By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



miércoles, 14 de diciembre de 2016

Guadalcanal, un pueblo en la memoria 8

IX.- Religiosidad Popular (1)




Cuenta una leyenda ininterrumpida que a mediados del siglo XIV, aproximadamente, tuvo lugar un acontecimiento de gran interés popular en nuestra villa: a dos leguas de Guadalcanal, al noroeste del término, al sitio de la Vega del Encinar, en una peña a orillas del río Guaditoca, tuvo lugar la aparición de la imagen de la Virgen María a un joven pastor, cuyo nombre no conocemos. La gran noticia corrió como un reguero de pólvora por los pueblos comarcales, acudiendo muchas personas al sitio de la aparición de la Señora. Más de un pueblo quiso apropiarse del hecho y adjudicárselo, pero, como no podía ser de otra manera, fue Guadalcanal el pueblo que Ella eligió para ser su Patrona, Pastora y Reina.
Al poco tiempo se empezó a labrar una pequeña ermita donde poder exponer y venerar a la Santa, que tomó su nombre del arroyo donde se apareció: Guaditoca, nombre árabe que significa “río estrecho”. La citada ermita se levantó en terrenos que ocupaban los términos de Guadalcanal y Azuaga, dando lugar a debates y contiendas entre los dos pueblos, hasta que, el día 10 de abril del año 1428, don Enrique Infantes de Aragón, Gran Maestre de la Orden de Santiago, cedió a Guadalcanal una parte del término de Azuaga en atención a la muy crecida población de Guadalcanal. El Gran Maestre nombró jueces que dieron sentencia aclaratoria en Guadalcanal siendo el día 20 de noviembre del año 1469, al igual que, posteriormente, lo harían los Reyes Católicos en 1494.

