By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



sábado, 2 de marzo de 2013

Hispania y el Imperio Romano 6


CULTURA, SOCIEDAD, LETRAS, POLÍTICA, PODER

Entre la docena y media de escritores latinos del siglo I d.C., de los que se conservan obras de un libro o más de extensión, llama la atención que se cuenten siete hispanos, cinco de los cuales proceden de la Bética o Hispania Ulterior. Eso no había ocurrido nunca antes con autores que no fueran itálicos.
La conservación o no de unos autores u obras al cabo de los siglos, es en muchos casos fruto del azar. Pero también hay que contar en no pocas ocasiones con un algo o un mucho de selección. Se copian y se transcriben libros que son particularmente estimados por razones literarias, ideológicas o de utilidad, y se han perdido, también por obra del azar, poemas y prosas en que se reunían los mismos motivos para salvarse de la desaparición. No deja también de influir en estos procesos el interés cultural e incluso utilitario que pueden tener en determinadas circunstancias de lugar y tiempo unos escritores u otros. En la Antigüedad romana los clásicos latinos eran el patrimonio de aquella sociedad, y en la Edad Media de occidente eran su cultura y su idioma común mientras se hablaba latín, o su lengua sabia e internacional, cuando empezaron a extenderse e imponerse los idiomas modernos.
La existencia y conservación de un número tan relativamente alto de autores hispanos es también una prueba histórica de la romanización de España, que casi se había consumado política y socialmente sobre todo en las ciudades entre los días de Cesar y de Augusto (60 a.C.-14 d.C.), al mismo tiempo que se puede atribuir al desarrollo de las ciudades promovido o favorecido en la península por la política de esos dos “príncipes”.
La creciente urbanización de territorios provinciales no se reduce a aspectos militares como la necesidad de ciudades para amparar y proteger a la gente ni a conveniencias políticas para organizar y regir la vida de una colectividad, sino que implica consecuencias o frutos de orden cultural: lengua, escuela, lectura, escritura, estética, usos sociales y valores colectivos —patrióticos, religiosos, jurídicos— etc.
En España había localidades que eran “colonias” —“colonias” de ciudadanos romanos—, desde que Escipión Africano en el 206 a.C., estableció la primera de ellas en Itálica, junto al Guadalquivir (Betis) y la pobló con veteranos de sus legiones a los que repartió las tierras de la comarca.
Siglo y medio después, en tiempos del dictador y de su sucesor, hubo un notable incremento del numero de las “colonias” con las veinte de Cesar y las veinte de Augusto. Estas localidades, además de estar habitadas por ciudadanos romanos, recibieron, mas pronto o mas tarde, cartas municipales, que determinaban el sistema de gobierno, sus magistrados y asambleas, y las correspondientes obligaciones de los vecinos de la población. Localidades, que no eran ni habían sido “colonias”, fueron constituidas directamente en municipia civium romanorum o “municipios de derecho latino”. En definitiva, en lo que seria el precedente de las poblaciones con ayuntamiento propio de los países de la cultura occidental con sus derechos y responsabilidades.
Es mas que verosímil, que en esas ciudades, como consta por lo que cuenta Seneca y lo que se sabe de la cultura latina de los Balbos, de la de los poetas y los oradores cordobeses, y demuestran las inscripciones, había escuelas en que no solo se enseñaba “gramática” sino las otras disciplinas superiores. Se puede asegurar que los siete escritores hispanos del siglo I cuyas obras se conservan habían adquirido en sus localidades natales la preparación necesaria para los estudios que luego realizarían o no, en Roma o en cualquier otro lugar.
Los siete hispanos a que hemos hecho referencia escribieron y publicaron sus obras entre los días de Tiberio o de Calígula, hasta los primeros años de los Antoninos en la centuria siguiente. Al mas antiguo de ellos, Lucio Anneo Seneca se le llama “el Mayor” y también “el Viejo”, o “el Retórico”, o para distinguirlo de su mas famoso hijo, “el filosofo”, o por haber escrito y publicado a edad mas avanzada de lo común, o por el genero literario a que pertenece la obra suya que se conserva: el volumen de Controversias y Suasorias.
Este patriarca de los Anneos, es dos o cuatro generaciones anterior a los otros escritores latinos de Hispania de ese siglo I. Nacido en el 55 a.C., tenia unos cincuenta años, cuando vino al mundo el más ilustre de sus hijos, el filosofo, político y poeta de su mismo nombre. Su vida y su obra prueban que los hispanos de esos tiempos se sentían romanos de cultura, lengua y estilo de vida. Probablemente fue persona de convicciones tradicionales y republicanas con nostalgia de tiempos anteriores. Hay indicios de ello en las referencias que hace a el su famoso hijo y en las pocas líneas que el azar ha conservado de una obra perdida, De vita patris, que al parecer compuso ese mismo hijo. Sus Controversias y Suasorias fueron escritas y dadas a conocer cuando el autor estaba cerca de los noventa anos. Constituyen una antología de declamaciones y debates literarios y retóricos. Cientos de personajes aparecen en sus páginas en las que es objeto de especial admiración Marco Tulio Cicerón.
Sus hijos llegaron a ser personajes conocidos en Roma. Habían nacido en España y se educaron entre Córdoba y la Urbe. El mayor, adoptado por el orador cordobés y amigo del padre Junio Galion, como ya se ha recordado hizo carrera política. Los tres hermanos, Galion, Seneca y Mela, así como el hijo de este ultimo, el joven y brillantísimo poeta Lucano, cayeron victimas de Nerón y su clique palaciega acusados de haber participado en la famosa “conspiración de Pisón” del año 65, que mas que otra cosa fue un golpe de estado del Príncipe y su entorno para eliminar posibles adversarios.
Del segundo por orden cronológico de estos escritores hispanos, Pomponio Mela, se saben pocas cosas. Entre los años 37 y 40 d.C., escribió y público su Corografía a que es la obra literaria latina más antigua de autor hispano que se conoce. Era nativo de la Bética, de la localidad de Tingitera o Tingitara, que probablemente estaba cerca de la actual bahía de Algeciras, o en el mismo lugar que esta ciudad. Su libro, no muy extenso (79 paginas en la edición de Teubner), es una descripción del orbe (del orbe romano de entonces) y su mas inmediato entorno, llegando hasta Britania. Pero además del simple nomenclátor contiene referencias étnicas, religiosas y culturales de los lugares, y de fenómenos de la naturaleza. Algo culturalmente importante en este autor es la abundancia de noticias y digresiones tomadas de los clásicos romanos: Cesar, Salustio, Virgilio, que demuestran su buena escuela y su cultura literaria y política. Probablemente se había educado en Hispania en el primer tercio del siglo I d.C.
La Chorographia de Pomponio Mela se publicó bajo Calígula (37-41) o casi inmediatamente después.
Los otros cinco escritores hispanos del siglo de los que se conservan obras fueron el uomo universale Lucio Anneo Seneca (c. 4 a.C.-65 d.C.), segundo de los hijos del “Retórico”, el gaditano Columela, el maestro de oratoria y critico literario Quintiliano, que era de Calagurris (Calahorra) en territorio entonces vascon de la provincia Citerior, y los poetas Lucano, un Anneo, de la provincia Bética, sobrino del “filosofo” y nieto del “Retórico” y el gran poeta satírico celtibero de Bilbilis (junto a Calatayud) también de la Citerior, de nombre Marcial.

Antonio Fontán Marqués de Guadalcanal
NUEVA REVISTA de política, cultura y arte

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