Para
el hombre, toda su existencia se desenvuelve como una permanente
búsqueda de un sentido conforme al cual vivir. Buscar ese
sentido y optar por él la conciencia es sentir el peso de una
nueva justicia que nos conduce a la madurez interior sin temor,
aunque sí con responsabilidad.
La
libertad interior no se consigue en un día, más aún,
siempre nos sentimos en falta y por momentos nos flaquean las fuerzas
al comprender que «soy yo quien construyo mi destino».
Vemos
injusticias por doquier y nos olvidamos de que también
en el orden social hay una búsqueda, hay crisis y traspiés,
y son los propios hombres los que en un proceso lento logran superar
sus situaciones de mal, a menudo con el esfuerzo silencioso de varias
generaciones.
No
se puede acelerar la historia ni la maduración social de un
pueblo por arte de magia.
Esperar
no es cruzarse de brazos. Esperar es aprender a sacrificarnos en aras
de un objetivo que siempre está un poco más adelante
que nuestra impaciencia.
«Es
difícil la esperanza, seca su belleza, ortiga irreductible,
violenta, pura como la luz solar del primer día, llena el
corazón del hombre. Está sufrida y maltratada, en cada
uno de nosotros, haciéndose continua. Haciéndose
continua herencia y pluma áspera para el ala de la vida, pluma
para las alas que nos tienen en vilo todavía. Hay que ganarse
la esperanza. Es duro ganarse la esperanza. Mírala
entre los ojos de estas gentes, sobre sus fatigadas frentes
afligidas. En esas manos de jornalera y requemada arcilla, en esos
dorsos que se comban. Mírala florecer ntre las máquinas,
sucia de grasa y hambre; entre la tinta del libro. Escuchara
en la voz de los poetas más allá que nos hablan:
«Alegría, hoja verde caída en la ventana...»
«Sigue, sigue subiendo. Falta poco. Es la vida.. Es la vida,
Sí, seguir subiendo y abrir nuestra ventana cada día y
que una hoja siempre nueva y verde nos dé en el corazón
hermosa y limpia» (Leopoldo de Luis).
Malo
es todo aquello qué impide mi crecimiento de hombre lo qué
me destruye. Es negación de conciencia de uno, mismo, negación
de responsabilidad, negación de libertad.
¿Cuál
es la grandeza del hombre? ¿Cuál su gloria y dignidad?
Domina
a las bestias salvajes y se alimenta de ellas; riega los desiertos y
recoge sus frutos; surca los espacios y pone, su pie en la luna. Pero
si con todo esto se cree grande y pisotea a su hermano, ¿para
qué le sirve su grandeza? Si en su grandeza cierra la puerta
al humilde que busca refugio y paz, ¿para qué le sirve
su progreso?
Soy
grande si mi pequeñez es capas de hacer avanzar la historia de
mi pueblo. La grandeza del árbol está en la semilla.
Manuel
Espinosa Torres
Revista
de Feria 1981
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