Guadalanal y la Iglesia de Santa Ana 1/2
1.Introducción.-
Como es de todos conocido, la
iglesia de Santa Ana de Guadalcanal, sometida a un proceso de restauración a lo
largo de los últimos años, es edificio de gran interés arquitectónico pero de
poco conocida historia, habiendo sido muy mermado su primigenio patrimonio
artístico a raíz de los desgraciados sucesos de la Guerra Civil.
Siguiendo nuestra línea de puesta
en valor del elenco monumental de la localidad queremos trazar en esta ocasión
una visión panorámica de la historia y el arte de este templo, engarzando una
serie de datos sobre sus vicisitudes históricas con la descripción de sus
valores arquitectónicos y la evocación de las piezas artísticas desaparecidas
que ornamentaron su hoy vacío interior, que a pesar de todo constituye una
destacada muestra de la arquitectura medieval de la comarca de la Sierra Norte.
2. Descripción arquitectónica.-
Tal como ha llegado a nuestros
días, la arquitectura de la iglesia de Santa Ana expone elocuentemente las
diferentes fases por las que atravesó su construcción y los estilos en boga en
cada una de ellas, en un largo proceso que partiendo de la Baja Edad Media se
introduce en el Renacimiento y el Barroco, dando como resultado la combinación
en el templo de una serie de elementos de diferente fecha y estilo, cuya
secuencia ha sido analizada, precisamente a raíz del reciente proceso de
restauración del templo, por Miguel Ángel Tabales Rodríguez y Carmen Romero
Paredes, cuyas conclusiones sintetizaremos en estas líneas (1).
Aunque la tradición local
identifica una mezquita en el emplazamiento del templo, las excavaciones
arqueológicas realizadas en el edificio cuando las obras de restauración no han
arrojado materiales anteriores al siglo XV ni han puesto al descubierto
vestigios islámicos anteriores a la iglesia, aunque las transformaciones
sufridas por el edificio en épocas posteriores han podido eliminar las huellas
del edificio musulmán.
Entre el siglo XIII y la primera
mitad del XV se acomete la construcción de un ambicioso templo, comenzando la
obra por un ábside poligonal muy arcaico, del que sólo ha perdurado la
cimentación, flanqueado por dos dependencias de planta cuadrada, y que vendría
a unirse a una nave preexistente - ¿resto de la mezquita almohade? - que se
pensaría derribar para levantar en su lugar otra nueva en consonancia con la
cabecera y por tanto más acorde con los cánones estéticos del arte cristiano
medieval.
Sin embargo, la falta de medios
económicos retrasó la conclusión de este proyecto constructivo hasta los
últimos años del siglo XV, época a que se remontan las 'noticias documentales
más antiguas que conocemos. En efecto, el informe de la Visita Canónica de
1494 señala que el templo estaba sin abovedar, ni siquiera la capilla mayor,
cubierta su nave con madera tosca con cañas y teja encima, abriéndose a la
entrada de la iglesia un portal con arcos de cal y ladrillo, techado igual que
la iglesia (2) .
El resultado final de estas obras
fue por tanto un templo de nave única, de gran anchura, dividida en cinco
tramos por medio de arcos transversales apuntados de gran luz, cubierta con
armaduras mudéjares de par y nudillo decoradas con estrellas de ocho puntas,
menados moldurados y elementos florales policromados, uniéndose a una cabecera
constituida por un ábside de menores dimensiones que el primitivo (al perder espacio en beneficio del primer
tramo de la nave) unido a su vez a las dos dependencias laterales antes
citadas, convertidas en capillas, dedicadas en el futuro a San Ignacio de
Loyola y la Virgen
del Carmen, a izquierda y derecha respectivamente del presbiterio. A los pies
de la nave comenzaba a levantarse, con gran lentitud, la torre campanario sobre
el muro testero, aprovechado del edificio primitivo, levantándose delante del
muro derecho o de la Epístola
un pórtico articulado por tres arcos ligeramente apuntados encuadrados por
alfices que arrancan de pilares ochavados, de características típicamente
mudéjares (3).
Este esquema de nave única
articulada por medio de arcos transversales apuntados y cubierta con techumbre
de madera es muy representativo no sólo de la arquitectura medieval de la
comarca, sino también de otras zonas vecinas, como la Baja Extremadura
y las sierras de Huelva y Córdoba, teniendo en Guadalcanal otra buena muestra
del mismo modelo en la parroquia de San Sebastián, de la que nos hemos ocupado
en otra ocasión en esta misma revista. De construcción rápida y barata por los
materiales empleados mampuesto, ladrillo
y madera, este modelo de templos serranos, todavía mal estudiados y que parecen
ponerse de moda a partir de 1400, se va a extender a otras zonas; como las
comarcas levantinas y las tierras del reino de Granada, zona esta última donde
a raíz de la reconquista y bajo la iniciativa de los Reyes Católicos se van a
levantar iglesias de estas mismas características.
Otro elemento muy habitual en este tipo de templos de la Sierra es la torre-fachada,
cuyo fuste o caña arranca sobre el ingreso situado a los pies de la nave,
componiendo un imafronte de gran verticalidad de líneas al unir visualmente con
gran sentido ascensional la entrada y el campanario. La de la parroquia de
Santa Ana corona su esbelto fuste con un cuerpo de campanas en el que se abren
arcos de medio punto con baquetoncillos apilastrados enmarcando los vanos,
siendo el remate un chapitel de tipo piramidal.
