Historia de la mineria de nuestro entorno 1/2
ÉPOCA ROMANA.- Tres años después de la caída de Cartago-Nova a manos de Escipión en el año 209 antes de Cristo, Roma se hizo dueña de forma progresiva de los territorios del sur dela
Península , cuyas minas comenzó a trabajar con
gran intensidad, prosiguiendo explotaciones en curso o investigando nuevos
yacimientos de minerales. La romanización trajo consigo el florecimiento de la
industria minera, a la que aplicaron singulares tecnologías de arranque y
profundización, en ocasiones verdaderamente espectaculares.
Sobre una posible explotación de las minas sevillanas de plata de Guadalcanal, no se conocen testimonios directos; tan solo el historiador -Barrantes-, a mediados del siglo XIX, se refiere a un manuscrito mutilado del siglo XVII titulado « Guadalcanal y su antigüedad », en el que existe alguna alusión a una actividad romana, al igual que lo reseña -Guillermo Bowles-.
Por otro lado, en el plano elaborado por Goetz Phillipi, que trabajó dicho criadero en Guadalcanal a principios del siglo actual, se anota la existencia de una « casa romana ».
ÉPOCA VISIGODA.- A partir del siglo III después de Cristo, las incursiones germanas en el norte dela Península y
los beréberes en el sur, debieron estorbar y entorpecer la gran actividad
minera, que inicia así una etapa grande de languidecimiento hasta su práctica
extinción.
ÉPOCA MUSULMANA.-No existen demasiadas referencias sobre extracción minera en la bibliografía que corresponde a este milenario de civilización, aunque sí hay constancia de determinadas explotaciones y muy en particular, existen numerosos comentarios mencionando con cierto detalle la riqueza del subsuelo andaluz, a la vez que dan precisiones en general exactas sobre el emplazamiento de los criaderos de minerales.
En el viaje que Guillermo Bowles realizó a partir de 1752 por encargo de Carlos III para reconocer diversas minas españolas, las explotaciones de hierro se citan en el Cerro del Hierro.
En el año 1499, en Ocaña, se concierta Real Asiento con Francisco de Herrera sobre los mineros, entre otros, de las villas de Guadalcanal, El Pedroso y Constantina.
SIGLOS XVI y XVII.- El 10 de Enero de 1559,la Princesa Gobernadora ,
Doña Juana en ausencia de su hermano Felipe II promulgó en Valladolid una
Pragmática - auténtica ley de minas- declarando caducas todas las concesiones,
salvo algunas excepciones, a la vez que establecía el modo de beneficiar las
minas y obligaba a asentar las mismas en el Registro General de Minas.
En esta Pragmática « se incorporan ala Corona
todas las minas de oro, plata y azogue »,y entre otras disposiciones se señala
que « solo los naturales y súbditos del Reino podrán cavar y buscar las
referidas minas de oro y plata », declarando que todo esto se hacía extensivo«a
las demás minas de cualquier clase que fueran ». Esta normativa fue
complementada por otra dictada en 1563.
El efecto de estas disposiciones pronto se dejó sentir y el interés quela Corona
mostraba por los asuntos mineros se materializó con la solicitud de gran número
de registros mineros, lo que obligó a la promulgación de las famosas Ordenanzas
de Felipe II en 1584 que regirían con eficacia durante los siguientes
doscientos cuarenta y un años.
Durante la primera mitad del siglo XVI, el régimen legal minero siguió estando determinado por el otorgamiento de concesiones en grandes dominios geográficos. De este periodo destacan los concedidos por los Reyes Católicos entre los años1511 a
1514.
Entre otros, en el año1514 a Rodrigo
Ponce de León, Duque de Arcos, de todos los del Arzobispado de Sevilla y
Obispados de Córdoba, Jaén y Cádiz.
