El fracaso de la
minería privada, la producción de otros minerales
El “efecto
california” del descubrimiento de Guadalcanal
Cuando la noticia
del descubrimiento de Guadalcanal y de su riqueza fabulosa se funden por el
país, una auténtica fiebre minera, un verdadero “efecto california” se desata
por todo el reino y una pléyade de buscadores se lanzan al campo, la mayoría de
ellos desprovistos de cualquier medio y de la más mínima experiencia anterior,
intentando emular y repetir la suerte de Martín Delgado, un personaje que
pronto es conocido y legendario a lo largo de todo el reino. Evidentemente, el
efecto es tanto más intenso cuanto más cerca del foco guadalcalino nos
coloquemos y así, de la zona próxima a la villa andaluza llegaban noticias a la
Corte de que en octubre de 1555 —al mes
del hallazgo la “mina rica”— se
habían registrado 180 minas y al año siguiente ya había censadas ís de 1.500.
De ellas
“hasta agora no se
ha sabido el valor que tienen, porque ninguna se benefiçia, y de muchas dellas
paresçió haberse hecho ensayos y no salía plata y otras salían pobres y faltas
de metal y ser más la costa que el provecho”.
Igualmente hay
noticias de que los registros habían sido muy numerosos en Llerena, Hornachos,
Montemolín, Azuaga, Cazalla —donde una
sola persona registraba de una sola vez 64 minas—, Cala, Aznalcóllar,
Zufre, Santa Olalla y Guillena l. Pero, si bien con mor intensidad, la fiebre se extiende a los
lugares más alejados y recónditos del reino. Desde el concejo de Cangas de
Tineo informaban en 1562 unos testigos que
“no savian çiertamente
sy avia benas algunas, más de que muchas personas avian venydo de Castilla con
provisyones rreales a descubrir por estas partes si se allava alguna mina, pero
que ninguno destos no dió razón de quienes heran ny lo que avian topado ny de
qué parte lo avian sacado, más de que yban caminando, que degían que venían de
Castilla” 2.
Igualmente, en el
plazo de un año se habían registrado en Lorca cinco minas, sin que ninguna
hubiera salido de provecho 3.
El deseo de
encontrar minas no siempre tiene como fin lograr un rápido y fácil; en algunos
casos, las informaciones dejan ver que alguna lanzan al campo “a descubrir” lo hacen detrás de su pura
supervivencia. En 1556 la fiebre minera parece haber llegado a Segovia, el
corregidor de aquella ciudad informaba a la Corte:
“en esta çiudad y
su tierra ay mucha nesçesidad y la gente está pobre, anda muchas jentes a
buscar las dichas minas por los montes, sierras dicha çiudad” 4.
Evidentemente, el
señuelo de todos los buscadores era encontrar fortuna rápido descubriendo una
reserva de plata u oro, y así aparece reflejado en los registros su ilusión,
hacen los buscadores de cualquier piedra de color mínimamente llamativo, y en los
que consignan invariablemente “mina que
parece ser de plata”. Diego de Pisa, un experto a quien el Consejo
encomienda una investigación minera en 1565-66, exponía a éste:
“También se a de
tener atención a estos metales por si será de prouhecho, porque todo el apetito de los descubridores y de los
que ensayan es e algunos metales pueden ser de prouecho, aunque no tengan plata”
5
Hacia 1570, la
fiebre minera parecía haber remitido notablemente. Todas estas informaciones
las deducimos del estudio de 1.326 registros que abarcan el per de los que el
27 % corresponden precisamente a los once años que van de 1559 a 1570 y de ellos más del 60 % se ubican en el área de
la Andalucía Occidental, sur de Extremadura y de la actual provincia de Ciudad
Real, si bien el otro 40 % se reparte de una forma muy uniforme por
absolutamente todo el reino, desde Canarias a Galicia y dese el País Vasco al
reino de Murcia.