En el paso del siglo XV al XVI se
acometen otras intervenciones en el templo, adosando nuevos espacios a la nave
o reformando lo recientemente levantado. En esta época puede encuadrarse la
torre comentada y la construcción, a los pies de la nave, de la actual Capilla
Bautismal, de planta cuadrada y cubierta con falsa bóveda de ladrillo sobre
pechinas y solada con pavimento de olambrillas. Otras dos capillas se levantan
adosadas al muro izquierdo o del Evangelio, ambas de planta cuadrada y
comunicadas con la capilla abierta con anterioridad al brazo del crucero. El
interior de la iglesia adquiere un nuevo aspecto gracias a la reforma de las
cubiertas (que en algunos tramos
incorporan armaduras de par y nudillo con ladrillos sobre las alfarjías), y
al programa decorativo gótico a base de pinturas murales al temple, que
representan escenas aisladas sobre un fondo general blanco, de las que se han
podido identificar una imagen femenina con nimbo y túnica roja, San Cristóbal
con el Niño Jesús, y la Virgen
y un abad entronizados con un fondo de cortinajes rematados por una crestería y
caracteres góticos no descifrados. Ya entrado el siglo XVI se emprenden otras
obras de menor consideración, como el pórtico lateral antes comentado, y el
coro, que en 1575 se apoyaba sobre un pilar grande de piedra (4)
De esta forma, el templo había
llegado a su plenitud funcional, al disponer de todos los elementos espaciales
y estructurales para atender las necesidades religiosas de la comunidad,
habiendo culminado el proceso de reformas en su interior. La iglesia resultante
es de nave única articulada por arcos transversales y cubierta con armaduras
mudéjares, contando además con torre fachada y escalera de caracol, varias
capillas laterales, unos pórticos laterales en las zonas más afectadas por la
lluvia y una relativamente rica decoración pictórica recubriendo los paramentos
interiores.
Sin embargo, la llegada del
Barroco no se resistió a dejar su huella en la iglesia de Santa Ana, máxime al
contrastar su austero interior gótico -mudéjar con la riqueza del nuevo estilo,
que comenzaba a enmascarar las viejas construcciones medievales con los
sinuosos ropajes ornamentales de la nueva estética. De esta forma, a mediados
del siglo XVII la ornamentación mudéjar dio paso a un programa pictórico más
colorista y dinámico, al decorarse los pilares con roleos y molduras, y
representarse en la entrada de la capilla del Carmen las figuras de San Pedro y
San Pablo.
Se van a levantar nuevas bóvedas vaídas o semiesféricas en las capillas colaterales al presbiterio,
ya dedicadas a San Ignacio y la
Virgen del Carmen, respectivamente, al tiempo que las
portadas exteriores adoptan programas decorativos clasicistas a base de
pilastras que encuadran arcos rebajados y sustentan frontones partidos con
hornacinas y remates piramidales. Y finalmente se acomete la gran reforma
esperada desde mucho tiempo antes: la sustitución de la primitiva cabecera
gótica, todavía en pie y en malas condiciones, por un nuevo presbiterio o
capilla mayor de planta cuadrada, de grandes dimensiones y cubierta por una
gran bóveda semiesférica. A partir del siglo XVIII se acometerán otras
intervenciones de menor cuantía, .como la erección de la tribuna a los pies de
la nave, reformas en las cubiertas y pavimentación, etc.
(1)
(TATABES RODRIGUEZ, Miguel Ángel — ROMERO PAREDES, Carmen: "
Investigaciones arqueológica en la iglesia de Santa Ana de Guadalcanal",
en Anuario Arqueológico de Andalucía (1996). Sevilla, 2001. Págs. 486 — 505;
" La Iglesia
mudéjar de Santa Ana de Guadalcanal (Sevilla). Análisis constructivo ", en
Actas del V Congreso de Arqueología Medieval Española (Valladolid, 22 a 27 de
marzo de 1999). Junta de Castilla y León, Valladolid, 2001. Págs, 879-895.
(2) MUÑOZ
TORRADO, Antonio: " Visitas hechas a los pueblos de Andalucía, León y
Extremadura de la referida Orden (de Santiago) ", en Boletín de la Real Academia
Sevillana de Buenas Letras, tomo IX, n ° 47 (1925), Pág. 97; FLORES GUERRERO,
Pilar: El arte del Priorato de San Marcos de león de la Orden de Santiago en los
siglos XV y XVI: arquitectura religiosa. Universidad Complutense, Madrid, 1987.
Vol. I, pig. 483.
(3) HERNANDEZ
DIAL, José — SANCHO CORBACHO, Antonio — COLLANTES DE TERAN, Francisco: Catálogo
arqueológico y artístico de la provincia de Sevilla, Vol. IV. Sevilla,1955..
Pág. 218; V.V. A.A.: Guía artística de Sevilla y su provincia. Diputación
Provincial de Sevilla, 1981. Pág. 581; Inventario artístico de Sevilla y su
provincia. Madrid, 1982. Vol. I, Págs. 156 - 157; HERNANDEZ DIAZ, José:
"'Informes g, propuestas sobre monumentos andaluces (I) `'l, en Boletín de
Bellas Artes,.XV (1987), Págs. 245— 246; V.V. A.A.: Edificios de tradición
mudéjar en Andalucía. Consejería de Cultura, Sevilla, 2000. Págs. 87 — 88;
ANGULO IÑIGUEZ, Diego: Arquitectura mudéjar sevillana de los siglos XIII, XIV y
XV. Ayuntamiento de Sevilla, 1983. Págs. 130 y 157.
(4) FLORES
GUERRERO. Pilar Op. cit., pág 483.
Salvador Hérnandez González
Revista de Feria 2003
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