La Antigua Iglesia de San Sebastián
No
será como el barcelonés de La Boquería, con reconocida fama turística además de
la gastronómica, pero también Guadalcanal tiene su mercado o plaza de abastos con encanto, igual que en otros
quince pueblos de la provincia de Sevilla, ubicados en Arahal, Alcalá de
Guadaíra, Camas, Carmona, Coria del Río, Écija, El Viso del Alcor, Fuentes de
Andalucía, Lebrija, Lora del Río, Los Palacios y Villafranca, Marchena, Osuna,
Puebla del Río y Utrera.
Estas
plazas o mercados de abastos que siguen cumpliendo su función social, a pesar
de las aperturas cada vez más cercanas
de grandes superficies y supermercados, son los mercados de abastos lugares con
hechizo, la mayoría de ellos están ubicados en bonitos edificios antiguos del
pasado siglo, donde los puestos de alimentación que normalmente y por tradición
pasan de padres a hijos ofrecen calidad
y confianza a la población, considerados como espacios cívicos y de convivencia
para los lugareños, que aún conservan la actividad comercial tradicional de
venta de frutas, verduras, carne y pescados.
Sin
duda, el caso más singular de los que nos ocupa, es la plaza de abastos de
Guadalcanal, instalada en la antigua Iglesia de San Sebastián, erigida en 1481
por mandato de D. Alonso de Cárdenas, Gran Maestre de la Orden de Santiago,
ésta idea salió según el capitulo General
de la orden celebrado en Llerena en ese mismo año, lugar donde
igualmente fue construida la Iglesia de
Santiago de Llerena, lugar en el que está sepultado el gran maestre junto a su
esposa Dª Leonor de Luna en el lado del Evangelio de esta iglesia.
Fue
en la visita canóniga de 1494 donde señala que el templo erigido a San
Sebastián , se está construyendo con las limosnas de sus vecinos y el dinero
procedente de la asignación de las sepulturas, quedando por cubrir una parte de
la iglesia que consta de tres naves separadas por medio de arcos de ladrillo
tipo árabe y cal, con una techumbre parcial tosca en base a madera, cañas,
barro y cubiertas de tejas, situándose la parte acabada en la cabecera del
prestíbulo, La característica singular de este templo de práctica peculiar
mudéjar semejante a otras edificaciones de la Sierra Norte y que lo distingue
dentro de los de su estilo por la gran elevación de sus pilastras, coronadas
por capiteles de gran sencillez, lo que presta al edificio una suntuosidad
extraordinaria. Posee cubierta de carpintería a tres paños, arcos transversales
apuntados y tramo inicial notablemente desviado del eje principal del edificio.
Seguramente Se inicia este período con la dotación de la capilla mayor, que es
de bóveda de crucería de última hora, atestiguando, juntamente con la ventana
que la ilumina, que corresponde a las proximidades de 1500. Las entradas a las
capillas laterales, que poseen la gravedad espiritual isabelina; la bóveda
estrellada del presbiterio, con sus terceletes, círculo central y cartera con
símbolos heráldicos en las uniones de la crucería; la imposta general del
presbiterio y las ménsulas en que apean los nervios, son testimonios de esta
etapa de labor.
Tal
vez es el monumento de la localidad que más transformaciones a sufrido en su
primitiva construcción inicial en el último tercio del siglo XV, y obras que se llevaron a cabo en el siglo XVI y
siguiente en Guadalcanal, llegando al alcanzar incluso al estilo barroco,
determinando por ende la combinación de elementos de distinta cronología y
filiación estética, fue a mediados del siglo XVI cuando se acometieron las
mayores obras responsables de su actual anatomía, quedando las tres naves
primogénitas a una sola, al tiempo que se levanta un nuevo presbítero o altar
mayor, por su parte la capilla mayor y la sacristía se construyeron en 1575, que se techaron con madera de pino y
ladrillos por tabla.
En
definitiva, estas y otras actuaciones del siglo XVI, y otras efectuadas en el
XVIII sobre la principal distribución y
ordenación el siglo anterior, es el legado que nos ha llegado hasta nuestros
días.
Así consta, la antigua parroquia de San
Sebastián presidida por la “escultura del titular hecha de bulto de
madera y otra dedicada a la Virgen igualmente de bulto de madera, con su hijo
en brazos en madera bien tallada, pintada e decorada”, fue dotada progresivamente en sus muros con
artísticos retablos, esculturas, pinturas, piezas de orfebrería y ornamentos
sagrados, que en su mayoría y en los desgraciados acontecimientos de 1936
fueron expoliados, saqueados y en partes destruidos por el fuego.
A
principio de los años cincuenta fue acometida la obra de acondicionamiento
actual, apareciendo en su subsuelo gran cantidad de restos humanos, siendo
preciso comunicárselo al cura párroco de Santa María de la Asunción y
trasladando estos resto al cementerio de San Francisco, posteriormente en las
obras realizadas en el 1980 de las que fui testigo para hacerse las acometidas
del alcantarillado, volvieron a aparecer restos de nuestros antepasados.
Finalmente,
esta antigua iglesia, gloria e insignia de historia y arte de nuestra
monumental villa, fue convertida en plaza de abastos, comenzando las obras de acondicionamiento por los hermanos Rius y eliminación de la torre que se encontraba en ruina a principio de los años 50 del pasado siglo, según reza en el mosaico colocado en la misma, fue inagurada en el 1952.
Espero
que nuestros políticos locales y los responsables de cofradías y hermandades,
algún día tengan el presupuesto y la decisión de darle un mejor uso a este emblemático
edificio, convirtiéndolo en un lugar lúdico destinado a Museo de Semana Santa,
Museo etnológico o cualquier otro uso más apropiado al actual, para disfrute de
los guadalcanalenses y foráneos.
Fuentes.- Salvador Hernández González, Dr.
Antonio Gordón Bernabé, Catálogo de los Archivos parroquiales de la provincia
de Sevilla y autor.
Rafael
Spínola Rodríguez
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