Decansando y contemplando la ermita |
Visita de D. Alonso de Quijano a nuestra villa
Cuarta parte
Última parte de esta historia ficción está estructurada
en la visita ficticia de D. Quijote de la Mancha y su fiel escudero Sancho
Panza a Guadalcanal, a través de estos dos personajes y mezclando el
Guadalcanal actual con la villa Santiaguista del siglo XV a finales del XVI, hacemos un recorrido por las
principales calles y visitamos los monumentos de la villa, acompañados por
nuestro paisano el noble D. Esteban de Millán y Aguilar que tal vez fue noble
en aquella época y perteneció al Concejo de la Villa.
A mi amigo Ignacio Gómez Galván, que mantiene viva con su
fundación la historia y literatura de nuestro pueblo, me he permitido la
licencia de tomar algunas notas de su libro “Cervantes en Guadalcanal”.
Continuando calle arriba, en el número encontraron la
casa natal de D. Adelardo López de Ayala, nacido en esta villa en el 1 de Mayo
de 1828, cuando aun pertenecía a Extremadura,
pueblo arriba en dirección a la salida para Llerena por la calle
Espíritu Santo y antes de las últimas casas del casco urbano a la derecha
divisaron el edificio del Convento (13) del mismo nombre.
-¿Me quiere Vd.
decir D. Esteban que en éste vetusto edificio dormitan hombres o mujeres
dedicados al noble oficio de guiar a las almas pecadoras hacía la salvación
divina?
-No es menos cierto que desde 1903 las Hermanas
Misioneras de la Doctrina Cristiana cumplieron
esas labores y la enseñanza de la cultura y labores propias de las jóvenes de
la villa, pero actualmente se encuentra cerrado,
-Comentó el anfitrión con nostalgia-.
-Convento sin monjas y olla sin carne, no han de servir
para saciar alma o cuerpo de caminante, -protestó Sancho-.
Abandonaron la localidad y por el camino que continúa
después de la citada calle divisaron el conjunto del Cristo de la Cruz Abad del
Santo (14), compuesto por la ermita, humilladero y huerto
que por el año 69 del pasado siglo fue desamortizado y vendido por el cura
Antonio Espinosa Torre con la benevolencia
del arzobispado de Sevilla, como otros varios edificios de antigüedad y
riqueza arquitectónica mencionados anteriormente.
Este conjunto tanto la ermita como el humilladero anejo datan del siglo XVIII, si bien alguna
edificación se fechan en el siglo XV, ya
que en un escrito de los visitadores de 1481, está compuesto por humilladero,
ermita y huerto.
-¿Se equivoca mi pobre cabeza o creo que tanta nostalgia
obliga a vuestra merced a recordar que esta villa perdió gran cantidad de su patrimonio
por la dejadez de unos y la ambición de otros?
-Así es amigo hidalgo, cuando los pueblos dejan
abandonado sus edificios emblemáticos, viene un desarmado y los vende a precio
de saldo en nombre del Señor –Respondió
D. Esteban-
-Dios te guarde de cura ambicioso, que en nombre del
Santísimo, ducados y fortunas amasa
-Murmuró el escudero-.
Ya en el puerto de Llerena dejaron atrás la villa y
vieron con asombro la maravillosa vista que ofrecía tan maravillo conjunto
arquitectónico y un centenar de metros más abajo, camino de Extremadura pararon
en el pilar para que abrebaran las caballerías, allí contemplaron la inmensidad
del valle y las montañas al fondo que de hacían frontera entre las dos
regiones.
Continuaron y en el desvío a la derecha cogieron el
camino de Guaditoca escoltado de jaras y retamas que la primavera hacían
resplandecer e impregnar de olores el recorrido, apenas a dos leguas se
encontraba la ermita de la patrona de la villa, próximo destino de su viaje,
-Caballero, las posaderas de mi señor y su maltrecho
equino necesitan un descanso a la vez que mis tripas llaman a oración, que
cruces vemos pero no posadas
– Dijo Sancho rompiendo el silencio-
-Bien es cierto, amigo Sancho, en la siguiente cruz que
nuestros ojos divisan, llamada del aceite (15), pararemos a hacer un descanso y
compartiremos las viandas que llevo en mi alforja.
