By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



miércoles, 28 de mayo de 2014

Una sinagoga en la calle del Coso

Los judíos en Al-Andalus
Para los judíos la invasión musulmana de la península ibérica del 711 significó el fin de la persecución a que habían sido sometidos por los monarcas visigodos y por la Iglesia católica. Sigue siendo objeto de debate si pidieron ayuda a los musulmanes del otro lado del estrecho de Gibraltar, pero está comprobado que los recibieron con los brazos abiertos y que colaboraron con ellos en la custodia de algunas ciudades, como Córdoba, Sevilla, Granada o Elvira, mientras los ejércitos de Tariq y de Musa seguían avanzando hacia el norte. A lo largo de la Edad Media se fue extendiendo en los reinos cristianos, no sólo en los peninsulares, el mito de la “traición” de los judíos aliados con los musulmanes para destruir a los cristianos –la creencia de que habían entregado Toledo estaba muy extendida–, mito que se intensificará durante las Cruzadas (1099-1291).
A lo largo de los siglos de época andalusí, los sefardíes alcanzaron su máximo esplendor en todas las facetas. En Al-Andalus, los judíos o yahudiyyun, integraban la llamada “ahl ad-dimmi”, es decir, la familia o gente protegida por el Islam, al considerarlos “gentes del Libro”. Sin embargo, la libertad plena no existía en tanto que siempre serían considerados súbditos de segunda mientras no se convirtieran al Islam. A partir del año 716, con el establecimiento del califato omeya, algunos judíos pasarían a colaborar estrechamente con las autoridades andalusíes. La estrella de los judíos comenzó a apagarse cuando se vieron directamente implicados en las guerras civiles de los reinos de taifas que sangrarían Al-Andalus a partir del año 1031. Las comunidades sefardíes en Al-Andalus, contaban con una figura principal, llamado nasí o nagid. Debía ser una persona honrada, honesta, culto, de gran prestigio, estimado por los suyos. El cargo de nasí lo nombraba el gobierno andalusí. Sus funciones más importantes consistían en ocuparse de los asuntos comunitarios en territorio andalusí, mantener contacto con otras comunidades judías fuera de Al-Andalus, representar a los sefardíes frente al gobierno andalusí.
Cada comunidad contaba con dos autoridades, el rabino para temas religiosos y el dayyan o juez para arreglar los litigios internos.
En general, las juderías andalusíes no estuvieron cercadas. En muchos casos se trataba de arrabales o barrios periféricos a la medina, situados en los caminos principales de las ciudades. Las juderías solían estar cerca de un edificio del gobierno, podían también estar localizadas pegadas a las murallas de las ciudades, bien intramuros o bien extramuros. La vida diaria giraba en torno a la sinagoga, el mercado, la escuela, la casa.
Durante el período emiral y califal, la judería sevillana, vivió a la sombra de la de Córdoba, pero no por eso fue menos próspera, su rabino se llamaba Saadia ben Joseph. En general, los sefardíes se dedicaron al comercio fluvial y terrestre, la artesanía y la medicina. Después de la caída del califato y durante la fitna o guerra civil, (1023-1031) los sefardíes, al igual que todos los andalusíes, apoyaron a unos y otros dirigentes que ocuparon el moribundo trono califal. La creación de los reinos de taifas, provocó un peregrinaje de los científicos y literatos que buscaban un mecenas. Así, Granada, Sevilla o Zaragoza recibieron familias sefardíes ilustres que destacaron en política y las ciencias.
La judería andalusí llegó a su máxima extensión en el siglo XI, bajo la dinastía abbadí. El proceso se debió a una serie de oleadas de sefardíes, que huyendo de otras taifas, encontraron refugio en Sevilla. Hubo una primera llegada de cordobeses a principios del siglo XI. Más tarde, en el 1066, arribaron a Sevilla un gran número de sefardíes granadinos, los cuales abandonaron Granada, a raíz de la revuelta popular después del asesinato del visir judío Joseph ibn Nagrella (hijo de Samuel Ibn Nagrella).
Una tercera oleada se produjo después de la caída de Toledo en el 1085. Este suceso causó una gran conmoción en todo Al-Andalus y a todos los niveles. El mapa de Al-Andalus se redujo de forma alarmante, mientras el rey leonés Alfonso VI no cesaba de hostigar, con razzias y exigiendo más y más dinero de los reyes taifas. La pérdida de Toledo supuso el principio del fin de los reinos de taifas. 
Judios en la Sierra Norte.- Cuando Alfonso III conquisto la capital de Sevilla, en esa localidad se les otorgaron heredades a los judíos para que fueran a repoblarla. Tal fue su número que durante mucho tiempo a esta junto con Galichana, Leirena (Vallehermoso), Alfarache, Valencina, Techa y Aznalcázar, se las conoció como “pueblo de los judíos”. Ningún recuerdo queda en este pueblo de la vega del Guadalquivir de la destacada comunidad judía que habitó sus calles desde que dicha localidad fuese arrebatada a los musulmanes y repoblada con población cristiana y judía.
La Sierra Norte de Sevilla conforma un verde abrigo poblado desde épocas prehistóricas. Restos arqueológicos hallados en las cuevas de San Francisco y de Santiago, son testimonio de asentamientos en el Neolítico. De igual manera, íberos y romanos se asentaron en estas localidades, atraídos por su flora y fauna, así como por su minería.
En época andalusí, en un contexto de continuas guerras, la fortificación de estas localidades permitió el definitivo asentamiento que daría forma a la actual herencia de la Sierra Norte. Se desconoce la existencia de comunidades judías en estas localidades si bien es muy probable su presencia en tales fechas. Por sus conocimientos científicos, medicinales, lingüísticos… los judíos de Al-Andalus estuvieron altamente considerados, siendo la comunidad referente y de mayor número del mundo judío.
Es con la reconquista cristiana a mediados del siglo XIII cuando el rey Fernando III otorga a la Orden de Santiago el gobierno y poder de estas localidades, así lo atestiguan diferentes informes santiaguistas, siendo el de 1494 el que cite explícitamente la existencia de una sinagoga de la que nada queda en nuestros días en Guadalcanal.
Con el fin de repoblar las poblaciones arrebatadas al enemigo, los cristianos del norte eran incentivados a desplazarse a las recientes jurisdicciones del sur. Así, muchos de los judíos, descendientes de aquellos que huyeron de las guerras taifas, del norte se asentaron en la Sierra Norte de Sevilla. En 1241, Guadalcanal es reconquistada por los caballeros de la Orden de Santiago al mando de don Rodrigo Iñiguez, quedando bajo la jurisdicción de dicha Orden. La localidad se convertiría, así, en un bastión fronterizo de primer orden frente a las pretensiones del concejo sevillano que controló la sierra norte sevillana. La villa fue incorporada, en materia eclesiástica, a la vicaría de Santa María de
Tentudía, dependiente del Priorato de San Marcos de León.
Cabe destacar la posibilidad de que, en el éxodo de la Sierra Norte a las Indias que se vivió en los siglos XVI y XVII, muchos de los judíos allí presentes, marchasen a tierras americanas en busca de su particular dorado, extendiéndose de este modo, aún más, la diáspora judía.