Los buscadores
tienen su origen en todos los grupos sociales, si bien en una abrumadora
mayoría pertenecen a los estratos más humildes; los oficios de “albañil”, “zapatero”, “cordonero” etc.,
se repiten en los registros hasta la saciedad. Una ocupación que aparece con
frecuencia, en este caso seguramente porque su experiencia les hace pensar que
para ellos la búsqueda puede resultar más sencilla, es la de platero; del mismo
modo en el apogeo de la fiebre, los trabajadores de la Casa de Moneda de
Segovia se a buscar minas en el cercano pueblo serrano de Becerril 6. Son muy numerosos los
extranjeros, para quienes no parece existir traba alguna en la práctica después
de 1555 por su condición de no naturales: alemanes, los más abundantes —no olvidemos concepto “alemán” —pero
también borgoñones, un portugués —en Aracena y hasta un judío - un tal Judas
Malaquí, judío estante en la corte que emplea para la prospección a “dos moros
de Berbería, los cuales entienden mucho” 7
Pero en ocasiones excepcionales aparecen también
nobles —como el duque de Sesa—,
mercaderes,
miembros de la Administración y los Consejos, o incluso personajes como el
arquitecto Juan de Herrera, el italiano Jacome Trezo o el correo real. Christopher
Tasis. En estos casos, recurren para las actividades prospectivas al contrato
de buscadores profesionales, un oficio seguramente inédito hasta 1555, pero que
aparece ya declarado en algunos
registros y licencias en 1557 8. Buscadores profesionales eran por ejemplo el clérigo Diego Delgado, ya citado, a quien
debemos el primer informe sobre las minas de Riotinto en la era moderna, Diego
Ortega Ojalvo, que efectuó prospecciones por cuenta de Jerónimo de Salamanca u
Ortuño de Baldo, a quien Monardes hace uno de los protagonistas de su obra
sobra el hierro. Una buena parte de estos buscadores profesionales habían adquirido
su experiencia anterior en América; sírvanos como ejemplo Francisco de Saavedra,
un vecino de Sevilla que envía un memorial al Rey en el que
“dize que a estado
en Yndias catorce o quince años, en el qual tiempo se ocupó en sacar oro y benefiçiallo,
por lo qual está abil para buscallo en España, dándole V.M. licençia en la
porque él sabe que lo ay en el Andalucia en algunas partes”9.
Los buscadores
avezados se valían de toda una serie de indicios para detectar la existencia del
mineral en el subsuelo. El experimentado minero novohispano A. de Sotomayor describía
muy gráficamente su técnica prospectiva en un informe elevado al Rey en 1573:
“Diré lo primero y
que más conviene, que es el buscar y hallaras minas, y las señales que haya
para caer en el conogimiento de ellas (.. ). Lo primero, las minas se han de
buscar en tierras bermejas y firmes, y no fofas, y algunas veces se hallan en
calichales. Son más durables en las montañas altas y serranías donde las vetas tienen más levantadas las
frentes que en los llanos y aquí son más de seguir por la duragión que prometen
por estar sin el impedimento del agua, que es más cierta en los llanos y
habiéndola luego se halla la dureza de las peñas y tras la dureza la imposibilidad de labrarse ni con hierro,
ni con fuego, porque el agua impide su operación. Vetas se entienden ciertas
peñas que en algunas partes se levantan sobre la tierra y si son de plata se
conocen de esta manera:
Si se hallan en
montañas sin arboleda, son mejores, porque se entiende que las quemazones del
metal abrasan la fertilidad y humor de la tierra.
Tal vez son estas
vetas de guija blanca pintadilla de negro y acerado y morado y otras vezes la
guija es leonada, aunque donde esto leonado se viere, son los metales secos y
en la guija blanca se ven los metales reluciente veces son ricos y otras
pobres, que no tienen sino sólo plomo.