-Contestó
sonriendo D. Esteban al ver al famoso hidalgo y su corcel agotados-.
Tras un breve descanso donde departieron conversación,
chacina y pan regados por mosto del cortijo de
las bodegas del Rey, continuaron camino y al final de este, ante sus
ojos, el majestuoso edificio de la Ermita de Guaditoca (16) (circundada por el río del mismo nombre),
zona que también conoció tiempos de mayor explendor en siglos anteriores cuando
se celebraba la famosa feria de ganado de la localidad y uno de los mayores
eventos de la parte sur de España, después de visitar la patrona y el niño
bellotero regresaron a Guadalcanal.
Nuevamente en el casco urbano, entrando por el Berrocal
Chico llegaron a la Plaza Santa Ana, allí las caballerías y Sancho saciaron su
sed en el Pilarito,
-Agua que en el pilar cae, ¿que ha de
hacerse?, si no aprovecharla por burros y pollinos para beber”
-Comentó jocoso el hidalgo al ver a su escudero saciar su
sed-.
Ante sus ojos tenían
sobre una atalaya la iglesia que da nombre al barrio, un magnifico conjunto
compuesto por el parque, la casa del sacristán y Iglesia de Santa Ana (17) terminada la última
restauración en el 2008, después de más dos años de obras, reconvertida en
espacio cultural a posteriori de haber sido sometida a una recuperación
integral. La Consejería de Cultura del Gobierno de Andalucía invirtió 1.063.493
€ en las obras ejecutadas en este Bien de Interés Cultural y suponen la
recuperación del templo mudéjar que desde 1997 permanecía en ruinas y que
estuvo a punto de ser vendido a un particular.
Quedaron los
visitantes abstraídos y sus ojos llenos de bellas imágenes ante la
impresionante vista de la villa que desde la torre contemplaban en un día de
primavera despejado y maravilloso, iniciaron el descenso al centro del pueblo
por la calle de las Minas, donde en el número 14 nació este guía, antes de
iniciar la bajada por la calle Ortega Valencia al escudero le llamó la atención
el conjunto de casas que forman la alcazailla,
-Moradas que en altura
se encuentra, agua rechaza
–Aseveró Sancho-
Continuaron pro la
calle Ortega Valencia, el número dos de esta calle se encuentra una casa corralón, allí sobre el año 1520 nació D.
Pedro Ortega Valencia (18), tal vez el hombre más insigne que nació en
esta villa y que formó parte de la expedición de Álvaro de Mendaña en 1568 como
maese de campo por las islas Salomón y que daría nombre a una de las islas en
memoria de su villa de nacimiento. Continuaron por la calle Juan Carlos I
(antiguamente llamada La Sánchez) para coger la calle de Los Mesones, por estas
dos últimas calles contemplaron varias casas señoriales de bonitas fachadas y
conservación perfecta en las que no se apreciaba el pasar de los años o tal vez
siglos.
-Viene a mi mente D.
Esteban una pregunta lógica al pensar en D. Pedro Ortega y su gran gesta, Vds.
los moradores de esta villa, que son amigos de resaltar personajes, monumentos
al católico culto y otras epopeyas, ¿Cómo no han homenajeado mediante
rehabilitación de su casa y otros hechos que recuerden a tan meritorio
maese de esta villa?.
-Tiene Vd. toda la razón D.
Alonso, aquí se demuestra un refrán de los que tan adicto es su escudero, “Nadie es profeta en su tierra”, y en este caso se cumple, las huellas de
D. Pedro se limitan en la actualidad en su pueblo a una casa en ruinas, unas
calle, una placa en la fachada del Ayuntamiento conmemorativa de un homenaje
que le hicieron las armadas Norteamericana y Española el 6 de Septiembre del
1964 y poco más.
- Hombre que a su
nación da gloria, es tan agradecido como agua que al mar riega.
