D. Bartolomé J. Gallardo |
Segunda parte
(M.S. original mutilado, en 4º, letra del siglo XVII, 34 fojas.)
Acerca de los nombres que ha
tenido esta ilustre villa, hallo diversidad de pareceres... Algunos han dicho
que se llamó Canaca, lugar notable de quien habló Tolomeo en su Geografía;
el fundamento que para ello tienen es la alusión del nombre de Canal,
que se practicó en esta tierra antes que los árabes entraran en España, y que
la dicción Guad se la añadieron ellos... Para prueba de su intento traen por ejemplo la villa de Abroche, que se
llamó Aruci; Feria, Seria; el Casar de Cáceres, Castrum Caesaris; Pamplona,
Pompelon; la villa de Almoharin, Almaria; Carmona, Carmo; la ciudad de Coria,
Caurion (fól. 10)... Otros han dicho que
su primer nombre de Guadalcanal fué Civitas Reginensis ó Regina.
Fúndanse en la inscripción dé una piedra que se halla en el camino de Cazalla ,
dedicada al M. Aurelio, que dice:
IMP. CESAR MAURLIO
ANTONINO SEV 0 (sic) PI0
AVG. FELICE IMP. CESA
RIS. L. SETIMI SE7E
RI PETINACIS (SIC) AVG.
FILIO. ARAR. ADEAB. PART.
MAX. BRITANIC. MAX.
P.P. REGINEMSSIVM
DEVOTA NUMI
NI EIUS P.
Así la trae el M. Ambrosio de
Morales, con que los secuaces de esta opinión la hacen cierta diciendo que
ninguna autoridad hace más fe para conocer el sitio de las fundaciones y
lugares que las memorias escritas en semejantes piedras, y tan cerca del
sobredicho sitio de Monforte no debe dudarse sino que allí .fué su primera
fundación... Pero eso es cuando se sabe que no se mudaron del lugar primero
donde se fundaron, ó se conoce y sabe. dónde primero estaban; tales son las que
por su grandeza ó bruteza no dan lugar ni ocasión á mudarse, mas las que no son
tan grandes cada día se mudan de unas partes á otras (fol. 10)... Sirva para
crédito la inscripción y piedra referida; pues si de ella se hubiese de argüir
que el pueblo de Regina estuvo donde ella estaba, no viniera á estar en el
sitio de Monforte, ni donde está hoy Guadalcanal. Y aun en estos tiempos
pongo en duda que estuviera donde dice A. de Morales, como también pongo en
duda que esté la piedra donde él dice, porque yo he hecho diligencias para
saber de ella y nunca lo he podido conseguir.
Para mayor
desengaño tengo trasladada la inscripción de otra piedra que está en el mismo
sitio, donde por cuenta de Tolomeo (lib. I, cap. II , Europa) estuvo la
ciudad de Regina, á cuya opinión asiento á velas llenas de aprobación. Este
sitio es -junto á una ermita llamada San Pedro _de Villa-corza, tres leguas
pequeñas de Guadalcanal hácia el norte, pasando de Valverde á la ciudad de
Llerena. es la piedra de un sepulcro de Lucio
Rufino y de su mujer Fabia Campana,
que dice:
D.
M. S.
L.
RVFUVS. PRIMUS.
ITALICYS. D. REGINEN\
SSIS. ANN. XXXX. FAVIA
CAMPANA.
VIOR
M.
M. P. E. S. 1. S. T. T. L.
Y allí mismo está otra memoria de
una doncella llamada Terencia , que
dejó una grande ofrenda en el templo de la diosa Juno, que allí se veneraba y dice así:
INONIS.
SACRUM
TERERTIA
PVBLLA
TESTANENTO
PONI
IVSSIT EX ARGEN
TIS LIBRIS L.
(Folio 11).
En Fuenteovejuna dedicó la
Audiencia de Córdoba una estatua, y el cabildo del lugar añadió el gasto del
entierro, oración fúnebre y dos estatuas á caballo á Cayo Sempronio, su
ciudadano, capellán de los emperadores en Andalucía. Así lo muestra la piedra
que estaba á la puerta de la fortaleza, hasta que el comendador mayor de Calatrava,
D. Hernán Gómez de Guzmán fué muerto á manos de los de la villa , y después se
puso la piedra á la entrada de la iglesia parroquial, donde hasta hoy permanece
(fol. 12).
