La
Provincia de León de Extremadura de la
Orden de Santiago, concretamente era una franja de tierra que va desde el sur
de Mérida hasta Guadalcanal, en el
norte de la actual provincia de Sevilla, limitando por el este con la comarca
de la Serena y la provincia de Córdoba y por el oeste con Tierra de Barros,
cuyo sector meridional ocupa parcialmente, y con las comarcas de Zafra y
Fregenal de la Sierra aproximadamente. Este era el espacio que en los siglos XVI y siguiente, correspondía al partido de Llerena,
entendido , como explicaré más adelante, desde el punto de vista jurisdiccional
y gubernativo como la tierra dependiente del gobernador de la dicha villa,
convertida en ciudad en el reinado de Felipe IV. La elección de este espacio geográfico
ha estado determinada por un conjunto de razones diversas, pero sobre todo por
la relativa abundancia de fuentes y la facilidad de su consulta para el autor.
Las
enajenaciones se inician en 1540 cuando Carlos I, por carta dada en la Haya a 4
de agosto, desmembró de la Orden ciertas rentas y bienes situados en Guadalcanal pertenecientes a la mesa maestral y
encomienda de dicha villa:
—
La escribanía pública y la renta del jabón pertenecientes a la mesa maestral.
—
La mitad de los diezmos de pan y vino de dicha villa, la mitad de las casas,
lagares, vigas de pisar uvas con sus aparejos, el bastimento del pan y vino con
sus tinajas, todo perteneciente a la encomienda.
El
valor anual de estas rentas se estimó en 659.670 maravedís, las cuales se vendieron
el 13 de diciembre de 1540 al Hospital de las Cinco Llagas de Sevilla dotado
por el Marques de Tarifa. La fuente utilizada no contiene el precio de la venta, que según una relación
de los bienes enajenados de la Orden entre 1538 y 1551, publicada por Cepeda Adán,
fue de 32.983.500 maravedís. En compensación por esta enajenación, se dio a la
Orden un juro perpetuo de 539.948 anuales con efecto del 1 de enero de 1541.
La Extremadura
santiaguista constituía la casi totalidad de lo que en el siglo XV se llamaba
de forma institucionalizada la provincia de León. La división del territorio de
la Orden de Santiago en las provincias de Castilla y León tuvo su origen en la
antigua rivalidad entre los reyes leoneses y castellanos que, según Lomax, dio
lugar a la descentralización en encomiendas mayores correspondientes a los
distamos reinos peninsulares, así como al establecimiento de dos Conventos
Mayores, el de Uclés y San Marcos, en contra de lo dispuesto en la bula de
fundación. A finales de la Edad Media, cada provincia estaba dividida a su vez
en varias circunscripciones administrativas o partidos. Ignoramos el momento en
que surgió está ordenación territorial, pero probablemente esta en relación con
la aparición de los alcaldes mayores, por lo que podría situarse en los últimos
años del siglo XIV o primeros del XV. A finales de esta centuria, la provincia
de León comprendía los partidos de Mérida y Llerena, de los que el primero era
mucho más extenso y poblado, abarcando aproximadamente unos 50 núcleos de población
frente a los 27-30 que según las fechas, tenía el segundo. Más tarde en el reinado
de Felipe II se reorganizó la administración territorial de la Orden de
Santiago,
quedando estructurada la provincia de León en seis circunscripciones de carácter
Judicial y gubernativo, a cuyo frente se encontraba un gobernador o en su defecto, un alcalde mayor. La reforma implicó
una reducción considerable de los primitivos partidos de Mérida y Llerena así
como el trasvase de poblaciones de uno a
otro partido. Después de estos cambios realizados en 1566, del partido de Llerena
integraba las poblaciones siguientes: Llerena con Higuera, Maguilla y
Cantalgallo, Oliva, Palomas, Ribera, Fuente del Maestre, Los Santos, Hinojosa, Puebla
de Sancho Pérez, Usagre, Medina de las Torres, Calzadilla, Bienvenida, Fuente
de Cantos, Montemolín, Monesterio, Trasierra, Las Casas, Reina, Ahillones,
Berlanga, Valverde. Fuente del Arco, Azuaga, Granja y Guadalcanal. En el último cuarto del siglo XVI el partido de Llerena
sufría una Importante amputación territorial con la enajenación de un total de siete
villas.
Desde el punto
de vista de la administración económica de la Orden, el territorio del partido
estaba repartido entre la mesa maestral, varias alcaidías dependientes de ella
y trece encomiendas, entre las que destacaban por sus rentas las de Azuaga,
Bienvenida, Guadalcanal,
RIbera-Aceuchal y Los Santos.
Las demarcaciones
fiscales no só1o no coincidían con las anteriores, sino que para más confusión
variaban considerablemente para cada grupo de renta, alterándose de vez en
cuando sus límites por razones y según
criterios que desconocemos.
Así, la recaudación
del servicio ordinario y extraordinario de la provincia de León, Incluidas las
villas enajenadas, estaba centralizada en Llerena, construyendo en este aspecto
un único partido, mientras que la de alcabalas se distribuían entre las
encomiendas siguientes: Mérida, Llerena, Guadalcanal,
Fuente del Maestre y, aparte, la ciudad de Jerez, llamada a veces en aquella época
de Badajoz. También eran diferentes los distritos del servicio de mejoras, que
en esta materia tributaria se reducian a dos, el de Mérida y Llerena.
Los distritos
eclesiásticos no concordaban ni con los Jurisdiccionales ni con los fiscales.
Desde el punto de vista religioso, la provincia de León constituía un
territorio exento dependiente del prior del Convento de San Marcos de León y se
dividía en dos grandes partidos o provisoratos con capitales en Mérida y Llerena, englobando este ultimo
el territorio de la Jurisdicción de la Vicaria de Tudía, que coincidía con el
área de la Encomienda Mayor de León.
Para completar
este complejo cuadro de la administración nos falta añadir que los partidos
correspondientes a la administración económica de la Orden eran diferentes en
su extensión a todos los anteriores. Con el fin de facilitar la recaudación de
las rentas de la mesa maestral se habían creado desde hacia tiempo tres tesorerías
territoriales: la de Mérida, Llerena y Jerez de los Caballeros.
Ante esta
realidad administrativa tan enrevesada, en el área correspondiente a la Jurisdicción
del gobernador de Llerena que, si exceptuamos los cambios producidos por las
enajenaciones hechas en el reinado de Felipe III, no experimento modificación
alguna a lo largo del siglo XVII.
El partido de
Llerena, así delimitado, comprendía en la citada centuria las villas y lugares
siguientes: Ahillones, Azuaga, Bienvenida, Casas de Reina, Fuente del Arco,
Fuente del Maestre, Granja (de Torrehermosa), Guadalcanal, Hinojosa (del Valle), Llerena con los lugares de Cantalgallo,
Higuera y Maguilla, Oliva, Palomas, Puebla de Sancho Pérez, Reina, Ribera (del
Fresno), Los Santos (de Maimona), lugar de Trasierra y Usagre.
Dentro del partido,
las propiedades y rentas de la Orden se distribuían entre la mesa maestral y las encomiendas de Azuaga, Bastimentos, Bienvenida,
Fuente del Maestre, Guadalcanal,
Hinojosa, Oliva, Palomas, Puebla de Sancho Pérez, Reina, Ribera, Los Santos y
Usagre, y las alcaldías de Bienvenida, Cantalgallo, Fuente del Maestre,
Higuera, Maguilla y la Puerta de Reina.
