La puesta en pie de una empresa minera real de Guadalcanal 2
Ante los informes que les llegan, el Rey o la Princesa Gobernadora en su caso no se limitan a expresar su satisfacción o insatisfacción por la marcha de los trabajos, sino que toman decisiones y participan en muchos asuntos relacionados con la gestión. La Princesa Gobernadora escribía a Zarate en marzo de 1556:
“Tendreis cuidado de enviar la relación de todos los gastos y costas que de ordinario se hacen en la fabrica desas minas, como os tengo mandado, porgue quiero saber toda la gente que anda y se ocupa en ellas y con que salarios y jornales, y todas las otras costas que se hacen. Y asimismo me iréis enviando la relación con lo que procediere dellas de quince en quince dias”.11
Felipe II se encarga, aprovechando su presencia en Flandes, país de buenos especialitas y además cercano al Imperio alemán, de reclutar técnicos allí 12: Pero igualmente toma desde allí decisiones en aspectos de los trabajos que pueden a nuestros ojos resultados insólitos, por cuanto en nuestros tiempos no merecerían la atención de un simple subdirector de fábrica.
Desde luego, el flujo informativo entre la Corte y la mina fue mucho más constante en los siete primeros años de explotación, los de mayor esplendor. Pero la información no se interrumpe después; un correo fijo enlazaba la explotación de Guadalcanal con Madrid cada dos meses en el que los oficiales tenían obligación de enviar relación puntual de lo sucedido en los últimos sesenta días. Pero la diligencia de los primeros años dio paso a un mayor desinterés, que a veces llegaba a convertirse en un inexplicable retraso en la contestación “una cedula real expedida el 11 de agosto de 1563 se recibía en las minas el 13 de noviembre. 13
En estas condiciones, la centralización de tantas decisiones en la Corte, la persona real y los organismos superiores de Hacienda —el Consejo y los Contadores Mayores, estos últimos con una intervención mucho mas frecuente que el primero—, que en ocasiones alcanzan situaciones verdaderamente grotescas, no puede sino resultar nociva para el buen funcionamiento de los trabajos. La autoridad de las explotaciones radica en Madrid ello se le recuerda continuamente a los oficiales de Guadalcanal, a quienes se obliga a consultar continuamente a través del correo. Pero, si bien la comunicación no es en exceso lenta, la poca agilidad de la burocracia en tomar decisiones y transmitirlas produce resultados altamente perniciosos para la marcha de los trabajos. Así por ejemplo, en Aracena se siguen trabajando dos pozos después de que los técnicos hubieran dictaminado que carecían ya de riqueza mineral por no haberse recibido ordenes de Su Majestad para paralizar la actividad; desde allí mismo se reciben consultas en la Corte sobre si se debe o no desaguar un pozo y de que forma debe este desagüe hacerse 14. En Guadalcanal, la explotación se paraliza un tiempo por falta de caballerías para hacer funcionar las máquinas, ya que la autorización para su compra debía llegar del Consejo 15. Mosén Boteller, que trabajaba en introducir el procedimiento del patio de Guadalcanal, había pedido al Consejo que se le prestaran, para no paralizar su trabajo, siete arrobas de azogue; Aquel le responde que
“sobre ello tienen scripto (los del Consejo) a Su Magestad, y hasta que su Magestad enuie a mandar lo que fuere seruido se haga, no ha lugar” 16
Los exámenes de suficiencia que se practica para admitir especialistas a trabajar en las minas, cuyas pruebas se efectúan en la propia explotación, se han de remitir al Consejo y es este el que elige la lista de admitidos 17. Incluso el nombramiento de guardas debe proveerse desde Madrid; en 1570 informaban los oficiales desde las minas:
“Esta fábrica tiene necesidad de guardas, las quales, como no tenemos comisión de nombrarlas, hasta aora no se han puesto con algún daño desta hacienda, como se ve por algunos hurtillos que se han topado y otros que no se habían uisto. V.M. las mande proueer desta tierra donde abra jente onrada de quien entendernos se podrá fiar y como cosa mas a mano serán llamadas a la necesidad y despedidas no siendo menester, que si han de uenir de allá es mucho yncouiniente y no menos costa”.