En concreto, la actividad minera de mayor relevancia en territorio andaluz durante esta etapa fue sin duda la que constituyó la explotación del yacimiento de plata de Guadalcanal. La historia de estas minas surge en el año 1555, cuando fueron descubiertas por Martín Delgado, teniente alcalde de la villa, llegando la noticia a conocimiento dela Princesa Gobernadora en
Valladolid durante la ausencia de su hermano Felipe II, que se encontraba a la
sazón en Flandes para recibir de su padre los Reinos de España; enviado por la Casa Real
el Marqués de Falces para su reconocimiento, se procedió a la incautación de
las minas mediante el pago de 33.500 ducados en concepto de indemnización,
comisionándose a Agustín de Zárate para hacerse cargo de la administración de
los trabajos. Este hecho causó serios incidentes con el alemán Juan de Xedler,
titular de un Real Asiento sobre determinadas minas de la zona, llegándose a un
acuerdo con Zárate sobre su participación que compartía con sus compatriotas
Juan de Xuren y Juan de Gilist, quienes tuvieron gran preponderancia en las
técnicas de explotación.
Afines de 1556 y a la vista de los numerosos registros mineros que surgen entorno al éxito de Guadalcanal, se nombró Inspector General de las minas a Francisco de Mendoza, hijo del Virrey de las Indias y conocedor de la minería en aquellos territorios; se variaron los procesos de tratamiento, suprimiéndose el lavado para fundir directamente los minerales, al mismo tiempo que se instalaban molinos de caballerías y parece ser que se comenzaron a emplear esclavos negros para las operaciones mineras, muy especialmente las de desagüe. Cuando Agustín de Zárate dejó la mina, a principios del año siguiente, se trabajaba a cuarenta metros de profundidad, con grandes problemas de agua, iniciándose una etapa de decaimiento; en ese mismo año se comenzó a aplicar el proceso de amalgamación para la recuperación de la plata, tal y como se venía haciendo en las minas americanas y a cuyo efecto se mandó venir de Méjico a Mosén Antonio Boteller, quien había trabajado en el descubrimiento de estos procesos junto al sevillano Bartolomé de Medina.
Es curioso que precisamente sobre esta mina de Guadalcanal es por vez primera donde, de alguna forma, se instrumenta la figura de reserva estatal: así enla Pragmática
de 1559 se prohíbe cualquier trabajo en una legua alrededor de Guadalcanal y a
un cuarto de legua de las minas de Cazalla, Galaroza y Aracena, en las
provincias de Sevilla y Huelva, y por entonces en explotación por cuenta de la Corona.
En estos siglos XVI y XVII proliferaron los
textos relativos a la descripción de minas andaluzas y del arte minero. Así, en
1627, el licenciado López Madera recibía instrucción de la Real Junta
de Mina para un viaje de reconocimiento de minas en Andalucía, y en 1681 se
dictaba cédula por Carlos II, encargándose a Fray Diego de Herrera el
reconocimiento de«las minas descubiertas y por descubrir en Guadalcanal,
Extremadura y Andalucía ».
De entre las valiosas publicaciones relativas a la minería de este periodo destacamos por su relación la de 1663 por el capitán Fernando Contreras, titulada«Noticias del mineraje de Indias y de las minas que hay en España»,donde se propone el restablecimiento de varias minas, entre ellas las de Guadalcanal y Riotinto, proponiendo la creación de una escuela real minera en una de las dos localidades.
Al finalizar el siglo XVII, la minería se situaba en un periodo de franca decadencia; el Estado labraba por su cuenta las minas de Guadalcanal, Riotinto y Linares, así como la de grafito de Marbella, y algunos particulares trabajaban algunos veneros, fundamentalmente de plomo y cobre argentífero, en las provincias de Granada y Sevilla.
ÉPOCA ROMANA.- Tres años después de la caída de Cartago-Nova a manos de Escipión en el año 209 antes de Cristo, Roma se hizo dueña de forma progresiva de los territorios del sur de
Sobre una posible explotación de las minas sevillanas de plata de Guadalcanal, no se conocen testimonios directos; tan solo el historiador -Barrantes-, a mediados del siglo XIX, se refiere a un manuscrito mutilado del siglo XVII titulado « Guadalcanal y su antigüedad », en el que existe alguna alusión a una actividad romana, al igual que lo reseña -Guillermo Bowles-.