Concluyo con Tolorneo que pone á la ciudad de Regina en el mismo sitio que
habernos señalado á Villa-corza; y muy cerca, casi en el mismo paralelo de
poniente á oriente, otro lugar llamado Cursus,
que basta hoy conserva su nombre de Carreras
de Reina, aunque desierto y despoblado, pues los romanos hicieron una
fortaleza sobre la sierra más cercana para guarnición de su ciudad, y á ésta
llamaron Castrum Reginense, y hasta
hoy Castillo de Reina, que le ganó de los moros (Bleda, lib. IV, capítulo X)
el santo rey D. Fernando, año de 1246 (fól. 12).
...Asentado el
primero lugar y fundación de Guadalcanal, será fácil de descubrir
el primer nombre que tuvo; y el que más
conforme á la verdad me parece fue Mons-Fortis
propio vocablo de los romanos; y así tuvo otro nombre más antiguo de aquellas
gentes primeras, no ha llegado a mí noticia cuál haya sido. Tengo la duda que
fué la población más populosa que por allí hubo, aunque los sucesos del tiempo
la tienen desierta, y con ellos se pasó toda su vecindad á nuestra villa (fól.
12).
Véanse en Monforte hasta hoy restos notables de policía romana, piedras muy
costosas, y menorías muy en crédito de nuestra opinión. No son menores los que
se hallan y conjeturan de Guadalcanal, pues hasta el mismo
nombre le heredó la villa dellos y de los moros, que ahí nos dejaron sus
memorias para testigos fieles de que hubo tiempo que otras naciones hicieron
caudal de tierra tan famosa, y para que de su nombre mismo se arguyesen las
riquezas que tantos siglos ha heredado a los hombres sin cesar hasta nuestros
tiempos; como se vio el año de 1555 en las minas que descubrió un natural de la misma villa, tan cerca de ella como
se sabe; de donde se sacaron, en los pocos años que estuvo sin hundirse, más de
sesenta millones. Y en estos días puso casa en esta villa el adelantado de
minas D. J. de Oñate, que está enterrado en nuestro convento de San Francisco,
que para la administración de su oficio consideró que aquí era donde mayores
riquezas abundaban, y sobra decir que pocas piedras se encontraban en Guadalcanal
que no tuviesen un poco de plata, porque dellas habla sido ordinaria cosecha en
las comarcas de la villa, desde que los hombres conocían el artificio de las
minas (fól. 13).
...El oro y plata, que en astas
comarcas sacaban (los cartagineses y
romanos) era mucho más y más precioso que otro alguno; (y) lo llamó el
autor citado ( Plinio, lib. XXXIII)
oro canalicio ó canaliense, que entonces
hacia la misma ponderación y aprecio de ello que hoy hacemos nosotros del de Tíbar.
Aureum quod ibi puteis foditur canalitium
vocant, alii canaliense. Llamaban canales aquellos pozos ó cuevas con que
atravesaban los montes, con las trazas é invenciones que ya dije, y á el oro
que de allí se sacaba le llamaban canaliense. (Hi per marmor vagantur, et latera puteorum huc itllue, nomine invento.)
A estos canalizos llamaban corrugos, y nosotros en nuestra
lengua los llamamos acequias. Aliis (dice) par labor est, vel koc majoris irnpendii, flumina ad labandum hanc
ruinam jugis montium ducere, obiter, a centesimo plarumque lapide corrugos
vocant, a corrugatione credo (Fol. 43).
Estábanse las acequias o
canalicios hechos ríos y arroyos, aunque ciegos por falta de cultura, cuando
los moros se apoderaron de España; y en esta parte de Guadalcanal era mucho
mayor el número de las acequias ó ríos, á quien ellos llamaban guad, y juntándole con la dicción de los
romanos, canalitium, la corrompieron en Guadalcanal, que significa lo mismo
que lugar donde hay ríos, acequias ó minerales excelentes de oro y plata.
Había infinidad de ellos en esta
tierra, y los moros los hallaron en los hornos y destrozos de los minerales.
