El hallazgo del gran archipiélago
melanesio de Salomón
Entramos en una nueva fase de la
expansión española en el Pacífico. Si las posibilidades de nuevos hallazgos se
habían reducido mucho en el hemisferio norte, ahora se tienta la fortuna bajo
la línea equinoccial. Los puertos de Nueva España seguirán sosteniendo la
comunicación y el comercio con las provincias filipinas, mientras que la base
de nuevas exploraciones oceánicas se traslada al virreinato peruano. El régimen
de vientos intuido por Urdaneta era eficaz para la navegación septentrional,
pero los intentos de regreso por latitudes subecuatoriales, desde los de
Saavedra y Ortiz de Retes hasta los de Thompson y Mourelle, demostrarán que la
vuelta, a tenor de los vientos reinantes, sólo podía hacerse por latitudes
mucho más australes.
El primero de estos viajes,
organizado por Lope García de Castro, gobernador y presidente de la Audiencia
del Perú, llevaría como capitán general a Álvaro de Mendaña, un joven de
veinticinco años, sobrino del gobernador, amparado por la experiencia del
navegante y cosmógrafo Pedro Sarmiento de Gamboa, uno y otro gallegos. Las dos
naos que integraban la flotilla se hicieron a la vela en el puerto de Callao el
19 de noviembre de 1567, con unas 160 personas a bordo. Los expedicionarios no
volverían a ver tierra americana hasta mediados de diciembre de 1578, en que
recalaron sobre la península de California, para seguir luego hasta el mismo
puerto perulero de salida.
El resultado más espectacular e
importante de esta larga campaña fue el hallazgo del gran archipiélago
melanesio de Salomón, el lugarteniente de Álvaro de Mendaña, Pedro Ortega
Valencia, tuvo especial relevancia en esta expedición, detallemos las islas
entonces descubiertas, fuera o dentro del citado grupo: atolón de ?fui, en el
archipiélago de Ellíce [hoy Tuvalu]: bajos de Roncador, al norte de las
Salomón; islas de Santa Isabel [hoy Isabel]. San Jorge, Ramos, Malalita. Kombuana,
Vatilau, Florida, Mbokonímbeti u Olevuga, Mangalon;a, Soglionara, Ndalakalau,
Sayo, Guadalcanal, Choiseul, Ulawa, Tres Marías [hoy Olu Malau, o Three
Sisters], Uki Ni Masi [hoy Ugi, San Cristóbal, Renneli, Santa Catalina y Santa
Ana, todas en el archipiélago de Salomón; atolones de Maloelap y Aur, en las
Marshall orientales, e isla de Wake, en l9"N., Muy distante de otros
grupos insulares.
Si atendemos a la realidad
política y económica inmediatas, la expedición fue un fracaso; la leyenda en
torno a la riqueza de las islas del rey Salomón se vino entonces por tierra.
Sin embargo, no ocurrió lo mismo en cuanto a los adelantamientos geográfico y
náutico. Mendaña lleva a cabo el primer viaje redondo al Pacífico meridional, y
en alguna de sus relaciones se refleja la intuición de que al sudoeste del
archipiélago salomonense hay grandes tierras, o acaso un gran continente.
Además, las informaciones redactadas por los cronistas de aquella empresa
tienen un considerable valor para antropólogos, etnólogos y naturalistas.
Curiosamente, y aunque lo intentaron unís y otra vez, los navegantes europeos
tardaron dos siglos en dar nuevaniente con las Salornón (Bougainville en 1768 y
Seville en 1769).
