By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



miércoles, 2 de enero de 2013

Fulcanelli fue el último alquimista medieval

La catedral gótica “es una forma de comunicarse con Dios a través de la luz”, 
El enigma de las catedrales es un ensayo histórico en el que he estado trabajando los últimos diez o doce años, y que he escrito en los últimos cinco meses, habiendo publicado antes alguna parte del mismo en artículos en revistas especializadas, explica el autor de El Codice del perigrino su última y celebrada novela sobre el robo del famoso códice calixtino de la catedral de Santiago de Compostela, por cierto, una obra maestra del arte románico español.
El ensayo está escrito desde la perspectiva del historiador que estudia las catedrales en cuanto a su significado arquitectónico y técnico, no en cuanto al historiador del arte. Para el autor, una catedral gótica puede explicarse como un edificio compuesto por materiales de construcción organizados según unas técnicas concretas; “pero es también un texto semiótico que contiene un mensaje expresado a través de una claves que es preciso conocer para poder entenderlo en su totalidad”.
La catedral gótica “es una forma de comunicarse con Dios a través de la luz”, apunta José Luis Corral. Hasta comienzos del siglo XII las catedrales eran oscuras y aproximadamente en 1234-35 el abad de Saint-Denis, Suger, fue el precursor del nuevo estilo basado en la luz. Hasta ese tiempo, el arco de medio punto que se basaba en la relación de 1 a 2 era la base de la construcción de catedrales y edificios.
De ahí se pasó al empleo del arco apuntado y la bóveda de ojivas, que permitían cubiertas más esbeltas y más amplías y con proporciones diferentes, 1 a 2,5, considerado como la proporción áurea, el número de Dios. Elementos nuevos como el arbotante y los contrafuertes, los arcos de crucería que hacían que entre pilar y pilar se abriesen grandes vanos y donde los muros serían sustituidos por grandes vidrieras.
“Muchos políticos hablan de la Edad Media como algo oscuro y retrasado, sin embargo fue todo lo contrario, fue una época luminosa”, aclara el autor de La prisionera de Roma. Esa época fue la síntesis de todos los saberes acumulados hasta la época. “¿Usted cree que sin saber geometría se podrían construir catedrales como las de Chartres o Notre Dame de París?”, pregunta el escritor aragonés. Claro que no. La complejidad de los planos de estas obras maestras demuestra que un maestro de obra no era una persona iletrada, sino que llevaba detrás de él numerosos años de estudios que no todos superaban. El libro contiene numerosos ejemplos de esto.                                     
Sin embargo se han conservado pocos documentos de la época, desapareciendo nombres de constructores. De los siglos XII y XIII apenas hay documentación, “pero lo que sí sabemos, gracias a los documentos que se conservan, es que el 30% de los trabajadores de la catedral eran mujeres: trabajaban de carpinteras, de escultoras y algunas llegaron a ser maestras de obras”, relata el catedrático de Historia Medieval.
El tiempo de las catedrales fue, por tanto, un tiempo de las mujeres. Un papel determinante en la historia tuvieron Leonor de Aquitania, reina de Francia e Inglaterra sucesivamente; la abadesa Hildegarda de Bingen, representante de la más alta intelectualidad; Sabine de Pierrefonds, maestra de escultores y ya en nuestras tierras, Berengüela de Castilla o Blanca de Castilla.
Muchos han pensado que fueron los templarios los que introdujeron el gótico en Francia, según los dictados marcados en unos documentos secretos descubiertos por ellos en Egipto. “Nada más lejos de la realidad, hay que huir de esas interpretaciones interesadas. La Edad Media fue una época luminosa, con unos constructores que supieron aplicar conocimientos que ya estaban utilizados, como por ejemplo la Basílica de Santa Sofía de Estambul con su prodigiosa cúpula”, explica José Luis Corral.
Esa vertiente esotérica no tiene ninguna razón de ser; el creer que son entradas al inframundo o catalizadores de poderosas corrientes telúricas no dejan de ser meras interpretaciones mistéricas y especulaciones fantasiosas. Una de sus más reconocidas novelas Fulcanelli. El dueño del secreto trató esa vertiente esotérica del autor de El misterio de las catedrales, “Fulcanelli fue el último alquimista medieval, que vivió en el siglo XX y desapareció misteriosamente sin dejar rastro, de él se cree que pudo trasmutar el plomo en oro”, dice el escritor.
El enigma de las catedrales cuenta la verdad sobre las catedrales góticas desde una perspectiva arquitectónica y procura destruir los mitos infundados y los misterios de este arte. Para ello, incluye numerosas fotografías y planos de las construcciones más significativas de la época. Es un libro riguroso, aunque de fácil y asequible lectura. Trata el gótico desde una perspectiva novedosa que atrae por su escritura viva, donde se nota el estilo de uno de los grandes novelistas históricos de nuestro país.

J.M. Lacasa
La Fragua del pensamiento

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