Por eso á un rio que nace y pasa muy cerca desta villa le llamaron Abenliexa, que significa en nuestra lenguas
hijo del fuego, ó hijo de los montes cocidos y calientes
(Sig., Choron. de S. Francisco, 3. parte, pág. 99. Aldrete, libro iii);
como también llamaron á otro rio cercano Guadviar,
que es lo mismo que rio precipitado en sus corrientes. Nosotros llamamos hoy al
primero de estos ríos Benalixa, y al
otro Viar, y también Guadalcanal
á nuestra villa. Y tengo la deducción deste nombre por la más acertada (fo1.
14).
...Los romanos partieron á Españia
en citerior y ulterior, y después en
tres provincias, Bética, Tarraconense y
Lusitania. En la Bética tuvieron tres chancillerías, que eran Cádiz, Sevilla y Écija; en la
Tarraconense otras tres, Zaragoza,
Tarragona, y Cartagena; en Lusitania tenían otras tres, Badajoz, Mérida y Trujillo, y en éstas
tuvieron muchas colonias ó ciudades, municipios y lugares confederados. Con el
tiempo y el ordinario trato se fueron los españoles haciendo á las costumbres
de los romanos, y el emperador Oton,
sucesor de Galba (V. Plinio, lib. iii, cap. iii, lib. iv, cap.
xxii; Tácito, lib. viii, J. Lipsio; Aldrete), agradecido á los extremeños
de Mérida y á los andaluces de Sevilla, y á todos sus confinantes, de cuyo
número fueron los de Guadalcanal, por conservarlos en su
amistad los hizo ciudadanos romanos con todas sus libertades; y con eso se
hicieron iguales a ellos en las supersticiones. Al fin, “con la paz universal del reino se llenaron de gentes los vacíos que las
guerras hablan causado con la destrucción de pueblos y muerte de casi
innumerable gente en los doscientos años que, se resistieron los españoles por
el esfuerzo del extremeño Viriato y otros famosos capitanes....." «Los
godos..... pasaron á Italia, y saquearon á la ciudad de Roma, y vinieron á
Francia y España; y el año de 411 después
de la venida de Cristo, vinieron á ella los vándalos, silinguos, alanos y
suevos, y le dejaron lo que no quisieron al emperador Honorio. Los godos que estaban poderosos en Francia, se hermanaron
con los romanos, y vinieron á batalla contra los alanos y suevos entre Zafra y Mérida, y los vencieron y
mataron á su rey Atares, y siguiendo
el alcance, pasaron por Llerena, y se
metieron por el puerto de Guadalcanal á su plaza de armas que
tenían en Alanís; como también los
godos y romanos en el municipio Iporcense
(hoy Constantina), pienso que á contemplación de Constancio, que era entonces general de los ejércitos romanos y
cuñado del emperador (V. Mariana,
Padilla, Historia eclesiástica, centuria v, cap. xii). Los godos acabaron
con las otras naciones, y después se desavinieron con los romanos, y les
derribaron todas las fortalezas y castillos que les habían quedado en España. Aquí sin duda volvió Guadalcanal
á perderse y destruirse, ó muy poco menos; ¿quién lo duda? pues era común paso
de los ejércitos. Y si las memorias cuyos rastros..... se conservan, estuvieran
hoy en el sér que las gozaron los honrados siglos, entibiáran siquiera el ansia
de los curiosos que tanto suspiran por las que humillaron aquellos bárbaros.
¿Qué se ve ya por todas partes del reino sino destrozos suyos y piedras quebradas que con mudas
lenguas dan á entender la braveza de aquellas gentes, nacidas más para lo
sangriento de la guerra que para lo aseado de la paz? ¿Qué soberbia hubo que no
derribaran, qué cosa lustrosa que no afearan, qué lindezas que no manchasen? No
les parecía que podían hartar el rencor y ódio que cobraron á los romanos, si
ejecutándole en ellos perdonaran á sus memorias. Las que aquella nación
política levantó en piedras, ellos las derribaron, quebrantando mármoles,
despedazando estatuas, asolando edificios, sepultando la luz y la majestad de
las ciudades. Y lo que ellos dejaron, acabaron de destruir los moros, como lo
dice su historiador (Moro Rasis, fól.
15).
Catalogo razonado
y crítico de los libros, memorias y papeles, impresos y manuscritos que tratan
de las provincias de Extremadura
Compuesto por D.
Vicente Barrantes (Diputado a Cortes, Caballero de Cristo de Portugal, 4º
Oficial del Consejo de Estado).
Imprenta y
Estereotipia M.
Rivadeneyra
Madrid,
edición 1865
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