Introducción
El doble proceso de conquista y repoblación
llevado a cabo en Extremadura durante el siglo XIII hay que entenderlo dentro
de la dinámica de ocupación del espacio, crecimiento económico y desarrollo de
determinadas estructuras socioeconómicas iniciada en los reinos de Castilla y
León. Este proceso, iniciado con anterioridad en zonas que vivieron la
coyuntura impuesta por la frontera, es el antecedente que marca el desarrollo
de determinadas formas sociales que tuvieron en Extremadura su proyección desde
los primeros momentos de la conquista.
El
territorio que encuentran los cristianos en los momentos de la ocupación
favoreció el desarrollo de una sociedad característica que, aunque en la base
posee el mismo signo y desarrollo que la de otras zonas, generó debido a la
influencia de la frontera ciertos rasgos estructurales puestos de manifiesto a
lo largo del siglo XIII. Entre ellos el escaso o nulo desarrollo de vida urbana
siempre creadora de progreso económico y como contraposición el carácter rural
impreso, escasa población, la conformación de un equilibrio jurisdiccional y
como resultado una sociedad que es envuelta en la progresiva feudalización
enmarcada territorial y jurídicamente en los distintos dominios de los que son
titulares reyes, órdenes militares, nobles y obispos. El hablar de espacio
fronterizo refiriéndose a Extremadura no lo excluye de ser considerado un
espacio donde el feudalismo, la sociedad feudal, esté ausente. Es cierto que
los movimientos cíclicos de la frontera durante más de una centuria no
favorecieron el asentamiento de pobladores ni por supuesto, la formación de la
nueva sociedad (este último concepto hay que entenderlo como desarrollo de un
modelo distinto al existente), pero el rápido avance de la frontera precipitó
la consolidación en el siglo XIII de las estructuras sociales ya ensayadas en
otras zonas de Castilla y León.
La coyuntura fronteriza facilitó la concurrencia
de las diversas fuerzas señoriales que, utilizando métodos semejantes, acotaron
sus dominios y procedieron al asentamiento de pobladores. La convivencia de
diferentes formas de poder condujo al establecimiento de un equilibrio
jurisdiccional cambiante según la evolución que sufría la frontera, de la
primera etapa donde la sociedad extremeña se caracteriza por el predominio de
las formas abiertas, se pasa a otra en la que se precisa una evolución hacia
formas más o menos cerradas en consonancia con los presupuestos de la sociedad
feudal.
En el contexto ocupacional, además de las
diferencias jurídicas hubo ciertas diferencias territoriales marcadas ya en la
época de conquista. La evolución de la frontera extremeña, es distinta en la
zona del Tajo, ocupada en los siglos XII y comienzos del XIII, que en la del
valle del Guadiana. En el primer caso la frontera pervivió durante un periodo
de tiempo muy breve, mientras que en el segundo esta situación prácticamente no
existió pues la frontera se desplazó inmediatamente hasta Andalucía. Como
consecuencia se produjo la rápida intromisión de las fuerzas señoriales
aprovechando la despoblación y las potencialidades que ofrecía el territorio:
amplias zonas desiertas en las que fundar poblaciones y establecer extensos
dominios; amplias zonas de pastos e importantes zonas de buenos suelos en los
que se podía desarrollar un asentamiento rentable. Todo ello tuvo como último
fin la señorialización de la tierra en fechas relativamente tempranas.
La adquisición del espacio: la conquista y
la formación de los dominios.
El asentamiento de pobladores y la gestación del
nuevo orden social en la España
cristiana, va precedido de una actividad militar denominada tradicionalmente
Reconquista. Lejos de polemizar en torno a la utilización de los términos
Reconquista y Repoblación por la historiografía, otros se inclinan por la idea de agresión
feudal como parte integrante de un amplio proceso de expansión en el que se
ven inmersos los reinos de Castilla y León. Es importante dejar claro la
transcendencia implícita de la actuación militar como parte del proceso de
conquista del espacio.
Partiendo
de esta idea, la actuación militar alcanza en este lado de la frontera una
importancia inusitada. La
Transierra extremeña desde el primer momento en que entra en
los objetivos de expansión del rey y de los concejos extremaduranos de Ávila y
Salamanca, adquiere unas dimensiones hasta ahora no conocidas. Durante la
presencia musulmana el poblamiento se encuentra fuertemente localizado en torno
al valle del Guadiana. Al norte sólo se localizan puntos defensivos entre los
que incluyen las plazas de Cáceres, Alcántara y en último extremo la ciudad de
Coria. La escasa presencia de musulmanes en torno al Tajo animó a las fuerzas
cristianas a desarrollar una serie de campañas que terminarían con la conquista
de la ciudad citada y algunos de los castillos que hasta entonces se mantenían
en su poder. La primera conquista fue la de Coria en 1142. A partir de ese
momento la presencia de guerreros y pobladores está garantizada en Extremadura.
