierra más cercana para guarnición de su ciudad, y á ésta llamaron Castrum Reginense, y hasta hoy Castillo de Reina, que le ganó de los moros (Bleda, lib. IV, capítulo X) el santo rey D. Fernando, año de 1246 (fól. 12).
...Asentado el primero lugar y fundación de Guadalcanal, será fácil de descubrir el primer nombre que tuvo; y el  que más conforme á la verdad me parece fue Mons-Fortis propio vocablo de los romanos; y así tuvo otro nombre más antiguo de aquellas gentes primeras, no ha llegado a mí noticia cuál haya sido. Tengo la duda que fué la población más populosa que por allí hubo, aunque los sucesos del tiempo la tienen desierta, y con ellos se pasó toda su vecindad á nuestra villa (fól. 12).
Véanse en Monforte hasta hoy restos notables de policía romana, piedras muy costosas, y menorías muy en crédito de nuestra opinión. No son menores los que se hallan y conjeturan de Guadalcanal, pues hasta el mismo nombre le heredó la villa dellos y de los moros, que ahí nos dejaron sus memorias para testigos fieles de que hubo tiempo que otras naciones hicieron caudal de tierra tan famosa, y para que de su nombre mismo se arguyesen las riquezas que tantos siglos ha heredado a los hombres sin cesar hasta nuestros tiempos; como se vio el año de 1555 en las minas que descubrió un natural de la misma villa, tan cerca de ella como se sabe; de donde se sacaron, en los pocos años que estuvo sin hundirse, más de sesenta millones. Y en estos días puso casa en esta villa el adelantado de minas D. J. de Oñate, que está enterrado en nuestro convento de San Francisco, que para la administración de su oficio consideró que aquí era donde mayores riquezas abundaban, y sobra decir que pocas piedras se encontraban en Guadalcanal que no tuviesen un poco de plata, porque dellas habla sido ordinaria cosecha en las comarcas de la villa, desde que los hombres conocían el artificio de las minas (fól. 13).
...El oro y plata, que en astas comarcas sacaban (los cartagineses y romanos) era mucho más y más precioso que otro alguno; (y) lo llamó el autor citado ( Plinio, lib. XXXIII) oro canalicio ó canaliense, que entonces hacia la misma ponderación y aprecio de ello que hoy hacemos nosotros del de Tíbar. Aureum quod ibi puteis foditur canalitium vocant, alii canaliense. Llamaban canales aquellos pozos ó cuevas con que atravesaban los montes, con las trazas é invenciones que ya dije, y á el oro que de allí se sacaba le llamaban canaliense. (Hi per marmor vagantur, et latera puteorum huc itllue, nomine invento.) A estos canalizos llamaban corrugos, y nosotros en nuestra lengua los llamamos acequias. Aliis (dice) par labor est, vel koc majoris irnpendii, flumina ad labandum hanc ruinam jugis montium ducere, obiter, a centesimo plarumque lapide corrugos vocant, a corrugatione credo (Fol. 43).
Estábanse las acequias o canalicios hechos ríos y arroyos, aunque ciegos por falta de cultura, cuando los moros se apoderaron de España; y en esta parte de Guadalcanal era mucho mayor el número de las acequias ó ríos, á quien ellos llamaban guad, y juntándole con la dicción de los romanos, canalitium, la corrompieron en Guadalcanal, que significa lo mismo que lugar donde hay ríos, acequias ó minerales excelentes de oro y plata.
Había infinidad de ellos en esta tierra, y los moros los hallaron en los hornos y destrozos de los minerales. Por eso á un rio que nace y pasa muy cerca desta villa le llamaron Abenliexa, que significa en nuestra lenguas hijo del fuego, ó hijo de los montes cocidos y calientes (Sig., Choron. de S. Francisco, 3. parte, pág. 99. Aldrete, libro iii); como también llamaron á otro rio cercano Guadviar, que es lo mismo que rio precipitado en sus corrientes. Nosotros llamamos hoy al primero de estos ríos Benalixa, y al otro Viar, y también Guadalcanal á nuestra villa. Y tengo la deducción deste nombre por la más acertada (fo1. 14).
