Un siglo de Tradición, de Micrófilo a hoy
Quinta parte
APÉNDICE III
La mala suegra
Carmela se paseaba por una salita alante
con un dolor de cabeza que el corazón se le parte.
/....................../ /................................../
Si a la noche viene Pedro yo le pondré de cenar,
y si quiere ropa limpia yo también se la se dar.
Por la noche vino Pedro: Mi Carmela, donde esta?
Tu Carmela es una tuna, no tiene perdón de Dios
//........................./ /.................................//
(Encarnación Parrón Díaz)
III. ROMANCERO DE MARIA CUMBRE CARMONAQuinta parte
APÉNDICE III
La mala suegra
Carmela se paseaba por una salita alante
con un dolor de cabeza que el corazón se le parte.
/....................../ /................................../
Si a la noche viene Pedro yo le pondré de cenar,
y si quiere ropa limpia yo también se la se dar.
Por la noche vino Pedro: Mi Carmela, donde esta?
Tu Carmela es una tuna, no tiene perdón de Dios
//........................./ /.................................//
(Encarnación Parrón Díaz)
La loba parda
Estando en la mía choza pintando mis alpargatas
vi venir siete lobos por Io alto Sierra Nevada;
venían echando suertes a ve(r) a quien le tocaba;
le tocó a una loba chica, patituerta y jorobada.
Le dio una vuelta a la red y no pudo sacar nada,
le dio otra media vuelta, saco una ovejita blanca,
sobrinita de la negra.
Traia siete cachorros y una perra trujillana.
Andar, perrillos, ahí, andar, perrillos, de fama,
si me traéis la borrega la cena tenéis ganada:
un caldero de calostros, otro de leche migada.
No le temo a tus cachorros, ni a la perra trujillana,
que tengo yo mis dientes coma puntas de navaja.
Anduvieron siete leguas, todas ellas barbechadas,
al pasar el arroyuelo la loba se vio cansada.
Tome usted su borrega, viva y sana como estaba.
Yo no quiero mi borrega que la traes maltratada.
Lo que quiero son las orejas pa un abanico que se abanique el ama;
lo que quiero son las patas pa un banco pa hacer la matanza;
y la piel pa el pastor una zamarra.
Bernal Francés
Tras, Eras, que a la puerta Ilaman . ..................
Abrir que soy don Francisco a quien tú sueles abrir.
Bajando por la escalera se le apagó el candil,
la ha cogido de la mano y se la llevó al jardín
Le lavo sus blancas piernas con agua de toronjil,
le seco sus blancas piernas con toallas de marfil.
Lo ha cogido de la mano y se lo llevó a dormir.
A esto de la media noche se le ha ocurrido decir:
¿Que tiene usted, don Francisco, que no se vuelve hacia mi?
¿Le teme usted a la justicia o le teme al alguacil?
No le terna a la justicia, ni le terna al alguacil,
ni le terna a mi marido que se fue a tierra de Madrid.
El Quintado
El día en que me casé me llevaron a la guerra,
y he dejado a mi mujer ni casada ni soltera
¿Tan guapa es tu mujer que tanto te acuerdas de ella?
Del bolsillo que llevaba sacó una foto de ella.
¿Mira si seria guapa, mira si seria bella
que hasta el mismo capitán se ha enamorado de ella!
Toma la licencia y vete y cuida de esa doncella,
que por un soldado menos no se va a perder la guerra.
Ábreme la puerta, sol, ábreme la puerta, estrella.
La puerta yo no la abro, mi marido está en la guerra.
Ábreme la puerta, soI, ábreme la puerta, estrella,
que por tu cara bonita me he librado de la guerra.
Allí fueron los abrazos y allí fueron los delirios,
y allí fueron encontrados los dos esposos perdidos.
La doncella guerrera
Malhaya la suerte mía
de las siete hijas que tengo y ningún hijo varón.
Y le dice la pequeña: No eche usted esa maldición;
déme usted espada y caballo y a la guerra me voy yo.
Tienes la cara de rosa para ser hombre varón.
Eso no importa, padre, y a la guerra me voy yo.
Tienes el cabello largo para ser hombre varón.
Eso no importa, padre, eso me Io corto yo.
Tiene(s) el pecho mu abultado para ser hombre varón.
Eso no importa, padre, , eso me lo oculto yo.
Siete año(s) estuvo sirviendo y nadie se lo notó,
y una tarde paseando con los reyes de Borbón
se le ha caído la espada, por decir: Dios que pequé;
por decir: Dios que pequé, dijo: Pecadora yo
Madrecita, la mía reina, que yo me muero de amor
que el caballero don Marcos es hembra que no es varón,
Convídalo tú, hijo mío, a correr contigo un día
que si ella fuera mujer nunca se cansaría.
Los tres caballeros, madre, enseguida se cansaron
y el caballero don Marcos ha corrido más que un galgo.
Madrecita, la mía reina, que yo me muero de amor
que el caballero don Marcos es hembra que no es varón.
Convídalo tú, hijo mío, a coger peras un día
que si ella fuera mujer en la falda se la(s) echaría.
Los tres caballeros, madre, las mangas se las llenaron
Y el caballero don Marcos .............................
Convídalo tu, hijo mío, a nada(r) contigo un día
que si ella fuera mujer nunca se desnudaría.
Los tres caballeros, madre, se echaron a desnudar
y el caballero don Marcos se ha sentado a llorar.
¿Por qué llora usted, don Marcos? porque tengo que llorar,
porque mi pena es muy grande y no la puedo ocultar.
La ha cogido de la mano con contento y alegría,
le dijo a su madre reina: Ya logre lo que quería.
Pedro M. Pinero Virtudes Atero
Virtudes Atero Burgos, Doctora en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla y Catedrática de Literatura Española en la Universidad de Cádiz.
Pedro Manuel Piñero Ramírez, Licenciado en Filología Románica por la Universidad de Granada y Doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario