Arroyo
de Benalija, 18 de abril de 2009
Desde temprano, a
eso de las 07.00 h, vamos organizando la recogida de activos humanos que
finalmente van a concurrir a la llamada de Alfonso García. La primera
aproximación seria es en la
Rotonda Olímpica , la del Alamillo. Desde allí salimos con
dirección a Cazalla de la
Sierra ; ya que en el bar Gallina tenemos previsto el punto
desde donde organizaremos el reparto de coches.
Desde ahí
atravesamos Cazalla y nos dirigimos por la carretera de Guadalcanal hasta, tras
bajar la Cuesta
del Gallo, el puente que pasa por encima de la Rivera de Benalija.
Mientras van llegando todos los vehículos cuatro coches se dirigen hasta el
punto final de nuestra ruta, tres quedan allí y regresan los conductores en el
coche de Pedro Vera.
Es al llegar de
nuevo al puente cuando comenzamos nuestra andadura, para ello primero pasamos
una alambrada paralela a la carretera. Desde el inicio los rastros de conejos
son abundantísimos. El color grisáceo del día es un aliciente más en nuestro
camino, las abundantes hierbas mojan nuestros perniles. El Cerro Monforte nos
da la bienvenido a nuestra izquierda, cerrando el valle por el norte y el Monte
San Antonio, guarda el camino por el margen izquierdo del arroyo, al sur. Si
vas en silencio y atento el San Antonio te puede dar alguna sorpresa, en forma
de cierva. Como medida de prevención, dado que somos 29 y el camino se hará más
enrevesado, Antonio Negrete pone en marcha el operativo radiofónico.
Hubo que sortear,
ya lo sabíamos, con cierta habilidad los arroyos Molino, primero, y Mezquita,
un poco más tarde, antes de llegar a la zona de El Chorreón; sitio este donde
aparecen calizas que indican que el fácil camino va a tornarse algo
indisciplinado; el río se encajona y muestra una gran belleza a su paso. Estas
calizas guardan nidos de grandes rapaces; como bien sabe Manolo Rodriguez.
Espejo.
Al poco nos
reagrupamos y tomamos un tentempié. Cuando comienzan las primeras gotas de
lluvia que traen a mi cabeza el poema de D. Antonio Machado: "En Abril,
las aguas mil"; el cuál no se de memoria pero ahora abusando de libraco
transcribo para todos. En el ejercicio mental cámbiese el Duero por la Rivera de Benalija y veréis
como todo lo demás cuadra.
Son de abril las aguas mil.
Sopla el viento achubascado,
y entre nublado y nublado
hay trozos de cielo añil.
Agua y sol. El iris brilla.
En una nube lejana,
zigzaguea
una centella amarilla.
La lluvia da en la ventana
y el cristal repiqueteo.
A través de la neblina
que forma la lluvia fina,
se divisa un prado verde,
y un encinar se esfumina,
y una sierra gris se pierde.
Los hilos del aguacero
sesgan las nacientes frondas,
y agitan las turbias ondas
en el remanso del Duero.
Lloviendo está en los habares
y en las pardas sementeras;
hay sol en los encinares,
charcos por las carreteras.
Lluvia y sol. Ya se oscurece
el campo, ya se ilumina;
allí un cerro desparece,
allá surge una colina.
Ya son claros, ya sombríos
los dispersos caseríos,
los lejanos torreones.
Hacia la sierra plomiza
van rodando en pelotones
nubes de guata y ceniza.
Sopla el viento achubascado,
y entre nublado y nublado
hay trozos de cielo añil.
Agua y sol. El iris brilla.
En una nube lejana,
zigzaguea
una centella amarilla.
La lluvia da en la ventana
y el cristal repiqueteo.
A través de la neblina
que forma la lluvia fina,
se divisa un prado verde,
y un encinar se esfumina,
y una sierra gris se pierde.
Los hilos del aguacero
sesgan las nacientes frondas,
y agitan las turbias ondas
en el remanso del Duero.
Lloviendo está en los habares
y en las pardas sementeras;
hay sol en los encinares,
charcos por las carreteras.
Lluvia y sol. Ya se oscurece
el campo, ya se ilumina;
allí un cerro desparece,
allá surge una colina.
Ya son claros, ya sombríos
los dispersos caseríos,
los lejanos torreones.
Hacia la sierra plomiza
van rodando en pelotones
nubes de guata y ceniza.
Continuamos camino,
teniendo que hacer alguna mini-escalada que unida al terreno mojado ponen un
punto de intriga a la trocha.
La espera de algún
rezagado. Los conejillos, las colleras de perdices, los animalillos
aprimaverados, en fin… ¡Qué bonito es el amor! Hasta alguna orquídea despunta
entre tanto colorido floreado.
Al llegar a un
coscojal la fina lluvia hace una tregua y, en una curva del camino, decidimos
parar a comer. Al reiniciar el andar encontramos un nido de mirlos, tras una
rápida foto nos alejamos con respeto del mismo para no importunar a las aves.
Poco queda para llegar frente a las Cuevas de Santiago, cuna de incipientes
humanos. De los primeros que se conocen en estas sierras. Intento imaginar como
serían estas selváticas tierras hace 7000 años, la vida de nuestros ancestros,
sus recolecciones de frutos, etc.
A partir de aquí
los más valientes, 17 en total, deciden cruzar la garganta que con el Banasto a
la derecha nos separa del puente sobre la cola de El Pintado que será fin de
nuestra ruta. Los otros 12 temerosos, ante el susto que les da pasar la
garganta no tienen más remedio que subir el Cerro Banasto y en la bajada el
Dios Búho les castiga con un fortísimo chaparrón, por miedosos.
Después recogida de
coches, alguno hizo la Cuesta
del Gallo hasta cuatro veces, y ante la persistente lluvia “la espantá” de
parte del grupo, del que no todos nos pudimos despedir. Aún así una buena parte
de él nos dimos un cafelito en “La
Posada del Moro”, Cazalla. Besos, abrazos y hasta pronto.
Batolitos…¡Al
Monte!
En Utrera, a 21 de Abril de 2009
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