Guadalcanal
es un pueblo mitad sevillano mitad extremeño, vinculado históricamente a la
Orden de Santiago, de lo que hay huella monumental y en los usos. Era el pueblo
donde nacieron y se casaron mis abuelos paternos, y en el que durante mi
infancia pasé los veranos. Después de un período en que mi vida giró más hacia
Alanís (a 10 km.), hace ya veinte años que prácticamente todas las semanas paso
uno o dos días en esta localidad. Primero fueron las mañanas jugando con otros
niños en el Palacio, jardín con una impresionante vista a la Sierra del Agua,
lleno de plátanos de India a cuya sombra se sentaban las madres a hacer punto y
hablar, y los padres a jugar al dominó. Después la bicicleta y las pandillas
callejeras en conflicto entre sí y con los municipales, que mandaba férreamente
un sargento al que nosotros llamábamos Pípole y los adultos respetuosamente don
José. Ahora, que todo ese tiempo ha pasado, Guadalcanal es un lugar donde se
puede descansar y pasear, cuando no te ocupan otras obligaciones.
Para
visitar el pueblo hay que desplazarse a la Sierra Norte, pasar Cazalla o
Constantina, y siguiendo hacia Extremadura atravesar, según la ruta, San
Nicolás del Puerto y Alanís. En el camino empieza a verse que unos de los
grandes atractivos de Guadalcanal son sus paisajes, y las vistas del pueblo
desde diversos emplazamientos. Y para visitar, está la Parroquia de Santa María
con una torre cuadrada, la iglesia de Santa Ana recientemente restaurada, y las
ermitas de Guaditoca y San Benito. Hay diversos miradores, como el del Cristo,
o el de la Sierra del Viento, y también subiendo la Sierra de Hamapega se tiene
una impresionante vista hacia el sur.
La
fiesta más destacada es la feria, que antes era los días 4 a 6 de septiembre,
con procesión de la Virgen de Guaditoca al recinto ferial entre cohetes y
traca, gigantes y cabezudos. Ahora la feria se ha trasladado a agosto, para
aprovechar las vacaciones de los paisanos que residen fuera del pueblo. También
son muy concurridas las romerías de la Virgen de Guaditoca, cuando la llevan a
la ermita, a final de septiembre, y cuando la traen al pueblo, a final de
abril.
En
Guadalcanal se puede comer bien, y muy barato. Aunque hace poco se ha perdido
un establecimiento de gourmets, el Bar Nuevo, la oferta sigue siendo amplia. El
Perdigón y Andrea tienen un surtido de tapas y comidas caseras. En el centro
del pueblo, El Serón, en los bajos del Casino Nuevo, con amplia carta, la
Puntilla donde las setas resucitan a los muertos, la Almona que en verano ponen
una terraza donde resalta el cerdo a la sal, El Bar España con impresionante
filetes empanados, o el Bar Silvia con gran variedad de carnes y pescados.
Pregunten
en donde vayan a comer si tienen guarrito, que son trozos de carne de cerdo con
tocino, adobados y fritos; pero no abusen. También son famosas sus fábricas de ladrillos refractarios, pero
no se comen, aunque dan de comer a muchas familias.
J.M. Brazo Mena
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