Jurisdicciones en
la segunda mitad del siglo XIII
El doble proceso de
conquista y repoblación llevado a cabo en Extremadura durante el siglo XIII hay
que entenderlo dentro de la dinámica de ocupación del espacio, crecimiento
económico y desarrollo de determinadas estructuras socioeconómicas iniciada en
los reinos de Castilla y León. Este proceso, iniciado con anterioridad en zonas
que vivieron la coyuntura impuesta por la frontera, es el antecedente que marca
el desarrollo de determinadas formas sociales que tuvieron en Extremadura su
proyección desde los primeros momentos de la conquista.
El territorio que
encuentran los cristianos en los momentos de la ocupación favoreció el
desarrollo de una sociedad característica que, aunque en la base posee el mismo
signo y desarrollo que la de otras zonas, generó debido a la influencia de la
frontera ciertos rasgos estructurales puestos de manifiesto a lo largo del
siglo XIII. Entre ellos el escaso o nulo desarrollo de vida urbana siempre
creadora de progreso económico[1] y como contraposición el carácter rural
impreso, escasa población, la conformación de un equilibrio jurisdiccional y
como resultado una sociedad que es envuelta en la progresiva feudalización
enmarcada territorial y jurídicamente en los distintos dominios de los que son
titulares reyes, órdenes militares, nobles y obispos. El hablar de espacio
fronterizo refiriéndose a Extremadura no lo excluye de ser considerado un
espacio donde el feudalismo, la sociedad feudal, esté ausente. Es cierto que
los movimientos cíclicos de la frontera durante más de una centuria no
favorecieron el asentamiento de pobladores ni por supuesto, la formación de la
nueva sociedad (este último concepto hay que entenderlo como desarrollo de un
modelo distinto al existente), pero el rápido avance de la frontera precipitó
la consolidación en el siglo XIII de las estructuras sociales ya ensayadas en
otras zonas de Castilla y León.
La coyuntura
fronteriza facilitó la concurrencia de las diversas fuerzas señoriales que,
utilizando métodos semejantes, acotaron sus dominios y procedieron al
asentamiento de pobladores. La convivencia de diferentes formas de poder
condujo al establecimiento de un equilibrio jurisdiccional cambiante según la
evolución que sufría la frontera, de la primera etapa donde la sociedad
extremeña se caracteriza por el predominio de las formas abiertas, se pasa a
otra en la que se precisa una evolución hacia formas más o menos cerradas en
consonancia con los presupuestos de la sociedad feudal.
En el contexto
ocupacional, además de las diferencias jurídicas hubo ciertas diferencias
territoriales marcadas ya en la época de conquista. La evolución de la frontera
extremeña, es distinta en la zona del Tajo, ocupada en los siglos XII y
comienzos del XIII, que en la del valle del Guadiana. En el primer caso la
frontera pervivió durante un periodo de tiempo muy breve, mientras que en el
segundo esta situación prácticamente no existió pues la frontera se desplazó inmediatamente
hasta Andalucía. Como consecuencia se produjo la rápida intromisión de las
fuerzas señoriales aprovechando la despoblación y las potencialidades que
ofrecía el territorio: amplias zonas desiertas en las que fundar poblaciones y
establecer extensos dominios; amplias zonas de pastos e importantes zonas de
buenos suelos en los que se podía desarrollar un asentamiento rentable. Todo
ello tuvo como último fin la señorialización de la tierra en fechas
relativamente tempranas[2].
La adquisición del
espacio: la conquista y la formación de los dominios.
El asentamiento de
pobladores y la gestación del nuevo orden social en la España cristiana, va
precedido de una actividad militar denominada tradicionalmente Reconquista.
Lejos de polemizar en torno a la utilización de los términos Reconquista y
Repoblación por la historiografía[3], otros se inclinan por la idea de agresión
feudal como parte integrante de un amplio proceso de expansión en el que se ven
inmersos los reinos de Castilla y León. Es importante dejar claro la
transcendencia implícita de la actuación militar como parte del proceso de
conquista del espacio[4].
Partiendo de esta
idea, la actuación militar alcanza en este lado de la frontera una importancia
inusitada. La Transierra
extremeña desde el primer momento en que entra en los objetivos de expansión
del rey y de los concejos extremaduranos de Ávila y Salamanca, adquiere unas
dimensiones hasta ahora no conocidas. Durante la presencia musulmana el
poblamiento se encuentra fuertemente localizado en torno al valle del Guadiana.