Por otro lado, en el plano elaborado por Goetz Phillipi, que trabajó dicho criadero en Guadalcanal a principios del siglo actual, se anota la existencia de una « casa romana ».
ÉPOCA VISIGODA.- A partir del siglo III después de Cristo, las incursiones germanas en el norte de
ÉPOCA MUSULMANA.-No existen demasiadas referencias sobre extracción minera en la bibliografía que corresponde a este milenario de civilización, aunque sí hay constancia de determinadas explotaciones y muy en particular, existen numerosos comentarios mencionando con cierto detalle la riqueza del subsuelo andaluz, a la vez que dan precisiones en general exactas sobre el emplazamiento de los criaderos de minerales.
En el viaje que Guillermo Bowles realizó a partir de 1752 por encargo de Carlos III para reconocer diversas minas españolas, las explotaciones de hierro se citan en el Cerro del Hierro.
En el año 1499, en Ocaña, se concierta Real Asiento con Francisco de Herrera sobre los mineros, entre otros, de las villas de Guadalcanal, El Pedroso y Constantina.
SIGLOS XVI y XVII.- El 10 de Enero de 1559,
En esta Pragmática « se incorporan a
El efecto de estas disposiciones pronto se dejó sentir y el interés que
Durante la primera mitad del siglo XVI, el régimen legal minero siguió estando determinado por el otorgamiento de concesiones en grandes dominios geográficos. De este periodo destacan los concedidos por los Reyes Católicos entre los años
Entre otros, en el año
En concreto, la actividad minera de mayor relevancia en territorio andaluz durante esta etapa fue sin duda la que constituyó la explotación del yacimiento de plata de Guadalcanal. La historia de estas minas surge en el año 1555, cuando fueron descubiertas por Martín Delgado, teniente alcalde de la villa, llegando la noticia a conocimiento de
Afines de 1556 y a la vista de los numerosos registros mineros que surgen entorno al éxito de Guadalcanal, se nombró Inspector General de las minas a Francisco de Mendoza, hijo del Virrey de las Indias y conocedor de la minería en aquellos territorios; se variaron los procesos de tratamiento, suprimiéndose el lavado para fundir directamente los minerales, al mismo tiempo que se instalaban molinos de caballerías y parece ser que se comenzaron a emplear esclavos negros para las operaciones mineras, muy especialmente las de desagüe. Cuando Agustín de Zárate dejó la mina, a principios del año siguiente, se trabajaba a cuarenta metros de profundidad, con grandes problemas de agua, iniciándose una etapa de decaimiento; en ese mismo año se comenzó a aplicar el proceso de amalgamación para la recuperación de la plata, tal y como se venía haciendo en las minas americanas y a cuyo efecto se mandó venir de Méjico a Mosén Antonio Boteller, quien había trabajado en el descubrimiento de estos procesos junto al sevillano Bartolomé de Medina.
Es curioso que precisamente sobre esta mina de Guadalcanal es por vez primera donde, de alguna forma, se instrumenta la figura de reserva estatal: así en
En
De entre las valiosas publicaciones relativas a la minería de este periodo destacamos por su relación la de 1663 por el capitán Fernando Contreras, titulada«Noticias del mineraje de Indias y de las minas que hay en España»,donde se propone el restablecimiento de varias minas, entre ellas las de Guadalcanal y Riotinto, proponiendo la creación de una escuela real minera en una de las dos localidades.
Al finalizar el siglo XVII, la minería se situaba en un periodo de franca decadencia; el Estado labraba por su cuenta las minas de Guadalcanal, Riotinto y Linares, así como la de grafito de Marbella, y algunos particulares trabajaban algunos veneros, fundamentalmente de plomo y cobre argentífero, en las provincias de Granada y Sevilla.
Rafael Remuzgo Gallardo
Asociación Cultural El Torrejón
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