El tanto por ciento 1ª parte
Sábado 18 de Mayo
de 1 861.
Diez días ha que
el antiguo Corral del Príncipe; 'el tercer teatro que a fines
del siglo XVII tuvo la corte, está invadido a todas horas
por una multitud creciente.
"El contador es un
personaje poderoso, acosado de recomendaciones y árbitro de
las esperanzas de una porción de pretendientes, a los cuales
señala día y puesto, como un ministro.
"Si sé
practicase la costumbre del tiempo de D. Ramón de la Cruz y se
pagase en metálico a la puerta, ya habría reventada el
teatro, sin necesidad del apretador del siglo en que Talía
verificaba sus recepciones por la tarde y las localidades del Corral
se subdividían en sexos para mayor honestidad.
"¿Qué
acontecimiento motivó esta aglomeración, esta vivísima
curiosidad del público…?"
En estos términos
principiaba la crónica teatral publicada por Diario Español
en su folletón del 29 de Mayo de 1861. Y el acontecimiento a
que se refería y que en tan extraordinaria forma atraía
al público madrileño, constituilado las
representaciones de la comedia de Adelado López de Ayala, El
tanto por ciento, estrenada en la noche del sábado 18 del
mismo Mayo, en función a beneficio de Teodora Lamadrid.
Fue por diversos
conceptos interesante la temporada de 186o-61 en el teatro del
Príncipe, regido a la sazón por el ilustre actor D.
Pedro Delgado. Estrenádonse en ella dos obras, muy distintas
en asunto, procedimientos y hasta en valor artístico, pero una
y otra dignas de estudio: Un duelo a muerte de García
Gutiérrez (22 de Diciembre de 1861 y El tanto por ciento.
Además, por iniciativa de Delgado, se celebró el primer
homenaje dramático a Cervantes el 23 de Abril de 1861,
aniversario de su muerte, con una representación de la
comedia, de Ventura de la Vega, Don Quijote de la Mancha en Sierra
Morena; la loa de. Hartzenbusch, La hija de Cervantes, y lectura de
poesías por Teodora Lamadrid, Pedro Delgado y el célebre
novelista y dramaturgo Fernández y González.
Pero el éxito más
resonante de la campaña y de varias campañas — fue el
de la comedia de Ayala. Estaba la temporada teatral en sus
postrimerías, aun barruntando el triunfo, se contaba con dar a
la obra la docena de representaciones que entonces lograban las
comedias aplaudidas. La aglomeración del público, la no
sospechada magnitud del éxito hizo aplazar el cerrojazo varias
semanas.
El tanto por ciento —que
muchos, siguiendo a Revilla, consideran como la abra maestra de Ayala
se dio treinta y nueve noches consecutivas, hasta el 25 de Junio
inclusive y, puesto que de intereses trata la comedia, no es
inoportuno consignar que esta primera serie de representaciones, con
arreglo a las tarifas de 3 de Mayo (le 1848. (4.5oo reales las tres
primeras y el diez por ciento de la entrada las restantes), valió
al autor.42.500 reales, que representan un ingreso bruto en taquilla,
de más de 400.000 reales, ¡He aquí un buen tanto
por ciento, sobre todo teniendo en cuenta que en aquellos tiempos
felices, el poder liberatorio de la unidad monetaria, el real, era
acaso mayor que el de la peseta en nuestros días!
Materialmente, hizo,
pues, Ayala un excelente negocio; artísticamente, el negocio
fue aun mejor, ya que de un modo definitivo se colocó en la
primera línea de los dramaturgos españoles
contemporáneos, al lado de Tamayo y Florentino Sanz, entre los
jóvenes, y entre los veteranos, de Hartzenbusch, García
Gutiérrez y Ventura de la Vega.
Treinta y dos años
contaba entonces el poeta. Había nacido, de familia extremeña,
el 1º de Mayo de 1829, en Guadalcanal, pueblo de la
provincia de Badajoz que luego se incorporó a la de Sevilla
(por lo que Extremadura y Andalucía se disputan la gloria de
ser su patria chica); tras de al unos estudios en Sevilla,
vino a la corte, a los veinte años, dándose a conocer
estrepitosamente en 25 de Enero de 1851 con Un hombre de Estado. Diez
años de labor literaria y escénica, con alternativas de
éxitos y fracasos, si lograron conquistarle merecida
reputación, todavía no le habían proporcionado
el triunfo resonante y completo que consagra para siempre un hombre.
Triunfo que, como se ve, no se hizo esperar demasiado, y aún
quizá hubiera llegado antes sin la pereza extrema: del poeta y
su predilección por la política.
De estatura media, más
bien bajo que alto, llamaba la atención Ayala por su
extraordinario vigor, su caja torácica perfecta, las
armoniosas proporciones-de su cráneo.
“Rodeado el semblante
de la clásica melena española flotante y esparcida—le
describe su biógrafo Conrado Solsona—, fino y sedoso el
poblado bigote, ancha y en su término afilada la perilla, la
mirada luminosa y penetrante, Ayala parecía un caballero del
siglo XVII El cuerpo varonil movíase con lentitud y se
mostraba con cierta indolencia perezosa, no exenta de natural altivez
y majestad..."
Dotado de atractivos
físicos, poeta y meridional por fuerza había de ser
Ayala enamorado y, en efecto, fueron muchas sus fortunas amorosas.
Sin embargo, según el biógrafo citado, " dicen que
encontró la mujer ingrata merece el hombre inconstante, y que
por eso no llevó sus amores al altar..." No, pero los
cantó en deliciosos sonetos, de los más bellos que se
han escrito en lengua castellana.
Así era Ayala
cuando compuso y estrenó El tanto por ciento. Y en su comedia
reflejó su admiración a la mujer y su menosprecio de la
prosa de la vida.
La turbonada romántica
había pasado ya, dejándonos un tesoro de magníficos
dramas entre el légamo de exageraciones y monstruosidades.
Emancipado el arte de las trabas del clasicismo, proclamado, como
dice Revilla, el principio liberal en materia artística y
abiertos nuevos horizontes a la inspiración con la
resurrección de los ideales de la Edad Media, la misión
del romanticismo había concluido, originándose un
período de crisis y de transición en nuestra literatura
y especialmente, en el teatro. En ese momento nació Ayala para
las letras; y si al comenzar con Un hombre de Estado se mantuvo
todavía dentro de las fórmulas románticas, va
modificadas por los mismos que las hicieran triunfar, no tardó
en buscar otro camino. No trajo nuevas formas al teatro; mero,
avanzando sobre las huellas de Serbe, el escribe de El Puff y La
calumnia y recogiendo lo que su buen gusto diputaba mejor de unas y
otras escuelas, compuso excelentes obras, que pueden considerarse
como antecedentes de no pocas de las mejores de Echegaray. Atendiendo
siempre a la viveza de la acción externa y de los afectos,
cuidó más los caracteres, aunque trazándolos con
visible exageración, y el fin social de sus producciones; de
esta suerte, vino a dar en el asunto y plan de El tanto por ciento.
Por Ismael Sánchez
Esteban
Publicado Blanco y Negro
de 31/08/1919 , página 43 y siguientes.
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