Al norte sólo se localizan puntos defensivos entre los que incluyen las plazas
de Cáceres, Alcántara y en último extremo la ciudad de Coria. La escasa
presencia de musulmanes en torno al Tajo animó a las fuerzas cristianas a
desarrollar una serie de campañas que terminarían con la conquista de la ciudad
citada y algunos de los castillos que hasta entonces se mantenían en su poder.
La primera conquista fue la de Coria en 1142. A partir de ese momento la
presencia de guerreros y pobladores está garantizada en Extremadura. Tras esta
victoriosa campaña los intentos de conquista de lugares como Cáceres y el
propio Badajoz son recogidos fielmente por las fuentes cronísticas y
documentales. Sólo parte de la Alta Extremadura pasa a manos de señores y
órdenes militares, como las de Santiago (fundada en Cáceres en 1170) y
Alcántara (que adoptaría el nombre décadas después de su fundación en 1176).
Las vicisitudes no son pocas, las razzias musulmanas mantienen a raya a los
expedicionarios cristianos, que hasta la conquista de Alcántara en 1212, no
encuentran el momento favorable para traspasar el Tajo. La conquista de Cáceres
por Alfonso IX en 1229 y las posteriores de Mérida y Badajoz en 1230, Trujillo
en 1233, supone un avance importante en cuanto a que los cristianos tienen
acceso directo al valle del Guadiana.
A diferencia de
otras zonas donde la intervención nobiliaria es mayor, en ésta la participación
de los freyres nos es conocida desde la conquista de Coria[5]. Los templarios fueron los primeros que
intervinieron militarmente, por lo que obtuvieron amplios territorios. Con el
favor de Alfonso VII tomaron Alconétar[6]. Poco después mantuvieron bajo su dominio,
gracias a suculentas donaciones, lugares como Coria en 1168, Portezuelo, San
Juan de Máscoras (Santibáñez el Alto) hasta 1211. En Badajoz participaron en la
conquista de Capilla en 1235, que le fue dada junto con sus términos un año
después[7]. En el sur de la Provincia consiguieron
los lugares de Valencia del Ventoso, Burguillos del Cerro, Alconchel, Jerez de
los Caballeros, Cheles, Higuera de Vargas, Villanueva del Fresno, Valencia del
Mombuey, Zahinos, Oliva y Fregenal de la Sierra donde conformaron una baylía.
Las órdenes que
realmente intervienen en la conquista son las de Santiago y Alcántara. La
primera de ellas participó activamente en al proceso de conquista hasta 1230.
Obtuvo los lugares de Trebejo y Palomero en 1186 y 1195, Granadilla en 1191, La Atalaya de Pelayo Velidiz
en 1203[8]. Tras la conquista de Cáceres los
santiaguistas participaron activamente en la conquista de Mérida, que le fue
entregada en 1230. La intensa actividad militar desplegada por esta orden en la
actual provincia de Badajoz le abrió amplias posibilidades de expansión, que en
lugares como Toledo y la Mancha
les había sido negada. Entre sus poblaciones destacan Alhange y Hornachos en
1235, Llerena, Guadalcanal, Fuente del Maestre, Reina en 1246 y Montemolín en
1248[9].
La orden de
Alcántara incorporada más tarde al proceso de conquista, recibió en 1218 la
villa de la que tomó nombre, previo acuerdo con la orden de Calatrava. Poco
después las donaciones de las que fueron objeto sobrepasaban en número a las de
sus coetáneas, quizás porque se encontraban más cerca del rey leonés y ofrecían
mayores garantías en la defensa de la frontera portuguesa. Recibieron los
lugares de Portezuelo, Santibáñez el Alto en 1220, Milana en 1226, Salvaleón en
1227, Almenara, Cadalso y Puñoenrostro, estas dos últimas aldeas ubicadas en el
valle del Arrago[10]. También tomaron parte en la conquista de
numerosos castillos en tierras de Badajoz. Así, conocemos que sitiaron y
tomaron el castillo de Medellín en 1234. En 1236 poseen Cabeza de Esparragal;
Zalamea y Benquerencia en 1240. Su jurisdicción se extenderá hasta la comarca
de los Montes de Toledo con Puebla de Alcocer, dada por el rey en 1245[11].