Transcurrían los años y aumentaba cada vez más el fervor y la devoción la Bendita Madre, quedando la ermita pequeña, ya que no era suficiente para recibir a la cantidad de personas que acudían de todas partes para visitar a la milagrosa imagen, unos, para dar gracias por los favores recibidos, otros, a pedirle que remediara alguna desgracia o calamidad, a tan Buena Madre y Poderosa Abogada. Se pensaba en hacer mayor la ermita o en hacer una nueva, pero no se disponía de dinero suficiente para tal fin. Entre los miles de fieles y devotos de la Virgen, surge uno llamado Alonso Carranco de Ortega, descendiente de conquistadores extremeños, casado con doña Beatriz de la Rica y dueño, por herencia recibida de sus antepasados, de la tierra de “Los Berriales”, lindante con la ermita.
En el año 1629, este don Alonso Carranco de Ortega es nombrado regidor de la villa y en el año 1638 dispone que sea construido un santuario en suelo de su propiedad y costeado de su hacienda particular. Así comienzan las obras y se construye la nave de la iglesia, cubierta de techo y bóveda en la capilla mayor y sacristía. El resto de la obra será costeado con el esfuerzo de la cofradía y la piedad y la generosidad de los devotos de la Virgen, terminándose en el año 1647.
En el año 1649 se efectúa el traslado de la Virgen de Guaditoca a su nuevo templo, y el día 12 de diciembre, a la hora de tercia, es bendecido por el cura de la iglesia parroquial de Santa Ana, don Alonso Morales de Molina.
Por fin, con el nuevo templo se ve realizada la ilusión de muchos guadalcanalenses que quisieron que la Santísima Madre, Nuestra Señora, y el divino Niño Bellotero tuvieran una casa digna para recibir a tantos y tantos peregrinos que venían de todas partes a visitar a la Bendita Imagen. Don Alonso Carranco de Ortega está enterrado en la iglesia parroquial de Santa María de la Asunción de nuestra villa.
(1) La feria de Guaditoca.-
Desde tiempo muy antiguo se celebraba la feria y fiesta en honor de Nuestra Señora de Guaditoca durante la pascua de Pentecostés, en los alrededores del santuario, al que acudían gran número de personas de todas clases, devotos y comerciantes de los pueblos comarcanos y, sobre todo, de Extremadura, provincia a la que pertenecía nuestra villa. Unos venían a depositar sus ofrendas y peticiones a la Virgen; otros, para obtener ganancias de las ventas del ganado y los artículos que traían para tal fin.
En la explanada delante del santuario se formaban varias calles en las que se hallaban las casas de las hermandades que la Virgen tenía en varios pueblos, las de justicia y regimiento de la villa, las del patronato y otras, así como los portales donde se instalaban los comerciantes.
Cada año aumentaba la cantidad de gente que acudía de todas partes, llegando a tener tal fama e importancia la congregación de fieles y peregrinos que llegaban a la Vega del Encinar a visitar a la Santa del Lunar que ni la romería del Rocío le pudiera superar en aquellos tiempos.
En la feria del año 1781, según consta en documentos, acudieron gran cantidad de personas de ciento veinte villas y ciudades, desde Badajoz hasta Jerez de la Frontera y desde Villanueva del Fresno hasta Córdoba. La tarde del último día de feria, la Virgen recorría el entorno del santuario en procesión, en medio de la muchedumbre que ocupaba todo el terreno  de la Vega del Encinar, haciendo estación en el mismo sitio donde, según la leyenda, se apareció, en la peña junto al arroyo, donde se puso la cruz de la Aparición y que hoy allí mismo existe.
“Al paso de la Virgen iban depositando ofrendas en especie que los fieles traían para la Señora, juntando tantos y variados regalos que jamás pudiera imaginarse persona alguna. (Muñoz Torrado, 1918.)”
Los beneficios que se obtenía eran muy crecidos y con ellos se sufragaban todos los gastos del culto de la Virgen, los del santuario, y se compraban alhajas y prendas de adorno para Nuestra Señora. La Virgen llegó a tener grandes riquezas, entre las que se contaban varias casas, tierras de sembradura, muchas alhajas de gran valor, ropa de vestir y varios mantos, entre otras muchas cosas, la mayoría de las cuales, de alguna manera, desaparecieron o, mejor dicho, cambiaron de propietario sin que tengamos noticia ni documento alguno de cómo y cuándo ocurrió.
La Virgen de Guaditoca tuvo hermandad en Berlanga y Ahillones, y posiblemente también en Malcocinado y Azuaga, y el Niño Bellotero, en Valverde, de donde es patrón. Todas ellas acudían a la feria representadas con estandartes, y Valverde, con el Niño.
El nombre del Niño Bellotero se atribuye a una tradición muy antigua que cuenta cómo llevaban a esta imagen por las fincas y caseríos próximos al santuario en el tiempo de la recolección de la bellota, donde recibía como regalo gran cantidad de este fruto.
En el año 1792, las autoridades y otros miembros relevantes de la villa deciden trasladar la feria al pueblo. Así lo solicitan a la superioridad de la Audiencia de Cáceres, quien envía al alcalde mayor de Guadalcanal la orden para dicho cambio. A raíz de esto, la Virgen es traída al pueblo para la celebración de la feria, ya que antes solo venía al pueblo en caso de sequía o calamidad pública.
Se celebraba la feria en la plaza mayor del pueblo, y, a partir de entonces, la importancia y el esplendor que tuvo durante tantos años comienza a declinar, hasta el punto de que algunos años llegó a suspenderse su celebración, perdiendo así el gran prestigio que tuvo la feria de Guaditoca en la Vega del Encinar durante muchos años.
En el año 1897, el Ayuntamiento fija la fecha de celebración de la feria los días 3 al 7 de septiembre, y cinco años más tarde es trasladada al ejido del Coso. Allí, por fin, encontrará unos terrenos apropiados para tal fin y de nuevo comienza a resurgir el esplendor y la importancia que había tenido la feria de Guaditoca. 
En la actualidad se sigue manteniendo la tradición de llevar a la Virgen al Real de la Feria el tercer día por la tarde, en solemne procesión, formada por su Real e Ilustre Hermandad, acompañada de autoridades, banda de música y un gran' número de devotos de la Santa  Además, existen dos romerías: el último sábado de septiembre es llevada la sagrada imagen a su ermita, donde está hasta el último sábado de abril, en que es trasladada al pueblo para ocupar su capilla en la iglesia de Santa María de la Asunción. El día del Señor también sale la Virgen en procesión acompañando al Santísimo, que efectúa el desfile procesional en una hermosa custodia labrada en rica plata.
El paso de la Virgen tiene su cuadrilla de costaleros que, con gran amor, la llevan sobre sus hombros, y es digno de resaltar que, cada vez que sale la Virgen, es acompañada por un gran número de fieles que la siguen dondequiera que vaya. Esto ocurre ininterrumpidamente desde hace casi setecientos años.
Además de los fieles de su pueblo, Guadalcanal, puestra Pastora tiene muchos devotos en los pueblos comarcanos y             otros lugares de España.
El autor de la imagen actual fue don Antonio Illanes Castillo, de Sevilla, en el año 1937. En 1980 fue restaurada por el escultor sevillano don Carlos Bravo Nogales.
(2)Las cruces del camino.-
Son ocho cruces las que existen en el camino de la ermita de Guaditoca.
La primera es la de la Aparición que está junto al arroyo Guaditoca (“río estrecho”), donde, según una, leyenda ininterrumpida de cerca de setecientos años, fue el lugar donde se apareció la Santa a un pastorcillo que por allí andaba cuidando de su rebaño de ovejas.
La segunda cruz se encuentra a unos cien metros de la de la Aparición, o sea, a la entrada del recinto de la ermita. Se trata de una cruz con una hornacina que, probablemente, sería utilizada para depositar los presentes que regalaban a la Santa del Lunar. No tenemos más datos que aportar sobre esta cruz,  que se podría titular “cruz de la Llegada”.

