By Joan Spínola -FOTORETOC-

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Villa de Guadalcanal.- Dió el Sr. Rey D. Fernando a Guadalcanal a la Orden de Santiago , e las demás tierras de la conquista, e de entonces tomó por arma una teja o canal, e dos espadas a los lados como así hoy las usa.



sábado, 30 de noviembre de 2013

La Cueva de Santiago

Datos sobre la cueva de Santiago en la sierra de Cazalla

En una de mis expediciones por Sierra Morena oí hablar a un labriego de una tal Cueva de Santiago, le pregunté qué sabía de ella, y me contestó que, según la tradición de todos los cortijeros cercanos, decían era donde vivió mucho tiempo el Apóstol Santiago: lo tomé de guía para que me llevaran a dicha cueva, y después de cinco horas de marcha por grandes sierras y barrancos, llegamos a las cuevas, conocidas por el nombre de Cueva de Santiago.
La situación topográfica de ésta es la siguiente: el río o ribera de Benalija serpentea por la falda de la Sierra de la Cueva de Santiago, sirviendo éste como línea divisoria de las provincias de Badajoz y Sevilla; la cueva y sierra de Santiago se encuentra en el término de Cazalla de la Sierra, siendo también línea divisoria el río de Benalija del término de Guadalcanal y Cazalla; las bocas de las cuevas miran al N., y por un resbaladero de unos 20 metros se llega al río de Benalija.
Desde las cuevas a la cúspide del cerro vemos un corte casi vertical que mide unos 25 metros, su longitud es aproximadamente de 200 metros. Las cuevas son tres: la primera tiene una forma irregular, su entrada es de 1 metro 20 centímetros de alta por 2 metros 40 centímetros de ancha, es plana en su interior, y en una forma irregular, mide 2 metros de diámetro; la segunda es más chica y casi superficial; la tercera, también de forma irregular, mide una longitud de 12 metros, en pendiente, como queriendo buscar las entrañas de la sierra.
Una vez vistas las cuevas y los grandes despeñaderos que en el barranco de Santiago existen, pasé a lo alto de la sierra a ver la ermita del Santo, y no encontré más que ruinas, grandes paredones de mampostería, lo que nos demostraba había existido una buena ermita.
El cerro de Santiago al S. Forma una explanada de unos 2 kilómetros, como unos 400 ó 500 metros de radio; a partir de la ermita hay una buena mancha de monte grande y espeso; al atravesar éste y buscar salida, me encontré a un pastor o mayoral de ganado, el que saludándome con un Dios guarde a Vd., me dijo: ¿Qué, se viene a ver el salto de santiago cuando mataba a los moros?, y señalando al corte vertical antes mencionado decía: ¿es un buen salto? vedle. Con este motivo le interrogué para que me contara cuanto supiera sobre aquel sitio.
El mayoral que es hombre de unos 52 años, principió su relató del modo siguiente: según se dice de público, y por los más viejos de estas tierras, con referencias a otras gentes más antiguas, que en las cuevas que hay allá abajo en el barranco y que antiguamente eran mayores, pues según yo le oí a mi abuelo, se corresponden hasta aquel otro barranco (en dirección S., y un kilómetro y medio de distancia), de modo que las cuevas esas atraviesan todo el cerro donde estamos; pues bien, el Santo se entraba por las bocas de las cuevas que dan a la ribera de Benalija y salía por aquel barranquillo que ya le he dicho a V.; por allá andaban los moros, y el Santo los comprometía; ellos salían a la carrera tras el Santo, y corriendo unos tras otros, llegaban a este corte, conocido por el Salto de Santiago, y sin detenerse ni perder la carrera que traía, saltaba el Santo, caía en la ribera, que como V ve hay más de 50 varas, y no se hacía nada, y los moros saltaban también, y todos se reventaban al porrazo tan grande que daban; así continuaba el Santo una porción de veces, hasta que conseguía concluir con todos los moros que había en estos circuitos.
Ya que concluyó con los moros, hizo vida de monje en estas cuevas, donde vivió muchos años; a su muerte le hicieron esa ermita que tenemos delante, y que hoy está arruinada porque se va perdiendo la fe, y más que todo, porque el Santo tenía aquí muchas tierras que unos y otros se han apropiado, no quedándole hoy más terrenos que este cerro y el barranco, y eso, porque como Vd. ve, vale poco.

(1) Estos datos fueron recogidos por la tradición oral por el Sr. Cervantes, propietario de unas minas en Extremadura, que reside habitualmente en Llerena (Nota de la autora).
(2) Resulta extraño que Cipriana desconociera u olvidara los trabajos, excursiones y excavaciones realizadas por su marido Machado y Núñez en los campos de la Geología y Prehistoria en esta zona entre 1868 y 1874; y que incluyeron, seguramente, esta cueva (Aguilar, 1991: 61).



Recepción y apropiación del folklore en un contexto local: Cipriana Álvarez Durán en Llerena (Badajoz)
Ignacio R. Mena Cabezas

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