Así él lo quiso. Nació en Guadalcanal, que es nacer en
Sevilla, en España, en Europa, en fin.
He aquí por qué cuando las cámaras televisivas se
detuvieron ante el departamento que se tragó a los tres hombres del espacio
norteamericanos, terminando de este modo una de las mejores —por la técnica
perfecta, por la novedad de lo transmitido— retransmisiones habidas, hasta
ahora, desde el Nuevo Mundo, en este viejo pudimos quedarnos embriagados, con
razón sobrada, de alborozo, de intenso regocijo.
Un apasionado sevillanismo disculparía, qué duda cabe, si,
para justificar ese desbordado contento, se trajese a relación cómo el error de
un marine, viajero por nuestro solar y al que la Renfe puso ante el lugar del
nacimiento de Pedro Ortega Valencia y de Adelardo López de Ayala, admiró la
influencia de su «batalla de Guadalcanal»
en el nombre con que aquel blanco letrero, de la estación férrea le ilustraba
del de la población que desde el tren veía; siendo, como fue, un guadalcanalense,
el Maese de Campo de aquella expedición de Mendaña descubridora del
archipiélago Salomón, quien dio el nombre de su pueblo natal a la isla mayor,
por cierto, de todas las del grupo, que andando el tiempo llegaría a ser
escenario de la ya celebérrima batalla.
O si, con igual
propósito, se recordase que mientras duró la noticia reina del pasado 13 de marzo,
fue repetirla una vez y otra, por boca por locutores de todas las hablas, una
palabra española, de origen arábigo, con significado simbólico: «Creación-De-Ríos».
O si, en el mismo empeño, se centrase la atención en las
singulares inscripciones de las gorras de larga visera con las que agasajaron a
los tres recién llegados a bordo del portahelicópteros, inscripciones en las
que los más vigorosos rasgos hacían destacar, con mucho, la misma sevillana
palabra: Guadalcanal.
O si, tercos en la intención, pretendiérese que se
adivinase la forma elegante de aparecer escrito este nombre nuestro en los
costados del buque estadounidense; ya que las cámaras, por operar sobre éste,
fueron impotentes para hacérnosla ver.
O si, por acabar recreándose con recuerdos, pusiérese al
día que este pueblo, inmerso hoy en blancores refulgentes de enjalbelgado,
denominado «Siripo» por los romanos, por los árabes «Uad-el-Kanal», ocupa la
pluma de Cervantes a fuerza de criar ricos caldos y, antes, en el segundo
decenio del siglo XVI, da cuna a quien «descubrió otra (Isla) de quatrocientas
leguas de circuito y tomó en ella posesión y la llamó Guadalcanal por ser de allí natural.
Más, para qué justificaciones, si lo cierto ha sido que en
la memorable e histórica jornada estuvo presente Europa, por ella España y por.
España Sevilla con este nombre: Guadalcanal.
Pedro Porras Ibáñez
Guadalcanal 22 de Marzo de 1969
El USS Guadalcanal
(LPH-7), fue el tercer buque de asalto anfibio de la base Iwo Jima,
que sirvió en la Armada de los Estados Unidos. Fue el segundo buque
de la Armada en llevar el nombre en honor de la Batalla de Guadalcanal, ocurrida durante la Segunda Guerra Mundial en el archipiélago de Salomón.
Fue puesto en grada en
los astilleros Philadelphia Naval Shipyard, Filadelfia, estado de Pensilvania (USA) el 1 de Noviembre de 19de 196361.
El 16 de marzo de 1963,
fue botado siendo la madrina del acto la esposa del General David M. Shoup, comandante que fue del Cuerpo de Marines USA. Entró en servicio el 20 de julio de 1963, y
su primer Comandante fue el Capitán Dale K.Peterson.
Durante su vida
operativa participó en dos recuperaciones de astronautas y su naves, la primera
fue el 21 de Julio de 1966, cuando recuperó la nave Gemini 10 en el Océano Atlántico al este de Cabo Kennedy, y el 13 de marzo de 1969,
cuando recuperó el Apolo 9 cerca de las Bahamas.
Fue dado de baja el 31 de marzo de 1994, y
asignado a la Flota
de Reserva de Defensa Nacional. El 19 de mayo de 2005,
fue hundido durante unos ejercicios.
Archivo.- Rafael Spínola
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