El ansia de llevar a cabo un
firme asentamiento en las Salomón no dejaba de hormiguear en la frente de Álvaro
de Mendaña, pero hasta casi treinta años después-no pudo realizar este sueño,
que iba a costarle la vida. El propósito de hacer población explica que
embarcasen ahora varias familias dispuestas a iniciar una nueva vida sobre una
nueva tierra. Contaba Mendaña con dos naos, una galeota y una fragata. en la
que también torno plaza su propia esposa, Isabel de Barreto, asistida por la
compañía de tres hermanos. En total, partieron del puerto del Callao unas 368
personas, entre las que iba corno piloto mayor el portugués Pedro Fernándes de
Queirós (el Quirós de los españoles), que al correr de los años adquirirá
notable celebridad. Zarpó la flotilla el 9 de abril de 1595 y, después de
descubrir dos grandes archipiélagos en el Pacífico sureño y de sufrir
muchísimos lutos entre su gente, dos años y medio más tarde llegaría doña.
Isabel con la nao capitana al puerto mejicano de Acapulco (agosto de 1597).
Ni Mendaña ni su piloto pudieron
encontrar nunca las Salomón, pero después de haber descubierto los grupos de
las Marquesas y de Santa Cruz, el capitán general y adelantado pasó a mejor
vida con otros muchos de sus hombres, entre ellos 182 que se fueron al fondo
del océano en el naufragio de la nao almirante, Santa [sabe!. Las adversidades
forzaron a la Barreto, que sucedió a su marido cono gobernadora, a buscar el
refugio de Filipinas, donde consoló pronto su viudez casándose con Fernando de
Castro, apuesto pariente de su anterior marido, con quien luego embarcaría
camino del Nuevo Mundo.
La expedición última de Mendaña y
sus sucesores tiene en la historia de los descubrimientos una significación
especial, porque cierra el ciclo de los grandes viajes llevados a cabo en el
mar del Sur durante el reinado de Felipe II muerto en 1598. Lo que viene
después, incluidas las estupendas campañas de Quirós y Váez de Torres, son
destellos de un panorama decadente cuando España, agotada por un esfuerzo
apenas concebible, pierde su protagonismo en el mayor de los océanos. He aquí
los hallazgos de la empresa que acabamos de recordar: islas de Fatu Diva,
Mohotani, Hiva. Oa y Tahuata. en el archipiélago de las Marquesas; islas de
Pukapuka, Motu Koe y Motu Kavata, con el cavo de Toka, en el grupo de las
Danger; la isla de Nurakita, la más meridional del archipiélago de Ellice o
Tuvalu; las islas de Nendo, Tinakula, Tomuto Neo. Tomuto Noi y el grupo de Swallow.
todas en el archipiélago de Santa Cruz, y las islas de Ponape [hoy Pohnpeí],
Pakin, Pagenema y otras menores, en el grupo de Senvavin, zona oriental del
archipiélago de las Carolinas.
No es posible condensar en pocas
líneas la vida del portugués de Évora Quirós, un personaje singular y
contradictorio, realista y soñador, abnegado y ambicioso, de una tenacidad que
le llevaría a. escribir más de medio centenar de memoriales al rey Felipe HE
proponiéndole nuevas campañas oceánicas. Este fue el hombre que capitaneó la
expedición compuesta de dos naos Y un patache, con unos 130 hombres de mar y
guerra, hecha a la mar desde el Callao el 21 de diciembre de 1605. Los fines de
esta empresa no eran otros que la población y pacificación de las islas
próximas al archipiélago salomonense, así como el descubrimiento del gran
pedazo de tierra firme, o cantidad de islas que se continúan desde el estrecho
de Magallanes hasta la Nueva Guinea y la Java Mayor, es decir, el gran
continente austral incógnito, tal y como lo concebían los geógrafos de la
segunda mitad del siglo XVI.
1...as naves no darán nunca con
el buscado archipiélago de Santa Cruz, descubierto por Mendaña en el viaje de
1595, bien conocido de Quirós, puesto que él había actuado entonces corno
piloto mayor. liarán, sin embargo, los españoles otros descubrimientos que en
seguida puntualizaremos, el principal de los cuales será el importante grupo de
las Nuevas Hébridas o Vanuatu, llamado por el capitán general Áustrialia del Espíritu Santo, topónimo
en el que parecía evocar la casa de Austria reinante en España y un supuesto
continente austral en el que creía encontrarse.