La participación
nobiliaria en las empresas militares extremeñas es escasa y localizada en torno
a algunas zonas marginales. Realmente tiene efecto a partir del siglo XIII.
Conocemos las avanzadillas creadas por Alfonso Téllez, noble proveniente del
norte, que con algunos de sus vasallos se acantonó en 1222 en los castillos de
Muro, Cedenilla, Malamoneda, dominando gran parte de la Comarca de los Montes y en
torno a 1218 en Alburquerque, formando una cabeza de puente que los cristianos
aprovecharon para la conquista de Valencia de Alcántara sólo tres años después.
Durante el siglo XIII será el señorío nobiliario más importante de Extremadura.
[1]
J. L. Martín Martín: “Las Funciones urbanas de la Transierra ”,
Comunicación al coloquio sobre la ciudad hispánica durante los siglos XIII al XVI,
Madrid, 1985, pág. 416. Emilio Cabrera: “Del Tajo a Sierra Morena”,
Organización social del espacio en la
España medieval. La
Corona de Castilla en los siglos VIII a XV, Barcelona, 1985,
pág. 133, señala igualmente la ausencia de centros urbanos en torno a los que
acelerar el proceso repoblador.
[2]
Ángel Barrios García: “Del Duero a Sierra Morena. Estructuración y expansión
del feudalismo medieval castellano”, España. Al-Andalus. Sefarad: síntesis y
nuevas perspectivas, Salamanca, 1988, pág. 47.
[3] En torno a
la idea de conquista diversos autores han polemizado sobre las connotaciones
que tiene emplear este término. La historiografía moderna, huyendo de las
premisas positivistas, interpreta el fenómeno de conquista de manera diferente
hasta la entonces conocida. El proceso de adquisición militar del territorio o
Reconquista, identificado con la adopción de la herencia visigoda, no responde
exclusivamente a la idea de que se trata de un proceso distinto que no se
ajusta a la realidad imperante del momento. M. González Jiménez: “Reconquista y
Repoblación del occidente peninsular”, Actas Das II jornadas Luso-Espanholas de
Historia Medieval, Vol. II, Oporto, (1987), 445-489.
[4] A. Barrios
García: “Repoblación y feudalismo en las Extremaduras”, I Congreso de Historia
Medieval. En torno al feudalismo, León, 1989, pág. 423.
[5] Por ejemplo
en el Bajo Aragón, donde la participación de poderosas familias nobiliarias en
la distribución del poder es mayor que la de las órdenes militares. Carlos
Laliena Corbera: Sistema Social, estructura agraria y organización del poder en
el Bajo Aragón en la Edad
Media (siglos XII-XV), Teruel, 1987, págs. 81 y ss.
[6] Las noticias
son prácticamente inexistentes. Sólo en 1181 tenemos referencias indirectas a
través de un documento. J. González: “Repoblación de la Extremadura Leonesa ”,
Hispania, XI, (1943), pág. 236. En el siglo XIII son muchos los problemas que
el resto de las jurisdicciones colindantes tienen con los templarios de
Alconétar. Al respecto véase Carlos Estepa Díez: “La disolución de la orden del
Temple en Castilla y León”, Cuadernos de Historia, anexos de la Revista Hispania ,
nº 6, (1975), 122-186.
[7] Julio
González: Reinado y diplomas de Fernando III, Córdoba, 1986, doc. 575.
[8] J. L. Martín
Rodríguez: Orígenes de la orden militar de Santiago (1170-1195), Barcelona,
1974, doc. 196, Julio González: Alfonso IX, Madrid, 1944, doc. 48; doc. 92; y
doc. 176.
[9] Antonio
Francisco Aguado de Córdoba: Bullarium Equestris Ordinis S. Iacobi de Spatha,
Madrid, 1719, págs. 163-164; y Daniel Rodríguez Blanco: La orden de Santiago en
Extremadura (siglos XIV-XV), Badajoz, 1985, pág. 59.
[10] J. I Ortega y Cotes: Bullarium ordinis militiae Alcantara, Madrid,
1759, pág. 23, 26 y págs. 35-36. J. González: Alfonso...ob. cit., doc. 187 y
doc. 198.
[11] J. González: Reinado y diplomas...ob. cit., Vol. III, doc. 726.
Juan Luis de la Montaña
Conchiña
No hay comentarios:
Publicar un comentario