Opinión coincidentemente sensata mantenía el contador Zarate, a quien catorce años después de su cese se había vuelto a enviar a Guadalcanal para que practicara una información:
“Porque las fundiciones y afinaciones no se pueden hacer sin guardas que siempre asistan allí, se proueyeron cuatro guardas, pero estas están de prestado para que cesen los salarios en cesando el metal, pues se hallaran a la mano en tornándose a hallar, y hasta que esto suceda no ha parescio que no hay para que se prouean guardas desa corte, porque, con hazerlos uenir con sus mugeres y casas, paresce que hay obligacion de no despedillos aunque no tengan que hacer; quando el metal respondiere, como esperamos que habrá ocupación continua, daremos noticia a V.M. y podrá mandar proueer las personas que fuere seruido y lo mismo de escribano y alguazil, que por agora una guarda sirue todo” 18.
Igualmente, la recepción de fondos para gastos de la mina se ve rígidamente centralizada, ya que no se permite a su administración quedarse con la parte de la producción necesaria para su subsistencia, previa justificación, lo que, dada la poca agilidad de la Real Hacienda, provoca igualmente retrasos y paralizaciones 19.
La poca capacidad de maniobra de que gozan los oficiales de las explotaciones reales provoca a veces su protesta al Consejo, ya que se consideran lesionados en su dignidad. En 1567, aquellos despiden a un peón acusándole de bajo rendimiento en el trabajo y el Consejo les pide cuentas de las razones de aquel cese, a lo que los oficiales contestan en tono agrio que:
“fue despedido por mal honbre y esplicar mas la causa no es de calidad que se sufre” 20.
Pero es que incluso esta reducida autonomía se ve menguada por su propia actuación. Tras el cese de Mendoza, los tres oficiales que quedan al cargo del sector minero real tienen prácticamente igual autoridad y sus competencias deliberadamente no están delimitadas, lo que acarrea el que continuamente surjan problemas entre ellos que los conducen llevar la ultima decisión al Consejo, que controla así mas si cabe a sus subordinados guadalcadalinos.
Ejemplos como los citados son numerosos y retrasan, paralizan y producen un gran derroche de medios y un funcionamiento del sector real radicalmente antieconómico. En noviembre de 1566, por ejemplo, se refine en circunstancias de autentica bancarrota en Guadalcanal una comisión para estudiar las razones del decrecimiento de la producción y buscar remedios. Mucho tiempo después de que la reunión de expertos emitiera dictamen, escribían los oficiales de la mina a la Corte:
“se trato largamente en la visita destas minas y otras muchas vezes se a dado noticia dello en cartas y memoriales a V.M. y como cosa de que ya V.M. tan larga practica tiene y relación, esperando que se a de proueer cada día lo que mas convenga a esta hazienda, nosotros no inovamos cosa alguna”.
Ante los informes que les llegan, el Rey o la Princesa Gobernadora en su caso no se limitan a expresar su satisfacción o insatisfacción por la marcha de los trabajos, sino que toman decisiones y participan en muchos asuntos relacionados con la gestión. La Princesa Gobernadora escribía a Zarate en marzo de 1556:
“Tendreis cuidado de enviar la relación de todos los gastos y costas que de ordinario se hacen en la fabrica desas minas, como os tengo mandado, porgue quiero saber toda la gente que anda y se ocupa en ellas y con que salarios y jornales, y todas las otras costas que se hacen. Y asimismo me iréis enviando la relación con lo que procediere dellas de quince en quince dias”.11
Felipe II se encarga, aprovechando su presencia en Flandes, país de buenos especialitas y además cercano al Imperio alemán, de reclutar técnicos allí 12: Pero igualmente toma desde allí decisiones en aspectos de los trabajos que pueden a nuestros ojos resultados insólitos, por cuanto en nuestros tiempos no merecerían la atención de un simple subdirector de fábrica.