-Apostilló Sancho-
Ya pasada la hora del
crepúsculo y cuando las campanas de la iglesia de Santa María de la Asunción
llamaban a los fieles a la última misa
del día, terminaron su recorrido nuestros tres protagonistas en el Pilar de la
Cava, cerca del Jurado, lugar donde tal vez estuviese el Mesón del Toro en el
siglo XVII, para mayor gloria de nuestra santiaguista Villa de Guadalcanal.
(13) Convento del Espíritu Santo, este convento de religiosas
fue fundado por un hijo de la localidad afincado en América, para cuya erección
destinó de su hacienda la cantidad de 80.000 pesos de plata. Tomó esta
advocación el nuevo cenobio, precisamente, por levantarse junto al hospital
que, con este nombre, fundara el presbítero don Benito Garzón en 1511. La
capilla que aneja a este convento se labró, aunque ha sufrido algunas reformas,
aún conserva huellas del tiempo de su edificación, especialmente en el altar
mayor, en cuyo banco se halla el retrato del patrono y la leyenda.
El edificio
está construido en mampuesto y ladrillo revocado. Posee planta de cruz latina,
cubriéndose la nave y el presbiterio de bóveda de cañón con lunetos y fajones y
media naranja en el crucero. La portada situada a los pies es de vano
adintelado entre pilastras y entablamento con frontón recto. El retablo se
decora con pinturas de Pentecostés, la imposición de la casulla a San
Ildefonso, Santa Catalina, la Coronación de Nuestra Señora, la Natividad del Señor
y la Natividad de la Virgen. Del tiempo fundacional prevalece, también, un
patio de ordenación toscana en el interior de lo que fue convento de las
comendadoras del Espíritu Santo. Fue desde l903 de las Hermanas Misioneras de
la Doctrina Cristiana.
(14) Humilladero de la
Cruz del Abad Santo.- El vecino de esta villa Rodrigo Mata, difunto, ordenó en
su testamento a su mujer Catalina Ramírez a quien nombró por albacea y heredera
universal de sus bienes, que erigiese un Humilladero al sitio llamado de la
Cruz del Abad del Santo, consistente en un templete con cuatro postes, en cuyo
frontal debería figurar el misterio de la Quinta Angustia, para la que destinó
el testador 10.000 maravedíes. Como aún no se había ejecutado dicha voluntad,
la visita pidió el testimonio a Catalina
Ramírez y ordenó al alcalde don Juan Sánchez de Bonilla que cumplimentara esta
disposición a la mayor brevedad posible.
Comprendía
este conjunto, un huerto de aproximadamente una fanega de tierra, una pequeña
vivienda, la capilla o ermita del Cristo y un templete con una fuente en el
centro, terminada con azulejos de estilo trianeros de finales del siglo
XVIII.
En
resumen, una edificación iniciada en el siglo XV y catalogada en 1770 y que fue
vendida en su conjunto por cien mil pesetas, apenas 600 € actuales, que sin
control alguno fue transformada, la puerta principal tapiada por su nuevo
dueño, utilizándola como granero y la huerta cultivada.
En
este lugar se celebraba la tercera semana de Septiembre o veintiún días después de finalizar la feria
y una semana antes de la romería de Ntra. Sra. de Guaditoca, la velada del Cristo, que luego pasó su
celebración a la plaza de España de la localidad por acuerdo de la hermandad y la corporación
municipal.
(15) La Cruz del Aceite es una de las paradas procesional en
las romerías de la patrona de Guadalcanal que se celebra los últimos sábados de
Abril y Septiembre.
Llamada así ya
qué durante la edad media era sitio de parada de los peregrinos y transeúntes
que venían por el camino de su mismo nombre y se dice que allí ofrecían a la
Virgen de Guaditoca aceite como ofrenda para proseguir el camino con su
bendición.
(16) La ermita o
santuario está erigido en honor a la patrona del pueblo Ntra. Sra. De
Guaditoca. Dista 11 kilómetros de la población, y está situada en el extremo
noreste del término municipal. El Santuario fue construido en el año de 1647 y
la decoración arquitectónica esta ejecutada a base de elementos del Toscano.