En la principal de estas últimas
islas, Espíritu Santo, sucedieron cosas curiosas, pintorescas y desdichadas,
como la fundación de la ciudad de Nueva Hierusaletu,
la creación de una ridícula Orden del Espíritu Santo y la súbita y poco
esclarecida desaparición de Quirós en su nao capitana, que pondrá proa al norte
hasta dar, muy por encima de los 30 boreales, con vientos que le llevarán hacia
la Alta California y, finalmente, a la bahía de Acapulco (noviembre de 1606).
Del memorable viaje que desde Nuevas Hébrida:s emprendió el capitán de la
almiranta, Luis Váez de 'Forres, hablaremos pronto. Reseñemos ahora los
resultados de la campaña de Quirós.
Aparte de la precisión en los
datos náuticos anotados por los pilotos y en una perceptible mejora de la
higiene a bordo de los buques. la expedición halló nuevas islas y archipiélagos
muy distantes entre sí, como Ducie, Henderson, Marutea, el grupo de Acteón,
Vairaatea, Tauere, Rekareka y Raroia, toda ellas en el archipiélago de Tuanmotu
en sus proximidades Caroline, atolón del grupo Southern; Rakahanga, en el
disperso grupo de Manihiki o Roggeveen; Taumaco, Treasurers y Tikopia, en el
grupo Duff o sus cercanas; Mera Lava, Merig, Maewo, Santa María, Vanua Lava,
Saddle, Mota, Espíritu Santo, Ladhi y Ureparapara, en el archipiélago de Nuevas
Hébridas o en el Bataritari, en el extremo noroccidental del archipiélago de
Gilbert.
Luis Váez de Torres se había
quedado solo en Espíritu Santo, al mando de la almiranta y de la zabra o
patache, embarcación de unas 20 ó 30 toneladas, muy apta para la exploración en
aguas someras. Entre otras personas, le acompañaba el capitán entretenido Diego
de Prado y Tovar, autor de una interesantísima crónica del viaje, que
terminaría sus días en el convento madrileño de San Basilio.
Desde allí, estos españoles van a
tentar rumbos de poniente con el fin de hallar las filipinas y descubrir, al
paso, todas las tierras nuevas que aparezcan en aquellas latitudes. El relato
de la jornada es apasionante y no exento de curiosísimas observaciones
geológicas y etnológicas.
Torres anotará en su haber logros
tan importantes como el hallazgo del estrecho que hoy lleva su nombre, el
primer avístamíento documentado del continente australiano, la determinación de
la insularidad de Nueva Guinea con el descubrimiento de su costa meridional y,
por fin, el fondeo en las Molucas y las Filipinas.
Desde Nuevas Hébridas, al son de
su marcha hasta las aguas noroccídentales de Nueva Guinea, cabe a Torres la
paternidad de los hallazgos de las siguientes islas o accidentes geográficos:
Tagula; Sideia, Doini, Bonarua, Brumer, bahía de Orangerie, Bona Bona, Delami,
Inmuta., Bonarua, Mainu, Laluoro. Lopom, Nanaubada, Langava, Parama, Dungeness.
Turtle Backed, Gabba, Long, Twin, estrecho de Endeavour. Príncipe de Gales,
montañas de Australia, cabo Vals. Dramai, Aiduma, Baronusu, Lakahaia, Adi,
bahía de Serakor, Panjang, Ekka, Batu Putih, Pissang, Shildpad y Yef Fam. Con
razón el historiador Ernest T. Hamy calificó esta campaña como la más atrevida
y mejor manejada que han llevado a cabo los españoles en las ignoradas aguas
del gran océano Pacífico.
Adrián B. Fernández de Otamendi
Ciudad de Lima
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