...Los romanos partieron á Españia en citerior y ulterior, y después en tres provincias, Bética, Tarraconense y Lusitania. En la Bética tuvieron tres chancillerías, que eran Cádiz, Sevilla y Écija; en la Tarraconense otras tres, Zaragoza, Tarragona, y Cartagena; en Lusitania tenían otras tres, Badajoz, Mérida y Trujillo, y en éstas tuvieron muchas colonias ó ciudades, municipios y lugares confederados. Con el tiempo y el ordinario trato se fueron los españoles haciendo á las costumbres de los romanos, y el emperador Oton, sucesor de Galba (V. Plinio, lib. iii, cap. iii, lib. iv, cap. xxii; Tácito, lib. viii, J. Lipsio; Aldrete), agradecido á los extremeños de Mérida y á los andaluces de Sevilla, y á todos sus confinantes, de cuyo número fueron los de Guadalcanal, por conservarlos en su amistad los hizo ciudadanos romanos con todas sus libertades; y con eso se hicieron iguales a ellos en las supersticiones. Al fin, “con la paz universal del reino se llenaron de gentes los vacíos que las guerras hablan causado con la destrucción de pueblos y muerte de casi innumerable gente en los doscientos años que, se resistieron los españoles por el esfuerzo del extremeño Viriato y otros famosos capitanes....." «Los godos..... pasaron á Italia, y saquearon á la ciudad de Roma, y vinieron á Francia y España; y el año de 411 después de la venida de Cristo, vinieron á ella los vándalos, silinguos, alanos y suevos, y le dejaron lo que no quisieron al emperador Honorio. Los godos que estaban poderosos en Francia, se hermanaron con los romanos, y vinieron á batalla contra los alanos y suevos entre Zafra y Mérida, y los vencieron y mataron á su rey Atares, y siguiendo el alcance, pasaron por Llerena, y se metieron por el puerto de Guadalcanal á su plaza de armas que tenían en Alanís; como también los godos y romanos en el municipio Iporcense (hoy Constantina), pienso que á contemplación de Constancio, que era entonces general de los ejércitos romanos y cuñado del emperador (V. Mariana, Padilla, Historia eclesiástica, centuria v, cap. xii). Los godos acabaron con las otras naciones, y después se desavinieron con los romanos, y les derribaron todas las fortalezas y castillos que les habían quedado en  España. Aquí sin duda volvió Guadalcanal á perderse y destruirse, ó muy poco menos; ¿quién lo duda? pues era común paso de los ejércitos. Y si las memorias cuyos rastros..... se conservan, estuvieran hoy en el sér que las gozaron los honrados siglos, entibiáran siquiera el ansia de los curiosos que tanto suspiran por las que humillaron aquellos bárbaros.
¿Qué se ve ya por todas partes del reino sino destrozos  suyos y piedras quebradas que con mudas lenguas dan á entender la braveza de aquellas gentes, nacidas más para lo sangriento de la guerra que para lo aseado de la paz? ¿Qué soberbia hubo que no derribaran, qué cosa lustrosa que no afearan, qué lindezas que no manchasen? No les parecía que podían hartar el rencor y ódio que cobraron á los romanos, si ejecutándole en ellos perdonaran á sus memorias. Las que aquella nación política levantó en piedras, ellos las derribaron, quebrantando mármoles, despedazando estatuas, asolando edificios, sepultando la luz y la majestad de las ciudades. Y lo que ellos dejaron, acabaron de destruir los moros, como lo dice su historiador (Moro Rasis, fól. 15).

Catalogo razonado y crítico de los libros, memorias y papeles, impresos y manuscritos que tratan de las provincias de Extremadura
Compuesto por D. Vicente Barrantes (Diputado a Cortes, Caballero de Cristo de Portugal, 4º Oficial del Consejo de Estado).
Imprenta y Estereotipia  M. Rivadeneyra 
Madrid,  edición 1865

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