By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



miércoles, 2 de julio de 2014

El valiente Juan de Heredia de Guadalcanal

 
Bandoleros en la comedia y obras dramáticas del siglo de oro español
 
Hace unos días, en una animada charla de café con mi amigo José Marcos Aparicio, profesor de instituto y miembro de la Fragua del Pensamiento, me entregó una fotocopia de un cuadernillo titulado “Bandoleros en la comedia y obra dramática del siglo de oro español”, que había escrito hace ya varios años para una tesis doctoral que el mismo había presentado sobre Lope de Vega, del cual y de su obra  es un gran erudito.
En una fase de este cuadernillo habla de los dramaturgos del barroco, su obras y sus gustos, dirigidos a auditorios poco selecto, ansioso de emociones fuertes y con necesidad de héroes locales;  de ahí que este tipo de comedia, adoptando los rasgos propios de la mentalidad popular de la época, acabó convirtiéndose en un atractivo mundo novelesco en el que se mezclaban realidad y fantasía.
Se ignora quién fue el iniciador de este género teatral, aunque Caro Baroja supone que la comedia El valiente Juan de Heredia, atribuida a Lope de Vega, parece el eje de muchas tramas el ejemplo más antiguo. El culto poeta y escritor madrileño fue autor fecundo y variado en la escritura de estos temas.
José Marcos me comentaba que el cree que ésta obra que se atribuye  a Lope, no coincide con su estilo de prosa (si tomamos como base algunas de sus obras, Fuenteovejuna, El caballero de Olmedo o la dama boba) y en ello se basa después de su propio análisis y las investigaciones de hispanistas tan reputados como W.L. Fichter o el estadounidense Sylvanus G. Morley, sin embargo, no es esto lo que me lleva a hablar de esta obra y nada de este cuadernillo habría llamado demasiado la atención hasta llegar a una frase que me  hizo detenerme y pensar en un articulo que leí en nuestra revista de feria hace unos años de José María Álvarez Blanco, (véase Revista de feria de Guadalcanal del 2008 Pág. 83 a 86.), repito la frase “este Valiente Juan de Heredia pillo e inteligente natural de la villa santiaguista de Guadalcanal...”, me llevó a la biblioteca de Teruel y buscar esta obra.
La verdad que mi búsqueda fue en un principio complicada e infructuosa, decidí llamar a mí amigo y me dijo que estaba dentro del contenido del libro Obras de Lope de Vega, Obras dramáticas tomo II publicada por la RAE. , obra descatalogada pero bien conservada en el archivo del Centro de Archivos Turolenses, allí me dirigí y después de leer esta maravillosa obra en tres actos, saqué los siguientes enunciados que hacen referencia a nuestro pueblo: 
1ª)… Román. Esto pasa, finalmente.
D. Pedro. ¿Eso, Román, ha pasado mientras yo en Sevilla he estado de Guadalcanal ausente?
¿Qué dices?
Román. Lo que es verdad: que Juan de Heredia profana tu honor, hablando a tu hermana.
D. Pedro. ¡A mi hermana! ¿Hay tal maldad?
Román. Mientras ausente has estado pocas las noches han sido que a verla no haya venido.
Yo, señor, soy tu criado, y, aunque más que acuerdo sabio ignorancias atrevidas son el arriesgar dos vidas por estorbar un agravio, quise, de tu honor celoso, de aqueste error darte cuenta, porque no pase tu afrenta a estado más peligroso… 
2ª)… D. Pedro. Dentro de dos días.
(De esta suerte la aseguro; (Ap.) pero después que haya el sol sepultado su arrebol en el occidente oscuro, daré, con alma resuelta, a saber y averiguar si mi honor llega a agraviar, a Guadalcanal la vuelta.)
Hermana, quédate adiós….
3ª)… (Salen Robles, Padilla y Gaitán. salteadores, con pistolas y monteras.)
Gaitán. Este es el camino real, Robles amigo y Padilla, que derecho hasta Sevilla va desde Guadalcanal.
No quede en él pasajero, aunque a los cielos se queje, que en nuestras manos no deje o la vida o el dinero.
Robles. Así se hará, Gaitán.
Ya que el hurtar no es honroso, sea oficio provechoso, que así lo dice el refrán… 
4ª)… Heredia. Pues vuestra señoría atienda, que a vueltas de la ocasión que me trae, quiero que sepa mi vida, supuesto que no será cosa superfina, para obligarle mejor.
Él dalle aquí de ella cuenta.
Mi patria, famoso Conde, es una villa pequeña que está distante no más de esta ciudad quince leguas. Es Guadalcanal su nombre; su población, la primera de la Extremadura, yendo de la Andalucía a ella.
Su sitio, áspero y fragoso, porque conformes la cercan, por una y por otra parte, casi inaccesibles sierras, tan altivas, que parece que con las toscas cabezas de ese pavimento azul las densidades penetran.
Aquí, pues, de humildes padres, sin más sangre ni nobleza que la de cristianos viejos, con inclinación traviesa nací, y así los veinte años cumplí, gran señor, apenas, cuando de mi natural di en mil travesuras muestras, y la más particular de cuantas hice fué aquesta.
Bien sabe Dios que confío ganar el Cielo por ella…
5ª)… Repare vueseñoría si ganar el Cielo espera con razón quien de esta suerte los agravios de Dios venga, (i)
No mucho después de aquesto al castillo o fortaleza que llaman de Miramontes, en Azuaga, por diversas travesuras, preso vino por orden del Rey expresa, el Conde de Cocentaina, señor por naturaleza tan dado a la valentía, que él solamente quisiera ser quien de valiente el nombre en el mundo mereciera.
Tuvo noticia de mí, y fué muy fácil tenerla mediante el estar Azuaga de Guadalcanal tan cerca, que dista el uno del otro, solamente cuatro leguas…
En fin, desde la prisión, haciéndome mil promesas de amistad, en una carta, con razones halagüeñas, me envió a llamar, y un criado con un rocín en que fuera….
6ª)… Mas yo, que con alma atenta sus designios penetraba, con revenida destreza y vigilante cuidado me defendí de manera que, a pesar de su malicia, como en las espadas negras, dejé en las blancas también frustradas sus diligencias.
Volvíme a Guadalcanal, de donde fué salir fuerza dentro de muy breve tiempo, huyendo de las molestias que la justicia me hacía por desgarros y pendencias, muertes y heridas, efetos de mi condición traviesa, si bien alabarme puedo que jamás, sin que tuviera ocasión, saqué la espada, que hay hombres que sin tenerla en sacarla cada instante para hacer mal se deleitan, bárbaramente imprudentes…
7ª)… Cuando galanteé a su hermana, en Sevilla huésped era vuestro, y en ausencia suya, porque no hay segura ausencia, sus favores merecí.
Pero como no es eterna ninguna dicha de amor, que es forzoso que fin tenga, así lo tuvo la mía con la no pensada Agüeita de don Pedro de Mendoza a Guadalcanal. Sin verla estuve no sé qué días y sin que verme pudiera, desdicha que ocasionó de su hermano la asistencia, viví sin ver su belleza, si bien puedo asegurar que fueron siglos de penas para mí cuantos instantes…

Rafael Spínola R.
La Fragua del Pensamiento
http://guadalcanalpuntodeencuentro.blogspot.com.es/

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