Desde luego, el flujo informativo entre la Corte y la mina fue mucho más constante en los siete primeros años de explotación, los de mayor esplendor. Pero la información no se interrumpe después; un correo fijo enlazaba la explotación de Guadalcanal con Madrid cada dos meses en el que los oficiales tenían obligación de enviar relación puntual de lo sucedido en los últimos sesenta días. Pero la diligencia de los primeros años dio paso a un mayor desinterés, que a veces llegaba a convertirse en un inexplicable retraso en la contestación “una cedula real expedida el 11 de agosto de 1563 se recibía en las minas el 13 de noviembre. 13
En estas condiciones, la centralización de tantas decisiones en la Corte, la persona real y los organismos superiores de Hacienda —el Consejo y los Contadores Mayores, estos últimos con una intervención mucho mas frecuente que el primero—, que en ocasiones alcanzan situaciones verdaderamente grotescas, no puede sino resultar nociva para el buen funcionamiento de los trabajos. La autoridad de las explotaciones radica en Madrid ello se le recuerda continuamente a los oficiales de Guadalcanal, a quienes se obliga a consultar continuamente a través del correo. Pero, si bien la comunicación no es en exceso lenta, la poca agilidad de la burocracia en tomar decisiones y transmitirlas produce resultados altamente perniciosos para la marcha de los trabajos. Así por ejemplo, en Aracena se siguen trabajando dos pozos después de que los técnicos hubieran dictaminado que carecían ya de riqueza mineral por no haberse recibido ordenes de Su Majestad para paralizar la actividad; desde allí mismo se reciben consultas en la Corte sobre si se debe o no desaguar un pozo y de que forma debe este desagüe hacerse 14. En Guadalcanal, la explotación se paraliza un tiempo por falta de caballerías para hacer funcionar las máquinas, ya que la autorización para su compra debía llegar del Consejo 15. Mosén Boteller, que trabajaba en introducir el procedimiento del patio de Guadalcanal, había pedido al Consejo que se le prestaran, para no paralizar su trabajo, siete arrobas de azogue; Aquel le responde que
“sobre ello tienen scripto (los del Consejo) a Su Magestad, y hasta que su Magestad enuie a mandar lo que fuere seruido se haga, no ha lugar” 16
Los exámenes de suficiencia que se practica para admitir especialistas a trabajar en las minas, cuyas pruebas se efectúan en la propia explotación, se han de remitir al Consejo y es este el que elige la lista de admitidos 17. Incluso el nombramiento de guardas debe proveerse desde Madrid; en 1570 informaban los oficiales desde las minas:
“Esta fábrica tiene necesidad de guardas, las quales, como no tenemos comisión de nombrarlas, hasta aora no se han puesto con algún daño desta hacienda, como se ve por algunos hurtillos que se han topado y otros que no se habían uisto. V.M. las mande proueer desta tierra donde abra jente onrada de quien entendernos se podrá fiar y como cosa mas a mano serán llamadas a la necesidad y despedidas no siendo menester, que si han de uenir de allá es mucho yncouiniente y no menos costa”.
Opinión coincidentemente sensata mantenía el contador Zarate, a quien catorce años después de su cese se había vuelto a enviar a Guadalcanal para que practicara una información:
“Porque las fundiciones y afinaciones no se pueden hacer sin guardas que siempre asistan allí, se proueyeron cuatro guardas, pero estas están de prestado para que cesen los salarios en cesando el metal, pues se hallaran a la mano en tornándose a hallar, y hasta que esto suceda no ha parescio que no hay para que se prouean guardas desa corte, porque, con hazerlos uenir con sus mugeres y casas, paresce que hay obligacion de no despedillos aunque no tengan que hacer; quando el metal respondiere, como esperamos que habrá ocupación continua, daremos noticia a V.M. y podrá mandar proueer las personas que fuere seruido y lo mismo de escribano y alguazil, que por agora una guarda sirue todo” 18.
