Agarrarnos a un clavo ardiendo
Guadalcanal posee una industria
que considerados la entidad y número de población, las condiciones geográficas,
y de vías de comunicación, puede calificarse de importante. Esta industria, aunque en
algunos aspectos pueda llamarse reciente, al menos en su tecnificación y el
modo moderno y actual de planificarse y concebirse, no sería justo llamarle
incipiente, pues se encuentra plenamente consagrada y consolidada. Todo ello es
debido en gran parte a la mentalidad decidida y laboriosa de una serie de
hombres, a los que este intento de artículo quiere también rendir homenaje y
reconocimiento, que desmienten su estilo y forma de actuar la proverbial
indolencia y apatía inversionista achacadas de modo general a esta región
andaluza, superando un sinfín de dificultades en una zona en que los
condicionamientos socioeconómicos no son precisamente los más propicios para la
industria.
Presentaremos un esbozo de la
situación industrial en Guadalcanal, sin mayores pretensiones técnicas, sino
sólo de información general y puesta de relieve de esta actividad y fuente de
economía para nuestro pueblo.
La metalurgia de Guadalcanal hace
posible que sus productos de industrias metálicas presente, entre otros, un
reflejo de su carácter de zona ganadera que es con materiales para cerdos,
ganado vacuno y ovino, distribuyendo en toda España los más modernos
dispositivos para el uso ganadero algunos de ellos de carácter novísimo en la
cabaña nacional, otros extensamente experimentados en los principales países
ganaderos. Las parideras, bebederos, comederos, etc., de fabricación ganadera guadalcanalense, son
utilizados en puntos de toda la geografía del país, y su presencia en diversas
ferias de muestras de la nación indica que todos estos fabricados superan muy
ampliamente lo que pudiera considerarse como una industria “de pueblo”.
En la industria de la carpintería
existe, desde hace unos seis años, la fabricación en serie con modernísima
maquinaria, de mobiliario, cuya producción recorre toda España, sobre todo en
las especialidades de dormitorios y librerías, superando incluso la venta a los
almacenistas de la nación para internarse en el importante aspecto comercial de
dotar con muebles a hoteles y residencias. En este último sentido, amplio
mobiliario procedente de Guadalcanal cubre las estancias del Hotel Irache, de
Pamplona, y “Los Lebreros”, de Sevilla, últimamente inaugurados.
En este mismo campo de la
carpintería vienen fabricándose, ya de una forma más artesanal, y con curiosa
especialización, mesas para orfebrería, en las joyeros realizan sus trabajos de
alhajas: posiblemente pocos en Guadalcanal conozcan que este tipo de
fabricación viene haciéndose desde hace unos diecisiete años y que tal artículo
se utiliza en muy diversos puntos de España e incluso, en alguna ocasión ha
sido exportado a Iberoamérica. Dentro de
este mismo estilo de fabricación se ha iniciado la producción de mesas para
trabajos de relojería.
Pasemos ahora a lo que podríamos
llamar industrias típicas por si tradición y por estar directamente insertas en
la materia prima del término.
Hace unos cinco años se inició la
cría estabulada de cerdos, de gran calidad, hasta el punto de que son bastante
solicitados por los mataderos de la comarca. Las instalaciones son totalmente
modernas, con alimentación básicamente de piensos hidropónicos. (Para los menos eruditos, explicaremos que se
trata del cultivo de plantas prescindiendo de la tierra, o sea sumergiendo las
raíces en una solución acuosa que contiene los principios nutritivos; ofrece resultados
muy notables en orden al rendimiento y a la rapidez del crecimiento, incide
extraordinariamente en el progreso de la cría de estos anímales). Molinos
de piensos y dispositivos de limpieza automática cubren estas dos importantes
tareas. La producción anual puede cifrarse en unas tres mil cabezas.
El sistema cooperativo de
producción de aceite se encuadra entre las figuras de don Víctor Jaurrieta, su
fundador, y el actual presidente, don Antonio Nogales. Comenzó en el año 1966,
con ciento cincuenta socios y un capital de 3.800.000 pesetas. En el momento
actual cuenta con trescientos sesenta socios, con un capital, instalaciones e
inmuebles estimados en unos quince millones de pesetas, además de unos dos millones
en la planta de extracción de orujo de la Cooperativa de Lora del Río,
figurando la Cooperativa de Guadalcanal como la primera aportación a la citada
extractora. En la actualidad esta Cooperativa local podría tener un cifra mayor
de asociados, puesto que las peticiones son numerosas; a pesar de ello, un
acuerdo tomado en asamblea en el año 1.975 consideró imposible nuevas
admisiones, debido a la incapacidad de la almazara y a la falta de ayuda
estatal, inconvenientes que, siguen estando vigentes a pesar de la reforma
efectuada recientemente y que ascendió a unos nueve millones de pesetas.
Emplea esta Cooperativa un
sistema tradicional de elaboración de aceite con cuatro prensas, cuatro
centrifugadoras, juego de aclaradores modernos, tolva gigante, batidoras,
instalaciones eléctrica totalmente moderna, y almacén con una capacidad para
setecientos mil kilos de aceite.
En el año 1976 y según los
análisis del Instituto de la Grasa, de Sevilla, dieron, en relación con las
provincias productoras limítrofes, la mejor calidad de aceites de esta
Cooperativa Olivarera “San Sebastián”. Este aceite, comercializado por diversas marcas, llega a todos los puntos
de España.
Durante la temporada de molienda
se emplean en esta Cooperativa unas treinta personas, molturándose,
aproximadamente, unos tres millones de aceituna. Dispone de extensión
suficiente para planta embotelladora realización que se encuentra entre las
perspectivas de la entidad, así como el aderezo de aceitunas. Posee, además,
almacén de productos fertilizantes, insecticidas, herbicidas, etc., para el uso
y tratamiento olivarero a realizar por los agricultores miembros. Entre las finalidades
cooperativistas están el beneficiar a sus asociados consiguiendo los precios
más altos del producto, obtener la mayor calidad del mismo, y la consecución de
créditos a cuenta.