El territorio
comprende aproximadamente unos 2.000 kilómetros cuadrados y. según el censo de
1591, Vivian en el 10.604 vecinos, que traducidos a habitantes suponían,
empleando el confidente de conversión 4, algo más de 42.000 habitantes. Aunque
el censo de 1591 parece sobrevalorar la población, debemos admitir que se trata
de una zona con una densidad de población alta en aquella época, muy superior a
la de la media de Extremadura y de otras muchas regiones españolas y similar a
la de Galicia, Castilla la Vieja y Valencia; pero a lo largo del siglo XVII el
partido de Llerena fue perdiendo vitalidad y población, y al finalizar la
centuria daba muestra, pese a la recuperación, de ser una zona muy deprimida,
presentando entonces una densidad probable de población de 12-13 habitantes por
kilómetro cuadrado. El poblamiento era casi exclusivamente concentrado en los términos
de Llerena, Azuaga y Guadalcanal y
existían algunos caseríos aislados y poblaciones de extramuros.
Población.- El documento, guardado en el Archivo Diocesano de Badajoz, sobre la
demarcación del partido de Llerena, contiene información sobre los bienes y
rentas de las Iglesias, sus gastos, necesidades, el número de vecinos de cada
población no puede ser muy exacto, certificado la data sobre la población de
cada asentamiento, el cura de cada
parroquia hizo una estimación aproximada, y así se deducen al manejar las
cifras, con el apéndice un "poco más
o menos".
Toda la información
es suministrada por los curas que, en relación con los datos demográficos,
aseguran que proceden de los padrones de alcabalas y otras rentas reales según
certificaciones de los escribanos de los concejos, en este número de vecinos
están incluidos los hidalgos, clérigos y viudas, no se contabilizan extramuros
o asentamientos menores de cada población.
Estos
datos como se comentan, varían en exceso, en el caso de Guadalcanal, el censo de 1591 refleja 1.055 habitantes en el
conjunto de las parroquias, en sucesivos censos de 1603,1612 y 1639 esta
población es estabilizada, con unos 1.000 habitantes, curiosamente en el
siguiente censo que se tienen datos de 1646 ésta población baja a 480, en1670 a
591 y en 1717 de 612, estas cantidades no son muy equitativas con el auge en la
zona de minas, agricultura, ganadería y otros factores, por lo que se deduce
que había gran cantidad de población flotante de otras poblaciones cercanas o
zonas limítrofes.
En el caso de Guadalcanal, la explotación de las minas de plata aun cuando en
esta época había bajado considerablemente la actividad, no influía en el flujo
de sus habitantes censados, al igual que
en épocas anteriores, ya que estas minas se surtían por trabajadores de otras
poblaciones e incluso por esclavos en sus fases de plena producción de la centuria anterior.
En el negocio
de la confección de los censos y la
concentración de las tierras de labor, debieron participar también de modo muy
activo otros sectores sociales, expresamente los poderosos y acaudalados
locales, puesto que eran quienes tenían más dinero y la inversión en censos era
una fórmula fácil de obtener rentas fijas y, en muchos casos, nuevas
propiedades territoriales.
Otra fuente
importante de concentración de la propiedad territorial fueron las donaciones
que, estimuladas por la piedad popular y por la necesidad creciente de
asegurarse la felicidad eterna alcanzaron un desarrollo extraordinario en el
siglo XVII. Este hecho determinó que la mayor parte del patrimonio territorial
eclesiástico estuviera constituido por fincas pertenecientes a capellanías y a
diversas ordenes de carácter piadoso.
¿Cómo estaba
reparada la propiedad? En el partido de Llerena existen cuatro categorías de
propietarios: los municipios, la Iglesia, La Orden de Santiago y los
particulares, de los que unos tenían sus tierras vinculadas y otros sin
vincular.
Tesis
presentada en 2014 por Juan R. González Uceda sobre Guadalcanal en los siglos
XVI y XVII
Tesis
presentada en 2014 por Juan R. González Uceda sobre Guadalcanal del siglo XVII
Fuentes.- Historia
rural de la baja Extremadura (Crisis, decadencia y presión fiscal el siglo XVII), La hacienda del antiguo régimen, Desarrollo y
crisis en el antiguo régimen, Demográfica
histórica de España y Hemerotecas
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