Igualmente, la recepción de fondos para gastos de la mina se ve rígidamente centralizada, ya que no se permite a su administración quedarse con la parte de la producción necesaria para su subsistencia, previa justificación, lo que, dada la poca agilidad de la Real Hacienda, provoca igualmente retrasos y paralizaciones 19.
La poca capacidad de maniobra de que gozan los oficiales de las explotaciones reales provoca a veces su protesta al Consejo, ya que se consideran lesionados en su dignidad. En 1567, aquellos despiden a un peón acusándole de bajo rendimiento en el trabajo y el Consejo les pide cuentas de las razones de aquel cese, a lo que los oficiales contestan en tono agrio que:
“fue despedido por mal honbre y esplicar mas la causa no es de calidad que se sufre” 20.
Pero es que incluso esta reducida autonomía se ve menguada por su propia actuación. Tras el cese de Mendoza, los tres oficiales que quedan al cargo del sector minero real tienen prácticamente igual autoridad y sus competencias deliberadamente no están delimitadas, lo que acarrea el que continuamente surjan problemas entre ellos que los conducen llevar la ultima decisión al Consejo, que controla así mas si cabe a sus subordinados guadalcadalinos.
Ejemplos como los citados son numerosos y retrasan, paralizan y producen un gran derroche de medios y un funcionamiento del sector real radicalmente antieconómico. En noviembre de 1566, por ejemplo, se refine en circunstancias de autentica bancarrota en Guadalcanal una comisión para estudiar las razones del decrecimiento de la producción y buscar remedios. Mucho tiempo después de que la reunión de expertos emitiera dictamen, escribían los oficiales de la mina a la Corte:
“se trato largamente en la visita destas minas y otras muchas vezes se a dado noticia dello en cartas y memoriales a V.M. y como cosa de que ya V.M. tan larga practica tiene y relación, esperando que se a de proueer cada día lo que mas convenga a esta hazienda, nosotros no inovamos cosa alguna”.
11 A.G.S. Contadurías Generales, Leg.° 3.072, s.f.; carta de la Princesa a Zárate de 24 de febrero 1556.
12 Sobre informes al Rey o a la Princesa y resoluciones de estos, cfr. A.G.S. Estado, Leg.° 129, fo 119 a 124 y 178; Estado, Leg.° 511, fols. 190-191-192-194-228-229-266; Estado, Leg.° 512, fol. 28; Estado Leg.° 513, fol. 189. Ordenes de Zarate para que se incremente la producción: A.G.S. Patronato Re Leg.° 26, fol. 158. Ordenes reales para que no se tome resoluci6n en los pleitos sobre minas sin cónsul a Su Magd. en A.G.S. Estado, Leg.° 112, fols. 119 y ss.
Otras informaciones y resoluciones en A.G.S. Estado, Leg.° 516, fols. 36 y 37; Estado, Leg.° 512, f 59, fols. 73 a 75, fol. 83, fol. 136; Estado, Leg.° 519, fols. 16-25-42-75-114 a 116, fol. vto. 4; Estado, Le 137, fol. 246; Leg.° 514, s.f., carta de la Princesa Gobernadora al Rey de 2 de febrero de 1557 y carta Felipe II a la Princesa de 14 de febrero de 1557, fols. 22-23 y 35; Estado, Leg.° 515, fols. 112 a L Estado, Leg.° 120, fol. 40; Estado, Leg.° 112, fols. 131 y ss. A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Le 28, fol. 1, fol. 3 y fol. 4. A.G.S. Contadurías Generales, Leg.° 3.072, s.f., respuesta a las cartas de Zarate de 3-9 de febrero de 1556. A.G.S. Consejo y Junta de Hacienda, Leg.° 28, fol. 173, carta del F al contador Zarate de noviembre de 1556:
“del buen suceso de las minas de que he holgado mucho, Dios lo llebe adelante (...) y da toda la prisa posible a cabar y sacar los metales y a fundillos y afinallos, pues no puede al más nescesidad de lo que ay de la plata que dellos se sacare”.
