By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



miércoles, 21 de septiembre de 2011

Guadalcanal no es un nombre, es una emoción

Guadalcanal no era el paraíso presentado por Hollywood

La isla era una mas de tantas en el pacifico. Desde la distancia parecía un paraíso. Una vez en la isla, sin embargo, la idea cambiaba.
Las 90 millas que constituyen la isla están empapadas por lluvias, por ejemplo en Tulagi el promedio de lluvia anual es de 160 pulgadas! Las lluvias son peores de Noviembre a Marzo. Guadalcanal también es volcánica. Tiene una espina central de filosos picos cubiertos de selva tropical que en algunos lugares se elevan hasta 8.000 pies sobre el nivel del mar. Al suroeste las montañas bajan filosamente hacia la costa, mientras que en el noreste bajan suavemente llegando a crear enormes llanuras, con numerosos ríos y arroyos, estas llanuras habían sido despejadas para la plantación de Cocos. El resto del área estaba cubierta de árboles, arbustos y espacios abiertos plagados de abundante pasto Kunai, que llegaba a alcanzar la altura de 7 pies. Llamarlo pasto es menospreciarlo, sus hojas son duras y filosas como una navaja, definitivamente Guadalcanal no era el paraíso presentado por Hollywood.
Al desembarcar en la isla lo primero que se percibía era el olor, Guadalcanal apesta! Vegetación superabundante que se pudría rápidamente en el caluroso aire salado se convertía en un vaho atrapado entre la tierra y los densos árboles que casi nunca permitían ver el sol. El olor era el de constante descomposición y se adhería a todo lo que hubiese en la isla. Esto también daba la oportunidad para el cultivo de todo tipo de insecto imaginable, incluyendo al mosquito de la Malaria y millones de bacterias. Rica en cocos y lodo, la isla estaba mojada todo el año. Este continuo pantano cultivaba todo tipo de criaturas para hacer la vida de una persona miserable. Como si esto fuera poco también estaba el increíble calor. Bajo estas condiciones la vida era casi insoportable. Para los hombres ataviados con su equipo era casi imposible el simple hecho de estar en ese aire tan pesado. La selva tropical era como una malévola criatura, arrogante y cruel. Su apestoso aliento era solo una muestra de lo que había en su interior, esto incluía serpientes, cocodrilos y ciempiés.
Los cangrejos de tierra recorrían la isla por las noches sonando sorprendentemente como un japonés acercándose en sigilo. También había escorpiones, lagartos, sanguijuelas, las abejas eran otro compañero constante así como arañas del tamaño de un puño. Pero lo peor de todo eran los mosquitos. Eran como constantes nubes molestas y portadoras de enfermedades, principalmente la temida Malaria. No solo los problemas físicos hacían la vida diaria una miseria, el sentirse abandonado por su propio país era mentalmente destructivo. Después de menos de dos días el Almirante Fletcher comandante de la Task Force encargada de proteger a los Marines se retiro de la batalla. Sintió que los cargueros corrían peligro de ser atacados por mar y aire. Después del primer desastroso encuentro cerca de la isla Savo en donde cuatro de los seis cruceros que debían proteger a los Marines fueron hundidos, el resto de las naves junto con los transportes también tuvo que retirarse. Para el tercer día los Marines contemplaban un océano vacío de naves aliadas. La marina se había ido! Los Marines estaban por su cuenta, y así parecería por muchos días.
Muchas de las provisiones destinadas a los Marines habían sido enviadas a Panamá para su destrucción. Por algún milagro fue reempacada y enviada nuevamente a la 1era división de Marines, los obreros del puerto estaban en huelga así que los Marines tuvieron que hacer su propio embarque y desembarque mientras peleaban y pasaban hambre en el “Canal”. 60 barcos aliados llegaron a Noumea. Traían los preciados suministros para las hambrientas tropas atrapadas en combate, pero las tripulaciones de estos barcos se negaron a navegar hacia Guadalcanal si no se les pagaba exorbitantes cifras por horas extras y servicio en zonas de combate. Sus demandas fueron rechazadas, los barcos no zarparon y los marines no comieron.
Durante los meses más duros de combate algunos cargos de la marina definieron Guadalcanal como un fracaso. El General Hap Arnold de la fuerza aérea no permitía que los aviones llevaran suministros ya que pensaba que era desperdiciarlos. Sin embargo algunos líderes todavía confiaban en los desamparados Marines. El General Patch comandante de las fuerzas de Caledonia envió 10.000 pares de calzado a la isla al enterarse que algunos Marines estaban combatiendo descalzos.
Cuando los Marines se quejaron de la falta de comida el Coronel Edson de los Raiders señalo a las líneas Japonesas, “Ellos tienen comida, vayan a quitársela”, y eso hicieron, capturaron toneladas de arroz y comida enlatada, necesarios suministros para sobrevivir. El Marine promedio perdió 25 libras en su estadía de cuatro meses en la isla. Muchos sufrieron de ceguera nocturna por la falta de vitamina A en su dieta. Su ropa se pudría adherida al cuerpo y no había nada con que reemplazarla, las municiones eran pocas y había que distribuirlas con mucho cuidado.
Otro material era necesitado desesperadamente e inexistente. Todo el equipo pesado de construcción se había ido con los transportes en su retirada. Lo único que había era lo que los japoneses habían dejado en su retirada. Los americanos lo utilizaron para terminar la pista y repararla luego de los ataques aéreos. Había un pequeño buldózer tan preciado que solo su operador podía tocarlo. Cualquiera que se acercase a el después de la orden de alto podía ser abatido.
Con pocas herramientas, escasa comida y una sensación de abandono, la situación era sombría, a esto hay que agregarle un enemigo fanático cuyo único objetivo era matar a su enemigo, haciendo cargas suicidas durante la noche, a veces gritando, a veces susurrando y tendremos una idea de lo que tubo que soportar la 1era División de Marines durante cuatro meses en Guadalcanal. Muchos Marines lo calificarían como lo más cercano al infierno que vivieron. En la entrada del cementerio de Marines en Guadalcanal después de la batalla había un plato de metal clavado a una tabla, con una bayoneta se había escrito en el:

Cuando llegue al cielo
A San Pedro le dirá:
“Otro Marine reportándose señor
Ya he servido mi tiempo en el infierno de Guadalcanal”

A pesar de todas las adversidades los Marines habían llegado para quedarse. Historiadores que han estudiado la campaña la consideran más que una lucha por una isla. Morrison escribió “Guadalcanal no es un nombre, es una emoción"., que recuerda desesperado combate aéreo, furiosa lucha naval nocturna, fanático trabajo de suministro y construcción, salvaje lucha en la espesa selva, la noches rotas por el aullido de las bombas y las ensordecedoras explosiones navales.
Hay quienes comparan la defensa de los Marines con aquellas de Waterloo, Little Round Top o Dien Bien Phu. Todas fueron situaciones donde ambas situaciones decidieron dar un ejemplo, y el prestigio transciende todo. Ganar era una cuestión de orgullo tanto para los japoneses como para los Marines. Era una cuestión no de suministros o terreno sino de voluntad. ¿Quién prevalecería? ¿Quién ganaría? Ambos bandos sufrieron terriblemente, pero serian los Marines los que alzaran la corona de la victoria.

La Última Miseria.- Por Bill Wilder

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