Cazalla de la Sierra.- La herencia judía toma, en los pueblos de la Sierra Norte de Sevilla, forma de recuerdo, recuerdo que el paso de los siglos ha erosionado. De la Plaza Mayor sale la calle hoy conocida como Virgen del Monte, no obstante, no siempre figuró así en el callejero. Esta calle fue, hasta 1904, denominada “la Judería”. El padrón de cuantías de vecinos de 1430 recoge una cifra de 407 vecinos (unas dos mil almas) siendo la villa más poblada de la Sierra sevillana. En relación con ello, el casco urbano seguía desarrollándose fuera de los muros del castillo en dirección Oeste, hacia la actual Plaza del Concejo, a lo largo de la cañada que discurría transversalmente por la ladera norte de la fortaleza.
Por estas fechas podría haber estado conformada ya la Judería, que iría perdiendo su carácter primitivo paulatinamente.

Guadalcanal.- Se sabe que hasta 1494 hubo en Guadalcanal una sinagoga en la calle del Coso, según detallan informes de la Orden de Santiago de la época.
A raíz de la reconquista de Guadalcanal, el Rey San Fernando dio ésta a la Orden de Santiago, cuyo Priorato residía en San Marcos de León, con dependencia de la Vicaría de Santa María de Tentudía de Llerena. Hay, entonces, noticias de un contingente judío que, después de la reconquista, pobló el barrio de Santa Ana y la Morería. Y en la visita canónica de 1494 consta que tenía sinagoga, de la que sólo queda el recuerdo.

Constantina.- La tradición señala que en la hoy conocida como calle Santiago, habitaron los judíos de la localidad, desconociéndose igualmente el porvenir de esta comunidad, que es de suponer, fue desapareciendo de Constantina.

Villas Judias de la Provincia de Sevilla
Diputación de Sevilla


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