13 En 1570, a la carta de los oficiales de Guadalcanal en que dan cuenta del nuevo hallazgo mineral rico, contesta el Consejo:
“Que se recibió esta carta y los despachos y relaciones que con ella enbiaron y que nos ha dado, particular contentamiento que se haya descubierto y dado en este metal tan rico y que vaya tan buenas muestras, de lo qual se dio luego aviso a Su Magd. y ,el holgó mucho dello y pues ven lo que ynporta a su rreal seruicio, que se usa en la labor desta mina de toda la mayor diligencia que sea posible, que se les encarga que lo hagan”;
fr. A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 106, fol. 8. Dos años mas tarde escribían del Consejo a as administrativos de la mina:
“Y porque, como sabeís, ha muchos años que estas minas, no nebargante que se continua la fabrica dellas y se han hecho y haven en esto algunos gastos y andan flacas, como quiera que, según lo que nos habeis diversas veces escrito, esta descubierto y se va siguiendo, aunque en lo muy hondo, la uena del metal con mucha demostración y esperanza de riqueza y porque ya podeis considerar a la importancia que sería para ayudar a nuestras nescesidades que se pusiese mucha diligencia en desfrutar las dichas minas con todo el calor que fuese posible, vos mandamos que tambien trateis luego deste punto y llamando al Blanco y a los otros capataces y personas que tienen desto mas esperiencia, se mire y confiera lo que en esto se podria hacer (...) sobre que nos enviareis, con la mayor claridad que ser pudiere, la resolución que se tomare parar que tomemos aquí resolución sobre ello”;
fr. A.G.S Escribania Mayor de Rentas, Minas, Leg.° 24, s.f., orden real a los oficiales de Guadalcanal de 24 de julio de 1572. En relación con la infraestructura de comunicaciones, cfr. A.G.S. Diversos de Castilla, Leg.° 8, fol. 67; A.G.S. Estado, Leg.° 143, fols. 168-169. A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, ,eg ° 68, fol. 125, Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 96, fol. 42.
14 Cfr. A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 28, fol. 3. También en A.G.S. Consejo y Juntas le Hacienda, Leg.° 28, fol. 5, escribe Lope Días de Mercado a la Corte:
“como la tierra en tan umeda y llubiosa, mana tanta agua que de la noche a la mañana que paran de andar en ellos tienen que hazer los que en ellos trabajan otro día asta mediodia en sacar el agua de cada poco y esto considerado que el agua va cada día en crecimiento y que las noches son tan grandes que los días casi se pasan en desaguar estos pocos, me ha dado ansi mismo ocasión que avisare a V.M. desto como mensajero propio para que siendo V.M. dello servido mandase que o no se trabaje en estos pozos que tienen agua asta marco que sera pasado el ynbierno y las aquas y no abra tantos manantiales o se trabaje en ellos noche y día” .
15 Cfr. A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 156, fol. 3, carta de los oficiales de Guadalcanal d Rey de 16 de enero de 1576.
16 A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 57, fol. 110, petici6n de Monsén Antonio Boteller.
17 Cfr. A.G.S. Diversos de Castilla, Leg.° 8, fol. 55.
18 Cfr. A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 106, fol. 8, carta de los oficiales de Guadalcanal a Su Magd. de 11 de julio de 1570 y A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 115, fol. 5, de Agustin de Zarate a Su Magd. de 5 de enero de 1571.
19 El 31 de diciembre de 1563 habia en la caja de las minas solo 510.000 maravedies, lo que habia llegado a provocar ya desabastecimiento de alimento para los trabajadores y estaba a punto de acarrear el despido de los que trabajaban el desague, con las consecuencias imaginables, ya que aquellos cobraban por semanas y si no se les pagaba se irian. Faltaban igualmente alli almártaga y madera, indispensable para las fundiciones. Sin embargo, en la caja habia plata —163 marcos—, pero no puede venderse para hacer frente a las necesidades de la producción porque es necesaria previa provisión real; cfr. A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 51, fol. -21.
20 Cfr. A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 82, fol. 60.
De Minería,
Metalúrgica y Comercio de Metales
Julio Sánchez Gómez
Julio Sánchez Gómez
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