By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



miércoles, 9 de julio de 2014

El Paraíso

El árbol de mis recuerdos


Ahora si que quisiera saber escribir, no para adornar una sencilla nota de agradecimiento sino para saber agradecer, sin ánimo ni presunción de hacer un panegírico del mismo.
A mi buen amigo José Cabeza Rivero, por su aprecio, cariño y buen decir para con nuestra Revista y nuestro pueblo. Gracias Pepe.

Si, el tiempo parece haberse detenido si miramos esta instantánea a que Dios sabe quien en un día cualquiera, de un año cualquiera, pero que ella misma denota su antigüedad, dejo para siempre impresa el objetivo indiscreto de una antigua, pero perfecta maquina de fotografía. No se que tienen las fotografías antiguas que emana de las un “tufillo” añejo, rancio, evocan nostalgia, evocan unos recuerdos y añoranzas inmensurables. Quizás en esta no sea el caso por obviar que había que obviar, ya que denota una antigüedad que según datos que he recabado, puede oscilar entre los años 1890-1900.
Ahí lo tenemos, ahí tenemos que hoy es un hermoso paseo o jardín, escombrera que fue y tierra de despojos del pueblo, que un día y perdonen que no aporte más datos un regidor o corporación cualquiera, ya coetáneos nuestros, tuvieron la idea de cercar con un bastión, y dar vida a un jardín, aun paseo hermoso y bonito, envidia de muchos y orgullo de todo Guadalcanalense. El balcón, Si el balcón del pueblo como yo le llamo, foco de juego y disfrute para niños, avalista de muchos amores y compromisos para jóvenes, terapia relajante para adultos y bálsamo de reflexión y consuelo para mayores.
No hace muchos días en uno de mis paseos por él, me paré debajo de uno de sus arboles. Ese árbol guarda muchos recuerdos míos.... Acudieron a mi memoria unos recuerdos que por mucho que uno viva no se borraran jamás. En las alforjas de mi cerebro todavía quedan migas de aquel pan que comí cuando joven, y después de escrutar hasta la última neurona me devuelve a la remembranza, me hace vivir como si fuera ayer mismo uno de los momentos más bonitos de mi vida. Recostado en aquel árbol estaba yo cuando contaba mas o menos diez y seis años, allí mismo fue donde le dije a aquella niña que mas tarde seria mi mujer, aquella niña que fue el primer amor de mi vida, aquella niña que un día allí mismo ella me insinuó y dudo de mi amor por ella, una frase que nunca olvidare, le dije: No dudes de mi amor porque con simples recortes de mi corazón, soy capaz de amarte y hacerte feliz. Y así fue hasta que se me fue para siempre.
¿Que por que cuento esto?. Pues no sé, quizás porque esto no ocurrió en Santa Ana, en el Coso, en la barra de un bar, en Los Mesones, no, esto no tuvo más remedio que ocurrir en otro sitio nada más que en El Palacio, en ese mago que también sabe conjugar el verbo Amar.
Donde tanta añoranza, donde tanta nostalgia, donde tanta paz donde tantos arrumacos y amor, donde tanta risa perdida al viento, donde tanto sosiego, donde tanto silencio que hasta los tañidos las campanas parecen quejarse por no querer molestar al viento, donde... Quizás sea ahora cuando atreva a parodiar o plagiar a nuestro inmortal Bécquer sin acritud alguna aquello de: ¿Que es poesía? ¿Y tú me lo preguntas...?. No creo que tenga Guadalcanal otro marco igual a este para que se den constantes, las rimas del mencionado Bécquer. Que si él escribió aquello de que mientras exista una mujer hermosa habrá poesía, me atrevo a escribir también, que tras haya unos quince años que pisen su superficie habrá Amor. Y entre paseo y paseo, pisando su epidermis de albero, se siguen viniendo a mi mente mil y un recuerdos, recuerdos de mi niñez, recuerdos de mi juventud, tú testigo y celestina de muchos e infinitos amores, no es posible que tanto encanto no lo valoremos lo suficiente, quizás porque te poseemos y por eso sabemos que cada vez que te queramos ahí te tenemos Siempre deseamos aquello que nos gusta y no tenemos, una vez que lo poseemos ya no le das la prioridad e importancia que al principio tiene.