Otras veces se
hallan estas vetas entre bosques y breñas, y que sean ricas, y para conocer si
es metal, hace de quebrar un pequeña o gabarro y verse si las colores que digo
son vivas, y que no se marchiten ni desvanezcan sino que, aunque sea otro día,
estén en un ser, y no va nada en que la plata esté visible, que esto es lo que
menos importa.
Vista la veta en
las partes que digo, téngala el minero por corriere de norte a sur, que estas
son las que más riqueza prometen, y si es en tierra fría y ventosa es mejor,
porque debe ser esto lo que más o creación de los metales; y visto esto, siga
el minero la veta, y si se escondiese entre breñas y quebradas, luego la verá
descubrirse en las lomas o en las cuestas abajo, porque muchas veces se
levantan sobre la tierra más una lanza en alto. Y suele durar tres leguas sin
perderse y otras ve con la tierra, y siempre llevan derecha la guía al rumbo
que empezaron desde la cata atravesando la veta de una vara de hondo en cuadro
donde peñascos y dureza haya, que si la mina es buena, desde la superficie de
la tierra dice lo que es y el metal que se hallare, ensáyese” 10
De gran interés son
las indicaciones específicas que el mismo Sotomayor proporciona respecto a los
indicios para hallar minas de oro:
“El oro, de que
ansimismo hay mucha noticia en estos reinos, arroyos y quebrados de çerros y a
las vezes en cabañas, que son las riveras de los ríos, donde reparan las creçientes
de las aguas, todo lo qual viene de las montañas donde ello se cría, que
siempre es en çerros bermejos, el cual se derrumba de sus nacimientos con la
fuerza de las lluvias que en el invierno caen y para conoçerse si este naçimiento
está cerca se ha de ver si el grano de oro está crespo o liso, que si está liso
está listo y está muy lejos, por haberse venido arrastrando por los peñascos y
arenas, y estando crespo es visto haber andado poco trecho, y ansí al tiento se
halla su naçimiento luego”.
La experiencia
proporciona a Sotomayor un conocimiento más afinado que el que expresaba
Agrícola muy pocos años antes.
Diego Delgado
apuntaba que él se servía para el seguimiento de 1as riquezas del subsuelo de “yerbas, piedras y despusiçiones de tierras”11. Por ello, los meses
mejores para descubrir indicios mineros eran “abril, mayo, octubre y noviembre”, es decir, aquellos en que se
producía un máximo de lluvias, que descubrían los crestones aflorarte.
Pese al
escepticismo de muchos, entre ellos Agrícola, la radiestesia era ampliarte utilizada, también por los paisanos del
ilustre escritor minero. En 1570 informaba el minero alemán Leonardo Brun:
“En Alemania (...)
quando así cavan, salen çierto que está allí debajo del metal por medio de unas
varillas de avellano de que usan, que se inclinan cuando están sobre el metal
en manos de algunos, aunque no en las de todos, en manos de este testigo no se
abaja y la vía abajar en manos de un cuñado suyo que vive dello y de otros y
también por otras señales que para esto tienen los dichos alemanes” 12
Como tantos otros actos de la época, el
descubrimiento de minas tenía también una parte ceremonial. En un denuncio de
mina para Su Magestad en la legua acotada de Guadalcanal, relataban así el acto
de toma de posesión:
“E dixeron que en
nonbre de Su Magd. e para él por virtud de su rreal çedula e como más conuengan
al derecho de Su Magd. querían tomar e aprehender la posesión y dicho lo susodicho
se anduvieron paseando por la dicha
heredad de viñas (…) y lançaron piedras
de uanda a otra, todo lo qual dixeron
que hazían e hizieron en señal e para adquisición de la dicha posesión que así
tomauan de la dicha vena de metal (...)13.
1 La incidencia de la fama de
Guadalcanal la señala el doctor Venero, fiscal real en carta de 6 de junio de
1556:
“Otras muchas minas
se an registrado en estos reynos, porque a fama desta muchos onbres se an dado
en buscarlas...”;
A.G.S. Estado,
Leg.° 113, fols. 212 y 213. Cfr. también A.G.S. Estado, Leg.° 113, fols. al 6;
3.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 36, fol. 144. GONZÁLEZ, T.: Registro y
relación..., vol. I, p.
