By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



miércoles, 11 de mayo de 2011

LA GUERRA DE NUESTROS ABUELOS (2)

Acataban El Franquismo Por Miedo 2ª Parte

… Mi abuelo Andrés Cordero Mariscal nació 1905 en Guadalcanal (Sevilla) y falleció en 1974, de modo que he tenido que elaborar y reconstruir estas vivencias con la ayuda de su familia más cercana, mi madre y sus primos, Antoñita, de setenta y tres años, y su hermano José, de setenta y dos, hijos de una hermana de mi abuelo.
Contra Las Tapias Del Cementerio.- Hasta el pueblo llegaron noticias de la matanza realizada en El Pedroso, un pueblo de la comarca, que provoco en los ciudadanos más miedo si cabe a las fuerzas falangistas. Esta matanza no fue la única, ya que en Guadalcanal o en el mismo Alanís hubo muchas muertes, hasta diecisiete en un mismo día contra la pared del cementerio. La Guardia Civil quería evitar a toda costa que la gente escuchara cualquier clase de noticia, por lo que patrullaban las calles para impedir que se escuchase la radio en alguna casa, hecho por el cual eras encarcelado.
Los Moros Tenían Muy Mala Fama.- Entre tanto dolor y pena, también hay sitio para las anécdotas, pequeñas cosas que quedaron grabadas en la mente de estos pequeños que tanto vieron y padecieron. Cuentan que un día vieron que el color del cielo no era el de siempre, tenía un tono anaranjado. Se alarmó la gente porque pensaban que podría tratarse de gases que habían echado en el frente. Pues bien, se avisó a los vecinos para que salieran al campo, a las zonas verdes, para respirar aire puro, por lo que pudiera pasar. Pero luego uno de los maestros del pueblo anunció que no se preocuparan, que solo se trataba de una aurora boreal (aunque no sé si ese fenómeno es posible por estas zonas). Hechos semejantes muestran el miedo que tenía aquella gente.
Otro hecho, quizás ya menos alegre, fue que por la calle de la casa donde vivían mi abuelo con el resto de la familia, pasó un grupo de moros, de las tropas africanas, los cuales tenían muy mala fama y al pasar por la puerta de la casa dieron una patada. Menos mal que poco antes había llegado mi abuelo de trabajar y cerrado el portón. De no ser así, quizá habrían muerto todos los que estaban en ese momento en el interior.
En otra ocasión, en esa misma casa, una bala entró por la ventana y se incrusto en la cuna de madera de uno de los niños, con la fortuna de que en ese momento no se encontraba en ella.
Era El Único Modo De Salir Adelante.- La situación económica, como es lógico, fue a peor. La imposibilidad de ir a trabajar fuera del pueblo afecto a muchas familias. Si la situación económica ya era bastante difícil, en estos años fue a peor. Familias que no tenían que llevarse a la boca y bebés que no salían adelante.
Pero hubo casos de personas que no se resignaron a vivir así y, arriesgando su vida, se dedicaron al estraperlo. Este fue el caso de una vecina de la familia que sobrevivía gracias a esta actividad. Compraba café y azúcar, productos de primera necesidad, que luego traía al pueblo para venderlos a precios más altos. Este comercio estaba fuertemente penalizada, pero a veces era el único camino para seguir adelante. Pues bien, esta señora, sin saber leer ni escribir, sin haber recibido educación alguna, lo consiguió. Salió adelante y montó su propia taberna con la que se ganó la vida.
Los “Rojos” Tiraban Los Santos Y Las Imágenes.- Los monumentos en la guerra también fueron protagonistas de primera mano. Es más, son los más fielmente podrían relatar lo sucedido, pues fueron testigos de todo lo acontecido en aquellos años.
El primero de ellos es el castillo. Su historia se remonta mucho más atrás de esta Guerra, pues se construyó en el siglo XIV. Situado en un estratégico montículo al sur de la población, sobrevivió a los bombardeos de las tropas napoleónicas, que lo dejaron en ruinas. En los años de la guerra su función queda reducida a ser el lugar desde donde los “rojos” tiraban los santos y las imágenes como protesta y oposición a las tropas franquistas.
Otro monumento clave es la Ermita de Nuestra Señora de las Angustias, destruida por republicanos y comunistas. Según cuentan en el pueblo, fue un alto mando franquista el que prometió que, si sobrevivía a la guerra, reconstruiría esta ermita. Sucedió así, cumplió su palabra y mandó reconstruir la ermita a la Virgen de las Angustias, que se convirtió en patrona del pueblo.
La Ermita de San Juan no corrió su misma suerte, ya que tras su destrucción, sigue prácticamente en ruinas, aunque la gente devota del santo aún la visita.
La Dictadura Prohibió Las Fiestas Populares.-
Las celebraciones tradicionales del pueblo, quedaron paralizadas en estos años. Una de ellas era la Romería, que se llevaba y lleva a cabo en el mes de mayo. Pero en los años que duró la guerra la gente no tenía ánimos para ningún festejo. Sin embargo, terminada la guerra e instaurada la dictadura franquista, se prohibió de modo absoluto cualquier celebración popular, tanto de la Romería como las Cruces de Mayo, que se hacía el 2 de mayo y se adornaban las calles principales: Triana, Corredera y calle Nueva, que competían entre sí. Todas estas tradiciones volvieron a realizarse, una vez abolido el régimen franquista, con la llegada de la democracia.
El Miedo Estaba Presente Más Que Nunca.- Cuando en 1939 finalizó la guerra y se instauró la dictadura del general Franco, toda posible esperanza de una victoria republicana se vino abajo. A pesar de esto, muchos guerrilleros que no abandonaron su lucha y permanecieron en el monte hasta años más tarde. Otros, en cambio, tuvieron miedo. En el pueblo se conocen casos de hombres que regresaron a sus casas, fueron encarcelados, en el mejor de los casos, o fusilados. El miedo estaba presente más que nunca. Nadie hablaba de lo sucedido, parecía como si no hubieses pasado nada, aunque la situación lo reflejaba todo.
Con El Hambre Y La Miseria Llegaron Las Enfermedades.- Al año de 1940 se lo conoce como el Año del Hambre. La miseria se incrementó hasta límites inimaginables. No todas las personas que dejaron el trabajo por la guerra, lo recuperaron luego, pues había escasez. Mi abuelo salía adelante con pequeñas labores, lo que fuera. Los niños se incorporaron a la escuela, aunque muchos de ellos, como en el caso de mis entrevistados, también trabajaban de porqueros, pastores... Cualquier ayuda en casa era poca. Los salarios muy pocas veces superaban la peseta, en el mejor de los casos.
El estraperlo seguía funcionando. Se repartieron cartillas de racionamiento, en las que se detallaba la cantidad, precio y fecha en la que se debían adquirir los alimentos, para así controlar que nadie comprase más cantidad de la permitida. Como es lógico, esto sólo se aplicaba a las familias humildes, con pocos recursos, porque los ricos, que tenían dinero, compraban todo lo que querían.
Con el hambre y la miseria llegaron las enfermedades: tifus, poliomielitis, piojos, pulgas...
Un hermano pequeño de estos primos murió con dos años de poliomielitis. Estas enfermedades atacaban sobre todo a niños pequeños y durante estos años aumentó el número de muertes infantiles.

