La tierra que suda y el hambre que llega
Mujer de faldón pardusco, señora de escardó largo,
Esposa de sudor negro, madre de cortijo blanco.
Compañera y campesina, de segadores del campo,
Tiene que tener, teniendo, los granos de trigo blanco.
Siega que siega el hocino, suda que suda la mano,
Que corta espigas de oro, sin reposo, ni descanso.
Mujer de faldón oscuro, dama de miseria y barro,
Cansada por las angustias, de tocino y de gazpacho.
¡Pon un puñado de migas, en mi fiambrera de barro!
¡Que me marcho a trabajar, con el hocino en el campo!
¡Hay hambres de merendar, en vientres desamparados!
¡Con postraciones accedes, a engrandecer tu salario!
¡Entre las espigas de oro, siega que siega, segando!
¡Que los haces que recoges, son futuros panes blancos!
No comes lo que tú tocas, careces del trigo blanco,
Para hacer la harina pura y traspasarte un bocado.
Siega que siega, el hocino, suda que sudan tus manos,
La resplandeciente espiga, no mira el sudor extraño.
El pañuelo negro y sucio, que limpia sudores malos,
No lo enjuagan las espigas, la tierra lo está mirando.
Una indigencia tan triste, se viste de luto blanco,
Con la faja comprimida, en cinturones sin caldo.
Siega que siega, el hocino, suda que suda tu mano,
Está la España muy triste, de riegos de sudor blanco.
Cuando señores de abusos, haciendas van engordando,
Ejidos de aplazamiento y espigas de oro empapado.
España triste nos dejas, sin esperanza en el campo.
Siendo despensa de Europa, llena de terrones pardos.
Cuando se reavive el hambre, será ya tiempo de ararlo.
Quiero mi trozo de España, para sembrar trigo blanco,
Que la indigencia no quiere, tener sin arar los campos.
Las tierras baldías
Sayón de calzones pardos y de sombreros de gleba
Que tiene las ansias vivas del sabor de trigo y reja.
¡Alquilo mi cuerpo honrado por la pitanza sin paga!
Hablaba así un jornalero hambriento sin esperanza.
El capataz de la hacienda que contrata las peonadas
Se queda con su salario y con sus hambres les paga.
Están las tierras de España secas de simiente nueva
Que amontone los temores de campesinos sin cena.
Una espiga de cebada se esconde por la vergüenza
El trigo el heno y la paja con odios de la impaciencia.
Las máquinas sin trabajo se estropean con las rejas
No se laboran los campos por ediles sin conciencia.
Qué triste vas campo amigo por políticos de mierda
Sin el sustento quedamos los que habitan esa tierra.
He visto Las tierras secas de terrones bien provistas
Que los que aman a España de gallinas no se vistan.
Están las tierras de siembra llorando de rabia y pena
Un milagro de esperanza y sapiencia de esas tierras.
Un español meditando del hambre que nos aguarda
Sin vacilación resuelve que lo mejor que ha de hacer
Es expropiar tierras de ejido y sembrarlas pa comer.
Esta es la historia señores del trigo el heno y la paja
Que nadie sabe yantar cuando el hambre nos ataca.
Los votos del paro y hambre en la urna hoy los dejas
Macéralos en los campos hasta que la espiga crezca.
Autor: Críspulo Cortés Cortés
El Hombre de la Rosa
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