“El enigma de las catedrales es un ensayo histórico en el que he estado trabajando los últimos
diez o doce años, y que he escrito en los últimos cinco meses, habiendo
publicado antes alguna parte del mismo en artículos en revistas especializadas,
explica el autor de El Codice del perigrino su última y celebrada novela sobre
el robo del famoso códice calixtino de la catedral de Santiago de Compostela,
por cierto, una obra maestra del arte románico español.
El ensayo está escrito desde la perspectiva
del historiador que estudia las catedrales en cuanto a su significado
arquitectónico y técnico, no en cuanto al historiador del arte. Para el autor,
una catedral gótica puede explicarse como un edificio compuesto por materiales
de construcción organizados según unas técnicas concretas; “pero es también un
texto semiótico que contiene un mensaje expresado a través de una claves que es
preciso conocer para poder entenderlo en su totalidad”.
La catedral gótica “es una forma de
comunicarse con Dios a través de la luz”, apunta José Luis Corral. Hasta comienzos del siglo XII
las catedrales eran oscuras y aproximadamente en 1234-35 el abad de
Saint-Denis, Suger, fue el precursor del nuevo estilo basado en la luz. Hasta
ese tiempo, el arco de medio punto que se basaba en la relación de 1 a 2 era la
base de la construcción de catedrales y edificios.
De ahí se pasó al empleo del arco apuntado y
la bóveda de ojivas, que permitían cubiertas más esbeltas y más amplías y con
proporciones diferentes, 1 a 2,5, considerado como la proporción áurea, el
número de Dios. Elementos nuevos como el arbotante y los contrafuertes, los
arcos de crucería que hacían que entre pilar y pilar se abriesen grandes vanos
y donde los muros serían sustituidos por grandes vidrieras.
“Muchos políticos hablan de la Edad Media como algo
oscuro y retrasado, sin embargo fue todo lo contrario, fue una época luminosa”,
aclara el autor de La prisionera de Roma. Esa época fue la síntesis de todos
los saberes acumulados hasta la época. “¿Usted cree que sin saber geometría se
podrían construir catedrales como las de Chartres o Notre Dame de París?”,
pregunta el escritor aragonés. Claro que no. La complejidad de los planos de
estas obras maestras demuestra que un maestro de obra no era una persona
iletrada, sino que llevaba detrás de él numerosos años de estudios que no todos
superaban. El libro contiene numerosos ejemplos de esto.
Sin embargo se han conservado pocos documentos
de la época, desapareciendo nombres de constructores. De los siglos XII y XIII
apenas hay documentación, “pero lo que sí sabemos, gracias a los documentos que
se conservan, es que el 30% de los trabajadores de la catedral eran mujeres:
trabajaban de carpinteras, de escultoras y algunas llegaron a ser maestras de
obras”, relata el catedrático de Historia Medieval.
El tiempo de las catedrales fue, por tanto, un
tiempo de las mujeres. Un papel determinante en la historia tuvieron Leonor de
Aquitania, reina de Francia e Inglaterra sucesivamente; la abadesa Hildegarda
de Bingen, representante de la más alta intelectualidad; Sabine de Pierrefonds,
maestra de escultores y ya en nuestras tierras, Berengüela de Castilla o Blanca
de Castilla.
Muchos han pensado que fueron los templarios
los que introdujeron el gótico en Francia, según los dictados marcados en unos
documentos secretos descubiertos por ellos en Egipto. “Nada más lejos de la
realidad, hay que huir de esas interpretaciones interesadas. La Edad Media fue una
época luminosa, con unos constructores que supieron aplicar conocimientos que
ya estaban utilizados, como por ejemplo la Basílica de Santa Sofía de Estambul con su
prodigiosa cúpula”, explica José Luis Corral.
Esa vertiente esotérica no tiene ninguna razón
de ser; el creer que son entradas al inframundo o catalizadores de poderosas
corrientes telúricas no dejan de ser meras interpretaciones mistéricas y
especulaciones fantasiosas. Una de sus más reconocidas novelas Fulcanelli. El dueño del
secreto trató esa vertiente esotérica
del autor de El misterio de las catedrales, “Fulcanelli fue el último
alquimista medieval, que vivió en el siglo XX y desapareció misteriosamente sin
dejar rastro, de él se cree que pudo trasmutar el plomo en oro”, dice
el escritor.
El enigma de las catedrales cuenta la verdad sobre las catedrales góticas desde una
perspectiva arquitectónica y procura destruir los mitos infundados y los
misterios de este arte. Para ello, incluye numerosas fotografías y planos de
las construcciones más significativas de la época. Es un libro riguroso, aunque
de fácil y asequible lectura. Trata el gótico desde una perspectiva novedosa
que atrae por su escritura viva, donde se nota el estilo de uno de los grandes
novelistas históricos de nuestro país.
J.M. Lacasa
La Fragua del pensamiento
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