Les Daban Leche En Polvo Y Queso De Bola.-  Mi abuelo se casó en el 41 y tuvo a su tercera hija, mi madre, en el 48. Aunque ya habían pasado varios años desde el final de la guerra, la situación en que mi madre y sus hermanas crecieron no era mucho mejor. Vivían en la misma casa con el resto de familiares, tías y tíos, primos y primas.
Pudieron ir a la escuela, donde les daban leche en polvo y queso de bola, y tenían que llevar la lata para el brasero del maestro. Pero como en años anteriores, también tenían que ayudar a la economía familiar.
Esta situación de miseria, dureza y miedo se prolongó durante toda la dictadura de Franco y desapareció poco a poco tras su muerte en 1975, por lo que mi abuelo no pudo ver esta otra forma de vida, la democracia.


La Guerra Los Arrancó De La Infancia.- No es fácil sacar conclusiones de algo que no se ha vivido, que no se ha padecido en primera persona y menos de un suceso tan grave como la Guerra. Son muchas las impresiones que quedan tras haber realizado este trabajo y haber escuchado los relatos por boca de personas que sí lo vivieron.
La idea básica en la que coincidimos todos, tanto los que pasaron la guerra como las generaciones posteriores, es la gran suerte que tiene mi generación, suerte de la que a veces no somos conscientes. Al contrario que nosotros, que no hemos conocido guerra alguna en nuestro propio país (exceptuando el movimiento terrorista del País Vasco), aquella generación creció en medio de un conflicto bélico, que los hizo despertar a muy tierna edad y los arrancó de la infancia. Es cierto que esta generación maduró mucho antes que la anterior y, por supuesto, mucho antes que las generaciones posteriores.
A pesar de ello, estos niños de la guerra, abuelos hoy en día, prefieren que la juventud actual siga como hasta ahora, viviendo como ausentes al mundo, inmersos en nuestros propios problemas y preocupaciones, sin importarnos todo lo que nos es ajeno, a que despertemos a este mundo de la forma en que ellos lo hicieron, en medio de una guerra.
Por ello, viendo la situación actual del mundo, creo que seria una buena idea que nuestro Presidente del Gobierno escuchara todos estos relatos de las personas que sufrieron la Guerra Civil y así quizás se daría cuenta de las consecuencias que acarrearía provocar una nueva guerra.

C. D. C., Curso 2002-03
Aurelio Mena Hornero Jun 2008 – La comunidad

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