Tras esta victoriosa campaña los intentos de conquista de lugares como Cáceres
y el propio Badajoz son recogidos fielmente por las fuentes cronísticas y
documentales. Sólo parte de la Alta Extremadura pasa a manos de señores y
órdenes militares, como las de Santiago (fundada en Cáceres en 1170) y
Alcántara (que adoptaría el nombre décadas después de su fundación en 1176).
Las vicisitudes no son pocas, las razzias musulmanas mantienen a raya a los
expedicionarios cristianos, que hasta la conquista de Alcántara en 1212, no
encuentran el momento favorable para traspasar el Tajo. La conquista de Cáceres
por Alfonso IX en 1229 y las posteriores de Mérida y Badajoz en 1230, Trujillo
en 1233, supone un avance importante en cuanto a que los cristianos tienen
acceso directo al valle del Guadiana.
A diferencia de otras zonas donde la intervención
nobiliaria es mayor, en ésta la participación de los freyres nos es conocida
desde la conquista de Coria. Los templarios fueron los primeros que
intervinieron militarmente, por lo que obtuvieron amplios territorios. Con el
favor de Alfonso VII tomaron Alconétar. Poco después mantuvieron bajo su
dominio, gracias a suculentas donaciones, lugares como Coria en 1168,
Portezuelo, San Juan de Máscoras (Santibáñez el Alto) hasta 1211. En Badajoz
participaron en la conquista de Capilla en 1235, que le fue dada junto con sus
términos un año después. En el sur de la Provincia consiguieron los lugares de Valencia
del Ventoso, Burguillos del Cerro, Alconchel, Jerez de los Caballeros, Cheles,
Higuera de Vargas, Villanueva del Fresno, Valencia del Mombuey, Zahinos, Oliva
y Fregenal de la Sierra
donde conformaron una baylía.
Las órdenes que realmente intervienen en la
conquista son las de Santiago y Alcántara. La primera de ellas participó
activamente en al proceso de conquista hasta 1230. Obtuvo los lugares de
Trebejo y Palomero en 1186 y 1195, Granadilla en 1191, La Atalaya de Pelayo Velidiz
en 1203. Tras la conquista de Cáceres los santiaguistas participaron
activamente en la conquista de Mérida, que le fue entregada en 1230. La intensa
actividad militar desplegada por esta orden en la actual provincia de Badajoz
le abrió amplias posibilidades de expansión, que en lugares como Toledo y la Mancha les había sido
negada. Entre sus poblaciones destacan Alhange y Hornachos en 1235, Llerena, Guadalcanal,
Fuente del Maestre, Reina en 1246 y Montemolín en 1248.
La orden de Alcántara incorporada más tarde al
proceso de conquista, recibió en 1218 la villa de la que tomó nombre, previo
acuerdo con la orden de Calatrava. Poco después las donaciones de las que
fueron objeto sobrepasaban en número a las de sus coetáneas, quizás porque se
encontraban más cerca del rey leonés y ofrecían mayores garantías en la defensa
de la frontera portuguesa. Recibieron los lugares de Portezuelo, Santibáñez el
Alto en 1220, Milana en 1226, Salvaleón en 1227, Almenara, Cadalso y
Puñoenrostro, estas dos últimas aldeas ubicadas en el valle del Arrago. También
tomaron parte en la conquista de numerosos castillos en tierras de Badajoz.
Así, conocemos que sitiaron y tomaron el castillo de Medellín en 1234. En 1236
poseen Cabeza de Esparragal; Zalamea y Benquerencia en 1240. Su jurisdicción se
extenderá hasta la comarca de los Montes de Toledo con Puebla de Alcocer, dada
por el rey en 1245.
La participación nobiliaria en las empresas
militares extremeñas es escasa y localizada en torno a algunas zonas
marginales. Realmente tiene efecto a partir del siglo XIII. Conocemos las
avanzadillas creadas por Alfonso Téllez, noble proveniente del norte, que con
algunos de sus vasallos se acantonó en 1222 en los castillos de Muro,
Cedenilla, Malamoneda, dominando gran parte de la Comarca de los Montes y en
torno a 1218 en Alburquerque, formando una cabeza de puente que los cristianos
aprovecharon para la conquista de Valencia de Alcántara sólo tres años después.
Durante el siglo XIII será el señorío nobiliario más importante de Extremadura.
Juan Luis de la Montaña
Conchiña
Becario de
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