Independientemente de las
actividades cooperativistas mencionadas, existe también en la población una fábrica de extracción de aceite
de orujo, y almazara con sistema continuo “Pieralisi”, que, como es sabido
presenta la máxima automatización en la elaboración del aceite. Tiene en
perspectiva el montaje de una planta de pulpa para piensos compuestos a partir
del residuo del orujo.
Al hacer este breve resumen de la
industria aceitera de Guadalcanal, debemos tener unas reflexiones sobre su
importancia y situación actual. Debido la extensión olivarera del término de
Guadalcanal, puede calcularse en un 80 por 100 del ingreso bruto en la economía
guadalcanalense, participando en la recolección de la aceituna casi la
totalidad del censo laboral de la población. Sin embargo, la aceituna que se
produce en nuestros extensos campos y que luego ocupa la actividad y los
desvelos de tantos habitantes de nuestro pueblo no es rentable, para nadie es
un misterio que, ello es debido a los bajos precios del producto. Quizás vamos
a decir una perogrullada o a enunciar una utopía, una fuente económica que
abarca una tan amplia extensión hasta el punto de llegar a constituirse casi en
exclusiva, se encuentra en una dramática depreciación; por lo tanto, una
solución vital más definitiva para Guadalcanal sería pagar unos precios en
consonancia con las proporciones exigidas por la vida actual, lo cual incidiría
también como factor coadyuvante en la solución del paro existente, dada la
condición mayoritariamente agrícola de nuestra masa obrera local. Es urgente
pues, una preocupación política que tienda a valorar debidamente el producto.
Refirámonos ahora a la llamada
industria refractaria, cuya existencia entre nosotros está determinada no por
circunstancias geográficas, como las típicas mencionadas anteriormente, sino
geológicas. En efecto: partiendo del descubrimiento, hace medio siglo, en
nuestras latitudes, de tierra sílico-aluminosa, se inició la fabricación
artesanal de material refractario, con un mercado lirnitado a Sevilla y su
provincia, que gradualmente se fue extendiendo a todos Los puntos del país, al
mismo tiempo que se fue desarrollando
tecnológicamente hasta llegar a ser en nuestros días una industria prácticamente
automatizada. Con la comercialización conjunta de las dos fábricas existentes
en Guadalcanal de estos productos se ha conseguido una penetración máxima en
todo el mercado nacional, estando en la actualidad en fase de exportación a
países vecinos, como Marruecos, Argelia, etc.
Esta industria emplea durante
todo el año unos sesenta obreros, absorbiendo gran parte de la mano de obra
fija de Guadalcanal ya que esta industria, por sus particulares
características, no da lugar a la lucha máquinas-obreros, desfavorable en la
mayoría de los casos a los últimos.
Dado el grado de dispersión de
estos productos, se precisa la utilización de una gran cantidad de camiones de
transporte, aunque ven muy dificultada su labor debido a la mala
infraestructura en la red de carreteras que hacen muy difíciles los accesos a
esta plaza desde los diversos puntos de España (mal estado y limitación de tonelaje, principalmente). El número de
camiones que se acercan a esta industria para retirar sus productos puede
cifrarse en unos tres mil anuales.
En cuanto a las reservas de la
materia prima de esta fabricación (a la
que como curiosidad geológica, se le calcula una antigüedad de unos veinte
millones de año) su existencia permitirá una amplia producción de refracte durante
muchos años. -
Al terminar este esbozo de la
situación industrial de Guadalcanal, queremos hacernos eco de los principales
deseos de esos hombres emprendedores y laboriosos a los que hemos rendido
homenaje y reconocimiento desde el comienzo de este pretendido artículo, con el
consabido indicativo de “a quien corresponda”
si queremos que estos esforzados intentos industriales no se vean esterilizados
y cumplan su función, noblemente ambiciosa aunque muchas veces modesta en
recursos, de sacar a esta zona de la tristeza y endémica situación “un lugar pobre en una región
subdesarrollada”, es urgente que se les potencien las vías de comunicación,
que las carreteras que nos unen con el resto de nuestra geografía sean algo más
que caminos asfaltados, esto es una tarea urgente si no nos queremos ver
postergados a la hora de dar salida a los productos aquí elaborados, por
desgracia esto no parece que lo vean muy claro las autoridades competentes; y
también es preciso que se instrumenten, medios de protección industrial, sumamente
necesarios, y más amplios y racionalizados que los simples préstamos bancarios,
tan insuficientes y dificultosos de en ocasiones (aunque aquí también reconozcamos y agradezcamos las intervenciones
positivas de ciertas entidades bancarias). ¿Será posible alguna forma estudiada y razonable de cierto trato de
favor, de desgravación etc, en atención a las trabajosas condiciones en que se
mueve la industria local que sirva para su protección? Como los andaluces,
resignadamente, esperamos contra toda desesperanza causada por tantos motivos
suficientes, querer confiar una vez más en algo (tal vez por “agarrarnos a un clavo ardiendo”) y ponemos nuevas esperanzas, que no sabemos si
serán vanas, como tantas otras veces, en esa autonomía andaluza y en su Junta,
a la que desde aquí saludamos y aseguramos que existimos, que tenemos ganas de
seguir existiendo como colectividad humana, como pueblo, a pesar de que no
siempre encontramos las condiciones más favorables para ello ni la ayuda y
solidaridad que deberíamos esperar de todos los que somos la misma España.
Manuel Espinosa Torres
Revista de Feria 1978
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