2 A.G.S. Consejo y Juntas de
Hacienda, Leg.° 36, fol. 140.
3 A.G.S. Consejo y Juntas de
Hacienda, Leg.° 131, fol. 5.
4 A.G.S. Consejo y Juntas de
Hacienda, Leg.° 18, fol. 12.
5 A.G.S. Casa y Sitios
Reales, Leg.° 275-1, fol. 41, relación de Diego de Pisa, año 1566 6 A.G.S. Consejo y Juntas
de Hacienda, Leg.° 28, fol. 22.
7 A.G.S. Consejo y Juntas de
Hacienda, Leg.° 366; fol. 4. Los extranjeros pare interés que los naturales por
el hallazgo de metales no preciosos y así los vemos en el Arzobispado de
Sevilla ensayando minerales de hierro. Cfr. A.G.S. Consejo y Juntas 34, fol.
311. Otras noticias sobre extranjeros buscando minas, en GONZÁLEZ, T.: R4 vol.
I, Registro
y relación pp. 565, 568 y 672. A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.°
28, fols, portugués Gaspar Díaz, en Aracena.
8 Francisco Díaz de Mestas y
sus consortes, que encuentran cinco minas de cobre en Cervera de Pisuerga y
Ruesga firman una petición al Consejo en 1557 como “alladores de minas”; cfr.
A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, leg.° 76, fol. 101. En un informe referido
a la zona de Baeza-Linares de decía:
“El
mejor buscador es Juan Martínez (arrendador durante dieciseis años de las minas
de Baeza, porque tiene gran conosçimiento de metales y está muy ejerçitado de
buscarlas y los más de los plomeros desta tierra para descubrirlas se rigen por
su mano y les he oído dezir que no paresçe sino que ve lo que está debajo de la
tierra y sin él ay otros plomeros que tienen por ofiçio buscar”
Cfr A.G.S. Consejo
y Juntas de Hacienda, Leg.° 58, fol. 162. Sobre búsqueda de minas por cuenta de
moderes, cfr. A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 78, fol. 46. Búsqueda
de minas por el duque esa en A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.° 79,
fol. 70; por Junta de Herrera, cfr. A.G.S. Consejo y Juntas de Hacienda, Leg.°
65, fol. 125. Sobre la propuesta de C. de Tassis, cfr. más arriba y sobre las
pesquisas de JACOME TREZZO, Ch., E. LARRUGA: Memorias..., vol. XXXVI, memoria 158. Investigaciones de Sancho de
Paz, contador real, en N-32.
9 Cfr. A.G.S. Consejo y
Juntas de Hacienda, Leg.° 125, fol. 6. Sobre Ortega Oialvo, cfr. A.G.S. Consejo
y Juntas de Hacienda, Leg.° 160, fol. 7.
10 A.G.S. Consejo y Juntas de
Hacienda, Leg.° 126, fol. 5.
11 Cfr. A.G.S. Estado, Leg.°
121, fol. 82.
12 Crf A.G.S. Consejo y
Juntas de Hacienda Leg. 103 fol. 12
13 A.G.S. Consejo y Juntas de
Hacienda Legº 79 fol 74. El mismo documento refiere también la forma como se
efectuaban las pruebas de muestras.
“El dicho Cornelio
Esconopo e Diego Vazquez, capataz e quatro plomeros, los quales anduvieron en
el descubrimiento de la dicha mina, haziendo traviesas por la dicha heredad e caundo
en el sitio que señaló el dicho Pedro Garçia y en otras partes y myrando y
examinando las piedras que sacuaban para las fundir y enseyar (…)”
De
Minería, Metalúrgica y Comercio de Metales
Julio Sánchez Gómez
Julio Sánchez Gómez
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