Iglesia de una sola nave construida en 1647 y a la que se le añadió en 1718 un
camarín. Son de destacar las pinturas del maestro Llerena, Juan Brieva, del
siglo XVIII.
El Santuario
antiguo del Siglo XIV se levantó en término de Azuaga y D. Enrique Infante de
Aragón, Gran Maestre de la Orden de Santiago, cedió a Guadalcanal, el día 10 de
Abril de 1.428, parte del término de Azuaga. Hubo debates y contiendas entre
ambas villas, por lo que el Gran Maestre nombró jueces, que dieron sentencia
aclaratoria el 20 de Noviembre de 1.469, a favor de Guadalcanal, siendo
posteriormente confirmada por los Reyes Católicos en el año 1494.
Don Alonso
Carrasco de Ortega, descendiente de los conquistadores de Extremadura, y su
esposa Doña Beatriz de la Rica, mandan levantar un nuevo Santuario. Comienzan
las obras en 1638 y se terminan el 1647.
Las pinturas
del Santuario fueron realizadas por el pintor Brieva de Llerena, en 1800. Fue
ayudado por su hijo. Los azulejos de reflejo metálico del altar mayor, son de
1913.
Hasta el 24 de
mayo de 1792 no se instituyó la romería anual. Antes la Virgen sólo venía al
pueblo en casos excepcionales de calamidad.
En 1718 se
hizo el camarín, terminándose en mayo de 1719. En el testero hay un mural de la
Virgen tal como la vestían en el siglo XVIII. Junto a ella está la Virgen con
el Niño, San José, San Joaquín y San Ignacio. En el muro de la derecha hay una
pintura, posiblemente el Marqués de San Antonio.
El Niño
Bellotero data de 1300.
El 4 de
septiembre de 1722, Felipe V otorgó por Real Cédula, firmada en Balsaín, el
Patronato y Administración del Santuario de Guaditoca, a favor del Sr. Marqués
de San Antonio y Mira del Río, Don Alonso de Ortega y Toledo.
(17) La iglesia de Santa Ana, ésta iglesia es de estilo mudéjar y
fue erigida entre finales del siglo XV y principios del XVI, siendo
posteriormente ampliada y transformada en el XVIII. De una sola nave, está
situada en un altozano desde el que domina buena parte de la población. Fue
declarada Monumento Histórico-Artístico de carácter Nacional en 1979, en la
actualidad Bien de Interés Cultural, y son de destacar sus capillas y retablos
de los siglos XVII y XVIII. Desacralizada, tras labores urgentes de
restauración en 1997-1999 y de posterior adaptación, se halla dedicada a Centro
de Interpretación. A la primera etapa corresponden la planta rectangular de una
sola nave con arcos transversales, el pórtico exterior, con tres arcos
apuntados enmarcados por alfices sobre pilares ochavados, y la torre-fachada de
tres cuerpos rematada por chapitel situada a los pies. A la segunda etapa
corresponde la decoración de las portadas laterales, adinteladas con pilastras
adosadas y flanqueadas con frontón recto partido con hornacina central, y la
cubierta de la capilla mayor, de bóveda semiesférica, al igual que las cuatro
capillas adosadas en los muros laterales.
(18) Pedro
de Ortega Valencia, nació en Guadalcanal sobre el año 1520, y falleció en
tierras del nuevo mundo sobre 1598, uno de los muchos guadalcanalenses que
emprendieron la aventura del nuevo mundo y se enrolaron en un navío camino de
lo desconocido, fue un explorador y experto
militar. Casado con Isabel Hidalga, tuvo dos hijos, Jerónimo y Pedro, el
primero le acompañará en su viaje.
Formó
parte de las expediciones de Álvaro de Mendaña, bajo el reinado de Felipe II en
una de ésta expediciones en su aventura del 1 de febrero de 1568 descubren las Islas Salomón. En dicha expedición
participó Pedro Ortega Valencia, como Mariscal de Campo, que daría nombre a una
de esas islas como Guadalcanal, el pueblo donde había nacido.
Guadalcanal, Noviembre, 2017
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