La siguiente cruz es la del Aceite. Se llama así porque los arrieros que conducían el aceite a Extremadura echaban alguna cantidad del mismo en la hornacina que posee la cruz. Este aceite era recogido por el ermitaño del santuario para poder encender las lámparas y, de esta forma, mantener permanentemente iluminada la imagen de la Virgen.
La cuarta cruz, según venimos del santuario hacia la villa, es la de La Barita, pues así se llama la finca donde está ubicada. Es una zona minera en la que en otros tiempos extrajeron grandes cantidades de barita. Antiguamente, en este punto se celebraba “el encuentro” de la Virgen con el Niño Bellotero cuando se llevaba la imagen del pueblo a la ermita (romería de septiembre). En esta cruz esperaba el Niño, que venía de Valverde de Llerena (Extremadura) de donde era patrón, ,encontrándose allí con su Bendita Madre procedente de Guadalcanal. A partir de aquí, el Niño iba delante y la Virgen detrás hasta la ermita. En “la traída” al pueblo (romería de abril), este recorrido se hace a la inversa, haciéndose la despedida en la cruz de la Barita, acompañando cada grupo de fieles y romeros a su imagen en la vuelta a sus respectivas poblaciones. 
La quinta cruz se encuentra en las faldas de la finca La Alcornocosa, a la orilla del camino. En este lugar se efectúa una parada corta para descansar.
La cruz de Buenavista es la siguiente, y se trata de uno de los hitos más antiguos del camino. En este sitio se suele parar más tiempo para merendar y dar descanso a las caballerías.
Muy cerca de la anterior se encuentra la cruz más reciente de todas, junto a la carretera de Guadalcanal a Llerena, donde parte el camino hacia el santuario. Se trata de la cruz del Cruce, y aquí, nuevamente, se hace una parada.
La última cruz, octava del camino y la más próxima a la villa, es la del Puerto, lugar que, como su nombre indica, se encuentra situado en uno de los pasos de montaña que comunican Andalucía con Extremadura a través de Sierra Morena (puerto de Llerena). Es un lugar que ofrece una bella panorámica y en el que se reúnen una gran cantidad de personas y vecinos de Guadalcanal a esperar a su Reina y Patrona.
En todas las cruces se le canta la Salve a la Virgen y actúa el Coro Romero, que lleva su nombre, viviéndose momentos de gran emoción y alegría llenos del fervor que Ella se merece.
Como ya he mencionado antes, nuestras romerías fueron las más importantes en muchas leguas a la redonda, aunque para los guadalcanalenses sigue siendo la mejor y cada año acuden de todas partes devotos de la Santa del Lunar, acompañándola en todo momento.

Copyright.- Rafael Rodríguez Márquez

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