Paseando pienso y me aprendo bien el adjetivo que mejor expresa lo que representa para mi: El Palacio es sobre todo carnal. Esta palabra resume el agudo y fogoso acento de un paseo vivaz y próximo enigmático y ausente, de cuya piel habla a diario un vecindario con sangre alimentada por una cultura de mucha enjundia, aunque parezca lo contrario. Es vivaz y pausado al mismo tiempo, con la Sierra del Agua a la cual se asoma callada y erguida bajo los pies de sus centenarios olivos ubérrimos de lo que quisiéramos.
Él tiene su encanto hasta en la estación mas gris del año como puede ser el Otoño, hasta el Otoño tiene su encanto con el contraste que forman sus rosas lunarias y al mismo tiempo las hojas de sus árboles color tabaco cubriendo casi toda la superficie del suelo, y la fúlgida y brillante luz del cielo guadalcanalense, configuran un magnifico ejemplo del gran teatro que es la naturaleza. En el mi alma parece volar, mi corazón se apacienta y uno de mis sentidos deja de escuchar la machaconería del día a día de los problemas políticos, económicos y sociales, y todos los problemas que encierra este mundo nuestro. En El Palacio me transformo como yo digo cuando estoy en el, cuando estoy en él, yo siempre digo que me estoy metamorfoseando. ¿Romántico?. Quizás, ¿sentimentaloide?, puede ser, pero no loco como me insinuaron una vez, yo digo lo que un día le leí a Dalí: La diferencia entre un loco y yo es que yo no estoy loco. Mi normalidad, mi cordura es tal que algunas veces cuando paseo me paro porque así mi cerebro parece tener mas energía para poder pensar, será que mis piernas a él se la roban, y pienso dentro de una sobriedad que siempre me ha caracterizado en momentos así y que si algún día tuviera que licitar por el, no sabría con que cantidad empezaría la puja, y que además nunca condonaría. Estoy en el y pienso que no soy una persona opulenta pero en él soy feliz aunque sea por unos momentos nada mas, y nunca efímero ni baladí. En mi conceptual reflexión y endógena idea, a pesar que sin ánimos de opulencia como digo antes, me lleno de él, me recreo, y mis ataduras que son muchas, no son tales. La sintonía con mi rutina laboral y mi ocio con sus distintos niveles, ha sido siempre adecuada aunque a pesar de ello, en lo primero he te nido que enterrar muchas veces valores, ideas y aptitudes adquiridas desde mi juventud, que no se hasta donde llega la filia o egolatría que siento por mi pueblo y sus hermosos rincones, que como este me llevan cada ano a asomarme a estas paginas, sintiéndome aunque no lo sea un grafómano.
Triste sino el mío si no reconociera lo que en el es grande, y amarlo hasta el límite que puede ser objeto de escarnio por parte de otros que no entienden como una luz larga de Primavera, una mira da de ternura, la chispa de gozo que como un rayo surge del choque entre una ceno, una lagrima y una sonrisa, un perfil urbano, una flor de azahar, la dorada reverberancia de las luces de un candelabro sobre un muro de blanca cal, o el arte caprichoso de la naturaleza al modelar tus árboles, son capaces de dar luz y sentido a mi vida con solo contemplarte no se si muchos de ustedes no me comprenderéis, pero de que estoy seguro, es que yo se lo que digo. Y ahí queda esa comunión entre el ayer y el hoy, gracias a personas delicadas y responsables que guardan estos bonitos y preciados recuerdos que son las fotografía antiguas, No quiero pasar la ocasión que me brindan estas páginas para recordar a mi padre, asiduo visitante y paseante del Palacio desde que se lo permitió su ocupación laboral. Recuerdo que en su itinerario era El Palacio su primera visita para posteriormente visitar la carpintería de Carmelo Gallego “Pinea" el cual cuando le preguntaba que de donde venia el siempre: ¿De donde voy a venir Carmelo? ¿De donde quieres que venga? !! de “El Paraíso”!!
José Baños Carmona
Revista de Feria 2002


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